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Marta, mi juguete (2)

en Grandes Relatos

CAPÍTULO 2

Llegó el día de mi décimo sexto cumpleaños y lo tenía todo preparado. Iba a ser una fiesta inolvidable en la que mi vecinita Marta sería el centro. Era un sábado. Los padres de uno de mis compañeros de instituto estaban fuera de la ciudad, por lo que contábamos con una casa con jardín para hacer nuestra fiesta.

Convoqué en casa de Luis a mi amigo Bruno, quien ya había disfrutado del cuerpo de Marta, a Tito y a Rod. Los cinco formamos un grupo de amigos que se remonta a los primeros años de la escuela primaria. Somos bastante similares en casi todo. Sacamos buenas notas y nos gustan los videojuegos. Supongo que otra cosa que hace que estemos unidos es que al ser cinco podemos mantenernos casi siempre a salvo de los abusones que en todas partes hay.

 Llevé a Marta en un taxi que nos dejó en la misma puerta.

-          Lucas, esto no me gusta –me dijo con un tono de sincera preocupación-. Acepto ser tu juguete sexual, en parte por los vídeos que tienes y en parte porque me gusta hacerlo contigo. Pero sabes que no me gusta que metas a nadie en esto –intenté hablar pero me detuvo con un gesto-. Déjame terminar… al meter a más personas aumenta el riesgo que todo esto se sepa y tenemos que evitarlo porque no quiero que se malinterprete mi afición por el sexo y porque, si se llegara a saber, realmente terminaría en la cárcel.

-          Tranquilízate que nada de eso va a pasar. Solo van a estar mis mejores amigos: Bruno, al que ya conoces, Luis, Tito y Rod. Todos son de absoluta confianza, y recalco lo de “absoluta”. Para que estés más tranquila, estoy dispuesto a mentir si fuera necesario y afirmar que te traje drogada. Estarías a salvo. Yo también me lo paso muy bien contigo y lo último que quiero es perderte. No hay ningún riesgo, te lo prometo –dije con aplomo y realmente estaba dispuesto a cumplirlo.

-          Ya, es posible que no me mientas, pero…

-          Nunca lo he hecho. Te preparé una trampa, pero nunca te he mentido.

-          Vale, lo admito. Pero es que además me gusta elegir con quienes me acuesto –insistió ella.

-          Lo entiendo pero eso no es posible desde el momento en que te tengo chantajeada, ¿no? Te obligué a hacerlo con Bruno… y te gustó, ¿o no es verdad? –calló admitiendo que era cierto-. Pues ahora voy a celebrar mi cumpleaños con mis amigos y tú vas a ser el centro de la fiesta.

-          Pero…

-          No hay peros. Lo sabías desde que cogimos el taxi. Te recuerdo que bajo esa gabardina estás totalmente desnuda, por lo que sabías que algo iba a pasar.

-          Te dije que era mi cumpleaños y aceptaste hacer algo “especial” para celebrarlo. Pues esto es. Ellos no saben que vienes. Va a ser una sorpresa, y, salvo Bruno, los otros tres son vírgenes. Vas a ser la desvirgadora del grupo de amigos, ¿no estás contenta? –pregunté animándola.

-          No, no lo estoy, estoy preocupada. Tú lo ves todo muy bonito y fácil, pero no quiero ni pensar en que me vieran por la calle y me reconocieran. ¡Qué vergüenza! No, no.

-          …y para evitar eso he traído esto –dije sacando de mi mochila una máscara/capucha de cuero-. Te cubrirá la cabeza hasta por debajo de la nariz. Y tiene un orificio para que saques tu bonito pelo rubio por atrás. Nadie te podrá reconocer.

-          Pero la que se va a acostar con cinco soy yo. Y si son tan fogosos como tú, va a ser agotador –dijo sin querer de dejar de poner trabas.

-          Ya vale Marta, no insistas. Vamos a entrar y nos lo vamos a pasar bien. En cuanto empiece te animarás y lo disfrutarás tanto como nosotros. Ya sabes que siempre me preocupo de que te lo pases bien. Ahora ponte la máscara –ella lo hizo- y deja que te ponga este collar… al que voy a enganchar esta correa… Eso es. Estás preciosa –le dije dándole un beso en la mejilla-. Respira fuerte que voy a llamar.

Luis abrió la puerta… casi tanto como los ojos y la boca. No se esperaba verme llegar con una rubia atada con una correa.

-          Luis, cierra la boca que estás ridículo –dije con aplomo-.

-          Joder, Lucas, esto se avisa.

-          O no. Así es mejor –afirmé-. ¿Han venido todos?

-          Tito y Rod sí que están. Bruno aún no ha llegado –informó.

Sin darle tiempo a reaccionar, me encaminé hacia la parte del jardín que daba a la cristalera del salón llevando a Marta tras de mí. La cristalera estaba abierta porque la temperatura era buena. Tito y Rod estaban sentados en los sillones y conversaban entre ellos. También se quedaron boquiabiertos como Luis, pero enseguida se levantaron rodeando a Marta.

T – Felicidades, Lucas, antes de que se me olvide. ¿Quién es tu amiga?

-          Es mi aportación a la fiesta. Una actuación, una sorpresa muy especial. Tengo plena confianza en vosotros, pero esta vez tengo que pediros que me juréis que guardaréis absoluto secreto o ella se tendrá que ir –les dije con un tono de total seriedad.

R - Venga, Lucas, ¿de qué vas? Ya sabes que no diremos nada.

-          No es eso lo que os he pedido –repuse.

R – De acuerdo… Juro que no contaré a nadie lo de esta fiesta –dijo Rod poniéndose cómicamente la mano sobre el corazón.

-          O te lo tomas en serio o me voy con ella –amenacé.

R – Joder, tío. Eres un corta-rollos… Juro que no saldrá una palabra de mi boca de lo que aquí pase. ¿Contento?

-          Eso está mejor. Siento ponerme así, pero es importante. La fiesta va a merecer la pena y necesito os lo toméis en serio.

T – Yo también juro que no contaré nada –dijo Tito.

L – Yo también te lo juro –dijo Luis-. ¿Y qué es lo que has preparado? –preguntó.

-          Esto –dije volviéndome hacia Marta quitándole la fina gabardina de los hombros.

Marta estaba espectacular. Desnuda, con una capucha de cuero que solo dejaba ver su boca y mentón. Una mirada de temor se atisbaba por las rendijas de los ojos. Los tres se quedaron de piedra. Seguro que se esperaban algo… Una tía joven, con un cuerpo bonito, con una gabardina ligera, con una capucha en la cabeza y una cadena al cuello… No hay que ser muy avispado para imaginarse algo sexual. Pero que le quiten la gabardina y solo lleve unos zapatos de tacón… Si antes ya estaban empalmados con lo que imaginaban, ahora sus pollas debían de dolerles un montón.

T - ¿Puedo…? –preguntó Tito acercando su mano al pecho de Marta sin llegar a tocar.

-          Sí, claro que puedes –dije y al instante los tres comenzaron a tocar el cuerpo de mi vecina-. Pero quiero que os comportéis. Mi amiga… Eva, va a convertiros en hombres. Sí, a todos. Pero tenéis que tratarla con respeto. Es mi amiga, no una puta heroinómana. No os paséis, ¿vale? Hasta que venga Bruno, podéis tocarla… sin-hacerle-daño. Cuidado con apretarle los pechos o meter bruscamente los dedos en su coño, os aviso. El que le haga daño se queda sin follar –amenacé aunque con una sonrisa en los labios.

Había sido un poco rudo para lograr sus juramentos y ahora les estaba poniendo nuevos límites. Pero no quería arruinar la fiesta poniéndome “tonto”.

L- Lucas, ¿entonces tú ya has follado? No nos has dicho nada, ¡qué cabrón! ¿Cuántas veces lo has hecho con ella? ¿Dónde la conociste? ¿Le pagas, es una puta, o…? ¡Joder! Cuéntanos –preguntó Luis sin dejar de tocar el culo de mi esclava.

-          Eres muy curioso, Luis –dije mientras preparaba un par de gin-tonics para Marta y para mí-. Solo os diré que Eva no es una puta, que es mi amiga y que lo hace porque yo se lo pido. Por eso he insistido en lo del respeto, porque es mi amiga.

L- Entendido. ¿Y lo de follártela? No entiendo cómo has conseguido una tía así, tan buenísima. Tú no eres un ligón… como no lo somos ninguno –insistió.

-          Joder, Luis, qué pesado. Sí, llevamos unos meses follando… y no te voy a contar más. Ahora céntrate en tocar esas maravillosas tetas que tiene y déjame en paz –dije dando por cerrado el tema.

Los tres rodeaban a la chica, sobando su cuerpo y metiéndole mano en su vagina. Pero apenas podían con ella de pie, por lo que le pidieron que se sentara en un sofá con las piernas abiertas. Ella lo hizo con gesto de resignación. En eso estaban cuando sonó el timbre de la puerta.

L - ¿Puedes abrir, Lucas? Yo estoy ocupado… -dijo sin mirarme siquiera.

En la puerta estaba Bruno… y una chica le acompañaba, Susana. Eso no me lo esperaba. Bruno y Susana llevaban saliendo desde hacía unas seis semanas. Llevan varios años siendo compañeros en clase de kárate. Pero parece que la experiencia que Bruno tuvo con Marta le cambió haciéndole más decidido con las chicas y pidiéndole a Susana salir. Ella aceptó y ahora son inseparables. Por lo que me cuenta, Susana es muy activa en el sexo y lo practican con asiduidad. Debí de avisar a Bruno que traería a mi vecina, pero quería darle una sorpresa como a los demás. Ahora tenía un problema y no sabía cómo enfrentarlo.

Bruno dice que Susana es muy activa en la cama, eso es un punto a favor. ¿Pero cómo reaccionará ante una chica desnuda siendo manoseada por todos? ¿Permitirá que Bruno participe o estropeará la fiesta? Y lo más importante de todo, ¿guardará silencio? Decidí hablar con Bruno en privado, para lo que nos alejamos unos metros de Susana.

-          ¿Pero qué haces? ¿Cómo la traes? –pregunté preocupado a Bruno.

B - ¿Qué pasa? Es solo una fiesta de cumpleaños, y ya la conocéis de antes. ¿Qué pasa? –preguntó Bruno.

-          Pues que he traído a… mi amiga Eva, a la que dimos por el culo juntos y que tantas veces me pediste repetir –informé-. Quería daros una sorpresa a todos y ahora no sé cómo se lo puede tomar Susana ni si guardará silencio.

B – Es verdad, vaya situación. Déjame que hable con ella –pidió él.

Bruno se acercó a la chica y hablaron en voz baja durante un rato. La cara de ella pasó por sorpresa, incredulidad, estuvo pensativa y finalmente excitación. Todo ello con mucho diálogo por ambas partes. Luego Bruno me hizo una señal de que me acercara.

B – Se lo he explicado a Susana y le parece bien… si puede participar.

-          Por eso no hay problema. Si estáis los dos de acuerdo… –confirmé.

B – Ya me imaginé que no te opondrías, pero con los chicos ella solo hará lo que ella decida. Sin imposiciones. Solo lo que quiera, ¿vale? Hay que hablar con esos tres y dejárselo claro. Acepta porque tiene curiosidad por hacerlo con una chica y supongo que no habrá problema con ello, ¿no?

-          A… esto… “Eva” no le van mucho las mujeres pero no habrá problema en que lo haga –dije con ciertas dudas-. ¿Y a vosotros no os parece mal que el otro haga…?

S – No pasa nada, lo hemos hablado. Hoy no. ¡Pero solo hoy! –dijo Susana mirando fijamente a Bruno-. Acepto que le haga a esa chica lo que quiera porque yo también podré estar con ella… y tal vez con vosotros –dijo bajando la mirada.

-          ¿Y me juras que jamás dirás nada de esto a nadie, absolutamente a nadie? –pedí.

B – Lucas no te pases. Te ha dicho que va a participar. Ella no va a querer que esto se sepa –afirmó mi amigo.

-          Lo entiendo, pero necesito que ambos me lo juréis. Se lo prometí a… Eva y los chicos lo han hecho. Os lo pido por favor. Es algo que necesito.

S – Vale. Te juro que no diré nada –dijo la pelirroja.

B – Yo también lo juro. Nadie lo sabrá nunca.

-          Gracias, muchas gracias. Ahora vamos a reunirnos con ellos –dije encaminándome hacia el otro grupo.

Cuando llegamos “Eva” (Marta) estaba espatarrada en una tumbona del jardín chupándole la polla a Tito, mientras Luis y Rod sobaban su coño. Todos pararon de inmediato al ver a Susana.

M/E - ¿Qué es esto, Lucas? ¿Una chica? Esto no es lo que me dijiste –dijo mi vecina/esclava sexual.

-          Tal vez, pero es lo que hay. Susana es la novia de Bruno y quiere participar. Me han jurado que no dirán nada. ¿Alguien tiene algún problema en que Susana esté aquí? –pregunté mirando a todos.

M/E – Yo no… -comenzó a decir Marta incorporándose de la tumbona.

Me la llevé a otra zona del jardín para hablar con ella…

-          Marta, no me jodas, no pongas pegas. No esperaba que Bruno trajera a Susana, eso es todo. Pero la chica quiere participar y ha jurado que no dirá nada… y ella también tiene que perder si se sabe que ha participado en algo como esto. Vale que no te gustan mucho las chicas, pero a cambio de comerle el coño ella te ayudará con los chicos. Creo que no está mal el trato –medio afirmé y pregunté.

M/E – Joder, Lucas. Cuánta más gente sepa todo esto, más peligro hay de que se haga público –dijo ella.

-          De acuerdo, pero no he podido evitarlo. Si la echaba sin darle explicaciones, ella querría saber qué es lo que pasaba y por qué no le dejaban participar en un cumpleaños. Y no estoy seguro de cómo terminaría esto. Ahora estamos seguros que ella no dirá nada por la cuenta que le trae –afirmé seguro.

M/E – Vale, tienes tu parte de razón, pero ninguna sorpresa más –dijo moviendo amenazadoramente el dedo frente a mi cara.

-          Marta, no te pases. Recuerda quién manda aquí. Prefiero tenerte contenta a obligarte, pero no me dejes mal con mis amigos –dije dando por zanjada la discusión volviendo al grupo llevando a “Eva” tras de mi con la correa.

Informé a los chicos que tenían que ser tan educados o más con Susana como con “Eva” y que nadie estaba obligado a hacer nada que no quisiera.

-          Ahora que todo está claro podemos comenzar con la “fiesta”. ¿Os parece que la montemos aquí? Hace buena temperatura y los vecinos no pueden vernos –sugerí.

Estuvieron de acuerdo. Luis entró a la casa y volvió en un instante con un par de mantas que extendimos sobre la hierba. Se colocaron algunos cojines sobre las mantas para mayor comodidad. Los chicos se desnudaron rápidamente. Bruno y Susana se desnudaban mutuamente. “Eva”, mientras, comenzó a ayudarme a preparar unas bebidas, pero tuvo que desistir porque los requerimientos de los chicos se lo impedían. Se tumbó sobre un cojín. Tito se puso a comerle el coño y ella metió la polla de Luis en su boca mientras pajeaba suavemente a Rod.

Susana y Bruno se me acercaron y me ayudaron a terminar de preparar las bebidas.

S – Lucas, me gustaría hacerlo con Eva –dijo mientras los tres mirábamos la escena.

-          Tú verás, pero va a ser difícil que esos tres te dejen que les quites a la chica. Mira, Rod se dispone a follársela, y los otros dos… Te sugiero que esperes a que se hayan desfogado un poco y, cuando estén más calmados… Además así ella estará más caliente y dispuesta a hacerte pasar un buen rato –sugerí.

S – Me parece bien –dijo ella-. Me gustaría chupártela mientras Bruno me folla…

B – Eso está hecho –dijo el novio de la pelirroja llevándola de la mano hacia el “área de juegos”.

Les seguí mansamente. Que una pelirroja en pelotas te proponga chupártela mientras su novio se la folla… era bastante tentador. Me tumbé y ella se colocó a cuatro patas frente a mi polla que ya empezaba a estar morcillona. Bruno se colocó tras ella.

B – Uf, Susana, ¡cómo estás de mojada! Parece que esto te excita –comentó Bruno mientras le metía la polla hasta el fondo.

-          ¿No te pones preservativo? –me interesé.

B – No es necesario. Susana toma la píldora. Así es más cómodo –afirmó-. Tú solo follas con Eva, ¿verdad? Si a mi Susana le apetece, podréis hacerlo a pelo.

