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Fuga y violación

en No Consentido

Hacía unos cinco años que las cosas habían cambiado a mejor. Pude dejar mi trabajo de administrativa y nos permitimos vivir con los negocios de mi marido. Una empresa de importación y exportación de productos textiles, o eso creía yo.

Conocí a mi marido, Nacho durante unas vacaciones ya que residía en el pueblo donde había ido a veranear con mis padres. Nos casamos jóvenes y pronto tuvimos a nuestra hija, Laura, que ya había cumplido los 21. Nacho trabajaba junto a su compañero Álex en una fábrica. A éste le despidieron un año antes y montó un negocio de importación con la indemnización. Cuando despidieron a Nacho, Álex le ofreció crear otra empresa. Eran negocios seguros porque todo se canalizaba a través de la distribuidora de don Ramiro, un hombre con bastante clase, de 65 años y casado con Margot, tal vez diez años más joven y de quien estaba perdidamente enamorado. Una mujer glamurosa, y madre de Clarence, y que presumía que su marido había sido como un padre para su hijo. En realidad, era quien llevaba los negocios junto a su padrastro.

La nueva empresa nos llevó a acudir a cócteles a “la casa” de don Ramiro. Más que una casa era en realidad el centro de trabajo, también usado para desfiles privados de moda y alguna fiesta. Las cosas nos iban bien, nos permitimos una casa mejor, mandar a nuestra hija a estudiar a Londres e incluso comprarle un apartamento allí. Me extrañaba que fuese tan próspero pero jamás me entrometía en los negocios de mi marido.

La nueva empresa nos unió mucho con Álex y a su esposa quedando con ellos frecuentemente. El matrimonio terminó un año atrás y sólo pude saber por ella que se divorciaba porque era muy mala persona. No daba ese perfil y Nacho y yo le teníamos aprecio. Teníamos un buen nivel de vida gracias a él y tomamos partido. Salíamos también con otros amigos, ella, Mary, era mi mejor amiga, a cenar los fines de semana. Un día, le pidieron a Nacho el favor encontrarle algún trabajo a Tomás, su hijo mayor, ya que no quería estudiar y estaba empezando a frecuentar malas compañías.

Nacho se comprometió a ayudarle. De nada sirvió que me opusiera en privado. Me parecía un vago y un maleducado con sus padres, además de juntarse con Dani, un chico al que también conocía, ya que ambos habían sido compañeros de clase de Laura, pero que con los años se había echado a perder, pasando en varias ocasiones por centros de menores y al menos una vez por prisión, se decía, por espiar a mujeres, fotografiarlas en diversas circunstancias y subirlas a la red.

Todo iba bien hasta que un día me dijo Nacho que tenía que salir de viaje. Se iría a Asia a concretar unas compras y volvería en pocos días. Estaba nervioso e insistió en que le acompañase, pero me negué rotundamente a pesar de su insistencia. A veces no eran lugares turísticos y seguros y alguna vez me había tenido que quedar en el hotel hasta que terminaba sus negocios. Antes de salir volvió a a suplicarme que le acompañase a Madrid para quedarme con mi madre o me fuese a Londres con Laura. Al día siguiente supe el motivo.

Salí a desayunar con unas amigas y después a hacer compras para irme al día siguiente. Antes de comer mi móvil sonó. Mi sorpresa fue escuchar a don Ramiro al otro lado del aparato.

  • Fátima, ya sé que Nacho está fuera, pero me gustaría que esta tarde te pasaras por”la casa” para que junto con Margot opinéis sobre una línea de ropa que queremos lanzar. Además, te tomas una copa de champán para celebrar que hemos obtenido el premio al vestido más original que otorga una asociación de moda.

  • Enhorabuena don Ramiro, estaré encantada de acercarme. Dígame a qué hora?

  • Mandaré un coche a recogerte sobre las 6 de la tarde.

Quedamos así, y yo, tonta de mí, me sentía halagada porque un hombre con don Ramiro me tuviera en cuenta para una línea de vestidos. Sustituí mi comida por una sesión de peluquería y maquillaje para estar a la altura del glamour de Margot. Serían las 6,30 cuando el chófer me dejó en “la casa”. El aspecto era distinto a las fiestas ya que los hombres vestían de sport y se escuchaba jaleo en el salón.

  • Buenas tardes, Fátima. – Saludó invitándome a ir a su despacho.

Había estado sólo una vez en ese despacho. Era enorme y ostentoso, con varias mesas, sofás de relax, un enorme televisor empotrado en la pared......Me extrañó no ver a Margot pero pensé que llegaría enseguida. Estaba su hijo y mi primera sorpresa desagradable vino cuando vi a Dani, que me entregó una copa de champán y me pidió que posara junto a Don Ramiro y Clarence para unas fotos en su revista de moda. También estaba Tomás aunque la presencia de Álex en el despacho me dio cierta tranquilidad. No acertaba a entender la presencia de Dani en “la casa”

  • Estoy muy contento por el premio pero sabrás por Nacho que nos dedicamos a otros negocios “más lucrativos”. Sabes que valoro muchísimo la familia y la amistad, por eso, “la casa”, es una especie de hogar y cuando se puede, disfrutar un poco y relajarnos. Lo que no soporto es la mentira y sobre todo la traición......... – Iba explicando mientras yo lo miraba extrañada, a él y a Álex – Y te digo esto porque tu marido nos ha traicionado....

