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Sexo con Arte

en Trios

El fin de semana prometía ser un poco monótono porque el mal tiempo predominaba; aunque caluroso, el pronóstico daba lluvia de por medio, los planes de salida se habían limitado a lugares cerrados.

Edu, mi marido, y yo decidimos después de algunas ideas, acercarnos al museo del Prado, donde siempre podemos pasar un rato a gusto y sin horarios que nos limiten. Llevamos cinco años de casados; él con cincuenta bien llevados  y yo con mis cuarenta y pocos, que a juicio de amigos y amigas los llevo estupendamente. Tengo un cuerpo cuidado, pechos no muy grandes pero sugerentes y un buen trasero que aun arrastra más de una mirada.

Me puse un vestido muy mono de color negro y una chaqueta de cuero corta que me hacían sentir a gusto con un look desenfadado y cómodo.

Dejamos el coche bastante cerca, lo cual nos vino muy bien porque apenas llegamos se desató la lluvia y nos salvamos por poco de que nos pillara en medio de la calle.

Ya relajados, comenzamos el recorrido por las diferentes salas, había bastante gente como de costumbre pero más aún, teniendo en cuenta el tiempo que hacía. Disfrutamos intercambiando opiniones sobre las diferentes formas de expresión artística que colgaban de las paredes, mientras nos deteníamos frente a ellas repasando historias relacionadas. 

Cuando estábamos concentrados en nuestro recorrido, me topé con un hombre que me saludó al reconocerme. Me sorprendí al verlo porque hacía tiempo que había perdido el contacto con él.

-¡Hola Yoly que gusto verte!- Exclamó con una sonrisa.

-¿Qué tal cómo estás? – Respondí al tiempo que nos saludábamos con dos besos.

Me giré para presentárselo a mi marido.

-Es Alex del que te hablé alguna vez-

Alex era un hombre muy atractivo, de origen francés, tenía unos treinta y cinco años, alto, corpulento y de carácter extrovertido. Había sido un amante que tuve hacía algunos años y como nunca he tenido inconvenientes es contar mis relaciones anteriores, también se lo había contado a mi marido.

Después de los saludos de rigor, y ya repuesta de la sorpresa, estuvimos charlando durante un rato. Al contrario de lo que había supuesto en un primer momento, resultaba agradable la forma en que estábamos desarrollando la conversación. Tanto que, para estar más cómodos, nos dirigimos a la cafetería del museo a compartir una bebida y sentarnos un rato. 

Estaba de paso por Madrid, disfrutando del principio del verano y pensaba quedarse un par de semanas. No había cambiado casi nada desde la última vez que nos habíamos visto, seguía teniendo buena planta y ese aire fresco y espontáneo que le conocía.

Al cabo de casi una hora entretenidos, acudí a revisar mi móvil por si tenía mensajes del trabajo. Fue entonces mi sorpresa al descubrir que algunos mensajes que tenía de whatsApp provenían del mismo Alex. Intuitivamente levanté la vista para mirarlo pero Alex continuaba con la charla animada como si con él no fuera la cosa. Volví a revisar la pantalla del teléfono por si mi cabeza me había jugado una mala pasada; pero allí estaban. Con mezcla de desconcierto y curiosidad, me dispuse a leerlos. Tenía dos mensajes que me había enviado en la última media hora:

“Estas guapísima”

“Sigues siendo irresistible

Un tanto descolocada, solo atiné a responderle con un escueto “gracias” y después volví a la conversación intentando mantener el tipo con naturalidad de la misma forma que lo hacía él.

En cuanto se levantó para ir al servicio, me giré hacia mi marido.

-Me está tirando los tejos- Le dije susurrando como si nos fuera a escuchar.

-¿Por qué? ¿Te dijo algo?-

-Más que eso, me lo ha escrito- Respondí mientras le mostraba la pantalla de mi móvil con los mensajes.

-Bueno, si él quiere jugar con eso, síguele la corriente, al final la que tiene el control de la situación eres tú-

-Pero menudo peligro tiene el tío, no se corta-Protesté.

-Sí, eso está más que claro, además de que le pones… por eso mismo puedes seguirle el rollo a ver cómo reacciona y le devuelves el tiro-

Justo entonces recibí otro mensaje de él.

“Al verte me vino el recuerdo de lo bien que lo pasamos”

-Bueno, bueno, parece que no ha terminado…respóndele algo-

-¿Y qué le digo?-

-Cualquier cosa que le siga el rollo…-

-No sé…vale, a ver que le pongo…- Y le escribí.

“Sin duda que lo hemos disfrutado”

En ese instante regresó del servicio, y se sentó como si tal cosa. Era una situación extraña y divertida al mismo tiempo.

No puedo negar que me sentía halaga y con el ego subido después de saber que mi atractivo seguía teniendo éxito.

