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El diario secreto de mi esposa – (III) Primera Vez

en Hetero: Infidelidad

Después de aquellas primeras lecturas y aun confuso por el contenido que había obtenido de ellas, me dispuse atropelladamente a copiar todos los archivos de la carpeta en un pendrive. No sé por qué lo hice, solo me guiaba el instinto. Entonces ví un archivo que tenía un título en mayúsculas “PRIMERA VEZ” y con el mismo nerviosismo que me dominaba, lo abrí y me volqué en sus letras.

***

Nunca había sido infiel a mi marido, es más, ni siquiera pensaba en ello. Cierto que cuando era joven tuve alguna que otra aventura, pero desde que me había casado no pasaba por mi mente desliz de ese tipo.

A veces pasan cosas que las circunstancias nos conducen a ellas, sin más explicaciones ni excusas que eso; la ocasión, el lugar, el punto de ignición, no lo sé, supongo que no es un solo factor sino la acumulación de todos ellos…eso debió ser, aquel verano, aquel viaje de trabajo…

Era una noche preciosa de verano, de esas que parece el cielo pintado y cada estrella colocada con esmero en el firmamento. El hotel era un antiguo monasterio y su terraza tenía vistas a la plaza Barberini y otras envidiables de la ciudad.

No conocía a mucha gente, algunos compañeros desperdigados por Europa y poco más, pero estaba a gusto, mientras charlaba con alguno, saludaba a otro, caminaba ente las mesas degustando los platos exquisitos y el champagne que remataba el buen gusto.

Me había puesto un vestido azul intenso, bastante ceñido al cuerpo, tenía cuello cerrado, y por detrás la espalda abierta hasta mi cintura, donde ajustaba el comienzo de mi trasero. No llevaba sujetador y eso le ponía el atractivo que compensaba la falta de escote. Llevaba unos zapatos de tacón de color a juego que estaban tan bonitos como incómodos, pero es el precio que pagamos las mujeres para estar monas y a juzgar por las miradas y algunos comentarios, esa noche lo estaba.

Darío, un amigo de años de trabajo, fue quien me presentó a Dennis. Lo conocía de cuando ambos estudiaban italiano hacía algunos años atrás. Era diseñador gráfico y había hecho algunos trabajos para el hotel. Nos sentamos en una mesa y comenzamos a charlar hasta que Darío se marchó para saludar a otra gente; tenía trabajo de relaciones públicas que hacer y era un buen profesional.

Así, Dennis y yo nos quedamos solos, dialogando entre copas.

La verdad es que me cayó bien del primer momento, su sonrisa, su sentido del humor, ese rostro alargado con barba cuidada de pocos días, pelo largo, suelto y ese aire de seguridad que exponía de manera natural le daba un toque muy atractivo. Llevaba una chaqueta negra, a tono con la camisa oscura y tenía buena estampa.

Me sorprendió que hablara español de forma tan fluida, hasta que me contó que había estado casado durante tres años con una colombiana encantadora y de una belleza solo comparable a su carácter fuerte. Tanto como para haberle dejado una maleta con su ropa en medio de la acera cuando se enteró que había tenido una aventura con una amiga.

-Tengo muchas virtudes- Dijo – Pero la fidelidad no está entre ellas y para ser sincero…dudo que sea una virtud-

-Bueno, todo sea que tu pareja lo entienda y esté de acuerdo con ello- Supongo que cuando te casaste se lo habrás dejado claro- No estaba segura si lo decía convencido o quería impresionar con su declaración…

-Por supuesto, y me contestó lo que haría si me pillaba…¡echarme a la calle sin lugar a explicaciones!-

-¡Ah bueno, entonces no te sorprendió en absoluto!-

-Me dañó bastante porque la quería, pero no podía engañar mi naturaleza…me gustan las mujeres y la vida ofrece ocasiones para disfrutar de ellas, ¿cómo renunciar al placer de una buena compañía si ambos lo desean?-

-Ya pero… ¿y si hubiese sido a la inversa y tu esposa fuera quien te hubiese engañado?-

-Hummm, me molestaría desde luego, pero no le habría cerrado la puerta, y en ese caso habríamos llegado a la conclusión de que el matrimonio tiene que fundarse en el amor, el apoyo, la compañía mutua, pero la fidelidad no tiene que ver necesariamente con ello. Al fin y al cabo a las mujeres les gusta follar tanto o más que a los hombres, aunque se lo reserven y no lo digan a los cuatro vientos-

-Follar…sí pero ¿quién te ha dicho que no pueda ser con la misma persona?- La conversación me resultaba divertida.