Me helada la última afirmación. Nacho un traidor? No podía ser. Debía haber un malentendido ya que siempre hablaba bien de don Ramiro y Clarence.

  • Los conoces, verdad? Nacho entró en el negocio por Álex. Tomás por recomendación de tu marido y fue un gran fichaje. Tiene un par de pelotas. Tras la expulsión de Carlos de nuestro grupo, Tomás recomendó a su amigo Dani y lleva cuatro días con nosotros. Por cierto. – Dijo mirándome en tono serio. – Carlos nos traicionó, igual que Nacho, y devolvió todo, pero mira los intereses que pagó.

La pantalla de la televisión mostró fotos de una chica de unos 30 años, desnuda, llorosa, posando con los hombres que trabajaban para don Ramiro. Podía reconocer en la foto a varios empleados a los que conocía de los cócteles, además de Clarence y Álex. Miré asustada a todos y decidí marcharme. Al levantarme, se pusieron delante los dos jóvenes e hicieron que me sentase de nuevo. En la televisión apareció a mi hija, durmiendo plácidamente y dos hombres maduros junto a su cama, tomando una cerveza , con unos auriculares en sus oídos, Aquellos dos hombres aparecían en las fotos con la esposa de Carlos.

  • Nacho se ha ido pero te adora y volverá por ti, por eso no me preocupaba su fuga. A tu hija y por supuesto, a ti, os tengo bajo control. Me duele que tengas un marido tan sinvergüenza.

  • Por qué hay dos hombres con mi hija? Mi marido, estoy segura que se pondrá en contacto con ustedes en cuanto pueda si es que les debe algo. – Respondí indignada y ya asustada.

  • Fátima, tú no pones las reglas. Laura no tiene la culpa de tener un padre tan golfo pero tú si de estar casada con él. Llama a tu marido por teléfono. Si contesta y se justifica esperaré a su vuelta y os dejaré tranquilas a las dos.

Cogí el móvil y remarqué. El teléfono de Nacho sonaba pero sólo después de unos segundos saltó una voz de contestador automático cuyo idioma desconocía. Clarence me quitó el teléfono y me hizo levantar.

  • Siempre me has parecido una mujer muy atractiva pero hoy estás realmente arrebatadora. Eres la musa de Álex. – Señaló Clarence. Rubia, buenas tetas, bonitas piernas, precioso culo y manejable. Tienes una mirada preciosa, me encantan tus ojos.

Me había puesto elegante pero discreta para ir a ver don Ramiro. Una camisa blanca y una falda negra de tubo, con una abertura entre las dos piernas por la parte trasera.

  • Si no quieres que Martín y Eusebio pasen un buen rato con Laura será mejor que de momento te quites la camisa y la falda.

  • Por favor, no. Mi marido hablará con usted. – Respondí con voz temblorosa y sollozando. – No pueden hacerme esto.

  • Por supuesto que hablará conmigo. De eso no me cabe ninguna duda. – Respondió el magnate con seguridad. – En diez minutos te permitiré volver a llamar a tu marido. Si contesta te irás a casa y tu hija dormirá plácidamente y sola. Te puedo asegurar que ha tomado un somnífero muy potente y no se enterará de nada hasta dentro de varias horas.

Obedecí, aunque pidiendo su clemencia con mis lágrimas,y comencé el strep-tease forzado. Con muchísima vergüenza fui desabrochando uno a uno los botones de mi camisa. La abrí y la saqué, entregándosela a Clarence, que me la pidió. Las imágenes de la chica que había visto antes venían a mi cabeza. Lloraba y balbuceaba intentando inútilmente que se ablandasen y esperasen el regreso de Nacho. Ningún hombre decía nada, aunque sus ojos lo decían todo. Tan sólo Dani se movía a mi alrededor con su cámara. Un gesto de Clarence con el dedo índice, señalando la falda y flexionándolo, me ordenaba quitármela. Solté el botón, bajé la cremallera y cayó al suelo.

Me sentaron en una silla. Crucé los brazos sobre mis pechos. No hicieron comentarios obscenos a mi cuerpo aunque sonreían nerviosos. Tan sólo me cubrían un sujetador blanco de aros y un pequeño tanga del mismo color. Dejaron pasar unos minutos en los que hablaban de mi como si yo no estuviera presente hasta que de nuevo don Ramiro me entregó el móvil.

  • Fátima. Vamos a dejarte llamar a tu marido de nuevo. Si contesta cumpliré con mi promesa. Si no lo hace, vas a pagar los intereses de la deuda.

Apenas podía sujetar el teléfono. Me temblaban las manos. Busqué su última llamada y remarqué a Nacho. Clarence puso el altavoz. Mi mente sólo repetía el deseo de comunicarme con él. Después de unos segundos que se hicieron eternos, la misma voz de antes respondía de forma automática Levanté la cara lentamente y miré a los dos mafiosos y a Álex. Estaba perdida. No pude mirar a Tomás, aunque veía como Dani pasaba a mi alrededor sin parar de fotografiarme. Callada, empecé a llorar en silencio.

