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Nyotaimori

en Intercambios

  • Cariño, ¿sabías que han abierto una restaurante nuevo aquí cerca?

  • No, ¿Dónde?

  • Pues la verdad es que no sé exactamente el lugar, he encontrado por casualidad en un foro de un señor de la península que en breve abrirían un restaurante de comida japonesa aquí en la isla, y me ha sorprendido que nombraran nuestro pueblo. Buscaré mejor a ver si me entero del lugar de ubicación.

Lo cierto es que por los comentarios que se hacían desde el foro, todo me sonaba a chino, evidentemente es una expresión que solemos decir por aquí cuando no nos enteramos bien de lo que leemos, y nunca menospreciando a la comunidad china. Se nombraba que era un lugar apartado e íntimo, lejos de miradas ajenas y de una discreción absoluta. No entendía nada, ¿para que montar un restaurante lejos de las miradas? ¿Qué empresario querría que una visita culinaria fuera de un ambiente íntimo y reservado? Dentro de los comentarios, aparecían palabrejas rarísimas que jamás había oído antes. Nyotaimori, Nantaimori, Sitofilia…

La curiosidad mordió al gato y pronto me puse a investigar algo más sobre el tema. Busqué no solo el significado de esas palabrejas sino que indagué sobre el lugar donde se ubicaba tal restaurante. Quizás mis indagaciones me respondieran a tantas preguntas.

Lo primero que encontré fue el blog del restaurante, se llamaba “Sushi Pasión”. Un nombre algo curioso para pertenecer a un tipo de comida japonesa. El blog era nuevo y salvo el nombre del dueño que era claramente español, sólo informaba de su próxima apertura, faltaban cinco días; y su ubicación, en una finca no muy lejos de casa que se encontraba a las faldas de un macizo boscoso del que ni me había percatado que tras la frondosa arboleda había construido una antigua casona Canaria.

Mi intriga creció y sólo me quedaba averiguar por qué se intentaba ocultar o al menos conseguir un ambiente de intimidad y discreción en un restaurante. Jamás había visto eso.

Al recurrir a internet (Wikipedia) pronto mis dudas e intrigas me abrieron un mundo nuevo que jamás pensé que fueran a ser, en un futuro no muy lejano, fuente y causante del afloramiento de pensamientos morbosos, nuevas fantasías y desenfreno.

La primera palabreja que busqué fue Sitofilia, y citaba textualmente “La Sitofilia o food play (juego de comida inglés) se refiere al fetichismo sexual en el que se mezcla el erotismo y la comida”.

Fue en ese justo momento cuando mi intriga pasó a ser puro morbo. No me lo podía creer.

Evidentemente, seguí buscando ya que mi curiosidad se había despertado. Mi amiga Wikipedia seguía abriéndome los ojos.

Nyotaimori “El nyotaimori (presentación en cuerpo de una mujer), llamado a veces sushi corporal, es la práctica de comer sahimi o sushi del cuerpo de una mujer, típicamente desnuda”.

Respiré profundamente y seguí leyendo: “Nantaimori alude a la misma práctica, pero sobre el cuerpo de un hombre”.

  • ¡Podríamos ir un día!, dijo mi mujer sin conocer aún la temática del lugar.

  • No estaría mal, conteste pensando que sería una buena sorpresa para ella.

No le di muchas más vueltas, como el restaurante aún no había abierto sus puertas decidí reservar por internet para ir el día de la apertura. Pero sería una sorpresa para ella, ya que ocultaría su temática, porque quería sorprenderla con algo diferente.

Pasado unas semanas, llego la inauguración del restaurante. Ana, pidió hora en la peluquería y según saliera yo del trabajo, pasaría por casa a ducharme y arreglarme para ir a nuestra noche de diversión.

Al salir de la ducha, Ana venía llegando de la peluquería, ¡estaba impresionante! Se había alisado el pelo, y se lo había cortado como suelen decir picado o algo así. Cuando se fue a cambiar la ropa para arreglarse me percaté que su pelo caía sobre su pecho. Ana tiene un buen pecho y siempre me ha llamado la atención por sus escotes maravillosos.

Pase a su lado y le di una nalgada, por tener el culo al aire.

  • ¡Auch!, dijo ella esbozando una sonrisa en su cara.