-Vale, ¡hay excepciones, pero vamos!...el placer de follar está relacionado con la tentación, el descubrimiento, lo prohibido, lo diferente…y creo yo que estas alternativas se pueden sacar de una sola persona durante un tiempo, en el mejor de los casos, pero luego el efecto que imprime la novedad se desgasta y hay que buscar lo nuevo, que no siempre resulta mejor, claro está. Una vez saciada esa motivación…prevalece donde se halla el amor, la pareja y vuelta a empezar-

-Pero me has dicho que si tu pareja es infiel, te molestaría, entonces tu propuesta no es muy sana-

-Es cierto, hablaba de infidelidad, no de pareja abierta; en cuanto uno de los dos se entera…la cosa se complica y ahí depende de la predisposición de cada uno a superarlo-

-A ver si lo entiendo, para que una pareja sea estable, según tu opinión, la infidelidad tiene que ser parte de ella, como medio para satisfacer la necesidad implícita en la naturaleza del ser humano en cuanto a descubrir nuevas experiencias sexuales-

-Más o menos…sí…así es, y eso mismo, a mi modo de ver, es el verdadero secreto de la felicidad en una pareja-

-Pufff….que quieres que te diga, ¡si lo dices convencido me parece bastante cuestionable!- No estaba muy de acuerdo con él, pero su forma de hablar era interesante y me lo pasaba bien.

-¿Me vas a decir que nunca has sido infiel?- Soltó de pronto con una sonrisa.

-Una cosa es algo puntual y otra convertir las aventuras sexuales fuera de la pareja en un método para “alcanzar la felicidad”- Contesté con cierta ambigüedad.

-Vale…vale…no preguntaré que te movió a hacerlo. ¿Estás casada?-

-Bueno…si, y muy feliz-

-¿Hace mucho tiempo?-

-Pues llevamos cuatro años juntos-

-Mira, ya es más que mi matrimonio, ¡qué bien! Me podrías pasar la fórmula- Nos reímos del comentario.

-Eres una mujer atractiva y estoy seguro que podrías tener una aventura con alguien que te guste, pero como no estás de acuerdo con mi teoría, supongo que no sueles hacerlo-

-No, desde luego, ya he tenido lo mío y disfruté de ello, pero ahora estoy a gusto y no me hace falta na…-

-Me pareces una mujer interesante y encantadora, es una pena que limites tu posibilidad de disfrutar más de la vida- Me interrumpió.

Era consciente que desde su argumentación también me soltaba algunas perlas de piropos y halagos.

-¿Quién dijo que no la disfruto?, yo estoy muy bien y solo porque no coincido con tu punto de vista no significa que tenga que buscar relaciones fuera de mi pareja para hallar la felicidad-

-Ja ja No he dicho que no disfrutes, sino que pones límites a tener más-

-Cómo sea, ¡no me hace falta!- Afirmé ante la insistencia de su argumento.

-Te creo- Me soltó la sonrisa y alzó su copa para tocar la mía…-

-Por la buena vida y esta hermosa noche-

-En eso coincidimos- dije mientras elevaba mi copa contra la suya.

Brindamos y continuamos charlando de otras cosas, con el mismo entusiasmo y creciente interés.

Después de casi dos horas de animada conversación, me dí cuenta que, puntos de vista aparte, era un hombre encantador y de gusto refinado. Tuvimos varios ida y vuelta en diferentes temas y siempre dejaba algo para pensar. Lo estaba pasando genial.

De pronto se levantó de la silla y me extendió la mano.

-Bailemos un poco, así le damos rienda a los pies y descansamos la lengua-

Asentí sonriendo y pasamos al salón donde los acordes suaves envolvían la atmósfera.

La música hace que las mentes y los cuerpos se relajen y puedan navegar con libertad, más aun si la compañía es agradable. Al cabo de algunos temas, nos habíamos amoldado compartiendo ese espacio entre sonrisas y movimientos.

Había comenzado a sonar “You are wonderful tonight” con la voz de Clapton.

-Me encanta esta canción- Dije mientras empezábamos a dejarnos llevar por ella.