  • Te vas a desnudar completamente. Tus oportunidades se han terminado.

  • Por favor¡¡¡ No les hecho nada. Mi marido resolverá esto en cuanto vuelva. Díselo tú, Álex. Tú nos conoces bien. – Respondí, acordándome de su insistencia en que me fuese con él y arrepintiéndome de no haberlo hecho.

  • A él le conozco bien y por eso sé que se ha fugado, y a ti sólo de cenar alguna vez, pero espero que después de hoy conocerte mejor. – Rió.

  • No es personal, Fátima. Sólo que si humillamos a su mujer, humillamos a Nacho. Venga, empieza ya. – Añadió Clarence.

Me levanté de la silla y llevando mis manos hacia atrás desabroché mi sujetador. Con muchísima vergüenza saqué las tiras por mis brazos y antebrazos. A mi lado estaba el hijastro para recogerlo. Volvió a hacer el símbolo de antes, con el dedo índice, flexionándolo hacia abajo, señalando mi tanga y mandando quitar. Obedecí, y bajé lentamente ante la sonrisa de los hombres, sobre todo Álex que se mostraba nervioso y excitado, y las capturas de las fotos de Dani. Cayó al suelo. De nuevo Clarence lo cogió, mostrándoselo a su padrastro y a Álex como trofeo mientras yo intentaba taparme con mis manos y brazos como podía.

  • Eres una madura preciosa. Ahora quiero que mis hombres les alegres la vista pero es mejor que salgas vestida y hagas un strep-tease fuera, pero yo te diré cómo has de salir.

Después me entregó la ropa que me debería de poner para salir fuera del despacho, el tanga y la camisa a la que cortó los dos botones de arriba. El sujetador lo dejaron sobre la mesa. Antes de salir me hicieron mirar al espejo. Estaba ridícula. La camisa apenas tapaba la parte baja de mis bragas. La falta de botones de la camisa hacía que mi escote fuese más que generoso y puesto que era entallada se marcaban mis pezones sobre la tela y mis muslos se mostraban completamente.

  • Se me ha ocurrido, que la lleves al salón, haga un strep-tease total, las cosas nos van bien gracias a los que trabajan aquí, y después que Dani haga unas fotos posando individualmente, o como mucho dos con ella. Quiero fotos eróticas, no pornográficas. Los ganadores podrán estar después aquí. Por cierto, Ramiro, te vas a quedar? Siempre has dicho que te gustaba esta mujer. A ti, Álex, no te pregunto. – Añadió entre risas.

  • No, por favor, no¡¡¡ – Dije llorando sin que ni tan siquiera me escuchasen.

  • Sabes que físicamente nunca he sido infiel a tu madre. Para mi, ver desnuda a Fátima, haberla visto así, con su coño negro haciendo contraste con su pelo rubio en la cabeza, sus buenas tetas.....es suficiente. La idea que has tenido me parece excelente y si no te importa, me quedaré a ver las fotos y tal vez, el espectáculo.

  • Será un placer¡¡¡¡ Rubia de bote, chocho morenote. Lo cumple. – Dijo riendo. – Tomás y Dani. Salid con ella. Grabad en vídeo del strep-tease y que se hagan las fotos. Hará todo lo que le pidáis porque tenemos a su hija. Recordad que no quiero nada pornográfico si no erótico. El ganador tendrá su premio. Y Fátima., ya has oído, sé buena. Tu hija te lo agradecerá..... – Explicó mientras mis lágrimas rodaban por mi cara

Clarence me dio un fuerte azote en el trasero y abrió la puerta. Varios hombres se agolpaban esperando mi salida. Me llevaron a otro salón de la casa y Tomás les explicó la idea de Clarence. Eran muchos, y se hizo interminable, Desde el strep-tease, hasta las fotos con cada uno de los miembros de aquel clan. Cuando volví al despacho de don Ramiro iba con los pechos al aire y con la falda muy deteriorada, después de las veces que me la habían puesto y quitado habían saltado el botón y la cremallera y lo que era una pequeña abertura atrás, ahora se había convertido en un descosido hasta la cintura y yo la llevaba sujeta con una mano, mientras con el otro brazo tapaba mis pechos. Dejó el tanga y la camisa sobre la mesa, en la que quedaban muchas sobras de un catering frío y multitud de bebidas. Al pasar por el espejo del salón vi mi estado, despeinada, colorada y mi rostro mojado por las lágrimas. Estaba mareada y con ganas de vomitar. Tomás me acompañó al baño.

No vomité, sólo tuve unas arcadas por los nervios. Recordé que no había tomado nada desde el desayuno ya que me salté la comida por ir a la peluquería. Cuando volvimos me puso las esposas en la espalda y la falda se deslizó a mis tobillos. Después me tiró sobre el sofá, al lado del hijastro. Álex se levantó y se puso a mi lado también. Había pasado unas situaciones de lo más humillantes en los que había tenido tocamientos, besos y los comentarios más soeces.

  • Quieres comer o beber algo, Fátima? Vas a estar aún aquí bastante tiempo aún. – Preguntó Clarence intentando mostrar su falsa amabilidad.