  • ¡Venga que no llegamos!, le dije. Dos minutos más viendo tu cuerpo serrano y cancelo la cena, añadí.

Por su puesto no haría tal cosa, quería ver su cara al llegar al restaurante.

Ya de camino al lugar, hablábamos de nuestras cosas, pero no podía dejar de mirar cómo le quedaba su vestido bastante corto que dejaba ver sus impresionantes muslos, mis manos se iban del volante del coche a sus muslos, y poco a poco iba acariciándolos hasta ir subiendo a su entrepierna que desprendía un calor ya evidente. Levanté suavemente su vestido y pude ver el color rojo de su tanga.

Estaba ya muy contento, y mi pantalón mostraba ya evidencias de mi estado. Ana me miró y sonriendo quitó la mano de su muslo y me las puso al volante.

  • ¡Atiende a la carretera cariño!, ya habrá tiempo de jugar luego, dijo.

La verdad es que el restaurante lo habían situado en un lugar muy recóndito y apartado, pero a su vez, era un lugar fantástico y con la puesta de sol de fondo, tenía su punto de romanticismo, que era propicio para la vivencia que más tarde nos esperaba.

Al llegar, pudimos ver que el aparcamiento estaba bastante lleno. El restaurante estaba decorado por fuera con un ambiente que nos llevaba a sumergirnos en el ambiente japonés y no era como el típico restaurante que sólo lo distinguía por su letrero y entrada. Todo el jardín exterior era de estilo japonés y se podía pasear por sus alrededores admirando aquella obra.

En la puerta había un señor, con un traje de samurái bastante metido en el papel, y hacía las veces de segurita. Seguramente por las características del lugar necesitarían vigilancia extra para evitar que algún gracioso estropeara la velada a los demás clientes.

Nos abrió la puerta, y nos hizo pasar a una salita donde nos recibieron como si fuéramos de la realeza. Nos brindaron con una copa, y nos hicieron sentarnos para tomarnos nota de la cena. La verdad es que me resultaba algo pequeño aquel lugar para servir un buen Nyotaimori, pero tampoco conocía ningún otro lugar de similares características.

Paso un tiempo relativamente corto, cuando una señorita vestida de japonesa, nos interrumpió para invitarnos a que la siguiéramos. Nos levantamos y obedecimos a la señorita. Nos condujo por un pasillo que llevaba a un gran patio interior, que tenía una fuente de agua en el centro con un maravilloso jardín y muchos ornamentos típicos. Bordeando el patio, había varias dependencias, con puertas de papel y bambú, no se podían ver nada en su interior, ya que el papel que hacía de pared era bastante opaco.

La señorita nos pidió amablemente que esperáramos un instante en un punto concreto del patio.

  • ¿Y las mesas?, dijo Ana un poco desconcertada por no ver la típica estructura de un restaurante.

  • Supongo que tras alguna de esas puertas, dije yo. A lo mejor serán como se ven en las películas que las mesas están pegadas al suelo, y hay que sentarse sobre cojines, añadí.

Era agradable escuchar el murmullo del agua de la fuente y estar en aquel ambiente.

Pronto apareció la señorita y nos guio hacia una de las puertas de papel. Me coloque junto a Ana para no perderme ni un gesto de su cara de asombro al ver que tras la puerta no habría una simple mesa, sino una chica acostada con nuestro pedido sobre ella. Por mi posición también podría ver al mismo tiempo yo la escena, ya que la intriga me estaba consumiendo.

La chica, tiró del pomo de la puerta y la rodó para abrirnos hacia aquella sorpresa.

Ana no pudo articular palabra, sus ojos se les salían de las orbitas, le puse la mano en la espalda y levemente le empuje para que caminara hacia dentro. Ella respondió y entró conmigo, la señorita nos saludó y nos deseó que una cena agradable y satisfactoria. Se dio la vuelta y cerró la puerta tras ella.

La chica era preciosa, tenía un cuerpo bastante proporcionado y era morena con unos ojos azules impresionantes. Su pelo estaba recogido como si de una geisha se tratara. Sus pechos eran grandes y sus caderas bastante formadas, por lo que pude imaginar que su culo sería espectacular. Al contrario que Ana, ella era algo más blanquita de piel, pero parecía un monumento.