-Y parece hecha para ti esta noche- Su mano rodeó mi cintura lenta y firme.

-Gracias-Respondí a su piropo.

La música era perfecta, el lugar encantador, y la compañía completaba un marco que haría sentirse a gusto a cualquier persona.

La mano de Dennis me acercó más a su cuerpo, el roce tan cercano me resultó un tanto abrumador, no por lo desagradable sino por cierto estremecimiento. La tela de mi vestido ofrecía una barrera muy tenue, que hacía sentir en mi piel cada roce por mínimo que fuera.

Percibí sus dedos desplazándose en mi espalda y mi cintura, ligeramente por dentro del vestido.

Él no apartaba esa mirada directa y franca sobre mi rostro, que bajo la luz tenue se hacía más clara y yo se la sostenía entre hipnotizada y desafiante.

Su boca se fue acercando con lentitud, como llevada por la música; tenía los labios casi rozando los míos, su respiración suave me alcanzó y se mezcló con la mía. No llegó a besarme…se quedó así, entre mi mejilla y mis labios...muy cerca…mientras nuestros cuerpos seguían acompasados con aquella melodía.

Mi pelvis estaba pegada a él y pude sentirlo…el calor se estaba apoderando de mi cuerpo…

-Me agradas…mucho. Tenerte tan cerca me hace temblar- Su voz era como una caricia evolvente.

Suspiré apartando un poco mi cuerpo; dándole respiro a las sensaciones me estaban empezando a gobernar.

-Ven…- Me susurró al oído.

No contesté ni me opuse, simplemente me dejé llevar por su mano y salimos en dirección a la terraza. Allí en un rincón del balcón, me sujetó por la cintura y me besó. Mis labios se abrieron sin pensar, para recibir su lengua que se enredó con la mía apasionadamente.

Nuestros cuerpos buscaron el contacto con la misma intensidad que nuestras bocas y el calor se apoderó de ambos. Estuvimos unos minutos en silencio, solo sintiéndonos el uno al otro sin importar las miradas ajenas.

Tuve un momento de vacilación, seguir adelante significaba pasar a mayores, pero la excitación era muy poderosa y además para entonces, sinceramente me sentía envuelta en un halo de deseo.

Emprendimos el camino a su habitación y en el ascensor tuvimos el primer encuentro fuerte. Cuando entré, el espejo reflejó mi imagen, la tela del vestido dejaba entrever aquellos dos puntos marcados en que se habían convertido mis pezones endurecidos.

De inmediato, me hizo girar para apoyarme por detrás mientras sus manos se introdujeron en mi vestido, acariciando mis pechos, rodeando y apretando mis pezones entre sus dedos.

Solté un gemido, apoyé mis manos sobre la pared del ascensor y puse mi trasero contra su entrepierna para sentirlo; mientras lo hacía, su boca mordisqueaba mi cuello…me estaba poniendo muy cachonda.

Me levantó la falda y bajó mis bragas hasta casi llegar al suelo, separé ligeramente las piernas y sentí su mano ascendiendo por el interior de mi muslo…mi sexo clamaba su contacto. A punto estaba de alcanzarlo cuando el ruido del ascensor deteniéndose nos sobresaltó. Me volví rápidamente para acomodarme lo más pronto que pude. La puerta se abrió, una pareja esperaba para entrar; nosotros salimos agitados y sonriendo.

En el pasillo volvimos a enredarnos, nos besamos con pasión y luego me giró de cara contra la pared, mientras sus manos dibujaban caricias debajo de mi vestido.

Tomó mi mano y la llevó para que sintiera la dureza y el ardor de su sexo, me aferré a él apretándolo por encima del pantalón…mi deseo se encendió tanto como su miembro.

-Quítate la braga- Dijo con voz agitada.

Me desprendí de ella sin perder tiempo, él levantó el vestido y abrió mis glúteos con ambas manos mientras apoyaba su bulto caliente sobre mí.

.Hummm ¡cómo me estas poniendo!- Dije con voz felina.

Su mano llegó a mi sexo…metió los dedos que se movieron dentro, suaves, profundos, empapándose con mis fluidos.

-Ufff…me tienes muy caliente…- sentía una oleada de placer, deseaba que siguiera tocándome, preparando mi coño. Ascendió su mano hasta mi boca, la agarré con la mía y mirándolo fijamente, fui succionando sus dedos uno a uno…haciéndolos desaparecer dentro, comiéndolos con vivo deseo.