Ante mi silencio, ordenó a Dani que pusiera la tarjeta de la cámara en la enorme televisión. Aparecía en medio del salón, rodeada por los hombres, con la cabeza agachada y avergonzada. Ya lo había hecho y ahora debía revivirlo. Sin música, los hombres empezaron a tocar sus palmas y a gritar. A mi cabeza volvían mis pensamientos en ese momento, ante la vergüenza de desnudarme, la imagen de Laura, dormida con dos hombres que no tendrían escrúpulos de hacerle lo que fuese si no obedecía. Me pidieron la camisa, no sin antes ordenar que me girase. Podía escuchar todo por la televisión, y hasta ver detalles que no había tenido en cuenta en directo. Gritos, insultos y comentarios soeces. Empecé a desabrochar los botones y el griterío aumentaba. Quedé con mis pechos al descubierto, tan sólo tapada con el tanga. Vi que uno de los hombres se acercaba a mi y recordé su comentario.

  • Diles que quieres que sea yo. – Dijo rápidamente mientras otros dos le separaban de mi.

Me hicieron dar unos saltitos para reírse de mis pechos bamboleándose hasta que sus gritos me pedían que ahora ya me quitase mi última prenda. Me acordé de Laura, ahora que lo revivía y cuando lo había hecho. No dudé. Temblaba y lloraba pero de manera firme lo bajé y me quedé completamente desnuda. Tomás hizo que pusiera mis brazos detrás de la cabeza y me dieron varias vueltas para que me pudieran contemplar.

  • Eres preciosa y tienes estilo, – Dijo Clarence. – Me ha gustado más tu strep-tease ante mis hombres que el que has hecho aquí. Dani, pon las fotos, por favor.

Empezó la sesión de fotos y de nuevo tuve que rememorar el tormento que había sufrido. Recordaba perfectamente la primera foto. Para ello me habían puesto la camisa, abierta, y la falda, sin ropa interior, mientras me besaba los pechos. A Clarence le gustó la imagen. Pasó el brazo por detrás de mi cuello, a modo de abrazo, acercando mi cuerpo al suyo como si fuera su pareja y me acurrucó a su pecho. Su mano de deslizó sobre mi pecho y con su dedo índice comenzó a tocar mi pezón, provocando con su tacto que se erizaran. Álex deslizó su dedo por el estómago hasta llegar al muslo, bordeando mi vagina. Yo mantenía las piernas cruzadas, intentando cubrir mi sexo.

Dani puso la siguiente imagen. Estaba en la pared con el tanga por las rodillas, el sujetador puesto, pero por debajo de los pechos, mostrándolos, mientras seguía esposada y el hombre me abrazaba. Después de esa, una en el sofá, con el tanga en los tobillos, como si lo hubieran dejado así al quitármelo y con las rodillas flexionadas, mostrando los pechos. No hablaban apenas, tan sólo frases cortas y bastantes risas, hasta que apareció la foto en la que me hicieron ponerme en el suelo, con la falda subida hasta la espalda y con el tanga sujetándolo por la boca. El hombre sujetaba la camisa a modo de torero mientras que mi postura era la del toro. La situación les provocó las risas y comentarios jocosos.

  • Te has dado cuenta de las tetas que tiene ese toro? Cómo le cuelgan¡¡¡¡ – Comentó Álex.

  • Es una vaquita, eso si, con buen tipo. – Respondió Clarence entre risas.

  • Bonita foto¡¡¡ – Espetó don Ramiro.

Siguieron sus comentarios hacia mi persona, riendo entre sorbo y sorbo de sus copas. A una señal del hijastro, puso la siguiente foto. En ella estaba tan sólo con el tanga, estirado hacia arriba e introduciéndose en mi vagina, dejando mi vello público al descubierto por los dos lados. Gemidos, silbidos de los dos hombres y las sonrisas de los jóvenes y de don Ramiro. La siguiente era similar, con la diferencia que un hombre me besaba y tocaba un pecho mientras era yo quien desplazaba el tanga, mostrando completamente mi sexo. Otra era con la camisa abierta, sin nada más y puesta de perfil, lo que hizo que incidieran en mi talla de pecho. Para la siguiente recordaba que me habían hecho poner el sujetador aunque por debajo de los pechos. También el tanga mientras uno de los hombres introducía su mano por debajo. Aún podía sentir su mano sobre mi vello púbico y su dedo introduciéndose en mi vagina.

  • Y vosotros? No os habéis hecho ninguna foto? – Preguntó Clarence extrañado

  • Claro que si. Queríamos un recuerdo y también participar. La de Dani la he hecho yo. – Respondió Tomás mirándome con lujuria.

Sin duda, las de los dos chicos que conocía, habían sido las más humillantes. En la televisión, aparecí completamente desnuda, sobre un sofá y con las piernas separadas. Todos aplaudieron la foto y felicitaron a los dos chicos. Clarence la amplió, fijando la abertura de mi sexo. Permanecía con la cabeza agachada, llorando y con la mente ida, hasta que Clarence habló.