Me senté en el cojín del suelo, junto a la chica que portaba nuestra cena, y di unas palmaditas sobre los cojines para que Ana se sentara a mi lado. Me miró sorprendida y sin dejar de mirar a aquella chica desnuda únicamente tapada con unas hojas y nuestra cena.

  • ¿Pero qué es esto?, dijo Ana mirándome a la cara.

  • Pues una forma diferente de tener una buena velada, le dije. Seguidamente saludé a la chica, que ni articuló palabra alguna.

  • Pero… ¿cómo se cena aquí?, pues supongo que como en cualquier otro lugar, solo que nuestro plato está de muy buen ver, añadí.

  • Hola, ¿me podrías decir cómo se cena?, dijo Ana dirigiéndose a la chica.

  • Creo que no tienen permitido hablar, añadí yo ignorante de aquella experiencia.

  • Pues que hable, dijo Ana, yo no diré nada pero me gustaría saber…

La chica, sonrió y nos dijo que si no nos habían informado al entrar, de las condiciones y las normas del lugar. Era una chica bastante simpática y se notaba que a pesar de su maquillaje era de la Isla.

La verdad es que con el lío, nosotros nos habíamos retrasado admirando el jardín de la entrada y nos habíamos perdido las instrucciones que le habían dado a la gente que había llegado para la inauguración. Seguramente habrían dado por hecho que como el resto, ya conocíamos las normas y no sabrían que no habíamos estado presente.

Nos comentó que a las chicas o chicos que estaban en la sala, no podrían dirigirse los comensales, o al menos era lo que se intentaba, ya que mucha gente demandaba relacionarse con ellos. No se podía ir más allá de la tarifa por la que se había pagado, la comida se podía coger con las manos, la boca directamente o con los palillos habilitados para tal fin. Una vez terminada la cena, o que el cliente dijera que no quería continuar, tendrían que abandonar la sala, y dirigirse a otra estancia donde se invitaba a un chupito de saque. Pero lo más importante es que no se podía tocar en ciertas zonas de la chica o chico que portaba la cena.

  • Pero, ¿hay tarifas que permiten otras cosas?, dijo Ana sorprendida.

  • Bueno, hay chicas que sí han permitido llegar más allá, pero no es mi caso. Para eso tendrían que hacer otro tipo de reserva y por supuesto con antelación.

  • O sea, que tú serás nuestro plato, aclaró Ana.

  • Sí se podría decir que sí y dicho esto, tengo que guardar silencio. Espero que disfruten de la cena.

Ana me miró y sonriéndome se acercó para darme un beso y agradecerme por la sorpresa.

  • Come cariño, que se nos enfría la cena, dijo sonriendo después de besarme.

Nos acercamos a la chica, y cogimos unos palillos. Poco a poco fuimos cogiendo y dándonos de comer el uno al otro. La verdad que la situación pasó de ser algo incómoda al principio, a una situación muy erótica. Mas cuando su cuerpo se iba dejando ver, y sólo quedaban aquellas zonas que por pudor, no habíamos tocado.

  • La cena está riquísima, dijo Ana. Pero a mí me gustaría más si la chica que ni siquiera sabemos su nombre, interactuara con nosotros, añadió con voz algo aniñada.

  • Bueno, Ana, si la chica no lo tiene permitido…

  • Porfa habla con nosotros, lo estamos pasando bien y al menos quisiera saber el nombre de la chica a la que mi esposo le está metiendo mano, dijo riéndose.

Nuevamente, la chica sonrió.

  • Laura, mi nombre es Laura, y voy a hacer una excepción porque me han caído muy bien, ¡pero que de aquí no salga eh!

  • Que bien dijo Ana, nos habla.

Reímos los tres, la verdad que la cena pasó de ser una cena romántica y juguetona, pasándonos comida el uno al otro, a una cena bastante divertida y juguetona entre los tres.

  • Les recomiendo que dejen los palillos, y usen sus manos o boca. Ya que están disfruten de una experiencia más erótica. Yo me quedaré quietecita.

  • ¿Enserio?, pues qué pena que no te muevas. Tendrás cosquillas al menos, dijo Ana bastante picarona.

  • Bastante, dijo Laura sonriendo, pero no se me tiene permitido decir donde, dijo mirándome fijamente a los ojos.