Ella no dijo nada y tan solo emitió un ligero gemido cuando toda la polla estuvo en su interior. Susana se metió mi polla en la boca y empezó a chupar. Ni de lejos la chupaba tan bien como mi vecinita, pero se esforzaba. Le fui sugiriendo lo que debía hacerme… lamer toda la polla… comerme los huevos… metérsela hasta donde lograra llegar… La chica era obediente y lo intentaba con ganas. Estuvimos un buen rato, y mientras Bruno le daba bien, follándosela a buen ritmo.

-          Susana, concéntrate en la punta y presiona con la lengua en la parte de debajo de mi polla –le pedí.

Ella lo hizo provocándome un gran placer, tanto que un par de minutos después me corrí en su boca. Ella se quedó a cuatro patas siguiendo siendo follada con mi semen en su boca. Cuando me recuperé, vi las señas que me hacía ella y le traje una servilleta de papel donde escupió.

S – Uf, me has llenado toda la boca –dijo ella.

-          Gracias, has estado fenomenal. La chupas muy bien –mentí-. ¿No te lo tragas?

S – No… bueno, sí… a veces, no siempre. Tan solo alguna vez con Bruno, pero no me gusta mucho –contestó.

-          ¿No te gusta el sabor? –pregunté.

S – El sabor está bien, pero se queda la garganta pegajosa –puntualizó.

-          Entiendo lo que me dices. Si quieres puedo ayudarte a correrte –ofrecí.

S – Haz lo que quieras –concedió ella.

Me tumbé bajo ella, no sin esfuerzo, formando un 69. Tenía un primer plano de la polla de mi amigo entrando y saliendo del coño de Susana. Tuve que ladear un poco la cabeza porque mi nariz chocaba con la polla y comencé a lamer su clítoris. Un gemido de placer salió de su boca.

Me gustaba el sabor mezclado del excitado coño y del líquido pre seminal de Bruno. Intensifiqué el trabajo de mi lengua y palpé hasta que mis manos encontraron los pezones de la chica que comencé a apretar suavemente. Nuevos gemidos que fueron incrementándose hasta que llegó al orgasmo, aflojando los brazos y cayendo sobre mi cuerpo. No había pasado ni veinte segundos y Bruno también se corrió dentro de su coño.

Bruno sacó de repente su polla del coño de la chica y me pilló con la boca abierta. Un goterón cayó dentro. No dije nada, me aparté para que no me cayera más y me tragué lo que tenía en la boca. Sí, Susana tiene razón y quedó un regusto pegajoso.

S – Lucas, tú también has estado genial. Bueno, los dos me habéis hecho gozar. ¿Dónde puedo limpiarme un poco?... Me gustaría que Lucas siguiera comiéndomelo un poco más –me pidió.

Dentro de la casa había un pequeño aseo, pero vio una manguera en un rincón y hacia allá se encaminó volviendo en unos minutos. Bruno y yo veíamos como era Luis el que se follaba a “Eva”, quien pajeaba a los otros dos.

Susana se tumbó con Bruno de lado junto a ella para que se la pudiera chupar y yo me situé entre las piernas de la chica. Le puse un cojín bajo las caderas para que quedaran levantadas y pudiera acceder mejor.

-          ¿Susana, te han dado por el culo alguna vez? –pregunté un segundo antes de comenzar a lamer el ligeramente peludo coño.

S – No, ni me vais a hacer –afirmó ella mientras pajeaba la flácida polla de su novio-. No tengo ninguna curiosidad ni ganas de probarlo. Vais a tener que hacerlo entre vosotros, jajaja.

-          Solo era curiosidad –dije parando brevemente-. A “Eva” sí que le gusta, por lo que no hay problema.

S - ¿De verdad que le gusta? –insistió.

B – Ya lo creo que le gusta. ¡Lo que más! –contestó Bruno.

S - ¿Y tú cómo lo sabes? –dijo Susana.

-          Porque una vez lo hicimos los tres juntos –respondí en su lugar-. Fue solo una vez y antes de salir contigo, ¿vale? No te enfades con él y sigue chupándosela.

Me esforcé en hacer todo lo que Marta (hoy Eva) me había enseñado y le realicé una gran comida de coño. Cuando introduje dos dedos y comencé a acariciar su punto G mientras mi lengua atacaba a su clítoris, ella volvió a correrse entre fuertes gemidos.

S – Ooooh… Vaya, Lucas, eres un maestro. Qué bien me lo has hecho –elogió.

-          “Eva” es mi maestra. A ella se lo debes… y luego tienes que agradecérselo –dije guiñándole un ojo.

S – Ah… Sí, es verdad que luego será mi turno con ella. Yo pensaba que solo sería ella la que… pero bueno, por qué no –dijo pensativa-. Pero ahora quiero agradecértelo a ti. Si quieres puedes follarme… Vamos, si mi novio no se opone.

B – No, claro que no. Haced lo que os apetezca. Yo voy a ver qué tal les va a esos.

Susana, tumbada como estaba, levantó los brazos llamándome a que la follara. Me gustó el gesto y a mi polla aún más porque reaccionó poniéndose lo suficientemente dura para poderla penetrar. Comenzamos con la postura comúnmente llamada del misionero y le di un besito en los labios. Ella cogió mi cabeza acercándome hacia ella y me dio un húmedo beso con lengua. Me quedé sorprendido porque era un beso que expresaba deseo y no lo esperaba. Sí que sabía que Susana era fogosa y que le gustaba hacerlo con Bruno. Eso es normal. También es cierto que yo había colaborado en su primer orgasmo y le había provocado el segundo. Que estuviera receptiva a follar conmigo tras eso… se podía considerar normal. Pero ese beso…

-          Susana, soy Lucas, no soy Bruno, ¿lo tienes claro?

S – Claro que sí. Es solo que me has puesto muy caliente. No tengo mucha experiencia follando, pero nunca me había corrido tanto. Buenooo… creo que en realidad es la primera vez que me corro –confesó Susana.

-          Vaya, es un honor –dije sin dejar de follar suavemente el coño de la chica mientras nos abrazábamos-. ¿Has tenido muchos “novios” o Bruno es el primero.

S – Bruno es… digamos que el tercero. Tuve un primer noviete al que tan solo dejé que me metiera mano y se la chupé dos o tres veces. Luego tuve otro que me gustaba mucho. Pero fue un cabrón. Me desvirgó sin ningún cuidado. Me hizo mucho daño. No duramos ni un mes porque solo quería aprovecharse y yo no le importaba. Ahora estoy con Bruno y estoy contenta. Me trata bien y me gusta hacerlo con él… pero tú me gustas más –me confesó con un susurro en el oído-. Tenía ganas de estar contigo desde que Bruno nos presentó.

-          Susana, tú también me gustas, pero Bruno es mi amigo y no puedo hacerle eso. Ahora estamos follando porque la cosa ha salido así y digamos que es solo sexo y hoy no cuenta, pero desde mañana sigues siendo su novia y no quiero hacerle daño –dije con sinceridad sin dejar de follarla.

S – Yo tampoco, le quiero mucho, de verdad. Estamos bien juntos… pero no sé si esto durará mucho, te soy sincera. Es gracioso estar hablando contigo sobre mis sentimientos hacia Bruno mientras tienes tu polla dentro de mi vagina –dijo ella… y tenía mucha razón.

-          Sí, jajaja, la situación es muy curiosa –dije-. Está claro que nadie sabe lo que va a pasar en un futuro y tampoco se pueden controlar los sentimientos…

S – Eso está claro, pero también me gustas tú y me gustaría conocerte mejor y estar contigo. ¿Podríamos vernos alguna vez? Estoy dispuesta a hacer sacrificios… -dijo con una mueca de niña traviesa.

-          ¿Qué quieres decir con eso de “sacrificios”? –pregunté.

S – Pueeesss… que te dejaré que me lo hagas por detrás.

-          Vaya, ¿y ese cambio? –pregunté sorprendido aumentando ligeramente el ritmo de mis caderas.

S – Por un lado, parece que muchas chicas lo hacen, a tu amiga Eva dices que es lo que más le gusta y los chicos estáis locos por metérnosla por ahí. Y también he pensado… que si quiero que estés conmigo, tengo que ofrecerte algo que haga que no pienses en tu amigo. Creo que desvirgar mi ano es una oferta tentadora, ¿no te lo parece? –dijo ella con un tono pícaro.

-          Eres una chica muy traviesa y peligrosa, ¿sabes? –dije yo-. Tienes razón, la oferta es tentadora… muy tentadora. Pero hay algunas cosas que tienes que tener en cuenta. Me gustas, me gustas mucho, eres preciosa, pero yo ahora tengo a “Eva”. Es increíble, es una mujer mayor, experta en el sexo y con la que tengo una relación. (No aclaré que era una relación que comenzó por chantaje y que estaba evolucionando a “complicidad sexual”) ¿Me gustaría conocerte más, en todos los sentidos? Pues… sí, me gustaría conocerte, pero no estoy dispuesto a dejar a “Eva” tan solo por empezar a conocerte. ¿Sigues interesada en estar conmigo sabiendo que también voy a estar con “Eva”? –pregunté.

S – Sí, no me importa. No soy muy celosa y no me importa competir por estar contigo. Lo puedo aceptar. Estoy loca por ti. Tienes algo especial en tu mirada… en tu forma de moverte… que me atrae. Quiero estar contigo y voy a luchar por lograrlo.

-          Vale, esa es la actitud y veremos hasta dónde llega tu decisión y compromiso. Mañana nos vemos. Te llamaré y quedamos –dije cerrando el tema.

S – De acuerdo. Mañana nos vemos. ¿Y ahora nos ponemos a follar en serio?–dijo ella.

Mis cuatro amigos rodeaban a mi vecina. Rod estaba tumbado con su polla en el coño de “Eva” que estaba sobre él. Detrás Estaba Bruno follando su ano. La chica hacía esfuerzos por chuparle la polla a Tito, aunque las embestidas de Bruno se lo podían difícil. Luis se pajeaba lentamente. Le hice una seña y Luis se acercó a nosotros.

-          Si quieres, Susana  te la chupa –propuse. Susana me miró sorprendida y mi mirada sin palabras le indicó que era mi voluntad y que debía obedecer, lo que hizo bajando la mirada.

L – Por mí, vale –dijo tumbándose junto a nosotros.

-          ¿Qué tal vais por ahí con “Eva”? –pregunté a mi amigo.

L – Chico, Eva es genial –dijo con entusiasmo-. Es una máquina de follar. ¡Y cómo la chupa! Yo me he corrido dos veces, una en su coño y otra en su boca… ¡y se lo ha tragado! No me lo podía creer –dijo Luis exultante.

-          Sí, ya sé cómo la chupa. Es algo fuera de lo normal –dije… y me arrepentí un poco porque no sabía cómo afectarían esas palabras a Susana, pero no dijo nada y tan solo trató de profundizar  un poco más la polla de Luis en su garganta-. ¿Y los otros?

L- Pues Tito también se ha corrido un par de veces, como yo. Rod descargó en su garganta y ahora se la está follando. Bruno se la está metiendo por el culo. Joder, tío, había visto vídeos de dobles penetraciones, pero ver uno en directo es mucho más impactante.

-          “Eva” logra hacer cosas increíbles, imposibles para otras –volví a sentir temor, pero por otro lado si ella estaba tan decidida como decía podían ser un estímulo para ella-.

L – Sí, no sé de dónde la has sacado, pero es una diosa del sexo. Tío, ¡tienes que compartirla! –pidió mi amigo.

-          Tranquilito. Disfruta el momento que es lo que tienes. A “Eva” le gusta el sexo… conmigo. Esto lo está haciendo como un regalo de cumpleaños hacia mí, pero no creo que se repita. Pásatelo bien hoy, folla mucho y búscate una novia, vago –recriminé.

L- No te pases. No soy vago, es que soy tímido con las chicas –dijo Luis.

S- ¿Sí? pues hoy no pareces muy tímido. Cuando llegué le metías mano a saco a Eva y ahora le cuentas a tu amigo cómo te la has follado mientras otra chica, yo, te chupa la polla y se la mete hasta la garganta –repuso Susana volviendo a su tarea-. Eso no es tímidos.

-          Jajaja, Susana tiene razón, hoy no estás muy tímido. Ya verás cómo a partir de mañana tu relación con las mujeres va a cambiar –aseveré-. Susana, ¿te parece bien que te diga cómo chupársela?

S – Hummm… vale. Así aprendo para el futuro –dijo ella aceptando una petición que en realidad era una orden.

-          Lo primero es lamerla bien por fuera… Saca la lengua y pásala por toda la longitud… por arriba… por abajo… Sí, los huevos también –ordené.

S – Pero es que… -comenzó a protestar.

-          Nada, apenas tienen pelos. Lámelos y luego te los metes en la boca… uno… y luego el otro. Bien. Vuelve a lamer la polla… y te la metes en la boca. Bien. Juega con la lengua… ahora intenta meterla más dentro… ¿No puedes? Relaja la garganta –ordené poniendo mi mano en su garganta y dándole un masaje-. Así, despacio pero metiendo un poco más cada vez… Vale, no te atragantes. Eso tienes que practicarlo más. Venga, lame otra vez… muy bien… Ahora te la metes en la boca… así… una y otra vez… la lengua girando alrededor de la punta… ¿Ves lo dura que se le ha puesto? Pues ahora es el momento. Chupa la punta y presiona con la lengua en la parte de debajo de la cabeza de la polla. Sí, presiona… saca y mete mientras presionas… Sigue así…

Un minuto después las manos de Luis sujetaron firmemente su cabeza mientras se corría en su boca con grandes gemidos de placer.

L – Aaah… aaahh… Ha estado muy bien. Gracias, Susana, lo has hecho muy bien –dijo Luis-. Realmente bien. Casi tan bien como Eva.

S – Gracias –dijo ella con mucha dificultad con la boca llena de semen.

-          Luis tráele una servilleta por favor –pedí-. Susana, lo has hecho muy bien. Eso sí, tienes que mejorar en obediencia, pero luego hablamos que ya viene Luis con la servilleta.

Bruno se corría en esos instantes dentro del culo de “Eva” y Rod lo hizo poco después en su coño. Todos estaban contentos y sudorosos.

-          ¿Cómo estás, “Eva”? ¿Te lo estás pasando bien? ¿Qué tal se portan contigo? –pregunté a mi vecina y sumisa.

M/E – Un poco cansada, la verdad. Son unos sementales, incansables. Han conseguido que me corra, lo que no está mal por su parte. No tengo quejas. ¿Puedes traerme un refresco, por favor? –pidió “Eva”.

L – Yo voy –dijo Luis-. Traeré para todos… ¿Me ayudas Tito?

Cuando volvieron con los vasos…

-          ¿Y vosotros, qué tal, chicos?

Los tres hablaban al mismo tiempo comentando la experiencia, alabando a “Eva”, agradeciéndome dejar de ser vírgenes, felices de haberse corrido varias veces, satisfechos, contentos… y con ganas de seguir.

T – Susana… ¿tú también lo estás disfrutando? –preguntó Tito.

S- Si, gracias. Entre mi novio y Lucas han logrado que me corra un par de veces. Me da un poco de vergüenza estar así, desnuda delante de vosotros, pero es lo único –dijo ella.

T – Es que me gustas mucho y me gustaría follar contigo –pidió Tito.

B - ¿Cómo que te gusta mucho? Oye, que es mi novia –dijo Bruno enfadado.

-          Tranquilos los dos –dije mediando en la situación-. Ya veremos luego si Susana quiere follar o no. Ahora descansad un poco. ¿Susana, no tenías ganas de hacerlo con “Eva”? Ahora podría ser un buen momento… -sugerí.

S – Ah, sí… vale –dijo sin mucha convicción-. ¿Quieres, Eva?

M/E – Sí, por qué no. Qué más da. Hoy voy a follar con todos… Las chicas no me atraen mucho, pero tú me pareces agradable –dijo acercándose a Susana.

Las chicas se abrazaron y comenzaron con un beso tímido, que poco a poco se fue animando y terminó por ser un beso tórrido en el que ambas se dejaron llevar. Cuando las chicas se tumbaron para comenzar con las caricias, nosotros cogimos sillas que situamos alrededor de ellas para disfrutar cómodamente del espectáculo que se prometía.