  • Ramiro, se te van los ojos. – Comentó riendo. – Que haga el espectáculo en primera persona. Tomás, quítale las esposas. Ahora abre las piernas y pon los brazos en el respaldo del sofá.

Me quedé con las piernas cerradas y cruzadas y los brazos sobre mi cuerpo. Ignoré sus palabras hasta que cambiaron la imagen de la televisión por la de Laura, completamente dormida sobre la cama y los dos hombres. A una palabra suya los dos hombres la destaparon, apareciendo tumbada en la cama con sus mallas y sudadera. Al verla así, tumbada, indefensa, me asusté muchísimo y obedecí, colocando mis manos como me habían dicho y separando ligeramente las piernas.

  • Me gusta esta imagen. Fátima mostrándose esplendorosa.

Clarence se situó detrás y comenzó a pellizcarme los pezones, masajeándolos y agitando mis pechos. Estaba justo enfrente de don Ramiro. Su hijastro comenzó a besarme por el cuello y las orejas. Me habló al oído.

  • Mira a tu hija. Es muy guapa. Venga, enseña el coño, separa bien las piernas.... o prefieres que enseñe Laura el suyo? Sepáralas, ábrete, así, así......... ummm

Sin dejar de tocarme, habló a Álex también al oído, que estaba sentado a mi lado. No tenía elección y obedecí. Fui separando mis piernas. Notaba como mis pezones se iban endureciendo contra mi voluntad, sin excitación, era algo que me sucedía si me los rozaban, estaba nerviosa o tensa. Ahora sucedía todo a la vez. Mis ojos borrosos iban de Laura que seguía dormida a don Ramiro. Estaba totalmente a su merced. Álex comenzó a tocarme las piernas hasta llegar a mi sexo. Llevó su dedo corazón a mi boca y después bajó a mi sexo, tocándome el clítoris primero y después introduciendo su dedo dentro. Estuvo haciendo unos tocamientos mientras el hijastro seguía acariciando mis pechos y hablándome al oído. Se separó de mi y habló.

  • Venga Ramiro, ponte al lado de Fátima que Dani os tomará una foto. Así, venga Dani, dispara. Ahora siéntate, espera, dame tu pluma. – Añadió entre risas.

Clarence cogió la pluma de su padrastro y la llevó a mi sexo, metiendo y sacándola a su antojo. La sacó por última vez, con cuidado y la pasó por la nariz y la guardó en el bolsillo de la americana de su padrastro.

  • Cada vez que firmes con ella te acordarás de Fátima. – Expresó riendo. Y tú, Tomás, cual es tu foto?

Comencé a llorar de manera muy visible al recordar la situación con Tomás. De todas las que había vivido fuera, sin duda, la del hijo de mi mejor amiga había sido la más humillante. Sin duda, aquello provocó la curiosidad de Clarence.

  • Ahh, claro. Es verdad. Tomás es hijo de tu mejor amiga, y claro, le conoces desde muy pequeño.

Era cierto, conocí a Mary en el parque, cuando nuestros hijos eran muy pequeños y después nos hicimos amigos los matrimonios. Incluso había dormido en mi casa muchísimas veces cuando venían a cenar sus padres y me daba pena que le despertasen. Ahora, aquel joven, se comportaba como un auténtico depravado y mientras Dani puso la imagen que había elegido Tomás yo recordaba como fue.

Tomás se había sentado en el sofá después de hacer la foto a su amigo conmigo. Tomás tomó la cámara y me hizo tumbar en el sofá, sobre él. Me hizo recostar un poco para que saliesen mis pechos y metió un dedo en mi ano. No pude evitar dar un grito, no era dolor físico, si no moral.

  • Fátima, no te haces idea la cantidad de pajas que me he hecho pensando en ti, cuando venías a casa y te ponías esas minifaldas que ya has dejado de usar. Hoy he visto tu tanga, tu sujetador, tus tetas, tu coño y ahora te meto el dedo en el culo. Si además, esta foto le gusta a los de dentro, tendré algo más. – Dijo riendo ante mis chillidos de impotencia y humillación.

  • Joder. Como me pone la foto¡¡¡ y más sabiendo que es amiga de tu madre de toda la vida. Repite la foto aquí. Venga guapa, túmbate aquí, dijo colocando mi cabeza sobre sus piernas y tumbándome en el sofá. Tomás, no te cortes, toca, toca.

Me separaron ligeramente las piernas y sentí la mano de Tomás que me tocaba por detrás. Sus dedos volvían a meterse en mi ano y ahora también en mi vagina. Clarence, entre risas y comentarios jocosos, acariciaba mis pechos.

  • Bueno, – Interrumpió Clarence. – Tenemos que decidir quien nos acompaña a Álex y a mi.

  • Es cosa vuestra pero creo que no debéis buscar fuera lo que tenéis aquí. Estos dos chicos han tenido ideas excitantes. – Contestó don Ramiro.

Prefería a cualquier otro hombre, sobre todo no quería que estuviese Tomás, pero Clarence se tomó al pie de la letra el consejo de su padrastro y dio la enhorabuena a los dos chicos por las ideas y las fotos.

  • Bien, Álex, te concederé tu deseo de ser el primero. Me gusta, pero ya sabes, si lo vas a hacer antes que yo, te pones un condón, o mejor, que te lo ponga Fátima.

