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El Diario de Laura 1

en Dominación

El Diario de Laura 1

7 de Octubre

Hoy me ha pasado la cosa más increíble de mi vida. Realmente todavía no sé bien qué es lo que pasó, no lo entiendo, y eso es lo que más me asusta.

A las 12 he tenido la reunión con el profesor de Sociología de mi hija Marta. Es el profesor designado por el instituto para hacer el seguimiento de los alumnos del curso de mi hija. Me envió una nota hace dos días para que acudiera a su despacho para comentar la marcha de los estudios de la niña.

Para mí Marta siempre será mi niña pequeña a pesar de que ella ya se ve muy grande con sus quince años. Es muy buena chica y estudiosa. Es algo más alta que yo pues ha salido en eso a su padre, aunque sus facciones son muy parecidas a las mías.

Y eso me encanta. Me veo reflejada en ella. Es como una copia mejorada de mí, más alta y con las caderas menos pronunciadas que yo. Me cuido y no estoy nada mal. Paco dice que tengo forma de guitarra, y es cierto que mi cintura volvió a su lugar tras el parto.

Bueno, pues a las 12 acudí al instituto. Damián, el profesor, me hizo pasar y tomar asiento en un cómodo sillón. Me contó que están muy satisfechos de la aplicación y los esfuerzos que hace Marta y que, aunque no es la primera de la clase, sí que va a obtener unas excelentes calificaciones. Lo único que le preocupa es que no se relaciona mucho con sus compañeros y tan solo se la ve en compañía de una de sus compañeras, María. Se mantiene apartada de los demás y a veces se meten con ellas. Nada importante por el momento.

En eso estábamos cuando Damián, mientras hablaba, se levantó de su asiento, dio la vuelta a la mesa situándose detrás de mí. Se detuvo sin dejar de hablar y me tocó levemente en el hombro. En ese instante sentí como un malestar en todo mi cuerpo, una especie de mareo como con ganas de vomitar y me quedé sin fuerzas.

Damián seguía hablando de mi hija como si nada pasara pero yo era incapaz de mover ni una pestaña y tampoco decir ni palabra para expresarle mi situación. Estaba aterrorizada pues nunca antes me había sentido así. Necesitaba ayuda, quería que viniera un médico o alguien que me ayudara a recobrarme…pero era imposible. Allí solo estaba Damián, todavía detrás de mí, con sus manos apenas tocando mis hombros mientras hablaba.

Y yo no podía hablar, ni moverme, ni nada. Quería gritar, pedir socorro, pero no podía hacer nada. La sensación de mareo y las náuseas cesaron enseguida, pero me sentía como de cartón. Mi cabeza no pesaba, no se me caía, pero tampoco era capaz de moverla…ni mis manos… ¡ni siquiera los ojos! Me había quedado mirando el respaldo del sillón de Damián y no podía ni siquiera apartar la mirada. ¡Estaba como congelada!

Me encontraba en esa terrible situación cuando noté que Damián dejaba de hablar y quitaba sus manos de mis hombros. Al menos no había perdido la sensibilidad. Tiró del respaldo de mi sillón apartándolo un poco de la mesa. Entonces se colocó frente a mí. Mi mirada quedó fijada en su camisa azul con líneas blancas. Puso sus manos a ambos lados de mi cabeza y la echó hacia atrás hasta que nuestras miradas coincidieron. En ese momento sopló mi cara y pude parpadear y mover los ojos.

No sabía qué pasaba, qué broma era esta ni cómo podía salir de esta pesadilla. Mis ojos le miraron con incredulidad, preguntándole qué me pasaba, pidiendo su ayuda… Pero Damián los ignoró. No decía ni una palabra. Me tomó por las axilas levantándome sin apenas esfuerzo pues mis piernas le ayudaron, para luego colocarme de rodillas. No entendía nada de esta situación.

Damián colocó mi cabeza mirando al frente y comenzó a bajar la cremallera de sus pantalones. Yo miraba aterrorizada sus lentos movimientos. Intenté levantarme, moverme, tirarme al suelo…pero ni siguiera uno de mis dedos se movió. Mis manos colgaban como sin vida al final de los inertes brazos a cada lado de mi cuerpo.

En seguida su pene ya bastante endurecido salió de su encierro quedando frente a mi cara. Usó sus manos para abrir mi boca colocando, a continuación, su mano izquierda sobre mi cabeza mientras la derecha cogía su pene y lo introducía en mi boca. Lo introdujo profundamente pero no consiguió meterlo del todo. Era bastante larga aunque no demasiado gruesa. Su mano derecha  se situó en mi garganta realizando un pequeño masaje. Debió de relajarse o colocarse lo que fuera que estorbaba porque entonces sí que consiguió meterla en toda su longitud. Notaba su vello púbico golpeando en mi nariz.

Damián tenía mi cabeza sujeta con ambas manos y literalmente me follaba la boca. Era sorprendente pero no tenía arcadas ni nada parecido. Paco me ha pedido muchas veces que se la chupe, y lo he hecho, pero siempre me ha costado mucho y las arcadas eran constantes. Quería hacérselo como las actrices porno, y sin embargo me salía fatal. Pero ahora todo era distinto, sencillo.