“Eva” tomó la iniciativa, acariciando los pechos de Susana mientras la besaba. Bajó su boca lamiendo y acariciando sus pezones. Susana, totalmente tumbada,  se dejaba hacer con los ojos cerrados cuando, por fin, la boca de “Eva” llegó a su sexo. Susana acercó sus tobillos a su cuerpo doblando las piernas y facilitando el acceso a su compañera, que además colocó un cojín bajo sus caderas.

Mi vecina Marta (hoy “Eva”), 24 años, una mujer con cuerpo de modelo, tenía enterrada su cara entre las piernas de Susana. La “oficialmente” novia de Bruno, 17 años, casi dos años mayor que yo, era una chica preciosa. De cara aún más guapa que Marta, casi tan alta como ella, Susana tenía un cuerpo bonito y lo único que le faltaba eran tetas. Sus tetas no estaban mal, pero en comparación con las de Marta resultaban pequeñas.

Ambas nos proporcionaban un espectáculo fantástico. El redondito culo de Marta, sus piernas entreabiertas dejando ver su depilado sexo, su cara entre las piernas, los ojos cerrados de Susana… sus gemidos… su boca entreabierta… Todo era muy erótico y más para nosotros, cinco chicos entre 15 y 16 años, tres de los cuales acababan de perder la virginidad. Si yo, que ya llevaba dos meses follándome a Marta, estaba muy excitado con el espectáculo y los gemidos de las chicas, imaginaos cómo estaban ellos. Luis y Tito se pajeaban suavemente, Bruno miraba atentamente la cara de su novia y Rod tenía la cara roja por la excitación. Hizo un intento de levantarse de la silla, pero negué con la cabeza y volvió a sentarse.

Poco a poco los gemidos de Susana se intensificaron llegando al orgasmo cuando agarró la cabeza de, hoy “Eva”, presionando contra su coño. En ese momento Rod se corrió sin siquiera tocarse.

Un minuto después, Susana atrajo a “Eva” hacia ella y la besó apasionadamente.

S – Oh, Eva, ha sido maravilloso. Gracias, gracias, muchas gracias. No sabía cómo era hacerlo con una mujer y me has demostrado que es fantástico –dijo la chica.

M/E – Me alegro que te haya gustado. Pero la experiencia no es completa hasta que tú me lo comas a mí, ¿no te parece? –indicó “Eva”.

S - ¿Quieres que yo…? Pero yo no sé… nunca lo he hecho… -repuso dubitativa Susana.

M/E – Es fácil. Solo hazme lo que a ti te ha gustado de lo que yo te he hecho. Nada más.

Susana, todavía dubitativa, intercambió posiciones con su compañera. Se mostró recelosa al acercar la cara a la vagina de “Eva”.

M/E - ¿Qué pasa, Susana? ¿No te gusta mi sexo, no te parece bonito? –preguntó Eva”.

S – No, es precioso, de verdad. Es que nunca había visto uno tan de cerca… -repuso.

M/E - ¿No tienes hermanas? ¿Ni has “jugado” con una amiga?

S – Sí que tengo una hermana, pero nunca “he jugado” a esto ni con ella ni con nadie. He visto a mis compañeras del colegio desnudas en las duchas, pero nunca así con las piernas abiertas. Verás, me gustan los chicos, mucho, y hasta ahora no he tenido curiosidad por... Es mi primera vez –explicó Susana.

M/E - ¿Y qué te parece, ahora que ves uno de cerca? –dijo “Eva” sonriendo.

S – No sé… Está bien… aunque el olor… es un poco fuerte, ¿no?

M/E – Sí, tal vez… Entre el orgasmo de antes, el semen de todos estos y la excitación de sentir tu orgasmo… sí que puede tener un olor intenso. El tuyo también lo tiene, es normal. ¿Quieres que me lave o…? –propuso “Eva”.

S – No, no pasa nada. Ya me acostumbraré. Bueno, allá voy. Indícame si no lo hago bien –pidió la novata.

Susana hundió su cara en la entrepierna de “Eva”, quien a veces le decía “más arriba”, “acaricia con la lengua”, “más rápido” y cosas así. Poco a poco las indicaciones de “Eva” fueron haciéndose más escasas al mismo tiempo que sus gemidos comenzaron.

Estuvieron un tiempo bastante grande así, las dos, pero la intensidad de los gemidos no indicaba que “Eva” fuera a lograr llegar al orgasmo… y Susana parecía cansada del esfuerzo.

-          Chicas, ¿qué os parece si cambiamos y disfrutamos todos? Propongo que os pongáis haciendo un 69 con Susana abajo. Así nosotros podremos hacer lo que más le gusta a “Eva”… que es darla por el culo uno tras otro –propuse animadamente.

Todos estuvieron de acuerdo. Susana porque estaba cansada, “Eva” porque quería tener un orgasmo y sentía su culo muy “vacío” y los chicos porque querían volver a follar y la idea de metérsela por el culo los llenó de excitación.

Las chicas se colocaron en posición con Susana tumbada y “Eva” a cuatro patas sobre ella. Los chicos echaron a suertes el turno y le tocó segundo a Tito, luego Bruno, Rod y Luis. Yo me reservé el primer turno porque quería enseñarles cómo había que follarse a “Eva” para que disfrutara.

Me coloqué tras ella con los chicos a ambos lados, agarré sus caderas y de un solo golpe se la metí hasta el fondo. Un gemido de dolor salió de la boca de “Eva” y otro de sorpresa de la de Susana.

-          ¿Te pasa algo, Susana? –pregunté.

S – No, nada, es que no me lo esperaba. Pensaba que le dilatarías el ano y que se la meterías poco a poco –dijo ella.

-          Sí, bueno, así suele ser… menos con “Eva” –dije mientras seguía con mis enérgicos movimientos de cadera-. A ella le gusta así. ¿Verdad, “Eva”?

M/E – Aahh… ahh… Sí… aahhh… sí, me gusta... así… Aahhh –confirmó mi sumisa vecina.

S – Pero le tiene que doler –repuso Susana.

-          Sí que le duele, pero luego se le transforma en mayor placer, ya lo verás. ¿Y qué te parece lo que ves desde ahí abajo? –pregunté.

S – No me imaginaba que algo así me gustara –dijo ella-. Es hipnótico ver tu polla como entra y sale de su culo. He follado bastantes veces pero nunca había pensado en cómo es follar, tampoco lo había visto y menos aun así de cerca. Tus huevos casi me dan en la nariz –comentó Susana.

-          Pues ahora vas a ver lo que es follar de verdad. Lame su clítoris y observa –le dije.

Agarré fuerte a “Eva” por sus caderas y aumenté el ritmo de mi follada. Lo convertí en frenético. Todos, salvo Bruno que ya lo había experimentado aquella primera vez, se quedaron sorprendidos. Pero lo que más sorprendió a los chicos fue la cara de placer de “Eva”. Sus ojos entrecerrados… su boca entreabierta… sus gemidos de placer… Y finalmente todo su cuerpo convulsionando por el placer del orgasmo. “Eva” aflojó sus brazos y piernas cayendo, mientras se agitaba, sobre Susana. Saqué mi polla de su ano y un grueso goterón de semen cayó sobre la mejilla de la chica. Goterón que no podía limpiar porque las piernas de “Eva” se lo impedían.

S – Eva, por favor, quítate en cuanto puedas –rogó-. Me está cayendo en la cara el semen de sale de tu ano.

“Eva” rodó liberando a Susana que rápidamente se limpió con cara de asco.

T – Jajajaja, vaya cara de asco, jajaja. Si no es para tanto –dijo Tito.

S – Pues entonces trágatelo tú –dijo Susana tratando de llevar su mano manchada de semen a la boca de Tito.

B – Venga, no os peleéis – medió Bruno-. Toma, Susana, límpiate –le dijo tendiéndole una servilleta de papel-. Tito, tú eres el siguiente ¿no?

T – Sí, sí, me toca –dijo el aludido acercándose a “Eva” quien ya se recuperaba y volvía a adoptar la postura de a cuatro patas, su preferida para ser porculizada.

S – Yo no vuelvo a meter ahí abajo –afirmó Susana terminando de limpiarse la cara.

-          Pues yo quiero ver el espectáculo –dije acercándome hacia mi sumisa-. Susana… ¿qué te parece si, mientras Tito le da por el culo, se la vas chupando al siguiente de la fila? Y, al mismo tiempo, vosotros podríais comerle el coño a ella y vais aprendiendo… ¿Qué os parece? –propuse.

Todos estuvieron más o menos de acuerdo. Me situé debajo de “Eva” y pude ver en primer plano como la polla de Tito se hundía de golpe en el dilatado culo de la chica. Yo me puse a lamer el clítoris de mi vecina, quien se metió mi polla en la boca comenzando a chupar.

Tito le daba todo lo rápido que podía, pero no lograba igualar el ritmo con el que yo la había follado, por lo que ella seguía chupando tranquilamente mi polla.

-          ¿Qué tal, “Eva”? ¿Te gusta cómo te folla? –pregunté.

Una respuesta afirmativa apenas entendible salió de su boca llena de mi polla. Aquello animó a Tito quien redobló los esfuerzos.

Pero entonces lo que llamó mi atención fueron los gemidos de Susana. Me giré y pude ver como ella a duras penas chupaba la polla de su novio porque Luis le estaba haciendo una comida de coño que estaba consiguiendo que se corriera con grandes gemidos. Aquello también enardeció a Tito quien se corrió dentro del ano de “Eva”. Taponé con la mano el culo de la chica para que el semen no cayera sobre mi cara mientras me arrastraba para salir de debajo.

S – Gracias… Luis. Me ha encantado –dijo Susana.

L – Un placer también para mí –dijo el aludido-. Es maravilloso sentir cómo disfrutas con lo que te hago.

R – Ahora me toca que me la chupes –afirmó Rod.

-          ¿Quieres que otro te lo coma de nuevo? –pregunté mirando a Tito que se había sentado cansado del esfuerzo-

S – Preferiría que siguiera Luis, lo hace genial. Además, le estoy tan agradecida que, si quiere, le dejo follarme mientras se la chupo a Rod, se lo ha ganado. ¿No te importa, Bruno? –dijo ella mirándome brevemente también.

B – Hemos quedado en que hoy no cuenta y que los dos podemos hacer lo que queramos con quien queramos. Lo que tú quieras –concedió Bruno.

L – Pueeess… sí que me gustaría follarte. Porque por el culo no me dejas, ¿verdad? –dijo Luis con mirada lastimera.

S – No, por ahí no. Mi culo es virgen y va a seguir siéndolo. Boca y vagina son tus opciones –dijo ella un poco molesta por el atrevimiento del chico.

L – Por la vagina, y luego puedo volver a comértelo para que te corras otra vez –dijo acercándose a Susana, quien se colocó también a cuatro patas para aceptarle en su interior y Rod frente a su boca. Tito se quedó con ellos observando la escena.

Bruno se encaminó hacia la espalda de “Eva” quien ya estaba en posición y yo me coloqué tumbado cruzado bajo mi sumisa y comencé a acariciar sus pechos y su clítoris. Bruno ya tenía experiencia y “Eva” estaba caliente por la follada de Tito y mis manipulaciones, por lo que poco después se corría entre espasmos que lograron que Bruno se vaciara en su culo.

Rápidamente Rod se colocó tras “Eva” y la penetró sin mediar palabra comenzando de inmediato a follarla a gran ritmo.

Luis seguía follando a Susana, quien se había colocado boca arriba, en la tradicional postura del misionero.

S- ¿Lucas, quieres que te la chupe? –ofreció juguetona.

-          Eres muy amable, pero no es eso lo que más me apetece ahora –respondí.

S - ¿Y qué te apetece? -dijo ella mientras seguía siendo follada por Luis.

-          Me gustaría que me comieras los huevos y el culo –le dije-. Pero tal vez eso sea mucho para ti –sugerí retador. Quería probar si se atrevería a mostrarse tan guarra y sumisa como para comerme los huevos delante de todos y en especial de su todavía novio Bruno, quien hizo como que no se enteraba y se puso a follar con más energía aún a mi vecina.

S – Por qué no –dijo por fin tras unos instantes de duda-, si eso es lo que quieres…

Luis se dio cuenta que aquello sería incompatible con su follada por lo que se la sacó y se puso a comerle de nuevo el coño. Yo, por mi parte, me coloqué en cuclillas sobre su cara con los huevos colgando frente a su boca. Al instante noté las manos de Susana en mis caderas atrayéndome hacia su cara, y la humedad de la lengua de ella en mis pelotas. Su lengua jugueteaba con ellas, acariciando el perineo y llegando hasta mi ano. Incluso se atrevió a intentar meter la lengua en su interior. Tan solo su lengua acariciaba mis pelotas, por lo que decidí dar un paso más y pedirle que se las metiera en la boca. Dudó un instante, pero enseguida una de mis bolas sintió la cálida humedad de su boca y al poco la otra corrió la misma suerte. Fue alternando las atenciones hasta que en un momento dado noté que ambas estaban en el interior de su boca al mismo tiempo. La sensación fue maravillosa, me excité y a punto estuve de correrme sin tocarme.

-          Oh, Susana, eres una diablilla… Luis, ¿quieres que ella te la chupe? Bruno ha terminado, Rod la está porculizando y luego te va a tocar a ti. Así yo podría continuar con tu labor –propuse.

L – Pero antes me gustaría que me hiciera eso mismo –pidió Luis.

S – Vaale… pero solo un poco –concedió Susana.

Así lo hicimos. Luis disfrutó de la comida de huevos y polla, Rod se corrió tras lograr que “Eva” también se corriera y por último fue Luis quien terminó de follar su culo. Para ese momento todos estábamos satisfechos… y bastante cansados por el esfuerzo. Me acerqué a “Eva” para abrazarla.

-          Muchas gracias, Marta, -le susurré al oído- te has portado de manera maravillosa.

M/E – Yo también me lo he pasado bien. Los chicos han sido bastante educados conmigo, Susana es un encanto y mi culo está satisfecho con el trato y los orgasmos recibidos. No tengo queja –afirmó susurrando mientras me abrazaba.

-          ¿Entonces podremos repetirlo? –pregunté.

M/E – Yo no he dicho eso. Solo que no ha estado mal, pero de eso a repetirlo más veces… -dijo todavía en voz baja.

-          Marta, te quiero mucho. Sabes que siempre quiero que te lo pases bien y que cooperes. Así nos lo pasamos mejor los dos. No tengo intención de repetirlo en breve, pero no lo descarto en el futuro… por lo que tú tampoco debes descartarlo, ¿vale? Además creo que te gusta sentirte sometida. Menuda cara de viciosa tenías al comienzo cuando los tres te manoseaban en la tumbona –le dije a mi sumisa.

M/E – Sí, bueno… un poco sí. Pero es que estas cosas me dan mucho miedo –dijo ella mirándome con preocupación a través de la capucha que todavía llevaba -. Si esto se supiera…

-          …sería también malo para mí –puntualicé-. Eso no pasará te lo aseguro. Ahora quedémonos con lo bien que ambos nos lo hemos pasado y con mi gratitud hacia ti y tu maravilloso cuerpo.

Todos nos dimos una ducha rápida y nos vestimos. Bueno, en realidad “Eva” solo tuvo que ponerse su fina gabardina. Fuimos los primeros en marcharnos. Salimos y rápidamente Marta se quitó la capucha guardándola en uno de los bolsillos. Llegamos a la parada de taxi y tomamos el primero de la fila. En la casa se quedaron Bruno y Susana junto con los otros tres tomando un refresco.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Al día siguiente me llamó Susana. Quería verme ese mismo día. Eso era bueno porque indicaba que estaba realmente interesada en mí… y esa era una sensación nueva. Desde que “conocí” a Marta y comencé mi vida sexual, he notado que las chicas me miran de otro modo. Tal vez el tener esta vida sexual tan intensa me haya dado una seguridad que antes no tenía, que las chicas perciben y les gusta. Bruno tiene algo parecido aunque en menor medida.

La convoqué en mi casa a una hora en la que estaríamos solos. Quería comprobar hasta qué punto estaba dispuesta a hacer lo que le pidiera.

-          Hola, Susana, estás muy guapa –dije abriendo la puerta y acompañándola hasta mi habitación-. ¿Quieres tomar algo?

-          Un refresco sin azúcar –me pidió y al por el que fui al frigorífico.

-          Aquí tienes. Tú, dirás. ¿Quieres que hablemos sobre lo de ayer en casa de Luis? –pregunté-. ¿Te gustó?

-          Sí, me gustó –confirmó-, pero no es de lo que hice con los chicos ni con tu amiga de lo que quiero hablar, sino de nosotros.