Cerró los ojos…inmerso en el placer que le daba –Ay cariño…eres impresionante-

Nos magreamos un poco más pero la excitación ya estaba a tope y si prolongábamos la situación nos pondríamos a follar allí mismo, lo cual también me ponía mucho.

Finalmente pudimos despegarnos y anduvimos unos metros hasta entrar en la habitación, no sin parar de vez en cuando a meternos mano.

La habitación era amplia, las persianas estaban abiertas y entraba la luz de la noche clara en el interior.

Dennis sirvió unas copas que bebimos con lujuriosa ansiedad imaginando lo que teníamos ganas de continuar. Él se sentó en un sillón observándome mientras yo estaba de pie, apurando mi último trago.

Sin dejar de mirarme se desabrochó el cinturón del pantalón y extrajo su pene…

Sonreí desafiante, me acerqué lentamente, me puse de rodillas delante de él y mi mano empezó a acariciar su sexo, apresándolo entre mis dedos. Le besé en la boca jugando con mi lengua y empecé a notar el desarrollo de su erección. Bajé poco a poco hasta rozar con mis labios aquella polla, que envuelta en la miel de sus fluidos…crecía más y más…

La punta de mi lengua sintió la piel suave, henchida, tensa; comencé a recorrerlo, poco a poco, de arriba abajo, cada vez más extenso y duro.

-Ufff cariño…lo haces todo perfecto…- Decía con voz entrecortada.

Mi mano se aferró apretando su polla que parecía salir disparada; la observé en su plenitud y me invadió el deseo de ser poseída por dentro…mi boca no le hizo esperar más y la metí todo lo que cabía en ella. Comencé a chuparla y masajearla con mis manos; era muy gorda, apenas podía abarcarla y me llenaba toda la boca.

Dennis tenía la cabeza echada para atrás, extasiado de placer…

-¡Ahhh que bien la chupas!

Me levantó el vestido dejando mi trasero al descubierto para deleite de su vista y que sus manos se encargaron de acariciar. Como una gata en celo puse mi culo en pompa abriendo las piernas y mientras mi boca no dejaba de chupársela mi cadera se movía en una danza de curvas sinuosas como si me estuvieran clavando, mi sexo abierto, dilatado…se contraía de excitación.

Parecía que Dennis estaba a punto de correrse y de momento no me apetecía que lo hiciera tan pronto, menos aun antes de follarme, de modo que fui cambiando mi ritmo para que tomase un respiro.

Le desabroché la camisa y quité el pantalón, su calzoncillo no tenía manera de ocultar el pedazo de miembro de la forma que lo tenía, así que aligeré su última prenda y quedó desnudo por completo. Tenía un cuerpo fibroso, muy masculino con algo de vello en el pecho, que no le quedaba mal.

Al verlo así desnudo, sentía que me sobraba el vestido que aun llevaba puesto, lo dejé caer al suelo y me quedé solo con los zapatos y las medias oscuras. Me miró como se mira una golosina que se desea comer de un bocado.

Se levantó del sillón para tomarme del pelo y besarme mientras su polla buscaba mi entrepierna mojada.

-Hummm…¡que placer!- gemí al sentir ese palo duro tan cerca mi sexo.

Caminé lentamente hacia la cama y me extendí en ella. Solté mis zapatos y mis medias para quedar a su disposición…

Entonces Dennis fue hacia el cajón de la mesilla y sacó un pañuelo con el que comenzó a atarme ambas manos juntando las muñecas.

-¡Uff cómo me estas poniendo!- dije entrecerrando los ojos.

Las manos quedaron sobre mi cabeza y el otro extremo del pañuelo lo sujetó a la cabecera de la cama. Cada movimiento lo acompañaba con un beso o un roce de su lengua en algún punto de mi cuerpo que tenía erizado de excitación.

-Casi has hecho que me corra hace un momento- dijo suavemente. –Tu boca tiene mucho peligro-

-Mmmm…- pasé mi lengua por los labios…relamiéndome en el recuerdo.

Volvió por otro pañuelo, lo extendió con ambas manos y haciéndolo girar lo enrolló en el aire. Con él cubrió mis ojos…de ahí en más solo podía observar su silueta borrosa.