Mi situación era terrible. Por un lado estaba escandalizada y horrorizada pues el profesor de mi hija me estaba follando la garganta sin que yo pudiera evitarlo… pero por otro lado estaba sorprendida e incluso digamos que “orgullosa” de conseguir tragarme un pene tan largo sin esfuerzo.

¡Pero es el profesor de mi hija… y me está follando contra mi voluntad! No puedo permitirlo… pero tampoco puedo evitarlo. Quiero gritar, pedir ayuda, golpearle… pero mi cuerpo no me respondía.

Siguió follando mi garganta una y otra vez, con ritmo constante. Mis ojos no veían más que el movimiento de los botones de su camisa. Entonces noté como aumentaba de grosor… al instante sus manos sujetaban mi cabeza firmemente pegada al cuerpo de Damián y su pene descargaba su semen directamente en mi estómago.

Me mantuvo la cabeza sujeta en esa posición un buen rato y, cuando empezaba a faltarme el aire, sacó su largo pene de mi interior.

Quedé como una tonta con la boca abierta, de rodillas frente al profesor. Cuando terminó de meter su ya flácido pene de nuevo en sus pantalones, me cerró la boca y me dio un par de bofetadas en la cara entre cariñosas y socarronas.

-         Lo has hecho muy bien - oí de nuevo su voz- ¿A que no ha sido tan terrible? Hay que tener contentos a los profesores… considéralo un obsequio que me has hecho. Enseguida volverás a tener el control y podrás irte, no te preocupes, y seguir con tu vida –afirmó-. Seguro que estás muy enfadada y no te faltan motivos, lo reconozco. Seguro que piensas en montarme un numerito en medio del instituto y tal vez denunciarme a la policía. Podrás hacerlo, pues no puedo hacer nada por impedirlo, pero antes quiero que tengas algunas cosas en cuenta.

Hizo una pausa para volver a cogerme por las axilas y sentarme de nuevo en el sillón.

-         Lo primero es que será tu palabra contra la mía. Lo he grabado todo con la cámara que está en la estantería –dijo mientras se acercaba, la tomaba en sus manos y me mostraba la escena que se había desarrollado-

No se ve que te haya forzado ni que tú hayas mostrado tu desaprobación… Te va a ser difícil demostrarlo.

En segundo lugar, está Marta. Puedo hacer con ella lo mismo que contigo. Pero estoy seguro que no querrás que ella pase por esta misma experiencia… ¿o sí? No, claro que no. Creo que ese es también un motivo poderoso para estar calladita y obediente.

Y en tercer lugar está el placer. No puedo leer tu mente, pero sí notar que te ha sorprendido y gustado el ver desaparecer toda mi polla en tu boca. Te prometo que conmigo disfrutarás mucho del sexo, no lo dudes. Ese será el refuerzo positivo y te encantará.

En unos minutos todo volverá a la normalidad y podrás irte. Piensa en lo que te he dicho.

Entonces volvió a tomarme de las axilas poniéndome en pie. Se agachó frente a mí, metió sus manos bajo mi falda y lentamente me despojó de mis bragas que cayeron al suelo sobre mis pies. Con cuidado levantó mis pies uno tras otro apoderándose de mi prenda íntima.

-         Hueles muy bien –dijo llevándosela a la nariz-. La humedad de tus braguitas te delata, te ha gustado. Tal vez no haya sido maravilloso, pero sí que no te ha desagradado. Me las quedo de recuerdo de nuestra primera vez.

Yo seguía en pie, sin poder moverme, en medio del despacho mientras Damián hacía una breve llamada. En un momento volvió la sensación de mareo y náuseas y poco a poco noté que comenzaba a volver a controlar mi cuerpo. Me senté pues las piernas aún estaban flojas y le miré con odio.

-         ¡Maldito cabrón! –le grité- ¿Cómo has podido hacerme esto, hijo-de-puta?

-         No lo estropees insultándome. Recuerda que eres una señora y ese vocabulario no te queda bien. Además baja la voz, no quiero escenitas –dijo colocando una de sus manos en mi hombro. Las náuseas volvieron levemente.

-         Desgraciado, no tienes derecho. ¿Por qué me haces esto? –repuse sollozando.

-         Porque puedo y porque me gustas. Tranquilízate que no ha sido para tanto. ¿Te he usado? Sí, pero también te ha gustado. Tu futuro será muy placentero. Haré que disfrutes como nunca lo has hecho, ya lo verás.

-         No, déjame, déjame en paz. Apártate de mí. Solo quiero a mi marido. No vuelvas a tocarme, jamás.

-         Jajaja… Qué graciosa eres. No necesito tocarte, ya no. Tan solo con estar en la misma habitación puedo tomar el control. ¿Quieres verlo? ¿No? Lo entiendo. Pero no me tomes el pelo con tu falso puritanismo. Claro que quieres a tu marido, no lo dudo, pero también te ha gustado sentirte dominada. Y si no, revisa tus bragas… que, por cierto, son preciosas –dijo mientras jugaba con ellas-.