Álex se desnudó de cintura para abajo. Me hicieron arrodillar. Su órgano era enorme para lo que estaba acostumbrada. Me dieron un preservativo para que lo abriese y se lo pusiera.

  • Venga. Chúpale un poco la polla, hasta que se ponga dura.

Me daba muchísimo asco pero pasaba mi lengua por su miembro. Era bastante grande y enseguida se puso erecta. Noté como el sofá se movía. Vi a Clemence con un mando a distancia y puso el sofá en posición de relax, saliendo un segundo apoyo y echando hacia atrás el respaldo. De los lengüetazos iniciales pasé a meterla en mi boca, primero sólo su glande, pero poco a poco, ante la presión que ejercía su mano en mi cabeza, mi boca fue cubriéndola por completo.

  • Ponle el preservativo y colócate en posición para que te folle Álex. El misionero estará bien.

Miré la televisión en la que seguía apareciendo Laura. Mis ojos estaban turbios, mi nariz taponada y mis manos temblorosas no acertaban a encajar el preservativo. Al final, fue el propio Álex quien terminó ayudándome, imagino que por el deseo de mantener relaciones conmigo.

Clarence me agarró de malas formas y me tumbó sobre el sofá, con mi cabeza sobre el respaldo. Álex se colocó sobre mi y empezó a besarme en cara y cuello. Giraba mi cabeza para que nuestros labios no se encontraran.

Tomás y el hijastro se situaron detrás del respaldo y comenzaron a acariciarme. Mi pelo, mi cara y sobre todo, mis pechos eran tocados por sus zarpas. Permanecía con las manos en alto, a la altura de mi cabeza, obedeciendo que no estuvieran nunca tapando parcialmente mi cuerpo. Podía sentir el pene de Álex, pero aún fuera de mi. Seguían con el juego, tocándome y besándome a discreción hasta que el hijastro indicó el siguiente paso.

  • Álex, si ya la tienes suficientemente dura, fóllatela.

Se incorporó torpemente por la edad y su exceso de peso y con su mano empujó su miembro dentro de mi. Volví a llorar, suplicándole y pidiéndole que no lo hiciera, implorando a su amistad con Nacho y sobre todo a que atendiera mis súplicas. Su respuesta fue agarrarme por las rodillas y separar más las piernas. Colocó su pene a la entrada de mi vagina y de un empujón la introdujo.

Mis músculos estaban tensos y se resistían a su penetración, aunque mis manos, por obligación permanecían pasivas, sin evitar ka tropelía que cometían sobre mi cuerpo. No sólo sentía sus embistes, si no también sus gemidos que iban acompasados a la penetración.

Continuaba penetrándome y aunque le notaba excitado y con ganas, se resistía a terminar, no sé si le costaba o era autocontrol para evitar tener un orgasmo. Los otros dos hombres seguían manoseándome. Tomás me agarró por la barbilla y me dio un beso, sin que pudiera mover la cabeza para evitarlo. Escuchaba los jadeos de Álex que parecía agotado, más bien asfixiado. No sólo yo se dio cuenta, también Clarence, que comenzó a lanzar comentarios para excitarle.

  • Vamos Álex, estás cumpliendo tu fantasía, follarte a la mujer de tu amigo. Siempre te ha gustado. Te acuerdas cuando se ha desnudado para nosotros? Cuando has visto sus tetas y coño por primera vez? Ahora te la estás follando. Y qué elegante venía, con esa falda de tubo, con aspecto de no haber roto un plato en su vida, como una gran señora, y ahora, la tienes dentro.

Sus palabras le agitaron. Mis labios se expandieron y su excitación aumentó. Pude verle la cara, estaba desencajado pero intuía que su momento estaba llegando. Lo deseaba, deseaba terminar con aquel tormento.

Se incorporó torpemente, poniendo sus manos sobre mi cuerpo para levantarse. Había sido forzada por un amigo de mi marido. Nunca hubo otro hombre en mi vida y por supuesto, nada fuera del matrimonio, y en realidad, muchos años atrás, antes de conocer a Nacho, algún escarceo con mi novio anterior a mi marido, con quien nunca llegué a tener una relación sexual completa.

Clarence ordenó colocar el sofá de espaldas al televisor. No supe el motivo hasta unos instantes después. Me hizo situar de rodillas sobre el propio sofá con mis manos agarrando el respaldo que se mantenía recostado. Los dos jóvenes se sentaron a mi lado, pero en sentido opuesto, dejando Dani la cámara de fotos a Álex.

No pude ver si el hijastro hizo algún gesto pero casi a la vez los dos chicos comenzaron a acariciar mis pechos, centrándose en mis pezones, lamiendo y besando. La suavidad hacía que se me pusiera la piel de gallina, y como no, los pezones erectos.

  • Venga, Fátima. Me vas a pedir que te la meta por el culo y que Dani y Tomás te coman las tetas. A que si?

  • No, por favor, por detrás no.