-          ¿De nosotros? –dije con cara de falsa sorpresa-. No hay nosotros, solo hay un “tú” y un “yo”, pero no veo el nosotros.

-          De eso se trata, de que quiero que haya un “nosotros” –afirmó Susana-. Me gustas, me atraes, no sé por qué ni me importa, pero quiero estar contigo y que te enamores de mí.

-          Vas muy deprisa. Ya te dije, y has podido comprobarlo, que tengo una relación con… “Eva”, aunque ese no es su nombre. Ya llegaremos a esa parte. “Eva” es mi amiga y mi compañera de sexo. Folla de maravilla y está siempre dispuesta a hacer lo que le diga. ¿Por qué habría de cambiarla por ti? –pregunté retador.

-          Por un lado, porque yo estoy enamorada de ti y ella no. Se nota que le gusta más el sexo que a ti. Por otro lado, ella es mayor para ti y nunca será tu pareja. Hay demasiados años de distancia entre vosotros y eso a la larga será un problema que conmigo no tendrás. Y además porque yo estoy dispuesta a ir mucho más lejos que ella. Si ella está dispuesta a hacer lo que le digas, yo además lo haré cuándo digas, dónde digas y con quien digas. Lo que sea. Empezando por darte la virginidad de mi culo y llegando a lo que quieras. Soy tuya, me entrego a ti y te enamorarás de mi cuando veas lo que soy capaz de hacer por ti –profetizó.

-          Son argumentos interesantes, sobre todo el último. Comprobaremos si de verdad eres totalmente mía y si está realmente dispuesta a ir más allá que “Eva”. Primera prueba: guardar un secreto. “Eva” es en realidad Marta, mi vecina de enfrente. Ni los chicos ni Bruno, quien se la folló en esta misma habitación, saben quién es y no deben saberlo. No se trata de que no se lo digas tú, se trata de que evites que puedan llegar a saberlo. ¿Entendido?

-          No hay problema, haré todo lo posible…

-          Más que “todo lo posible”. Haz lo que sea necesario –puntualicé- pero que no lo sepan. Y ahora vamos a otra cosa. Desnúdate. No, espera –le dije a la chica cogiendo la cámara con la que había grabado mis encuentros con Marta, que ahora me servían para tenerla en mis manos, y colocándola en posición. Quiero que te desnudes mirándome y diciéndome lo de que estás enamorada, que eres mía y que estás dispuesta… todo eso. Olvídate de la cámara, procura que se vea natural.

-          Pero… ¿es necesario grabarlo? –preguntó ella contrariada-. No me gusta. ¿Y si alguien lo ve?

-          Empezamos mal, Susana. Lo primero que te ordeno y ya pones pegas. Creo que será mejor dejarlo y olvid…

-          NO, NO –me interrumpió-. Perdona, tienes razón. Discúlpame, no volverá a pasar. He dicho que haré lo que me pidas y así será. ¿Empiezo?

-          Cuando quieras. Está grabando. Ambos salimos en el plano –confirmé.

-          Lucas, estoy enamorada de ti –comenzó a decir mientras de desabrochaba su blusa-. Soy tuya y haré todo lo que quieras.

-          ¿Lo que sea, dónde sea, cuándo sea y con quién sea? –puntualicé.

-          Sí, dónde, cuándo y con quién sea, lo que digas –afirmó quitándose el sujetador mostrando su pechos.

-          ¿Te entregas de manera voluntaria? ¿Alguien te obliga a hacerlo?

-          Solo mi amor por ti y el deseo de que un día me ames –contestó.

-          ¿Y qué pasa con Bruno, tu novio?

-          Le dejaré –respondió sin titubear.

-          ¿Y si te digo que sigas con él?

-          Pues seguiré. Lo que quieras –contestó dejando caer la falda al suelo y mostrando sus bragas de algodón rosa con puntilla a juego con el sujetador.

-          ¿Y si te pido que te folles a mis amigos?

-          Lo haré sin pensar. Lo que quieras –respondió una vez más levantando alternativamente los pies para quitarse las bragas.

-          ¿Y si te pido que me des tu culo virgen?

-          Yo te lo ofrezco –respondió de manera excesivamente teatral para mi gusto dándome la espalda, inclinándose y separándose los glúteos para mostrarme su ano.

-          ¿Y si decido tomarlo de golpe, sin lubricación, sin preocuparme de tu dolor?

-          Es tuyo, hazlo como prefieras –respondió maquinalmente.

-          ¿Y si en lugar de mi polla decido meter toda mi mano en tu ano?

Susana se giró para mirarme con temor, pero volvió a su posición inicial y dijo…

-          Yo te lo he ofrecido, es tuyo, aguantaré el dolor –respondió con la cabeza baja.

-          Muy bien. Tomo nota de tu entrega libre y voluntaria y te acepto como mía. Seré justo contigo, pero inflexible. Cualquier duda en cumplir mis órdenes será castigada. ¿Estás de acuerdo? –insistí.

-          Aceptaré cualquier castigo. Quiero ser tuya y, a pesar de mi total decisión, es posible que necesite me corrijas en algún momento. Puedes incluso azotarme si lo merezco.

-          …o si tan solo lo deseo –sugerí.

-          …o si tan solo lo deseas para tu placer –confirmó.

-          Excelente, ya lo comprobaré. Levanta. Ahora quiero disfrutar de tu ano virgen. Pero antes hay una cosa que debemos arreglar… tu vello púbico. No lo tienes arreglado y no me gusta –le dije.

-          ¿Qué quieres decir? ¿Qué vas a hacer? –preguntó intrigada.

-          Ya viste el coño de Marta, depilado. El tuyo parece una selva… y eso no puede ser. Voy a afeitártelo. Espera aquí –ordené encaminándome al cuarto de baño de donde traje una cuchilla como las que mi madre y hermana usan para depilarse las piernas, espuma de afeitar, una toalla y una pequeña palangana con agua caliente.

Puse la toalla e hice que se tumbara en la cama con las piernas flexionadas y abiertas.

-          Pero antes vamos a ir dilatando tu ano. Aunque pueda hacerlo, no quiero que te duela cuando te la meta por el culo. Ya habrá tiempo para el dolor –dije poniendo un poco de lubricante con mi dedo alrededor de su ano.

Metí tan solo la primera falange del dedo y lo dejé unos segundos. Lo metí hasta el fondo y comencé un pequeño movimiento de adelante y atrás.

-          Despacio… duele –informó.

-          No seas quejica. Recuerda cómo se la metí a Marta

Se quedó callada. Seguí metiendo y sacando el dedo bien lubricado y un segundo dedo le acompañó. Al poco fueron sustituidos no sin dificultad por un pequeño plug anal de la caja de los “juguetes” de Marta. Así se le iría dilatando mientras depilaba su pubis.

Le puse un poco de espuma de afeitar y cogí la cuchilla empezando de inmediato. Susana se incorporó sobre los codos para ver lo que hacía.

-          Te voy a dejar elegir –le dije mientras comenzaba a pasar la cuchilla por su pubis como tantas veces había hecho con Marta-. ¿Quieres que te lo afeite del todo como una bebé o quieres que te deje un poco de vello?

-          Uf… no sé… ¿Dejamos algo? –preguntó/sugirió.

-          Vale. Una línea vertical, una V o un triángulo son las opciones que te ofrezco.

-          Pues… una línea vertical –decidió.

-          De acuerdo. Sabia elección –dije mientras seguía con mi labor estética-. Te va a quedar precioso. A Bruno le gustará.

-          ¿Entonces quieres que siga con él? –preguntó temerosa.

-          Sí, es mi amigo y quiero que esté contento. Cornudo pero contento –bromeé-. Al menos de momento.

-          Como quieras –aceptó sumisa-. Pero no me folla muy bien, es bastante egoísta y no se preocupa de mi placer. Solo va a lo suyo.

-          Pues tendrás que aguantarte y enseñarle a que te haga lo que te gusta –indiqué-. Empieza a enseñarle a comerte el coño. Que te haga lo mismo que Marta, Luis y yo te hicimos ayer. ¿O es que fingiste los orgasmos?

-          No, no. Bueno, con… Marta, ¿verdad?... con Marta un poco. Me gustó pero contigo fue mejor. Con ella estaba un poco agarrotada, nerviosa –informó.

-          ¿Pero no querías probar con una mujer? –pregunté sorprendido sin quitar la vista de mi tarea con los pelos de su sexo.

-          En realidad… no. Fue la excusa. Se me ocurrió en el jardín, cuando Bruno me dijo que habías traído una chica para follar con todos. Pensé que era mi ocasión para follar contigo… ¡y Bruno me animaba a ello! Pero en realidad no me gustan las chicas. Estuvo bien, pero no me atraen –confirmó.

-          Ya me parecía. Pues siento decirte que a mí sí que me gustó vuestro espectáculo lésbico y que vais a tener que repetirlo –dijo medio riéndome.

-          ¿De verdad?... Ohhh… Como quieras, lo que digas –aceptó sumisa-. ¿Con Marta?

-          Sí, con Marta. Hacéis buena pareja, jajaja. Aunque lo mismo hago que os liguéis a una lesbiana…

La cara de Susana mostró terror.

-          ¿Serías capaz de ordenarme eso? –preguntó con temor.

-          Tal vez… quien sabe –dije llenando de dudas su cabeza-. Ahora túmbate bien que me queda afeitar los pelos de la parte de más abajo.

-          Espero que no me lo pidas. Me dará mucha vergüenza. No sabría cómo hacerlo… -dijo con tono de preocupación-. Entrarle a una chica… ¡qué asco!

-          Déjalo por ahora… Ya está –dije echando un poco de agua sobre su sexo para quitar los restos de espuma y secándolo todo con el final de la toalla-. Mírate en el espejo. ¿Te gusta?

-          Es raro verme así… pero no está mal. Me gusta, es elegante –confirmó.

-          Pues ahora ponte a cuatro patas en el borde de la cama –ordené.

-          ¿Así?

-          Sí. Voy a quitar el plug… Haz fuerza.

-          Aahhh… con cuidado –pidió.

-          ¿Otra vez? Me estás cabreando… y no es bueno cabrear a quien te va a dar por el culo –amenacé en broma.

-          Vale, vale, ya me callo. Haz lo que sea –y con un “pop” salió el plug de su ano.

Unté una buena cantidad de lubricante en mi polla y un poco más en su ano. Coloqué la punta sobre su ano…

-          Susana, allá voy. Intentaré hacerlo muy despacio pero tendrás que aguantar –dije mientras comenzaba a empujar mi polla contra su ano-. Aprieta como si cagaras…

-          Aaahh… aahhh… -gimió ella.

-          Tranquila, ya ha entrado la punta. Ahora esperaremos a que se acostumbre –le dije.

Tras un interminable minuto. Volví a empujar…

-          Aaghh… para, para, por favor –pidió.

-          Ya he parado porque está toda dentro. ¿A qué no ha sido para tanto?

-          Aahhh… Bueno, un poco sí que ha sido. Siento como si se fuera a romper –informó.

-          No es para tanto. Voy a poner un poco más de lubricante y verás que bien.

Comencé lentamente a meter y a sacar mi polla de su culo… una y otra vez. Susana se fue relajando, la incomodidad estaba acabándose y lo noté en su espalda que poco a poco se distendía. Dobló sus codos y colocó su cara entre sus manos sobre la cama.

-          Veo que esto ya está mejor ¿no? –pregunté dando una palmada en su culo-. ¿Y esto, te gusta?

Acababa de meter una mano para acariciar su clítoris. Un gemido de placer salió de su boca.

-          Sss… sí, me gusta –confirmó-. Sigue… así… ooohhh.

-          Ya sabía que te gustaría. Pero esa postura me impide follarte bien… y eso es lo que ahora quiero hacer. Así que usa tu manita que voy a quitar la mía–le ordené.

Me agarré de sus caderas y, tras darle una nueva palmada en el culo, comencé una dura follada como las que le gustan a mi vecina. Susana comenzó a emitir gemidos, pero no parecían de dolor.

-          ¿Te gusta? Dime la verdad –ordené.

-          Síii… Me gustaaa… Sigue… por favor –pidió.

-          Ya sabía que tenías madera de guarra –comenté.

-          Nno… no me… digas eso… -pidió.

-          Guarra, eres una guarra a la que le gusta que le den por el culo.

-          No… por favor… no me llames eso.

-          Susana, asúmelo. Te estoy desvirgando el culo y te está encantando. Eres una guarra y cuanto antes lo aceptes más feliz serás –afirmé categóricamente.

-          Vale… lo soy… pero no me lo llames… te lo ruego.

Seguí con follando su culo a mi gusto. Susana tenía madera de sumisa, porque cuanto menos me preocupaba de si le hacía daño, mayores eran sus gemidos de placer. Le ordené que intensificara las caricias a su clítoris… y un par de minutos después noté que su cuerpo se tensó. Susana se dejó caer sobre la cama y yo seguí follando su ano sin compasión hasta que me corrí en su interior.

Susana había quedado tumbada boca abajo, cansada y sudorosa con la boca entreabierta y los ojos cerrados.

-          ¿Qué tal, preciosa? ¿Te ha gustado? –pregunté solícito.

-          Sí… mucho… -dijo con dificultad.

-          ¿Qué tal el orgasmo?

-          Casi… he estado a punto… Pero me ha gustado mucho… Te dejo que me des por el culo siempre que quieras –dijo ella.

-          Perdona, pero antes has aceptado hacer todo lo que yo quiera… y eso incluye darte por el culo siempre que quiera, ¿cierto? –le pregunté.

-          Oh, bueno, sí. Pero yo pensaba…

-          Pensabas que esto no iba en serio ¿verdad? Pues si quieres lo dejamos… -dije separándome de ella que seguía tumbada en la cama.

-          No, no, perdona. Me he equivocado. Sí, que quiero seguir –dijo atropelladamente.

-          Susana, esto no es un juego. Tú eres la que te has ofrecido libre y voluntariamente… y yo te he aceptado. Decídete de una vez porque no tengo tiempo para perder con tonterías. ¿Te entregas a mí o no?

-          Sí –dijo con voz decidida-. Me entrego con todas las consecuencias. Ya te dije que alguna vez necesitaría que me corrigieras…

-          Está bien. Ven conmigo. Lo vamos a hacer oficial –Susana me miró perpleja mientras me seguía camino al cuarto de baño.

Hice que me metiera en la ducha y que se arrodillara.

-          Cierra los ojos o te escocerá. Susana -dije comenzando a orinar sobre su cara-, acepto tu sumisión a mí. Si aceptas someterte libre y voluntariamente, abre la boca y bebe mi orina.

Susana quedó con los ojos fuertemente cerrados recibiendo el chorro de mi pis en su cara. Poco a poco su boca se entreabrió. Dirigí el chorro hacia su boca y le ordené que tragara. Lo hizo con dificultad y aguantando una arcada. Le volví a ordenar de abriera bien la boca y la abrió un poco más. Pude ver su boca llena del líquido amarillo y como, a mi orden, la cerró para tragarlo. Los últimos chorros de orina fueron a parar sobre sus tetas. Le dije que se levantara, me metí yo también dentro de la ducha y comencé a enjabonarla y a lavar su pelo.

-          Gracias. Eres muy amable conmigo –dijo mi nueva sumisa aceptando mis manos sobre su cuerpo.

-          Es lo menos que puedo hacer –contesté-. Acabas de entregarte como sumisa. Ahora eres mía… y me gusta cuidar de mis cosas. No quiero que se estropeen.

-          Pues la garganta me arde –dijo Susana.

-          Supongo que la orina sabe fuerte. Bebe un poco de agua y te calmará –propuse.

-          Gracias –dijo tras beber un poco de agua de la ducha-. Nunca había probado la orina, ¿Y tú?

-          Tampoco. Y la verdad es que tengo curiosidad… Tengo una idea. No me gusta lo de amo y sumisa, así que seguiremos como hasta ahora, solo que cuando pida algo en realidad no lo pido sino que lo ordeno, pero así los dos nos sentiremos mejor. ¿Entendido? –pregunté.

-          Me parece bien. Será como un juego en el que tú lo pides educadamente y yo hago lo que dices sin dudar, ¿es eso?

-          Exacto, lo has entendido. Entonces… ¿Susana, orinarías un poco en mi boca? –pedí/ordené.

-          Claro, sin problemas.

Me senté en la ducha y Susana se colocó con las piernas abiertas y su coño contra mi boca. Poco después el sabor agrio y fuerte de su orina llenó mi boca. Tuve ganas de escupir el líquido pero me dije que la experiencia no estaba completa, así que tomé aire y tragué el contenido de mi boca. La orina bajó raspando mi garganta hasta mi estómago. Rápidamente bebí agua de la ducha para calmar el escozor.