La verdad es que me ponía mucho su mirada, ya que como Ana, era una mirada juguetona y bastante intrigante.

Ana soltó los palillos, y fue derecha a uno de sus pechos a por un trozo de sushi de atún. Cogió el trozo con sus labios, sin rozar lo más mínimo a Laura, pero sólo de la respiración cerca de la piel de ella, su pezón, el de Laura se puso duro y puntiagudo.

Nos miramos Ana y yo, y sonreímos. Ella se me acercó y paso su mano por mi ingle para comprobar si me había contentado la escena. No tardo en percatarse que me había gustado.

  • Ahora te toca a ti cariño, aprovecha que sé que estabas dejando lo mejor para el final.

A Laura se le escapó otra sonrisa.

Me incliné y fui derecho a un trozo de sashimi de salmón que estaba en su cuello. Laura suspiró y dejó que una sonrisa apareciera en la comisura de sus labios. Al levantarme lo hice tan despacio, que nuestras miradas se cruzaron durante un instante. Tenía unos ojos azules preciosos.

Ana, no dejaba de observarme, cosa que me resultaba algo erótica, pero a la vez tenía miedo de que algo de lo que hiciera pudiera enfadarla. Sorprendentemente había reaccionada bien y parecía disfrutar de nuestra cena. Sabía que las chicas a ella no le gustaban, aunque en alguna ocasión me había confesado que le daba cierto morbo interactuar con alguna ambos para nuestro disfrute.

  • Laura, ¿y siempre son chicas las que hacen de plato?, dijo intrigada.

  • No, pueden elegir también a un chico o ambos, pero el coste es algo mayor, añadió.

  • Jo cariño, ¿y porque no pediste dos platos?, dijo con una carita de niña triste. No es que no me gustes Laura, pero …

Reímos todos.

  • Bueno en la página cuando reservé lo pensé, no era por el dinero, sino porque al llamar para informarme me dijeron que al ser la primera vez que veníamos era lo más recomendado y ya ir poco a poco probando con el tiempo.

  • Sí, dijo Laura, suele ser lo que se les aconseja a los clientes. Pero vamos Ana, cuando quieras vuelves y te recomiendo que pidas a Javier, que es mi novio.

  • ¿Ah pero puedes elegir plato?, ¿tu novio también trabaja aquí?, dijo intrigada Ana.

  • Sí, lo conocí precisamente cuando nos formamos para este puesto. Y sí, puedes elegir tu plato, siempre que no esté ya cogido, por eso mejor reservar antes. Javi trabaja como yo, sólo somos portadores, no entramos en otras tarifas.

  • Eso, eso, déjalo claro, dijo Ana sonriendo. Pero si está bueno, habrá que degustarlo, añadió en un tono bastante pícaro.

  • Sí claro, siempre que me lo respetes, yo te dejo probarlo, pero entonces tu marido también podrá probar, digo yo. De momento ha sido muy cuidadoso, apuntilló.

Mi esposa me miró y sonriendo se acercó a Laura, y fue directa a un pedazo de maki que estaba sobre su ombligo, abrió su boca y tras rozar el estómago de Laura con sus labios, se hizo con él. Laura no pudo evitar que su barriga se recogiera al ser acariciada por los labios de Ana, cerrando sus ojos profundamente y apretando sus labios.

  • Charlie, no es por nada pero vas a tener que aplicarte más. Te veo que estás disfrutando de la escena, pero no te has involucrado mucho esta noche.

  • Bueno yo por lo que he visto, Laura y tu estáis disfrutando muy bien de la velada, sonreí.

Me acerqué a Laura. Sólo quedaban dos trozos de nigiri, uno en la palma de su mano y otro en su pubis. Este estaba tapado por una hoja de alguna planta que desconocía.

Me incliné y con mis labios retiré el trozo de nigiri de su pubis. La hoja estaba algo pegada al mismo, seguramente por el calor que desprendía su pubis, y cayó al suelo. Ante mí quedó a la vista rasurado y apretando entre sus dos muslos. No dejaba ver más pero ya la vista era bastante enriquecedora.

Mi mujer me miró y sonrió. Disfrutaba al ver mi cara de atontado, al admirar el cuerpo de Laura como la de un niño desconsolado por ver un helado ante sí. Volvió a pasar su mano por mi entrepierna y se dirigió a Laura.