Nos comentó que había alquilado un piso bastante cerca de donde nos encontrábamos y acto seguido nos invitó a tomar algo allí. Al principio dudamos de aceptar pero finalmente nos decidimos por ir, no sin cierta complicidad.

La lluvia continuaba cayendo copiosamente, entonces Edu fue por el coche para acercarlo a la puerta del museo.  Mientras esperábamos, Alex no tardó en manifestar lo que ya me había puesto en sus mensajes, se acercó lo suficiente como para ponerme un poco nerviosa, diciendo que me veía muy atractiva y estaba encantado de haberme visto.

Cierto era que él estaba muy cómodo en esa situación, muy seductor y elegante; vamos, que seguía estando cañón. La situación daba mucho morbo, decidí relajarme y disfrutar del juego que estaba resultando excitante.

-También me agrada verte- Le respondí con cierto tono provocador que dejé caer de forma sutil pero efectiva.

Nos alternamos en el intercambio de piropos durante unos instantes hasta que como era de esperar Alex sondeó un poco más. 

-¿Tengo chances de verte a solas?-

Si hubiese sido otro momento no habría dudado la respuesta pero dadas las circunstancias solo me apetecía divertirme un poco, porque le conocía lo suficiente como para saber que la oferta era más que tentadora.    

-Depende de que entiendas por ello, si es una tarde para tomar un café…-

-En verdad no me importa la hora sino que pueda quedar contigo- Insistió sonriendo.

La frase quedó en el aire; vimos llegar el coche y corrimos de inmediato hacia él.

En pocos minutos llegamos al destino. Entramos al piso que, aunque pequeño, estaba amueblado con buen gusto y tenía excelente ubicación, además de unas ventanas grandes que compensaban el ajustado espacio dando amplitud al salón. Afortunadamente la temperatura era agradable porque el día había sido pesado con tanta humedad. Ya nos había advertido que tenía trastos diversos aun sin acomodar, por lo que se excusó del desorden.

Nos acomodamos en un estupendo y confortable sillón, mientras él iba por unas copas y una botella de excelente vino tinto.

Sobre una pequeña mesa que acomodó delante del sillón, sirvió las copas de aquel producto rojizo y brillante que estaba a la temperatura ideal para deleitarlo. Brindamos y disfrutamos charlando animadamente. Entre copa y copa pudimos degustar un delicioso queso que había traído de su tierra y que por cierto dimos buena cuenta de él.

La tarde fue avanzando casi sin darnos cuenta, la charla animada por la buena atmósfera y claro está por la ingesta etílica, nos había relajado haciendo que lo pasáramos a gusto. Al principio no sabía que rollo se traerían entre mi marido y Alex pero al parecer se llevaban bien, de hecho los encontré riendo cuando regresaba del servicio. No faltaban ciertos comentarios halagadores sobre mi figura y estilismo, siempre en los límites de insinuaciones que aludían mi sensualidad. Alex comenzó diciendo que era la guía más guapa y la más seductora y que más de un cliente habría caído rendido si no fuera que van mayormente acompañados.

Como me sentaban bien tales comentarios, los respondía subiendo la apuesta del juego con picantes insinuaciones.

Así estaba yo entre ambos, cada vez más estimulada por la fantasía que dibujaba en mi cabeza y que sobrevolaba con los gestos y los diálogos de los tres. A esa altura no sabía cómo continuaría la situación que poco a poco fuimos desarrollando durante toda esa tarde y sin duda resultaba agradable y sensual.

Alex se excusó un momento para hablar por teléfono. Cuando nos dejó a solas, me incliné hacia el oído de Edu para susurrarle:

Cariño, que sepas que me estoy poniendo un poco cachonda…-

-¿Será el vinito?- Preguntó sonriendo.

-Puede ser…un poco de eso y otro poco lo demás…- Dije con voz felina.

-Pues, yo también estoy entrando en calor-

-Mmmm…que bien suena y como me pone- Y le besé profundamente.

-Uff me estás mojando todo- Me dijo después de que nuestras lenguas se separaron y eso me calentó aun más.

En pleno magreo nos pilló Alex cuando estuvo de regreso en el salón. Nos soltamos por no dar el cante, pero de hacer caso a lo que me pedía el cuerpo habría continuado sin problemas.

Alex nos sirvió otra ronda de vino mientras yo bromeaba diciendo que sería la última o no respondía por mi comportamiento; ambos no dudaron en alentarme a continuar imaginando la ocasión que prometía tal cosa. El morbo de la situación crecía más allá de las bromas y los juegos que nos traíamos.

Edu dejó la copa y se levantó, asegurando no demorarse mucho…“si encontraba el camino al servicio”.