-          No sé cómo dicen que los náufragos pueden sobrevivir bebiendo su orina. ¡Es asqueroso! –dije.

-          Jajajaja, yo tampoco.

Terminamos de ducharnos y volvimos a mi habitación.

-          ¿Qué quieres que hagamos ahora? –preguntó Susana.

-          Todavía tenemos una media hora –dije mirando el reloj-. Te diría que practicaras a chupármela. Ayer no conseguías tragártela entera y eso no puede ser…

-          ¿Entera? ¿Hasta la garganta? Es que me dan arcadas –se excusó la chica.

-          Pues exactamente eso es lo que tienes que practicar. Tienes que lograr tenerla en la garganta sin atragantarte. Marta lo hace… y tú has dicho que eres mejor que ella –dije para tocar su orgullo.

-          Pues claro que lo soy. Lo vas a ver –dijo arrodillándose entre mis piernas y metiéndose mi polla en la boca.

La cálida humedad de su boca y su lengua juguetona hicieron que pronto estuviera totalmente empalmado. Entonces Susana comenzó a intentar metérsela entera… pero no lo conseguía. Parecía que chocaba contra una pared. Entonces le dije que le ayudaría. Puse una mano en la parte de atrás de su cabeza y otra en su garganta. Metí mi polla todo lo posible y comencé a masajear su garganta al mismo tiempo que apretaba mi pelvis hacia delante. De repente mi polla penetró unos centímetros más en su boca.

-          Muy bien. ¿Ves cómo era posible? –le dije mientras la chica se recuperaba del esfuerzo-. Tienes que relajar la garganta y la polla entra suave. Vamos otra vez…

Volví a apretar mi cuerpo contra su cabeza al mismo tiempo que acariciaba su garganta. Esta vez entró algo más aún. Así lo intentamos varias veces con resultados desiguales.

-          Ya vale por hoy. Ahora chúpame los huevos como ayer y luego te follo –ordené.

Con mis huevos aún mojados de su saliva, le eché un muy buen polvo. Es muy posible que ella llegara al orgasmo. Yo estaba concentrado en el placer que sentía y no me preocupé de más. Solo sé seguro que ella estaba contenta cuando nos vestimos.

-          No me llames, ya te llamaré yo cuando tenga tiempo para verte –le dije-. Cuando nos veamos, me encargaré de volver a depilarte el coño. Si yo no pudiera por lo que fuera, quiero que te lo hagas tú una vez a la semana. Llevarás siempre falda o vestidos… sin bragas. Quiero que lo recuerdes porque esto es importante. No quiero que lleves bragas nunca.

-          ¿Y cuando esté con el período? –preguntó ella.

-          Pues te pones tampones, pero te quiero siempre accesible –ordené.

-          ¿Y Bruno? No sé qué pensara…

-          Dile que lo haces porque sabes que a él le gusta –indiqué.

-          Pero es que él no me ha dicho…

-          No seas tonta. A todos los hombres nos gusta que nuestras mujeres vayan con el culo al aire. Es una cosa muy morbosa para nosotros. Tú dile que lo haces por él y se pondrá contento –dije totalmente seguro mientras la acompañaba a la puerta.

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Ahora tenía dos juguetes, Marta y Susana, pero no me sobraba el tiempo. Además de tener que atender a ambas, estaba de exámenes finales. Decidí que debía centrarme en Susana porque era la nueva y tenía curiosidad de ver hasta dónde llegaba su compromiso de sumisión y también porque tenía que darle algo de descanso a Marta. Yo la había estado acaparando y no sería bueno que tuviera problemas con su novio… al menos de momento no, y para eso necesitaba estar con él.

Cuando le dije que “por los exámenes” solo la vería una tarde a la semana, dijo que le parecía bien… pero su mirada tuvo un destello de desilusión. Creo que en el fondo le gustaba nuestra relación… la forma en que le petaba el culo y el sentirse dominada.

Pasé las tardes jugando con Susana y viendo sus reacciones a mis órdenes. Susana aceptaba mucho mejor que Marta el dolor físico. Una tarde la até de forma parecida a aquella vez con Marta. Susana apretaba los dientes pero no se quejaba. Le di fuerte con la fusta… incluso en el coño, y la tía aguantaba mirando al techo y resoplando. Pinzas en los pechos… azotes con el cinturón en los riñones… Todo lo aceptaba bastante bien. Tan solo gritó con golpes de paleta en la planta de los pies, pero creo que eso es lo mínimo.

Me encantaba meterle mano. Era muy agradable ponerme a estudiar con la mano bajo su falda con dos o tres dedos  dentro o jugar a meter y sacar un vibrador de su encharcado coño. Otras veces hacía que se tumbara bajo mi silla y que me chupara los huevos. Decidí que me los afeitara porque no hacía más que escupirlos y me desconcentraba. Así, sin pelos en los huevos, podía chupármelos a placer… y le gustaba hacerlo.

Pero la mayoría de las sesiones nos las pasábamos follando. Follando en todo tipo de posiciones, una veces atada y otras sin atar… unas veces su coño, otras su culo y la muchas los dos agujeros. Incluso me aficioné a follar su apretadito culo mientras le metía un dildo en su coño. Lograba así los mejores orgasmos. Decía que se sentía “repleta”.

Hice que practicara tanto que en dos semanas logró meterse mi polla entera hasta la garganta durante veinte segundos sin arcadas. Conseguía mejores resultados con mi polla que con los dildos, aunque fueran más pequeños. Decía que eran incómodos y apenas lograba metérselos. También se acostumbró a tragarse mi semen. Le gustaba el sabor, tanto solo como mezclado. A veces merendábamos o tomábamos un refresco y siempre me pedía chupármela o masturbarme para lograr una dosis con la que aliñar el bocadillo o la bebida. Toda una golosa.

Una tarde, aprovechando su apetito por el semen y queriendo probar su obediencia, preparé una cosa que siempre me había llamado la atención. Los anglosajones lo llaman “gloryhole”. Básicamente no es más que una pared con un agujero en la que el hombre mete la polla y detrás hay una mujer que se la chupa sin que se vean. Me parece muy morboso y quería probarlo, así que quité los grandes cajones de un mueble grande de mi habitación, le di la vuelta y en la trasera hice un agujero de unos 5cm a la altura de mi polla. Allí se podría Susana a hartarse de chupar sin que la vieran.

Convoqué a los chicos. Además de Bruno, Luis, Tito y Rod, les dije que vinieran a otros cuatro chicos del instituto. La posibilidad de que alguien les chupara la polla gratis y sin problema hizo que todos estuvieran encantadísimos de venir. El único requisito era que metieran la polla en el agujero y que no hicieran preguntas, lo que todos aceptaron. Bruno y compañía pensaban que sería Marta (“Eva” para ellos) quien estaría dentro, y a los otros les daba igual. Solo yo sabría quién era en realidad.

Lo preparé todo. Puse la pequeña cámara en un lateral del interior del mueble. Hice que Susana, tras acabar de orinar en el baño, se metiera con un cojín para que no sufrieran sus rodillas y una jarra de cristal. Lo empujé  para que se quedara casi contra la pared de manera que quedara oculta a las miradas indiscretas. Puse mi ordenador portátil estratégicamente colocado para grabar la escena desde fuera. Con habilidad lograría poner juntas la imagen del interior y la del exterior para verlas a la vez…Iba a ser genial.

-          Susana, ¿me oyes bien? –pregunté.

-          Sí, perfectamente.

-          Eso pensaba. En cinco minutos van a llegar los chicos. Da igual lo que digan. Ni contestes, ni les hagas caso. Los chicos somos muy idiotas cuando estamos con el pito fuera de los pantalones, mucho más que de normal. Tú solo chupa y échalo en la jarra. Déjalos secos. Da igual cuántos o quienes sean, tú te limitas a chupar, ¿entendido? –ordené.

-          ¿Y si son muchos? … O… -empezó a decir Susana.

-          Es mi “petición”, y ya sabes lo que tienes que hacer con mis “peticiones”…

-          … obedecerlas, ya lo sé –respondió obediente-. Pero es que no lo veo cla…

-          No hay más que hablar –interrumpí-. Prepárate que llaman a la puerta. Una cosa más. No quiero que hables para que no te reconozcan. Si quieres algo, da tres golpes. Voy a abrir.

Eran Bruno y Tito y 3 de los chicos nuevos. Los llevé hasta la habitación donde se quedaron sorprendidos por el montaje. Bruno comentó que era muy parecido a lo que había visto en páginas de porno de internet y los demás hicieron sus comentarios. Tito me pidió permiso con un gesto y yo se lo concedí con otro. Bruno preguntó que porqué él era el primero, a lo que contesté que era el primero que se había puesto en la cola, por lo que Bruno se puso justo detrás. “Pero más atrás, sin tocarme el culo”, dijo Tito que con los pantalones por los tobillos notaba que Bruno estaba demasiado cerca. Los otros tres estaban más inseguros y no sabían qué hacer. Les dije que se relajaran y que podrían meter la polla por el agujero todas las veces que quisieran. Comentaron entre ellos y discutieron para asignarse los puestos.

Tito había acabado y Bruno había metido su polla en el agujero cuando llegaron los que faltaban. Les expliqué cómo iba todo y rápidamente se pusieron a discutir quién iba antes y quién después. Tito aprovechó la discusión para colocarse antes que ellos, pero una mirada mía de reprobación hizo que se colocara al final.

-          La chica os la chupará tantas veces como queráis –les recordé-. Tranquilos, hay para todos. Rod, acompáñame al frigorífico y vamos a traerles refrescos. Guardadle el sitio, no seáis caraduras –les ordené.

Los chicos fueron pasando uno tras otro. Algunos tardaban más y otros apenas un par de minutos. Los que esperaban turno estaban de pie mientras que los que habían pasado por la boca de Susana estaban sentados o tumbados comentando la experiencia y haciendo bromas.

Había pasado una hora y sonaron tres golpes.

-          Un momento que la chica quiere algo –les informé-. A ver, chicos. Creo que está cansada y necesita estirar las piernas. Todos al salón sin protestar ni alborotar. Luego os llamo. Los que faltan por meterla se pondrán en el mismo orden y los que ya han pasado pues… podrán ponerse en el mismo orden de antes. Venga, sin alborotar –les dije echándolos a todos fuera y cerrando la puerta con pestillo.

-          Sal, Susana, estamos solos –dije tras separar el mueble de la pared para que pudiera salir-. ¿Qué tal vas?

-          Cansada –respondió-. Me duele la mandíbula de tenerla abierta todo el rato. Algunas son bastante gordas –se quejó masajeándose los laterales de la cara.

-          Ya me imagino –dije ofreciéndole un bote refresco que rápidamente comenzó a beber-. El que estaba detrás de tu novio tiene un buen tronco.

-          No le llames “mi novio”, no me gusta. Me recuerda que le estoy siendo infiel por tu culpa. Yo quiero decírselo, pero tú me obligas a seguir con él.

-          Y eso es lo que vas a hacer porque yo te lo “pido”. Jajaja, si él supiera quién es la que se la está chupando a todos, jajaja.

-          No tiene gracia. Yo solo quiero hacerlo contigo… pero tú me obligas –dijo enfurruñándose y bajando la mirada al suelo.

-          Eres mía, no lo olvides, y por eso decido con quién lo haces. Pero puedes dejarlo cuando quieras. Solo dilo y no me volverás a ver –amenacé.

-          No… no quiero dejarlo. Te quiero y algún día me querrás solo para ti –dijo abrazándome y besándome en los labios.

-          Eso está mejor. Termínate el refresco y vuelve a tu labor –ordené-.

Mi “novia” hizo lo que le había dicho y frotándose las rodillas volvió a colocarse en posición de mamar pollas. Eché un vistazo a la jarra y contenía como un centímetro de líquido blancuzco. Le dije que estaba muy contento y que lo estaba haciendo muy bien mientras colocaba el mueble de nuevo en posición.

Todo se reanudó con la vuelta de los chicos. Todos fueron pasando uno tras otro las veces que quisieron. Algunos tres veces, otros cuatro y un par de ellos hasta cinco. Incluso hubo uno de los nuevos que quiso ponerse una sexta vez pero se lo negué.

-          La chica ha tenido que parar tres veces y está agotada. Ya no se te levanta y va a ser casi imposible que lo logre. Ya vale –dije interponiéndome entre el chico y el agujero.

-          Pero tú dijiste que… -comenzó a protestar.

-          Sé lo que dije y sé que te la ha chupado cinco veces. Eres un abusón y no te voy a volver a invitar, ¿está claro? Ahora vístete –le ordené-. Y vosotros también. ¿Qué os ha parecido? –pregunté en un tono más distendido.

Todos estuvieron encantados y me dieron las gracias efusivamente comentando lo increíble que había sido. Les dije que las gracias se las tenían que dar a la chica, que era la que había hecho el trabajo. Todos lo hicieron, Bruno acercándose con esa excusa al agujero para echar una mirada. No supe si había visto algo o no.

-          Eres increíble, Susana –dije sacándola de su encierro esta vez de manera definitiva cuando todos se habían ido-. Les has vaciado las pelotas varias veces. No me lo puedo creer. Si no lo hubiera visto con mis ojos…

-          Gracias… y aquí está la prueba –dijo levantando la jarra que tenía una parte llena-. ¿Para qué quieres esto? –preguntó mirando el contenido.

-          Pues… He pensado que me gustaría ver cómo te lo bebes ahora todo junto –dije con una sonrisa pícara de chico travieso.

-          ¡Qué guarro que eres! –dijo ella riéndose también-. ¿Quieres que lo eche en un vaso y me lo beba? Es asqueroso –dijo con una mueca de repugnancia.

-          No lo es. Es lo mismo que te habrías tragado tras cada corrida de uno de ellos en tu boca. ¿Dónde está la diferencia? –pregunté haciéndome el tonto. Marta me había hecho tragar mi propio semen (y no estuvo mal), pero solo la idea de acercar “eso” a mi boca… hacía que se me revolvieran las tripas.

-          Es que… No sé… Hay mucho y…

-          Lo mismo que te habrías tragado en pequeñas dosis –puntualicé.

-          Sí, pero en pequeñas dosis… Ahoraaa…

-          Es exactamente lo mismo. No lo entiendo. ¿Dónde está la diferencia?

-          Puesss… que visto así todo junto… impresiona. El color… es grumoso… y huele fuerte. Hace que me den arcadas solo con mirarlo –confesó ella.

-          Pues tendrás que sobreponerte y aguantarte. Susana, “te pido” que te bebas eso –dije marcando cada palabra para resaltar la orden.

-          ¿Puedes traerme un vaso? –pidió como para retrasar lo inevitable. 

-          Aquí tienes –dije volviendo de la cocina con un vaso de agua vacío.

-          Qué asco –dijo ella vertiendo el grumoso contenido de la jarra en el vaso que quedó casi lleno.

Se quedó mirando el vaso como retando a su estómago a que aguantara las náuseas.

-          ¿De verdad tengo que hacer? –dijo implorando.

-          ¡Sí, tienes que hacerlo! –dije poniéndome serio, a lo que Susana bajó la cabeza en señal de derrota incapaz de hacer lo que le ordenaba-. Venga, te propongo una cosa. Hazlo y durante dos días no solo no te “pediré” nada, sino que haremos lo que tú quieras. ¿Trato hecho?

Susana asintió. Con lentitud acercó el vaso a sus labios… pero no pudo. Hizo un nuevo intento… y tampoco. A la tercera vez se tapó la nariz con una mano y comenzó a verter el espeso líquido en su boca. Bebió un trago y paró. Mi cara de alegría y mis palabras animando a que lo hiciera de golpe para terminar cuanto antes fueron determinantes. Volvió a llevarse el vaso a los labios y, esta vez sin taparse la nariz, fue bebiendo como si de un zumo se tratase. Los ojos llorosos por el esfuerzo de aguantarse las arcadas eran la única prueba que aquello que contenía el vaso no era zumo de frutas sino el zumo de las pelotas de mis amigos.

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Una tarde convoqué a Susana para una de nuestras sesiones. Había avisado a Marta de que estuviera en su casa.

-          Qué guapa estás, Susana –le dije cuando llegó.

-          Gracias. Lo dices por cumplir, pero gracias de todas formas –dijo ella con una medio sonrisa pícara.

-          Sabes que no, que me gustas mucho. Y además hoy estás realmente guapa, de verdad.