Al instante mi cuerpo ardía en deseo, agudicé mis sentidos desde esa oscuridad a la que me había sometido…sentía su sexo muy cerca de mi piel como una lanza encendida.

De pronto, una caricia suave y ligera, una especie de pluma, comenzó a rozar mis pezones que respondieron haciéndose más firmes. No sé qué era, pero hacía que mi piel vibrase de calor. Noté que bajaba lentamente acercándose a mi sexo y mis piernas se retorcían arrastradas por la necesidad de sentir más.

-¡Ahhhhh! - grité cuando tuve el contacto de aquello en los pliegues calientes de mi coño. Empezó a acariciarme con sabios movimientos, ayudado por sus dedos que abrían mi sexo para que el suave tacto alcanzara mi clítoris en llamas. Jugó con ello entre mi sexo y mi ano y yo no hacía otra cosa que retorcerme y gemir.

-Por favor…¡para!...métemela no puedo aguantar más-

Era inútil, continuó un buen rato acariciando mi cuerpo como si fuera un instrumento de placer. A veces me tocaba brevemente con su polla húmeda y me volvía loca de deseo.

Pensé que me haría correr de ese modo…poco le faltó por cierto, pero de pronto cesaron las caricias y hubo un instante de silencio que no hacía más que incrementar el morbo que sentía. Solo podía ver su sombra rondando mi cuerpo, para entonces convertido en una brasa.

Empezó a utilizar el tacto de algo más duro y con un toque perfumado…recorrió mis pechos haciendo círculos, era otro juguete sexual con el que me iba a someter. Mis labios tomaron contacto con aquel instrumento…tenía forma de pene, me lo hizo meter en la boca y comencé a chuparlo con ganas.

-¿Te excita cariño...estás tan caliente como yo ahora mismo?…- susurraba a mi oído.

-Imagina cuando tengas mi polla dentro…-

-¡Ahh sii…!- Deseaba sentirla clavada, abriéndome.

No tardó en posar aquel consolador en la frontera de mi sexo y yo tan desesperada solo quería que me lo metiera.

Lo hizo poco a poco y a medida que mi vulva se abría yo ahogaba un grito de placer. Me lo metió hasta el fondo y percibí su extensión, estaba tan mojada que no le costó en absoluto. Los movimientos metiendo y sacando aquel instrumento se hicieron cada vez más veloces. Su lengua también daba placer a mi clítoris…no podía gozar más.

Mis manos se retorcían aferradas a la cama y me entregaba a esa extraña sensación de estar sometida y a la vez deseada.

Mi sexo se tragaba aquello con voracidad y enorme placer.

-Sigue…sigue…no te detengas…¡por favor no!- Sacudí mi cuerpo hasta que la explosión del orgasmo me arrasó como una tormenta-

-Ahhhhh!!!! Siiiiii….ohhhhhhh!!!!- solté el grito que venía guardando.

Dennis me quitó la venda y lo primero que ví fue su miembro recto apuntando hacia mí y en ese momento habría querido estar desatada para aferrarlo y llevarlo a mi interior. Luego observé el consolador que me sacaba del coño y no podía creer todo lo que había entrado.

Me separó las piernas más aún y entonces fue su lengua la que tomó posesión de mi sexo y lo hizo con pasión y desenfreno. Lamiendo, chupando, buscando mis puntos más erógenos…

-Uhhh…cómo me tienes tan...ahhhh- Cuando sus dedos se introdujeron en mi coño, no pude más que volver a soltar un orgasmo.

-Me pones mucho…¡me excitas con tus gritos de placer!- Dennis tenía una erección enorme y no veía el momento en que me follara.

Mi pecho estaba agitado, el morbo me invadía, mis pezones erectos, las piernas abiertas para que entrara…quería soltar mis manos pero no podía y eso me desesperaba y excitaba a la vez.

En ese momento Dennis apoyó su palo duro entre mis piernas, jugó un instante con los pliegues de mi vulva y me embistió como un toro…

-¡Uhhhhhhhh! Siiiiiiii….¡dámela toda!- fue mi exclamación.

El pedazo de polla entró como un portento, llenando mi cavidad…abriendo mis paredes como pocas veces había sentido. Y gocé…gocé…su sexo y su forma de follarme, sus movimientos fuertes, sus empujes salvajes.