  • No sabes cómo está el señorito, Laura, dijo sonriendo.

Ambas sonrieron muy burlonas y pícaras.

  • Bueno cariño, te cedo el último trozo, que Laura ya está cansada.

  • La verdad es que estoy lleno, dije. Te puedes levantar ya si quieres, le comenté a Laura.

  • ¡Espera!, dijo Ana. ¿Has cenado ya Laura?

  • No en cuanto terminen, me tocará mi descanso.

  • Para que vayas abriendo boca, dijo Ana.

Se inclinó hacia su mano, cogió el último trozo de nigiri con sus labios y casi sin rozarse se lo puso a Laura en los suyos, que abriendo la boca dejó que Ana se lo pasara sutilmente.

  • Gracias, dijo incorporándose. Normalmente, no está permitido esto, y si les soy sincera no me gusta hacerlo. Pero me habéis caído genial pareja, y como sé que son muy sanos y agradables, le agradezco la invitación. Dijo mientras degustaba su trozo de nigiri.

Se levantó y tapándose con un albornoz, japonés nos dio dos besos y nos dijo que podríamos pasar a la zona donde se solía tomar saque y cualquier otra copa.

Tras despedirnos, Ana fue directa al mostrador sin decirme nada. Al regresar a mi lado venía sonriente.

  • ¿Que fuiste hacer?, dije intrigado.

  • Bueno no quería perder el tiempo, y he ido a reservar otra cena rica para la próxima semana.

  • ¿Y que reservaste?, le interrogué.

  • Bueno mejor lo dejamos en una sorpresa, pero no te pienses que me voy por las tarifas altas.

No sé porque algo me decía que Ana se había quedado con la intriga de conocer a Javier.

De camino a casa, fuimos comentando lo bien que lo habíamos pasado, y lo simpática que era Laura. La verdad era una cena fuera de lo normal, pero bastante divertida, y el calentón que llevábamos encima no pasaba desapercibido.

Al llegar a casa, bajamos del coche y fuimos besándonos hasta la puerta. Entramos en casa atropelladamente y continuamos nuestra batalla hasta llegar al sofá.

  • Ahora quiero mi postre, dije mientras le subí el vestido y apartaba a un lado su tanga rojo.

Ella solo pudo sonreír y empezar a suspirar, mientras me saciaba con aquel manjar tan sabroso y exquisito. Notaba como ella se retorcía y suspiraba de placer, mientras mi polla no paraba de palpitar, intentado salirse de mi bóxer.

No paré hasta notar como se venía con el juego de mi boca y mi lengua. La verdad no puedo aguantar porque llevaba ya horas aguantando el calentón.

Exhausta se incorporó, y me levantó del suelo. Me llevó a la cama y tirándome literalmente sobre ella, me arrancó los pantalones y el bóxer. Se colocó sobre mí y me besó el pecho, la barriga, los muslos, hasta llegar a mi polla. Poco a poco la fue besando e introduciendo en su boca. Notaba su lengua juguetear con mi glande, sus labios abrazarla y sus manos masajearla por completo. Era muy buena en su empeño. Lleve una de mis manos a su pelo, y lo acaricié, ayudándola a bajar y subir por mi polla. Mi otra mano se hizo camino hasta uno de sus pechos, y lo masajeé. Sin darme cuenta, volvió a mi mente aquella escena donde mi mujer le pasaba el nigiri a Laura, y mi polla se puso dura como una roca. Luego mi mente voló al instante en el que Laura me miró fijamente con aquellos ojos azules.

Abrí mis ojos y mire el cuerpazo de Ana, no sabía si contarle lo que mi mente me hacía, pero al ver su cuerpo espectacular y recordar aquellas maravillosas escenas, no pude aguantar más y la avisé.

Ella rápidamente se reclinó y me pidió que me fuera en sus pechos. Sin pensarlo obedecí a su petición y tras ponerme de pie descargue todo mi semen sobre esos lindos pechos.

  • ¿Te gustó cariño? Espero que hayas disfrutado del recuerdo de nuestra cena, dijo sonriente y mirándome a los ojos.

No sé cómo lo habría imaginado, pero sabía perfectamente que había pensado y eso me gusta de ella, que sabe lo que me gusta y como disfrutamos jugando.