-          Muchas gracias. Como ves, he ido a la pelu. ¿Te gusta? –preguntó ella.

Esa es una de las típicas cosas que nos pasan a los hombres. Nuestras chicas siempre están cambiándose de peinado, maquillaje… y no digamos de ropa. Es imposible darse cuenta.

-          ¿El peinado? Ah, sí, muy bonito. Me gusta –respondí sin ver la diferencia.

-          Todos sois iguales… unos mentirosos –dijo entre juguetona y enfadada-. No me he cambiado el peinado… Es el vestido. Lo he comprado para ponérmelo solo para ti.

-          Pues te sienta bien –dije y era sincero.

-          Me gusta porque es ligero, tiene vuelo… y es bastante transparente –dijo pícara.

Me fijé y pude apreciar, a través del estampado de flores, sus pezones. El tejido era muy ligero y se ajustaba bastante de cintura para arriba, con una falda bastante corta y con vuelo. Mientras lo miraba, Susana levantó la falda mostrándome que, como le había ordenado, no llevaba bragas. Tampoco sujetador como había podido comprobar antes.

-          Me lo he depilado yo sola. ¿Te gusta?

-          Veo que eres muy obediente… y que tomas iniciativas acertadas. Sí, me gusta todo lo que veo, estoy muy contento –dije y ella sonrió alegremente-. Ahora vamos a ir a ver a Marta. Quiero que hoy os hagáis amigas “más íntimas”, ¿lo pillas?

-          ¿Ahora?... ¿Con Marta?... Eso significa… que quieres que hagamos el amor entre nosotras… -dijo, y la sonrisa desapareció de su cara.

-          No exactamente. Quiero que hagamos el amor los tres –informé.

-          ¿Quieres que hagamos un trío?... No lo he hecho nunca.

-          Eso no es así. Recuerda lo que pasó en casa de Luis. Marta y tú estabais haciendo un 69 y yo follaba el culo de Marta… Eso es un trío –confirmé.

-          Tal vez, pero también estaban los chicos… No sentí que aquello fuera un trío.

-          También tienes tu parte de razón. En cualquier caso, hoy sí que vas a hacer un trío con ella. Otro día haremos un trío con un chico, ¿vale? –propuse.

-          ¿Otra vez me vas a compartir? No entiendo por qué, pudiendo tenerme solo para ti, quieres que esté con otros –dijo contrariada.

-          Pues por el sentimiento de propiedad. Comparto lo que es mío y, el hecho de poder compartirlo ratifica la propiedad y el orgullo de poseer algo que los demás me envidian. ¿Lo entiendes ahora? Es como tener un Ferrari, todos te envidian y les gustaría montarse, pero solo se montan los que quieres.

Susana se quedó pensativa. Al final su mirada confirmó que lo había entendido. Con mi mano acariciando directamente el culo de Susana, llamamos al timbre de la casa de Marta, al otro lado del rellano.

-          Hola, Lu… comenzó a decir Marta, quedándose muda cuando vio a Susana.

-          Hola preciosa. ¿Podemos pasar? –dije haciendo que Susana entrara con mi mano aún sobre la piel de su culo.

-          ¿Y… y ella? –dijo Marta.

-          Ya conociste a Susana en casa de Luis. Nos lo pasamos bien ¿eh? –dije guiñando exageradamente un ojo-. Ahora ya os conocéis las dos “cara-a-cara” y quiero que seáis buenas amigas.

-          Pero yo pensaba… -dijo Marta.

-          … que estaríamos solos tú y yo –terminé la frase-.

-          Pues sí… -confirmó dirigiendo una mirada de desilusión seguida por otra de celos.

-          Susana pensaba lo mismo, pero quiero que nos divirtamos los tres juntos. ¡Vamos! ¡Alegrad esas caras! –intenté animarlas-. Si cada una se lo pasa bien conmigo, juntos los tres nos lo vamos a pasar genial –y lo dije esperando que así fuera porque, una vez más, prefiero que hagan lo que yo quiero voluntariamente que obligadas.

Llegamos al dormitorio de Marta. Susana alabó sinceramente toda la casa de su compañera de “amo” y en particular la habitación.

-          Es muy bonita… y tiene sorpresas… Marta, saca por favor la caja de los juguetes.

Susana se quedó entre sorprendida y asustada cuando vio todo lo que había dentro de la caja que Marta sacó de uno de los armarios.

-          ¿Y vamos a usar todo esto? –preguntó  Susana con cara de susto.

-          No, claro que no –dije yo-. Tal vez usemos alguna cosa, pero nada más. ¿Qué pasa, te asustaron los látigos? Pero si eso a ti casi te gusta…

-          No es que me guste, perooo…

-          Hay cosas que sois parecidas y en otras sois totalmente opuestas –empecé a decir-. Marta soporta mal el dolor de golpes y latigazos y tú lo soportas muy bien…

-          No tanto…

-          …no me interrumpas… mientras que tú soportas mal que te la meta en el culo sin preparación y en cambio a Marta eso le encanta –terminé mi afirmación.

-          Eso es verdad –confirmó Marta-. Los golpes con la fusta no me gustan nada de nada, pero me encanta que me dé por el culo en plan salvaje. –Parecía que Marta olvidaba sus celos, al menos de momento.

-          Bueno, chicas, dejad eso. Pero no guardes la caja por si acaso. Venid, dadme un beso –pedí y los tres nos unimos en un abrazo y un beso a tres bandas.

Los besos y abrazos siguieron en caricias y desembocaron en los tres desnudos revolcándonos en la cama. Es fantástico retozar con dos mujeres desnudas… Hay todo un mar de tetas, culos, coños… que no sabes ni te importa lo que tocas, lames o sobas.

En un momento dado me encontré comiéndole en coño a Marta, que masturbaba a Susana, quien a su vez se metía mi polla hasta la garganta. La situación era muy morbosa y la boca de Susana muy activa, así que paramos antes de correrme pues estaba a punto.

-          A ver, chicas, tengo ganas de follaros. Y se me ha ocurrido una postura que no he probado. Susana, túmbate boca arriba con las piernas abiertas… y ponte una almohada bajo las caderas. Sí, así. Marta túmbate sobre ella. Muy bien. Ahora os tengo a mi disposición –dije colocándome entre las piernas de ambas.

Ante mí tenía sus cuatro agujeros juntos. Bueno, el culo de Susana estaba complicado pero los otros tres los tenía… digamos que “a-güevo”. Comencé a follar el coño de Marta, que es el que estaba en el medio. Era fantástico. Las chicas comenzaron a besarse apasionadamente. Decidí comenzar a follar el coño de Susana. El cambio de ubicación de mi polla no afectó a las chicas que seguían a lo suyo. “Joder, -pensé- dicen que no les apasiona comer el coño de la otra, pero la boca sí que les encanta”. Decidí divertirme ya que ellas estaban a lo suyo. Fui alternando y metiendo mi polla en sus coños a mi gusto. Tan solo un pequeño gemido salía de la garganta de Susana cuando era ella la receptora de mis atenciones.

Pero nada comparable al gemido de dolor que emitió Marta cuando se la metí de golpe hasta el fondo. No se lo esperaba en absoluto.

-          Aaaaghh… cabrón –gritó-. Me has destrozado. Joder… esto se avisa.

-          No me jodas, Marta. Esto te encanta –le dije.

-          Sí, pero no sin avisar –protestó-. No estaba preparada y el dolor ha sido mayor que lo habitual. Estaba disfrutando de tu polla en mi coño y de los besos de Susana, y lo que menos me esperaba era que…

-          Ya sabes que tu culo me encanta. Lo siento si te he hecho demasiado daño –dije sinceramente-.

-          No pasa nada. En desagravio… podrías comerme el coño como te he enseñado –sugirió Marta.

-          ¿Se lo has enseñado tú? –preguntó Susana-. Me encanta cómo me lo come.

-          Sí, fue mi alumno –confirmó- y le enseñé bien. Cuando un hombre sabe usar la lengua, prefiero que me lo coma él a que sea una mujer… No te ofendas –dijo Marta.

-          No, si yo estoy de acuerdo. Me gustó cuando lo hice contigo, pero prefiero que sea él porque, además, luego me folla y me deja totalmente satisfecha –dijo Susana.

-          Vale. Acepto el encargo –dije yo-. Voy a comeros el coño a las dos. Y lo voy a hacer con los ojos vendados porque tengo curiosidad de saber si soy capaz de adivinar de quién es el coño que me estoy comiendo.

Ambas estuvieron de acuerdo. Me vendaron los ojos, me tumbé en la cama y esperé. Veinte segundos después noté como las rodillas se colocaban a ambos lados de mi cara y a continuación me llegó el inconfundible olor a coño en celo.

Comencé a lamer. Por la postura no podía utilizar las manos, por lo que mi lengua tuvo que hacer todo el trabajo. No tengo idea del tiempo que pasó pero sí que costó un buen rato en que la dueña de aquél coño consiguiera correrse en mi cara. Instantes después el otro coño ocupó su lugar. El olor era parecido al primero pero no igual. El sabor tampoco era el mismo… y era un sabor que conocía bien… era Marta, estaba seguro. No tardó mucho en correrse gimiendo de manera más fuerte que Susana.

-          ¿Os ha gustado? –dije cuando la chica se recuperó del orgasmo y me permitieron levantarme.

-          Sí, mucho –dijo Susana-. ¿Y quién ha sido la primera de las dos?

-          Pues… tú, Susana –respondí-. La última ha sido Marta.

-          Jajajaja –rió Marta-. Qué bien conoces mi coño, golfo.

Les dije que ahora les tocaba a ellas darme placer con sus bocas y estuvieron de acuerdo. Fueron alternándose y me encantaba. Hice como que se besaran y metí mi polla entre las dos bocas. Era muy morboso sentir sus labios y lenguas mientras mi polla pasaba una y otra vez adelante y atrás. Pero lo que logró que me corriera fue tener toda la polla alojada en la garganta de Marta mientras mis pelotas estaban en la boca de Susana. El calor de sus bocas y la humedad de sus lenguas hicieron que me corriera abundantemente directamente en la garganta sin que ella pudiera saborearlo.

Estuvimos tumbados acariciándonos y jugueteando juntos. Todo muy agradable. En cuanto mi polla se recuperó, me follé sus culos hasta que ambas se corrieron. Como final, volvieron a esa maravillosa postura y volví a correrme con el masaje de la boca de Susana en mis huevos, solo que esta vez Marta logró que me corriera en la boca en lugar de la garganta. Ambas se dieron un apasionado beso en el que compartieron mi semen. Se me estaban volviendo muy golosas, jajaja.

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Susana se estaba portando realmente bien. Cumplía todo lo que le ordenaba aunque a veces no con la rapidez que yo quería. Parecía que lo pensaba, que valoraba si quería hacerlo y finalmente lo hacía. Pero no era eso lo que yo quería. Y esa duda hizo que me decidiera a pedirle una prueba más, una prueba difícil.

Susana me quería para ella sola y por eso esto no le iba a ser sencillo. Le dije que quería follarme a su hermana y que ella tenía que traérmela. Me dijo que eso no era posible, que su hermana (María, 15 años) todavía era virgen, que era muy tímida, que ella haría lo que quisiera… y mil cosas similares. Yo le dije que no quería a María para tenerla como a ella o a Marta, que solo quería poseerla unas cuantas veces y que la forma de lograrlo era su problema, que ella sabría cómo tenía que hacerlo, pero que quería desvirgar a su hermana cuanto antes.

-          No volverás a tener orgasmos hasta que me traigas a tu hermana –anuncié.

Apenas había pasado una semana cuando Susana me dijo que se hermana estaba a mi disposición. Esa semana había sido dura para ella. Nos habíamos visto a diario pero tan solo yo había disfrutado. Por supuesto que le había comido el coño y me la había follado, pero de forma que no llegara al orgasmo. Siempre la había dejado a punto de llegar… y eso era muy duro para ella porque estaba acostumbrada y lo necesitaba. No me gusta mucho lo de ser malo y egoísta, pero no siempre se puede hacer lo que uno quiere.

-          Ya he convencido a mi hermana de que sea tuya –me dijo en una de nuestros encuentros.

-          Muy rápida, te felicito. ¿Cómo lo has logrado? –pregunté lleno de curiosidad.

-          Yo ya le había hablado de ti, de lo guapo que eres, de tu carácter... También sabe que no quiero a Bruno, que estoy enamorada de ti y le he hablado de lo que hacemos y de lo que disfruto contigo. Solo he tenido que incrementar la presión hablándole de lo que se está perdiendo, de lo maravilloso que es el sexo, de lo feliz que va a ser disfrutándolo...

-          ¿Y sabiendo que me quieres… no le importa?

-          He dicho que lo hago por ella, porque la quiero mucho y porque quiero que pierda la virginidad con el mejor. Sí, jajaja, no te rías, se lo he dicho así. Le he prometido que serás muy cuidadoso y amable –me dijo Susana.

-          Lo seré, y tú también porque estarás presente cuando se lo haga –anuncié.

-          ¿Yo presente? No me hace mucha gracia ver cómo te follas a mi hermana… Es que me da vergüenza –dijo Susana.

-          Pues no debería ser así. Estuviste follando a saco en la fiesta que montamos en la casa de Luis, acuérdate. Allí, delante de todos y no tuviste vergüenza. Tampoco cuando lo hiciste con Marta… No entiendo por qué habrías de tenerla con tu hermana. ¿O en realidad son celos? –pregunté.

-          No, no, no, no es eso –aseguró, pero su tono sonaba falso.

-          Susana, no te creo. O temes que me encapriche de tu hermana y te deje por ella o es que me quieres solo para ti. Lo primero es que tú me gustas y no me voy a colgar con tu hermana. Al contrario que os pasa a vosotras, los hombres no nos colgamos ni con la chica con la que perdemos la virginidad ni a la que se la quitamos. Eso no es tan importante para nosotros. Y en cualquier caso, nunca te he prometido exclusividad. Para ninguno de los dos. Yo podré estar con otras y tú estarás con los que yo te diga. Eso es así. Si tú quieres otra cosa, eres libre de irte, no te obligo a nada –dije en tono serio para dejar las cosas claras y no alentar falsas esperanzas, mientras Susana extrañamente no me interrumpía.

-          No te oculto que sigo esperanzada que eso cambie y me quieras solo a mí, pero lo que has dicho es la realidad de nuestra relación… y lo acepto –dijo agachando la cara-. Estaré presente en la desfloración de mi hermana.

-          …y participarás.

Susana se quedó sorprendida con la boca entreabierta para decir algo, pero mi mirada y el tono con el que se lo había dicho no dejaban lugar a modificaciones, por lo que asintió levemente. Decidí que era buen momento para recompensar su entrega y devoción con una sesión de sexo orientada a ella. Entre mi lengua y mi polla lograron que se corriera tres veces.

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Llegó el día de la primera vez de María. Aprovechamos una tarde en la que sus padres no estaban y quedamos en su casa pues la pequeña lo prefería así.

Las dos hermanas estaban preciosas. Ambas se habían peinado y maquillado de una manera muy suave y elegante. También se habían puesto unos vestidos de estilo ibicenco, algo transparentes que les sentaban de maravilla. Tanto es así que tuve una erección inmediata. Aquello no pasó desapercibido para las chicas ya que mi ligero pantalón marcó claramente el bulto que se acababa de formar. María se tapó la boca para que no la viera reír, aunque eso lo hizo más visible aún.

María estaba muy nerviosa, y aquella situación ayudó un poco a que se relajara. Aproveché esa inercia para sugerir que podíamos tomar una copa y les dije que pusieran música para bailar un poco. Mientras yo preparaba las bebidas ellas pusieron música y despejaron un poco el salón para que tuviéramos sitio para bailar.

Pasamos un buen rato bailando los tres juntos. Yo bailaba con las dos pero prestando más atención a María. Quería que sintiera que era la preferida de las dos, aunque sin menospreciar a Susana.

Tras la segunda copa la situación se fue caldeando. Las chicas se movían más sensual y sexualmente frotándose insistentemente contra mí. Yo aprovechaba para acariciarlas con suaves roces y así comprobé lo que sus vestidos transparentaban, que ninguna llevaba sujetador y que bajos los vestidos llevaban tan solo sus blancas braguitas.

En un momento dado, los tres formábamos un grupo compacto. Yo abrazaba a María y Susana me abrazaba por la espalda mientras apenas nos movíamos. María me besaba torpemente los labios y Susana me besaba y mordisqueaba el cuello mientras sus manos intentaban acariciar mi polla, que estaba a reventar. Por mi parte, mis manos sobaban y apretaban el jugoso culo de María.