En esos momentos tocaron a la puerta. Damián concedió el permiso de entrar y mi hija Marta apareció de repente. Yo me puse en pie inmediatamente pues había recuperado totalmente la movilidad, pero entonces Damián ya se había colocado tras mi hija y sus manos reposaban sobre sus hombros. Me quedé petrificada pensando en lo que podía hacerle.

-         Muy bien Marta. Estoy aquí con tu madre y hemos estado hablando de tus aptitudes y lo que eres capaz de hacer en todos los aspectos –esto lo dijo guiñándome un ojo a espaldas de mi niña- Ambos vamos a colaborar para que todo te vaya muy bien, ¿verdad, Laura?

-         Ss..sí, claro… por supuesto –balbuceé- Lo que sea necesario –afirmé, derrotada-

-         Perfecto. Siempre la colaboración entre progenitores y profesores consigue los mejores resultados. Marta, despídete de tu madre y vuelve a clase. ¿Matemáticas, verdad? Dale las gracias a tu profesora por atender mi llamada y permitirte venir a mi despacho.

Marta me dio un beso, se despidió del profesor y salió al pasillo cerrando tras de sí.

-         Laura, has tomado una sabia decisión. No te arrepentirás, te lo prometo.

Sin decir ni palabra salí del despacho caminando lentamente. Mientras conducía de vuelta a casa mi cabeza estaba confusa y no acertaba a pensar con coherencia.

Al llegar a casa me desnudé y me di una larguísima ducha y al final me puse a escribir para aclararme y en eso estoy.

¿Qué me ha pasado? ¿Qué clase de poder es al que Damián acaba de someterme? ¿Cómo lo ha hecho? ¿Será cierto que ya no tiene que tocarme? No entiendo nada.

Es cierto que me ha dominado por completo. Las náuseas y la sensación de no poder moverme son aterradoras… ¿pero podrá repetirlo tan fácilmente? Probablemente sí. ¿En qué condiciones puede utilizarlo?  No lo sé, pero averiguarlo no será fácil.

¿Hay más personas que tienen este poder? Es una posibilidad real que Damián tenga cómplices con los mismos poderes. Me gustaría denunciarle, pero me aterra que otro pueda tomar venganza con Marta. Es un riesgo que de ninguna manera puedo correr. A Marta no, bajo ningún concepto. Si tengo que estar bajo su control lo estaré, pero mi hija no, sea como sea. Haré lo que haga falta… aunque tampoco hay mucho que pueda hacer.

Me duele por Paco. Es un buen marido y no se merece nada de todo esto. Para él sería muy duro y, aunque me apoyaría totalmente, siempre habría una sombra entre nosotros.

Me gustaría saber por qué me ha elegido a mí. No estoy mal, pero no soy especialmente guapa, ni alta, ni delgada… Estoy bien y noto las miradas de los hombres cuando me arreglo bien, pero como muchas otras mujeres… No sé por qué yo. El año pasado Damián dio clase a mi hija y nos cruzamos alguna vez por los pasillos, pero nunca hemos hablado…hasta lo de hoy, claro. Tampoco le he hecho nada para que busque venganza… No me lo explico.

¿Será que yo soy débil frente a sus poderes, otras no lo son y por eso soy su víctima? Es una posibilidad real, ya que no sé nada de su poder. Estoy hecha un lío.

Lo que también me preocupa es que sí que me he excitado. Con Paco hemos hecho juegos de sumisión, aunque pocas veces, es cierto. Nunca me han gustado mucho, tal vez porque eran eso, juegos. Lo de hoy ha sido de verdad. Estaba en sus manos y ha hecho conmigo lo que ha querido. Ha logrado que me tragara su asquerosa corrida, algo que Paco jamás la conseguido pese a sus ruegos. La verdad es que no me la he tragado, sino que ha descargado directamente en mi esófago. No he notado su sabor, solo el de su pene.

Eso sí que ha sido increíble. ¡Me la he tragado toda! ¡y no solo una vez, sino de continuo! Mejor que la mejor actriz porno. Eso me ha gustado, ya lo creo. Cuando me sienta con fuerzas para mirarle a los ojos, tengo que hacérselo a Paco.

La sensación de estar dominada me ha calentado… y mucho, es cierto. El tragarme todo el pene, también ha sido excitante, pero tengo muchas dudas de que me vaya a hacer sentir placer. Él es repugnante y lo peor es que me obligue a hacerlo en contra de mi voluntad. Le odio y no creo que me pueda hacer disfrutar alguien a quien odio por violarme y por amenazarme con hacérselo a mi niñita. ¡Maldito sea mil veces!

Tengo miedo de que me viole de nuevo. Su poder parece invencible y no podré evitarlo. .. Lo único que puedo hacer es no volver a verle. Sí, eso es, no volveré al instituto y así estaré fuera de su control.

(Continuará)

Agradeceré cualquier comentario/sugerencia. Contestaré a todos los mensajes que sean educados. Soy nuevo en esto y pido comprensión. ([email protected] )