Alex tomó su lugar acomodándose a mi lado para hacer el enésimo brindis de la tarde, que para entonces ya se había convertido en noche. El salón había quedado en esa penumbra que solo rompe las luces de la calle que atraviesan la ventana.

Aunque había estado a su lado varias veces, sentir en ese momento el roce de su cuerpo me estremeció; la tensión entre ambos era creciente y estimulante. Al notar mi inquietud, se acercó con decisión y sin mediar palabra selló mi boca con la suya en un beso ardiente.

Receptiva como estaba, mis labios se abrieron con igual deseo y la humedad de su lengua contra la mía me invadió por completo como si me atravesara una oleada de calor. Medio tumbada sobre el respaldo del sillón recibí el peso de su cuerpo que me abrazaba de manera apasionada.  Sus manos liberadas del deseo contenido se prodigaron sobre las zonas erógenas de mi piel, provocando que mi apetito se desatara. Por unos instantes nos metimos mano mutuamente elevando el calor de nuestros cuerpos al extremo. No sé cómo pude detener el impulso que me envolvía y reaccioné antes de que no hubiera forma de frenar la voracidad del deseo.

Recuperada de la impronta de Alex y mi propia respuesta, volvimos a tomar distancia, aunque nuestras respiraciones continuaban agitadas como un rastro evidente del excitante momento.  

Edu apareció en ese instante, al menos fue cuando noté su presencia, y se sentó a mi lado; posó su mano cálida sobre mi pierna, apretándola ligeramente. Me miró como si percibiera las palpitaciones de mi cuerpo y sin mediar palabra comenzó a subir sus dedos hacia mi entrepierna al mismo tiempo que me buscó la boca con sus labios.  Ni que decir que me solté con pasión a ese encuentro que se había postergado tanto.

Los dedos levantaron mi falda, recorriendo el muslo y buscaron mi sexo; abrí ligeramente las piernas para dejar que su caricia me alcanzara sin más barrera que mis bragas. Se metió por debajo y el roce sobre los pliegues de mi vulva hizo que soltara un gemido ahogado.

Nuestras lenguas permanecían enredadas, avivando el desenfreno de pasión que nos invadía. Mis jugos lubricaban sus manos como una miel cálida que resbalaba lentamente muestra de mi excitación. Acarició el clítoris y el interior de mi sexo con movimientos suaves de sus dedos haciendo que temblara mi cuerpo. Mi mano buscó la entrepierna donde encontré lo que esperaba, su miembro duro era la respuesta a la pasión que despertaba en él.

Lentamente fue quitándome las bragas, elevé mi cadera para que la prenda se deslizara por mis muslos hasta caer al suelo. Mis respiros y agitación se aceleraban con la erótica escena de la cual éramos protagonistas.

Me hizo poner de pie casi sin dejar de besarme; pegada a su cuerpo notaba como su bulto crecía y su calor traspasaba el vestido hasta mi piel. Sus manos en mi cintura fueron bajando y levantaron ligeramente la falda por detrás dejando mi trasero libre para sus caricias. Sus dedos recorrían mi ano y mi sexo en una danza sensual y excitante mientras seguía comiéndome la boca.

Entonces sentí las manos de Alex sobre mis glúteos que se sumaban a las caricias. Detrás de mí, empezó a besarme en el cuello mientras apretaba mi trasero con ambas manos; separó suavemente mis nalgas y apoyó su miembro que había extraído del pantalón. El ardor de su pene que crecía envuelto en deseo me puso a mil. Un buen rato estuve presa de ambos, en el medio de sus cuerpos que me arrinconaban con pasión y evidente excitación.

Edu comenzó a desnudarse, mientras Alex me hacía girar para besarme. Así sus dedos volaron al interior de mi sexo para acariciarlo con movimientos veloces, entrando y saliendo. Luego los extrajo y mirándome fijamente se  los chupó lamiendo mis fluidos. Busqué su pene y comencé a masturbarlo lentamente, poniéndolo aún más duro de lo que estaba.

Observé que mi marido estaba desnudo, sentado en el sillón con la polla apuntando hacia arriba. Me volví hacia él y comencé a chupársela golosamente. La metí en mi boca jugando con mi lengua desde la base hasta el extremo de su cabeza jugosa. Él no dejaba de gemir y disfrutar de mi mamada. Pero Alex no perdía tiempo y levantando mi falda empezó a comerme el sexo, metiendo su lengua todo lo profundo que podía. Casi me da un espasmo cuando lo sentí entre mis pliegues entregados al deseo de su boca.

Al cabo de unos segundos volví a mi felación; casi a cuatro patas, mientras Alex seguía lamiendo y chupando mis jugos. Como pude me quité la ropa, necesitaba desnudarme y liberar mi cuerpo para entregarlo al placer de aquel momento.