Permanecí callada e inmóvil y en cierto modo indignada. Pensé en ese momento que una cosa era no mostrar resistencia ante la situación que vivía y que no tenía alternativa de someterme a los que estaban humillándome y abusando de mi, y otra muy distinta era mostrarme complaciente y solícita. Probablemente en lo único que estábamos de acuerdo era en que quería que empezase y terminase cuanto antes.

  • Venga zorra. Pídemelo¡¡¡¡ …..Ah, perdona por lo de zorra, ya sé que eres una mujer decente, pero por circunstancias ahora te tengo a cuatro patas, a punto de clavártela por el culo y con dos chicos que tienen la edad de Laura comiéndote las tetas y que luego tendrán algo más.

Acariciaba mi cuerpo, mi espalda, mi culo, bajando sus dedos hasta llevarlos a mi vagina donde metía el dedo sin ninguna contemplación mientras charlaba con los muchachos como si yo no estuviera allí.

  • Venga Fátima. Estoy esperando..............

Seguía callada, esperando que se decidiera mientras iba notando como su miembro iba pasando por la entrada de mi sexo y mi ano. Esperaba que lo hiciera de un momento a otro, mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. Fue entonces cuando pasó algo que me dejó helada. Sin mediar palabra, y delante de mi, en la pantalla, los dos hombres que la custodiaban le quitaron la camisa y los pantalones de manera muy rápida. Grité y supliqué.....

  • No, por favor. Dejadla en paz, a ella no.... Haced conmigo lo qué queráis, pero a ella no. – Dije llorando y derrumbándome.

  • Fátima, cariño. Tienes que pedirlo educadamente. Dile a los chicos que te coman las tetas y a mi que te la meta por el culo. Pídelo por favor...........

  • Tomás, Dani, tocadme los pechos..... Clarence métemela, por favor, dejad a Laura.

  • Ves como no era tan difícil?

Bajé mi trasero y curvé mi espalda para facilitar que me penetrase por donde quisiera. Ahora mis ojos no de desviaban del televisor, observando e intentado asegurarme que a mi hija no le hicieran nada. El hijastro llevó su pene a la entrada de mi ano y de un fuerte empujón la llevó dentro. Me dolió pero no grité, no quería enfadarle. Los jóvenes no paraban con sus juegos sobre mis pechos.

  • Es muy guapa Laura. Como su madre. Tiene menos tetas pero es preciosa. Y morena, igual que tú si no estuvieras teñida.

Como si estuvieran sincronizados, los dos hombres bajaron el sujetador a Laura dejando sus pechos al descubierto, lo que hizo que de nuevo gritase pidiendo que no siguieran con ella y entregándome más si cabía.

  • Por favor, déjenla, ella no tiene la culpa de nada. Estoy yo aquí...........

Hablaba con los dos ex compañeros de Laura y con los maduros que estaban con ella en nuestra casa de Londres como si estuvieran allí, comentando y comparándonos a la una con la otra. Continuaba penetrándome y la verdad es que no sentía nada, tan solo observaba y sufría por mi hija.

  • Qué culito tienes, Fátima. Se nota que Nacho no te da mucho, – Expuso riendo.

  • Dejad a mi hija, por favor..... – Repetía sin parar.

  • Ufff. Cómo tendrá tu hija el coño? – Preguntó mirando la televisión.

Los dos hombres corrieron la pequeña braga brasileña de Laura, mostrando su sexo. Volví a gritar y suplicar que no la tocaran. En esos momentos temía que ella sufriera lo mismo que yo.

  • Negro, como el tuyo. Ahí se ve que es tu hija. Qué coñito más bonito y qué culito me estoy follando. Me voy a correr, Fátima.

Intenté adaptar mi posición para que fuese más placentero para él y terminase cuanto antes. Pensaba que si él eyaculaba dentro de mí, tal vez dejaría a Laura tranquila. Mientras le seguía escuchando lanzar comentarios hacia mi y hacia mi hija. Por fin sentí que mi ano se inundaba y sacaba su pene, notando el líquido viscoso a mi alrededor.

  • Tienes un minuto para ir al baño y lavarte bien el culo. Si tardas más empezarán con tu hija.

Fui corriendo al baño y me lavé como pude, de la mejor manera posible y sobre todo rápido, muy rápido. Salí y vi que Laura seguía en la cama, tranquila, con los pechos descubiertos pero con la braga tapando su sexo. Sabía que ahora era el turno de alguno de los chicos, o tal vez de los dos a la vez, porque los veía desnudos de cintura para abajo, con sus miembros erectos.

  • Vamos Fátima, ya sabes, de rodillas y a comerte las dos pollas. Hazlo sexy y excitante porque si no lo animaremos con Laura. Da lo mejor de ti, venga..........

No hacía falta que me lo dijeran, daría lo mejor de mi, sin duda. Conocía las consecuencias. Así que agarré los dos miembros con la mano, olvidando quienes eran y tan sólo intentado darles placer. Los dos chicos gemían y tan sólo hablaban para decirme que me la metiera más dentro, que sacarla la lengua o que les acariciase los testículos. Tomás me agarró por el pelo y llenó mi boca con su miembro, mientras la movía rítmicamente.

Me sentía emocionalmente desgarrada. Mi hija se mostraba en el televisor, semidesnuda mientras que yo me mostraba colaborativa con los que fueron no hacía tantos años, amigos suyos.