No recuerdo bien cómo, pero instantes después estábamos en la misma situación pero tumbados sobre la cama de los padres de ellas. Yo seguía besando a María cuando noté que me abrían la bragueta y una boca engullía mi dolorosamente duro miembro. Susana estaba haciendo un trabajo magnífico…

-          Susana, déjame hacérselo. Hoy quiero aprenderlo todo –pidió la hermana menor.

Susana se apartó dejando mi polla al alcance de María. La chica comenzó torpemente a chupar la punta, pero se notaba que era su primera vez. Entonces Susana le empezó a decir cómo debía hacerlo. Las explicaciones teóricas fueron acompañadas de demostraciones prácticas y me encontré con que me estaban haciendo una mamada dos preciosas hermanas de 15 y 17 años.

Estaba en la gloria. Tanto me gustaba y tan excitado estaba que en pocos minutos me corría parte en la boca y parte en la cara de María, ya que se había apartado al sentir el primer lechazo en su boca. Su hermana mayor le dijo que se lo tragara, que estaba bueno y le gustaría, mientras lamía su cara tragándose lo que en ella había.

Mi polla apenas había perdido dureza y podría haberlas penetrado inmediatamente, pero decidí que lo mejor sería darle placer a María comiéndole el coño antes de pasar a la desfloración que seguro sería algo dolorosa.

Procedí a desnudar a María, quitándole el vestido. Al bajarle las bragas comprobé que tenía el coño completamente depilado.

-          Susana me ha dicho que te gustan así y yo he estado de acuerdo. Ella me lo ha afeitado. ¿Te gusta? –preguntó ruborizada.

-          Me encanta. Es precioso… pero seguro que eso ya te lo han dicho –dije yo.

-          Oh, no. Nadie me lo ha visto antes. Bueno, tan solo mi hermana, pero ningún chico…

-          Jajaja, ya me imagino. No tengas vergüenza, es precioso, te lo aseguro. ¿Quieres que siga… estás decidida? –dije para que me confirmara que quería perder su virginidad conmigo.

-          S…Sí. Estoy decidida. Quiero perder mi virginidad y empezar a disfrutar del sexo –afirmó convencida.

-          ¿Y seguro que quieres que sea yo el que…?

-          Oh, sí, por favor –dijo suplicante-. Eres muy guapo y Susana dice que serás muy cuidadoso, que harás todo lo posible para que me duela poquito.

-          Puedes estar segura de eso. ¿Y no te importa que yo esté con tu hermana? –insistí.

-          Bueeno… Me da corte que vayas a compararme con ella, que ya tiene experiencia –dijo nerviosa, y enseguida prosiguió-. Pero ella es la que hace el mayor esfuerzo. Seguro que no te es fácil que vaya a estar con tu novio, ¿no Susana? –preguntó la menor.

-          No importa, yo lo hago por los dos. Por ti, porque te quiero mucho y porque quiero que tu primera vez sea buena, no como la mía con aquél imbécil. Y por Lucas, porque estoy tan enamorada que haré todo lo que me pida y, ya que no pude darle mi virginidad, le ofrezco la tuya –dijo Susana abrazándonos a ambos.

-          Te lo agradezco, Susana… os lo agradezco a ambas, de verdad, pero el sentimentalismo no es lo mío. Vamos a hacer que María disfrute. Susana haz que se relaje mientras se lo como –indiqué y al instante ambas se abrazaron acariciándose mutuamente cara y pechos.

El coño de María estaba encharcado. La situación era muy excitante para ella. Aquello me facilitaba la tarea. Comencé a lamer toda la zona alrededor de su coño antes de atacar a sus labios y clítoris tal como me había enseñado Marta. Poco a poco su respiración cambió y pequeños gemidos hicieron aparición. Levanté la mirada y comprobé que María estaba inmóvil, con los ojos cerrados, concentrada en las sensaciones que recibía de su cuerpo, con respiración agitada. Susana lamía y acariciaba sus pechos, mucho más pequeños que los suyos. Entre los dos estábamos lográndolo.

Cuando ataqué directamente al clítoris con mi lengua e introduje brevemente la punta de mi dedo sus gemidos se interrumpieron y su espalda se arqueó bruscamente. Habíamos logrado  que alcanzara el orgasmo.

-          Ooooh… ¡Qué mareo!... Gra… gracias, chicos. Ha sido maravilloso –dijo María.

-          Me alegro que te haya gustado –dijo Susana-. Cuando tú digas pasamos a la penetración, ¿vale?

-          Claro, cuando estés preparada –confirmé.

-          Claro, claro… Pues estoy tan relajada que ahora… Ahora quiero sentirte dentro de mí. ¿Cómo me pongo? –preguntó la todavía virgen.

Susana trajo rápidamente unas toallas. Extendió la más grande sobre el borde de la cama y puso una doblada encima, haciendo que su hermana se acostara boca arriba sobre ambas.

-          No te preocupes por nada, todo va a estar bien –le dije colocándome entre sus piernas flexionadas e inclinándome para besarla suavemente-. Voy a ser muy cuidadoso, ya lo verás, pero ya sabes que algo sí que te va a doler. Tu hermana te cogerá la mano, ¿vale?

-          SSí… cuando quieras –dijo con cierto temor.

Acaricié todo su sexo con mi polla, jugando, hasta que se la puse en la entrada. María respiró profundamente y se agarró fuerte de la mano de su hermana. Entonces María me hizo un gesto con la cabeza de que estaba preparada.  Mi polla penetró un poco hasta que noté la resistencia del himen. Comencé entonces un suave balanceo adelante y atrás. Poco a poco fui penetrando un poco más hasta que noté que la resistencia del himen cedía y un gesto de dolor se dibujaba en la cara de María.

-          Ya no eres virgen, felicidades. ¿Te hago daño? Si quieres paro –pregunté.

-          No, no, por favor, sigue, puedo aguantarlo. Me gusta sentir tu polla dentro de mí –contestó.

Seguí follando el estrecho coñito durante un rato. María se relajó y tranquilizó. Susana le acariciaba la cara y los pechos mientras ambas miraban como mi polla entraba y salía. Seguimos así un rato hasta que María mostró indicios de que prefería dejarlo.

-          Lucas, ha sido fantástico, gracias. Ha sido inolvidable. He tenido mi primer orgasmo, he perdido la virginidad… y has sido muy amable. Te debo una –dijo la ya nueva mujer.

-          Gracias, te lo recordaré, jajaja –bromeé-. Eres maravillosa. Ahora ya sabes lo que es hacer el amor. Solo tienes que disfrutar del sexo… pero con cabeza, ¿vale?

-          Ya me encargo yo del asesoramiento –dijo la hermana mayor abrazándola-. ¿Te parece que ahora le mostremos la diferencia entre “hacer el amor” y “echar un polvo”? –me propuso-. Tú no te has corrido y yo también tengo ganas…

Estuve de acuerdo y Susana rápidamente se arrodilló y empezó a hacerme una mamada. Esta chica cada día lo hacía mejor, parecía una aspiradora. No solo era una maravilla lamiendo y chupando el glande, sino que sabía metérsela entera hasta la garganta manteniéndola un rato dentro y masajeándola. En una de esas ocasiones no pude aguantar más y me corrí directamente en su esófago. María miraba asombrada las proezas orales de su hermana, proezas que prometí enseñarle a realizar.

Mi polla había relajado un poco su dureza, por lo que ambas se pusieron juntas a trabajar chupándomela al mismo tiempo y en un par de minutos estaba otra vez en forma. Comencé a follar el coño de Susana que estaba bien húmedo. Follamos en varias posturas y siempre de manera enérgica, con ganas. Susana tenía la cara acalorada por la excitación. Decidí aprovechar la excitación que ya tenía ella para hacer que se corriera. Hice que se colocara tumbada boca arriba y la penetré en la postura “del misionero” pero haciendo que mi cuerpo rozara y estimulara lo más posible su clítoris. Un minuto después los gemidos de la chica y las contracciones de su coño me confirmaban que se estaba corriendo.

-          Bueno, chicas. ¿Qué os parece si nos damos una ducha? –propuse.

-          Sí, perfecto. Además tenemos una ducha grande y podemos meternos los tres –dijeron entre las dos.

Nos metimos en la ducha y comenzamos a enjabonarnos. Bueno, en realidad ellas me enjabonaban a mí sin que yo pudiera corresponder mucho. Poco a poco, con tanto sobo nos fuimos calentando, sobre todo María que se terminó arrodillando y metiéndose torpemente mi polla en la boca mientras se acariciaba su sexo. Aquello me volvió a excitar, hice que las hermanas se abrazaran, me puse detrás de María, tiré hacia mí de sus caderas y de manera sorprendentemente fácil la volví a penetrar.

María se abrazaba a su hermana con su cara encima de los pechos de esta, quien le acariciaba la cabeza. Apenas si cruzó por mi cabeza la idea de si le estaría haciendo daño y tampoco me preocupé de su placer. Comencé a follarla con ganas. Mi placer era lo único que me importaba. María comenzó a gemir y advertí que la mano de Susana estaba oculta entre las piernas de la menor. Me agarré de sus hombros y mis movimientos de pelvis fueron aún más acentuados…

-          No… no la… saques… -dijo María-, córrete… dentro… por favor.

Así lo hice y me corrí con gran placer en su recién estrenado coño.

-          Gracias… me ha encantado… Me ha gustado más que antes –dijo María cuando recuperó la respiración-. Tienes que follarme siempre así –me pidió.

Terminamos de ducharnos y nos fuimos secando unos a otros. Me vestí y me despedí de ellas pues se estaba haciendo tarde. Ellas, todavía totalmente desnudas, me abrazaron y nos fundimos en un húmedo beso con trres lenguas.

-          Quedamos pasado mañana en mi casa. María tiene mucho que aprender… y disfrutar –dije guiñando un ojo-. Mientras quiero que practiquéis entre vosotras. María, no digas que no. A tu hermana también prefiere los chicos pero sabe disfrutar del cuerpo de una chica. Y tú debes aprender. Tienes que saber dar y recibir placer sea quien sea. Necesitas conocer tu cuerpo y sus reacciones. ¿Entendido? –dije dándoles un breve beso con lengua a cada una.

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En aquella época las tardes las alternaba con Marta y con Susana. Tras la desfloración de María, durante aproximadamente un mes las tardes de Susana las pasaba con ambas hermanas al mismo tiempo.

Estaba extrañado porque el carácter de Susana era bastante posesivo y yo sabía que no le gustaba tenerme que compartir con Marta, pero lo aceptaba. Ahora, además de con Marta, tenía que compartirme con María y yo temía que eso tensara el ambiente… pero no. Todo iba muy bien, no lo entendía pero me alegraba.

Les había pedido (bueno, pedido a María y ordenado a Susana) que practicaran entre ellas. Ambas pusieron mala cara cuando se lo dije y pensé que eso tampoco ayudaría. Pero me equivocaba. Según me confesaron tras la primera semana de tríos, las primeras veces que se habían tocado mutuamente lo habían hecho tan solo porque yo se lo había “pedido”, pero al poco notaron que no estaba mal y habían logrado gran armonía entre ellas. El notar ambas cómo su hermana disfrutaba con sus caricias las había unido y, aunque a ninguna le gustaban las mujeres, estaban encantadas con dar y recibir placer de la otra.

En aquellas tardes María aprendió mucho. Logró hacer mamadas bastante buenas, llegando a meterse toda mi polla hasta la garganta. Pudo ver y practicar toda clase de posturas. Aprendió a recibir placer viniera de quien viniera, y también a lograr alcanzar el orgasmo con cierta facilidad. No le hacía ascos a sexo lésbico y estaba acostumbrada a los tríos.

María había aprendido a disfrutar del sexo y a hacer disfrutar a la persona que compartiera su cama, fuera hombre, mujer o ambos. Estaréis pensando que todavía no estaba todo y que quedaba una cosa muy importante, ¿verdad? Es cierto que nunca se termina de probar todo, pero lo que estáis pensando sí que lo probó: el sexo anal. Pero no creáis que fui yo quien desvirgó su ano… fue su hermana. La primera vez que sintió que le metían algo por el culo, no fue mi polla sino Susana con un arnés. Quise cederle ese honor por lo bien que se estaba comportando. Por supuesto que luego disfruté ensanchando su culo muchas veces, pero la primera vez fue entre hermanas. Y no la última, porque el arnés participó en varias sesiones y ambas se porculizaron mutuamente con gran gusto.

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Estaba atendiendo a tres mujeres y la situación se ponía intensa. Marta cada vez le gustaba el sexo más duro y las tardes que pasaba en su compañía eran muy exigentes en rendimiento físico. Tuve que pedirle a Bruno que viniera alguna tarde para echarme una mano… lo que hizo encantado, por supuesto. Las tardes que estaba con las hermanas también eran bastante intensas. Follar con dos chicas de 15 y 17 años, ambas hambrientas de sexo, probando posturas, culos, bocas… Seguro que podéis imaginarlo, ¿verdad?

Llegó un momento (aproximadamente el mes que comenté antes) en el que la situación necesitaba un cambio. Marta era mi esclava medio voluntaria, además de vecina. Aparte de estar buenísima, disfrutaba muchísimo haciendo como que la obligaba. Digo “haciendo” porque en realidad ella lo hacía encantada porque le encantaba someterse a mis caprichos y era muy morbosa.

Susana seguía perdidamente enamorada de mí. Hacía todo lo que yo quería sin pensarlo. Era una esclava voluntaria que me había dado hasta la virginidad de su hermana. Incluso seguía follando con mi amigo Bruno a pesar de no quererle tan solo porque yo se lo pedía.

María. Yo la había desvirgado y para las mujeres eso es importante, no se les olvida nunca. Llevaba un mes follándomela y haciendo con ella lo que quería, pero su motivación no era ni tan intensa ni tan duradera como la de Marta y Susana. Entonces se me ocurrió.

Todavía no sé bien cómo se lo planteé ni cómo logré que aceptara la idea. Una tarde estaba con Bruno, mi amigo. Charlábamos de nuestras cosas y nos reíamos de nuestras tonterías. La conversación derivó hacia las mujeres, como era habitual. Entonces comencé a mencionar a María, lo guapa que era, lo obediente que parecía, si sería mejor como novia que Susana… Poco a poco esa idea fue calando en la mente de Bruno, ya que Susana no era la mejor de las novias. Al poco Bruno dijo que realmente le gustaría estar de novio de María en lugar de su hermana mayor. Yo le dije que le ayudaría a realizarlo y que confiara en mí sin darle de momento más explicaciones. Bruno se mostró entre sorprendido y escéptico pero aceptó.

Al día siguiente llamé a Susana y le conté mi plan en líneas generales. En mi sesión con las hermanas, tras0 logar que María tuviera un buen orgasmo, comencé a hablar con Susana sobre Bruno entre nosotros. Hacía que le preguntaba sobre mi amigo tan solo para que ella le alabara profusamente. Mientras María se recuperaba de su orgasmo, escuchaba como su hermana me contaba lo amable y detallista que era (era cierto, solo que ella lo magnificaba aún más), me hablaba de la calidad de sus dotes amatorias y de lo feliz que sería la mujer con la que terminara casándose. Terminaba por decir que lo único que les distanciaba eran sus aficiones, que enumeró, pero que no compartían aunque casualmente sí que coincidían con las de María. Le pregunté el por qué no le dejaba si tanto le separaban sus aficiones, a lo que ella contestó que era tan bueno que esperaba a que apareciera otra mejor ya que no quería causarle dolor al dejarle.

María se incorporó a la conversación intrigada por lo que su hermana contaba. Claro que conocía a Bruno, le había visto con su hermana muchas veces y no le caía mal. Empezó a hacer preguntas… y poco a poco empezó a interesarse. Entonces yo le propuse que, ya que estaba agradecida estaba a su hermana por todo lo que había aprendido con nosotros, le devolviera el favor haciéndose novia de Bruno. Volví a enumerar todas las virtudes que Susana había nombrado para demostrarle que no perdía nada y que así tendría un hombre para ella sola con quien disfrutaría de un sexo de calidad.