Alex me inclinó hacia adelante, yo me aferré a mi marido besándole hasta que sentí la polla entrando como un misil dentro de mi vagina. Grité de gozo.

-¡Ahhh que buena está!- Exclamé con lujuria, mientras Alex me clavaba entre gemidos y palabras dominadas por la excitación. Mi marido comenzó a morderme los pezones y besarme alternativamente. Tenía el pene muy mojado y duro.

Mi sexo se abría ante cada embestida que no cesaba ni un instante, empujándome con fuerza. No pude aguantar más y me corrí entre sacudidas de mi cuerpo. Mi boca volvió a mi marido y después de unos segundos con mis labios en su miembro, le hice eyacular copiosamente. En el mismo momento sentí como se corría Alex.

El morbo daba para más y todos queríamos más. Alex nos condujo al cuarto y nos tumbamos en la cama. Comenzamos a intercambiar caricias, a excitarnos con palabras llenas de erotismo. Mientras mi marido me besaba, Alex trajo unas correas de cuero. Entre ambos me ataron las muñecas y los tobillos a la cama, me permitían cierto movimiento pero de ahí no podía salir sin que me desataran. Yo estaba excitadísima y solo con ver cómo estaban sus penes no dudaba de ellos. Para terminar con la escena me vendaron los ojos y lo que vino después fue toda una sesión de placer…

A oscuras y con las extremidades sujetas, mi piel fue objeto de sus bocas, alternando por todo mi cuerpo; sentía las lenguas sobre mi piel y sus labios llenos de deseo. Aun a ciegas, podía reconocer quien me besaba y quien me estaba comiendo el sexo, cada uno con su estilo dándome placer. Me comieron el sexo y me follaron alternadamente una y otra vez, mi marido era más suave y pasional, mientras que Alex lo hacía con más intensidad y fuerza. Yo gozaba de cada uno, y me corría con ambos sacudiendo mi cuerpo como si fuera el primer polvo. Tiraba de las cuerdas como una posesa ante la sacudida de cada orgasmo. No podía detener la excitación que sentía, cubierta de caricias y manos en los pechos, dedos en la vulva, penes en la boca y clavando mi sexo…era una fiesta para gozar sin límites.

Después de un rato de descanso en el que yo seguía atada y a merced de sus caricias, me soltaron y me hicieron girar. Cabalgué sobre Alex, metiéndome su polla hasta el fondo, estaba enorme y muy dura, parecía incansable. Mi sexo apretaba su herramienta latiendo con cada impulso. Yo seguía tan caliente que no paraba de subir y bajar sobre su pene. Mi marido se puso detrás, me levantó un poco y metió su dedo lubricado en mi ano…

De solo pensar que me clavaría por detrás mientras me follaba a Alex, elevó la temperatura de mi cuerpo una vez más. Me incliné y separé los glúteos con mis manos para facilitar la penetración. Poco a poco sentí como su herramienta pugnaba por hacerse con mi culo, entrando cada vez más profundo. Cuando la tuve toda adentro, volví a moverme sobre Alex…entre los dos empezaron a follarme sacudiendo sus cuerpos para penetrarme hasta el fondo de mis orificios. Yo gozaba como nunca.

Sus cuerpos tomaron velocidad, apretándome el uno contra el otro y mi cadera danzaba con lujuria haciendo que sus penes me atravesaran con firmeza.  Sentía sus miembros ardientes dentro de mí, quemándome, haciéndome estallar. Me corrí con desenfreno, pidiendo más y más…

-Asiii…Ohhh que placer…-

Perdí la noción de las veces que me corrí y las de ellos, que no dejaban de gemir disfrutando mi excitado cuerpo.

Alex puso su miembro en mi boca y se lo comí con voracidad, mientras por detrás seguía siendo penetrada. Lamí el cuerpo de su pene, duro como una piedra, su glande jugoso y henchido, acariciando sus testículos. Antes de que llegara a correrse, me hizo cambiar de postura.

Dediqué mis labios al miembro de Edu, mordisqueando y lamiendo su tronco, introduciéndolo por completo dentro de mi boca, mientras Alex comenzó a penetrarme por detrás. Estaba increíblemente duro aun después de estar follando sin pausa. Me empujaba hacia adelante, acelerando sus embates con las manos aferradas a mi cintura. Me ponía muy cachonda sentir como sus testículos golpeaban sobre los pliegues de mi sexo.

Así en cuatro patas, con una polla en mi boca y otra en mi culo, alcanzamos  una serie de orgasmos bestiales que nos dejó exhaustos por completo.

Nos quedamos un rato recuperando el aliento para reponernos de la intensa velada. Al cabo de un rato nos marchamos y en la puerta nos despidió Alex, con la invitación abierta para el siguiente fin de semana…