Tanto me la metió, tanto disfrutó mi cuerpo, que de inmediato sentí su espasmo al correrse.

-¡Ahhhhh qué placer follarte!- exclamó mientras su lava quemaba mi interior.

Pareció quedar extenuado y yo aún seguía caliente.

Para mi sorpresa, no tardó más que unos instantes para, sin sacarla siquiera, comenzar a clavarme nuevamente. Su polla retomaba brío dentro de mi sexo, se hinchaba y abría mi cuerpo una vez más.

-¡Cariño eres impresionante!- Dije con morbosa intención.

Me folló como si acabara de empezar, con movimientos intensos, punzantes, la polla enorme y dura. Levantó mis piernas para llegar más profundo y así me clavó una y otra vez. Era un torbellino bestial que atravesaba mi cuerpo.

Un espejo en el lateral me dejaba ver cómo me estaba montando, la imagen me ponía más cachonda todavía.

Me corrí dos veces más, extasiada…mareada de placer.

Luego hizo que me pusiera en cuatro patas y así atada como estaba, me folló sacudiendo mi cadera, empujando el tremendo poste que me sacudía como si fuera una muñeca.

No sé cuántos orgasmos más me hizo alcanzar, pero me tenía cachonda en todo momento y no me daba tregua.

Luego me soltó las manos, y volvió a metérmela; pude abrazar su espalda, acariciar su culo, clavarle las uñas mientras él seguía moviéndose en mi interior.

-¡Ufff cariño cómo sigues tan duro!

Cuando imaginé que volvería a correrse por la forma en que se sacudía, se apartó un instante y se tendió a un lado.

Me besó profundamente y mis manos fueron a su pene que tenía la consistencia de un garrote.

-Quiero que me la chupes-

En verdad lo estaba deseando, y me había hecho gozar tanto que ahora quería que disfrutara de mi boca.

Acomodé mi cuerpo y me dispuse a hacerle una mamada con toda la pasión que podía darle.

-Ponte a gusto que te haré vibrar…- le miré antes de llevar mis labios a su pene.

Mis manos le acariciaron los testículos, lamí la base de su sexo y fui ascendiendo hasta que mi boca abrazó su glande haciéndolo desaparecer en ella.

-¡Ahhhhh…dios que buena eres!-

Comí su polla una saboreando el dulzor de sus fluidos. Mi boca le provocaba una poderosa erección, era un placer chupársela y acariciarla con mis manos.

En un momento él se abrió los glúteos y levantó la cadera…mi mano se dirigió a su zona anal y lo comencé a acariciar.

-Asi cariño…asi…-

Instintivamente coloqué un dedo en su orificio y sin dejar de chupársela, comencé a penetrarlo con él.

-Uffff…hummmm- notaba como estaba disfrutando.

Mi dedo jugó entrando y saliendo de su ano, mientras que mi boca seguía chupando aquella polla que estaba a punto de estallar.

Mis movimientos se aceleraron y ahora era Dennis quien se retorcía abrumado por el placer que sentía.

-¡Ahhhhh…siiiiii…tomaaaaa!- Gritó extasiado mientras su leche se derramaba invadiendo mi boca. Tragué hasta la última gota de su néctar, saboreando su miembro hasta que no quedó nada de su éxtasis.

Luego de ello quedamos relajados y satisfechos, tumbados en la cama.

La noche transcurrió en silencio, descansando de la sesión tan excitante que habíamos tenido, por la mañana me levanté temprano y me duché. Dennis era un hombre con clase, me aduló por lo guapa que estaba y lo interesante que era, además de lo bien que habíamos pasado la noche anterior. Fue atento y sutil. Nos despedimos luego, cada uno para volver a su respectiva vida.

Me sentía algo extraña, como si de un sueño se hubiera tratado. Pero no me cuestionaba nada de lo ocurrido, seguía amando a mi marido; simplemente fue una noche donde las circunstancias se fueron sumando para que dos personas se encuentren y disfruten.

***

Cerré el archivo y apagué el ordenador. Me levanté de la silla confuso, con el corazón latiendo a toda prisa, entre dudas y certezas. Noté que mi miembro estaba húmedo y me dirigí al baño para limpiarme; fue entonces cuando sentí unos pasos que se acercaban desde el salón.

-¡Hola cariño!-

Mi mujer sonriente acababa de llegar.