María se quedó pensativa. Miraba a su hermana, me miraba a mí… de nuevo a su hermana… Le pregunté qué es lo que tenía en la cabeza, que qué era lo que le preocupaba. Lentamente confesó que era cierto que quería un novio para ella sola y que Bruno le gustaba, pero que no quería dejar de estar conmigo, que me quería mucho y que le gustaba lo que hacíamos juntos los tres. Susana le dijo que aquello no tenía por qué acabar… Yo rápidamente tomé la palabra y con un abrazo le dije que yo también la quería mucho y que podríamos repetirlo siempre que ella y su hermana quisieran. Incluso Bruno. Es más, le dije que la mejor forma de hacer que Bruno quisiera que ella fuera su nueva novia era haciendo una sesión los cuatro. Así ambos podrían conocerse y ver si eran tan compatibles en la cama como lo eran en sus aficiones. Ambas estuvieron de acuerdo y propusieron su casa como lugar del evento ya que dos días después sus padres no estarían. Yo estuve de acuerdo y quedé en convencer a Bruno.

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-          Bruno, ya tengo solucionado el que conozcas “íntimamente” a María. Sabiendo lo que te gusta el sexo en grupo seguro que vas a decir que sí –le dije animadamente.

-          Claro que me gusta, me pone a mil solo la idea –respondió Bruno-. ¿Qué has tramado?

-          ¿Qué te parecería si nos folláramos juntos a las dos hermanas? Ya las tengo convencidas y faltas solo tú.

-          ¿Están de acuerdo en follar en grupo? ¿De verdad, cómo lo has conseguido? ¿María también? Pensaba que era virgen –repuso.

-          No es virgen y parece que ha estado practicando un poco. Están de acuerdo. María quiere conocerte porque su hermana te ha puesto por las nubes. Si mañana te esfuerzas en que disfrute mucho y luego la tratas bien consigues una novia fantástica… ¿Qué me dices, te apuntas? –insistí de nuevo.

-          Ya lo creo. María siempre me gustó, pero me parecía una santurrona y me cortaba el rollo. Además la idea de follarme a las dos hermanas juntas… ¡es un puntazo! Claro que me apunto –confirmó.

-          Hecho. Tan solo te pido que no hagas preguntas y que te limites a disfrutar –solicité para evitar que una pregunta a destiempo pudiera echarlo todo a perder.

Al día siguiente llegamos juntos Bruno y yo a la casa de las hermanas. Nos recibieron vestidas y arregladas de forma que estaban preciosas. Nos llevaron al salón donde nos sentamos a tomar unas bebidas y a charlar. Bueno, eso pensábamos porque pocos minutos después las chicas pusieron música y se pusieron a bailar para nosotros. La música era muy sensual y ellas se movían de manera muy erótica. Entonces, mientras bailaban comenzaron a acariciarse y a desnudarse mutuamente. Aquello nos puso a cien y Bruno comenzó a sacarse la polla. Pero Susana le dijo que no con gestos, por lo que volvió a metérsela dentro.

Las chicas estaban totalmente desnudas salvo dos minúsculos tangas de color blanco que realzaban aún más su desnudez. Siguieron bailando entre ellas hasta que se acercaron a nosotros. María se arrodilló delante de Bruno y Susana de mí, nos sacaron las pollas y comenzaron a hacernos unas mamadas espectaculares. Susana me tenía en el cielo metiéndose y manteniendo mi polla en su garganta. Bruno, a juzgar por los sonidos que emitía, tampoco se lo estaba pasando mal. María puso en acción todo lo aprendido conmigo y su hermana durante el último mes y logró que Bruno se corriera por primera vez.

-          ¿María, te lo has tragado? –preguntó sorprendido Bruno.

-          Sí. Sabes muy bien –respondió la hermana pequeña.

-          No creía que… A muchas chicas no le gusta hacerlo –repuso él.

-          Porque son tontas. Están tan orgullosas de lograr meterse una polla hasta la garganta y luego se hacen las estrechas y no quieren tragarse algo tan rico. Qué estúpidas –afirmó María.

-          No pensaba que eras así –dijo Bruno-. Me tienes gratamente sorprendido.

Mientras, Susana había logrado que me corriera y se encontraba lamiendo las últimas gotas. Las chicas nos cogieron de la mano y nos llevaron a la cama de sus padres, la misma en lo que yo había desvirgado a la chica que, desnuda, llevaba a mi amigo de la mano. Las chicas se tumbaron en la cama y nosotros nos desnudamos rápidamente.

-          Ahora os toca a vosotros, chicos. Demostradnos lo que sabéis hacer –ordenó Susana retándonos al tiempo que se colocaban sendos cojines bajo las caderas y abrían sus piernas mostrándonos sus húmedos coños.

Me acerqué a Bruno, le susurré que ahora era el momento de esforzarse si de verdad le gustaba María y le sugerí que hiciera lo mismo que yo. Asintió con la cabeza y nos pusimos en posición. Comencé, como Marta me había enseñado, a lamer y acariciar los alrededores. La parte interior de los muslos, el pubis, el perineo e incluso el ano recibieron profusamente la visita de nuestras bocas y lenguas. Bruno seguía atento mis indicaciones y parecía que a María le gustaba lo que sentía porque gemía suavemente.

Poco a poco me acerqué a su sexo, comenzando por los labios mayores… y luego los menores… para llegar bastante después a su clítoris. Los gemidos de ambas se intensificaron haciéndose mucho más audibles cuando metimos cada uno y par de dedos en sus encharcadísimos coños.

Susana estaba muy excitada. Sus manos agarraban y estrujaban las sábanas y su cabeza giraba hacia un lado y el otro con los ojos cerrados. María, por su parte, se pellizcaba los pezones y sujetaba la cabeza de Bruno con la otra mano. Su boca estaba entreabierta y sus ojos muy abiertos.

Susana fue la primera en correrse apretando mi cabeza contra su sexo con ambas manos, para después separarme. Pero yo no me quité del todo y comencé a lamer de nuevo el pubis y los muslos. Cuando se relajó un poco, mi lengua volvió a jugar con su clítoris y poco después se corría de nuevo. Esa vez me apartó del todo, cerrando las piernas y girándose de lado. Ya tenía bastante.

Mientras eso pasaba, María había llegado también a su orgasmo. La diferencia era que María no hacía el menor intento de apartar a mi amigo de su sexo. Sus gemidos subían y bajaban de intensidad como si estuviera teniendo una serie de orgasmos en cadena. Aquello duró varios minutos hasta que le pidió que por favor parara.

-          Vaya, María, sí que has disfrutado –comentó Susana.

-          Ooh… ya lo creo –contestó cuando logró recuperarse-. Ha sido increíble. He tenido toda una cadena de suaves orgasmos. Maravillosos…

-          Cuanto me alegro. Yo he tenido dos… pero intensos. Estoy como flotando –afirmó Susana.

-          ¿Entonces nos dais un aprobado? –preguntó Bruno.

-          No, un sobresaliente –bromeó María dándole un intenso beso con lengua-. Soy tuya, haz conmigo lo que quieras –ofreció bromeando teatralmente.

Pasamos entonces a follar como conejos. Probamos a hacerlo en todas las posturas que se nos ocurrieron. Todas las propuestas de todos fueron aceptadas. Nos lo pasamos genial. Los dos follamos con ambas hermanas, aunque principalmente Bruno folló con María y yo con Susana. Parecía que se compenetraban bien. Si eso era así, mi plan habría funcionado a la perfección. María tendría un novio mejor que yo, Bruno una novia que le atendería con más ganas, Susana podría ser mi novia, tal como ella quería, y yo dispondría de más tiempo para Marta y Susana. Todos contentos.

Estuvimos más de una hora follando sin parar. Bruno propuso hacer un descanso y al momento volvió con unas bebidas.

-          Chicas, hasta ahora hemos follado y nos lo hemos posado bien. Pero me pregunto qué pensáis sobre el sexo anal. ¿A favor, en contra, lo habéis probado, no... os apetece o para nada? –preguntó Bruno mirando a María.

-          ¿De qué vas? ¿Por quién nos tomas? –dijo Susana.

-          ¿Por qué te enfadas? Es una pregunta legítima. Sé que tú lo has probado pero no sé si María. Si a ella le apetece, a mí me encantaría. No  hay por qué enfadarse –respondió.

-          Vale, perdona –las chicas se miraron poniéndose de acuerdo-. Sí, María lo ha probado…

-          … y no me desagrada –continuó la pequeña-. No es que me encante, pero podemos hacerlo… si no eres muy bruto.

-          Seré muy cuidadoso, te lo prometo. Vaya, me tienes sorprendido, no pensaba que fueras tan marchosa. No solo la chupas y follas de maravilla sino que también te va el sexo anal –dijo mi colega.

-          Pues claro, ¿qué te piensas? ¿Qué solo a vosotros os gusta pasarlo bien? Mi hermana me ha enseñado muchas cosas –afirmó María mirándome un instante para indicarme que iba a mantener oculto el hecho de nuestros tríos sexuales-. Claro que lo he probado.

-          Ya me imagino que Susana te habrá dado consejos sobre cómo chuparla y todo eso, pero no creo que en el sexo anal… -insistió Bruno.

-          Bruno, eres muy majo pero hay veces que no te enteras –dijo Susana-. Yo no tengo polla pero tengo un arnés, y con él puedo enseñar a mi hermana cómo se chupa una polla, probar posturas del kamasutra y practicar el sexo anal… ¿está claro?

-          ¿No me digas que tú le has dado por el culo a tu hermana? Eso tengo que verlo –dijo Bruno bromeando.

-          Podrías verlo si no te estuvieras portando así –afirmó Susana.

-          ¿Cómo me estoy portando?

-          Como un crío, un niñato –dijo Susana encarándose.

-          Pues no creo que tengas razón, pero en cualquier caso no era mi intención. Si te he ofendido, te pido disculpas –dijo mi amigo haciendo una parada para ver la reacción de la chica y al ver que no decía nada prosiguió-. Vamos, anímate, no lo estropeemos –dijo dándole un beso.

-          Vale, pero cállate que solo dices tonterías. Pues sí, no tenemos polla pero nos apañamos, ¿verdad María?

-          Sí, y nos encanta –afirmó la pequeña guiñando un ojo a su hermana y a mí.

-          Lo acepto. ¿No habría forma de veros follando la una a la otra?... Por favoooor… -insistió.

-          Pueees… -las hermanas se miraron- vale, si vosotros también folláis entre vosotros –dijo María pícaramente.

-          No, eso no es posible. Mi culo es sagrado. ¿El tuyo, Lucas?

-          Qué cabrón eres. Tú tienes el capricho y quieres que el que ponga el culo sea yo.

-          Venga, tío, ¿no te mueres de ganas de ver a dos chicas follando? Va a ser la bomba. ¡Venga!

-          Eres un cabrón… De acuerdo, pero tú también vas a currar. Chúpamela, y si consigues que me corra te dejo que me des por el culo. ¿Trato? –le dije alargándole la mano.

-          ¿Chupártela? No lo he hecho nunca. ¿Y ya te han dado por el culo antes? –preguntó extrañado.

-          Sí, pero no con una polla sino con un arnés… No, no han sido ellas –afirmé antes de que preguntara más-. ¿Trato o no? Decídete.

-          Vale –dijo estrechándome la mano-. Ver a dos hermanas follando con un arnés y ser el primero en darte por el culo, bien vale el esfuerzo de chuparle la polla a mi amigo, jajaja.

-          Sí, te voy a dejar que me des… pero recuerda el refrán… “según la ley de Mahoma, tan maricón es el que da como el que toma”, jajaja, no lo olvides –dije para que no quedara por encima.

Me senté cómodamente en la cama y Bruno se arrodilló entre mis piernas. Dudaba, no sabía qué hacer. Le daba “cosa” tocar una polla que no era la suya.

-          Venga, Bruno, ¿qué pasa? ¿te asustas de una polla más grande que la tuya? –bromeé.

-          No, cabrón, para nada es más grande. Al contrario, es que no me he traído la lupa y no la encuentro –me devolvió la broma.

La tomó con la mano y comenzó a pajearme suavemente. La miraba fijamente y pasado como un minuto se la metió en la boca. Susana empezó por animarle y prosiguió por indicarle lo que tenía que hacer. Noté que empezaba a gustarme lo que sentía y que una boca da mucho placer tanto si es de chico como de chica.

Me dejé caer para atrás y cerré los ojos para concentrarme en las sensaciones. Entonces noté que la cama se movía porque alguien se acababa de subir. Al instante tenía un primer plano del coño de María y su voz que me lo ofrecía. Me concentré en lamerlo y así logré abstraerme de quién me la estaba chupando. Además las piernas de María pegadas a mis orejas hacían que apenas oyera las indicaciones de Susana. Al poco me corría en la boca de mi amigo, quien lo escupió al instante sobre mi cuerpo. Susana se lo reprochó y comenzó a lamerlo ávidamente.

-          Yo he cumplido mi parte y se la he chupado. Ahora os toca a vosotras, chicas. ¿Quién se va a follar a quién? –preguntó frotándose las manos.

-          Pueesss… -dijo María mirando a su hermana-. Yo voy a follar el culo de mi hermana. ¿Te vale? Pero mientras me lo coloco, tú tienes que ponerle lubricante y dilatárselo –le ordenó a Bruno y así lo hicieron.

Susana se acostó sobre el borde de la cama y María se acercó con el arnés colocado. Tras poner más lubricante sobre la punta, lo acercó al ano de su hermana y con suavidad lo fue introduciendo, esperando a que se fuera acostumbrando a la intrusión. Cuando lo tuvo todo dentro comenzó lentamente a follarse a su hermana.

-          María, lo haces muy bien –dijo Bruno-. Estáis increíbles. Ha merecido la pena lo que he tenido que hacer.

-          Gracias. ¿Ves como no os necesitamos? Podemos practicar entre nosotras. Así he aprendido –dijo María mirándome brevemente.

-          Ya lo veo. Y si… -dudó en proseguir Bruno-, ¿y si te pido unirme a vosotras? Podemos hacer un tren.

-          ¿Qué quieres decir? –preguntó Susana.

-          Pues que, mientras tu hermana te porculiza, yo podría hacerle lo mismo a ella… como si fuéramos un tren…

-          No me parece mal –dijo María que parecía dispuesta a lograr que Bruno se enamorara de ella.

-          Entonces… yo quiero que Lucas también participe. Mi coño está vacío y podría ocuparlo. ¿Te animas? –me preguntó pícaramente.

Por supuesto que accedí. Me tumbé sobre la cama, Susana se metió mi polla, a continuación María le metió su polla de goma en el culo y se echó hacia adelante para que Bruno se la metiera por su dilatado y lubricado ano. No fue fácil la maniobra y mucho menos lograr moverse acompasadamente. Lo consiguieron unos poco minutos y poco después se desmontaba aquello y nos limitamos a seguir dando por el culo cada cual a su chica. Era curioso ver a María a cuatro patas con el arnés todavía puesto siendo porculizada por Bruno. Parecía que mi amigo se estaba follando a un travestí. Tras mi comentario, todos estuvieron de acuerdo y estallamos en sinceras risas.

Poco después dimos por terminada la sesión, nos duchamos y vestimos dejando a las chicas tan contentas y satisfechas como nosotros lo estábamos.

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Mi plan resultó un éxito. Bruno y María siguieron de novios. Ambos estaban muy contentos y felices. Follaban como conejos siempre que tenían ocasión.

Yo pude dedicar más tiempo a Marta y a Susana. A veces por separado y algunas veces juntas. El único problema es que Susana estaba muy enamorada, se sentía amenazada por Marta y tenía celos de ella. La única forma de solucionar aquello era contarle la verdad y así lo hice.

Le expliqué que yo no estaba enamorado de Marta ni ella de mí. Que estaba conmigo porque le hacía chantaje (eso era cierto al principio aunque en esos momentos Marta cooperaba de buen grado pues le gustaba sentirse dominada) y le mostré los vídeos que tenía. Aquello pareció tranquilizar su espíritu y se relajó.

-          ¿Entonces… ella es nuestra esclava? ¿Podemos hacer con ella lo que queramos? –preguntó Susana con un brillo morboso en los ojos.

-          Creo que no. Marta es MI esclava sexual. Solo yo le doy órdenes… Se las doy de la misma forma que a también te las doy a ti aunque por distinto motivo. A ti porque quieres estar conmigo y a ella porque puedo… y también porque le gusta. Como estamos juntos, puedes pedirle cosas, pero sin pasarte, ¿vale? –le contesté. No quería que fuera a pasarse con Marta. Yo lo había aprendido todo con ella y me caía muy bien.

Disfrutamos mucho en nuestras sesiones de sexo, en las que algunas veces participaron María y Bruno.

Unos meses más tarde las cosas cambiaron…. Pero eso será en el próximo capítulo.

P.D.: Agradeceré vuestros comentarios y correos. Prometo responderlos todos.