  • Agarra los huevos por abajo. Tienes dos manos. La boca ve turnándola, chupando las dos Se me está volviendo a poner dura de nuevo. – Espetó Álex.

Obedecí esmerándome. Si algo quería era que Laura no sufriera las consecuencias y que todo terminase cuanto antes, yo humillada, y ella en parte, aunque esperaba que nunca lo supiera.

Los dos jóvenes estaban ya muy excitados. Tomás se sentó, tumbó, sobre el sofá y me atrajo hacia él, haciendo que me clavase a su pene y besando mi cara y mis pechos. Sentí a Dani por detrás, que hacía lo mismo que minutos antes había hecho su jefe. Noté de nuevo como su miembro se ajustaba a mi ano y lentamente lo llevaba adentro.

Nunca había tenido esa sensación, con dos hombres dentro de mi. Apenas podía respirar ni tampoco casi ver, ya que mi pelo caía sobre la cara de Tomás y me tapaba la luz. Sus manos se deslizaban por mis pechos y su boca buscaba la mía, mientras yo intentaba apartar la cara.

  • Fátima. Hoy voy a cumplir todos mis sueños contigo. Te he visto en pelotas, en situaciones muy eróticas, me la has chupado y ahora te estoy follando. En breve cambiaremos de posición y te daré por el culo. – Dijo con la voz entrecortada por la excitación.

  • Por favor, sois amigos de Laura. Eres el hijo de mi mejor amiga. Para esto, por favor........

  • Por cierto, no quiero que mi madre sepa nunca lo que está pasando aquí esta tarde. Te ha quedado claro? – Expresó en tono amenazante.

Sólo asentí y continué llorando. Ya no sentía dolor pero me costaba respirar ya que me tenían aprisionada como un sandwich entre los dos hasta que Tomás pidió cambiar la situación.

Dani se levantó y luego me levantó a mi de malas maneras. Tenía prisa y estaba excitado. El fotógrafo no hablaba apenas y ahora la cámara había pasado al propio Clarence que entre risas sacaba imágenes según le iba apeteciendo.

Dani se acomodó y me penetró obligándome a sentarme encima suya, después Tomás hizo lo mismo por detrás. Al igual que su carácter, su movimiento era mucho más fuerte que el de su amigo y noté como los dos comenzaban a excitarse aunque las palabras sólo eran de Tomás.

  • Qué Fátima. Te gusta como te la clavo? Me gusta tu culo? Vas a correrte, yo enseguida? – Hablaba y escuchaba su agitación al respirar.

Presionó mi espalda, quedando pegados mis pechos al cuerpo de Dani. Comenzó a gritar y a insultarme. Sabía que el final estaba próximo. Sacó su pene para recolocarlo y volvió a introducirlo con mucha fuerza, ahora si me producía dolor.

Comencé a gritar aunque imagino que se confundían también con los gritos que daba el hijo de mi amiga ya que estaba a punto de llegar al clímax. Sacó su pene y noté el líquido viscoso a la altura de la rabadilla. Se levantó y me tiró la falda para que me limpiase.

  • No manches el sofá, guarra.

Dani me agarró de los pechos y me levantó, haciéndome situar de nuevo sobre el sofá, arrodillada como una perra. Pensé que de nuevo mantendría una relación anal conmigo pero sólo buscó mi sexo a la vez que agarraba mis pechos.

  • Muévete, Fátima¡¡¡ – Dani se tiene que correr, vamos.

Sólo deseaba que terminase e intentaba seguir el ritmo, acompañando sus movimientos. Por fin noté que su excitación aumentaba y al menos pensaba que podía terminar todo. Unos gritos, después de sus embestidas y la sensación de ser llenada por dentro hizo que me derrumbase y me pusiera a llorar, ahora si ningún consuelo ni tapujo.

  • Muy bien, Fátima. Has cumplido. Nosotros también lo haremos. Sólo nos queda hablar con tu marido y te aseguro que será pronto.

Miré a la televisión y Laura estaba completamente vestida y sólo acerté a ver como la arropaban en la cama.

  • El chófer te llevará a casa. Lo malo va a ser cómo vas a ir vestida porque la falda la tienes manchada y rota. – Dijo con una sonrisa irónica.

En esos momentos mi móvil sonó. Era Nacho, mi marido................. Clarence puso de nuevo el manos libres.

  • Nacho. Espero que te hayan gustado las fotos de Laura que te he enviado. Te has ido sin decir nada y tu mujer ha tenido que responder por ti. Por cierto, es preciosa.

Al decir aquello puso una foto de Laura en la que metían un bolígrafo en su vagina y de la cual no me había dado cuenta. Debió ser mientras estaba con Dani y Tomás.

  • Cariño, qué les has hecho? – Respondí llorando.

  • Déjalas, cabrón¡¡ Iré a verte mañana por la mañana. Estoy en España.

  • Perfecto. Pero que sepas que en el tiempo que no has estado, nos ha dado tiempo a conocer Fátima íntimamente. Todos la hemos disfrutado a nuestra manera. Mira tu móvil, que te voy a pasar fotos de Fátima, y como ves, mucho más comprometidas.