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Tutoría II

en No Consentido

Salí del despacho temblorosa, con lágrimas en los ojos y con la cabeza gacha. Iba deprisa para no cruzarme con nadie, pero me crucé con Joaquín, el profesor de lengua. 

 

-Hola, Lucía. 

-Hola. 

 

Dije sin levantar la cabeza y siguiendo mi camino. 

 

-¿Le ocurre algo, Lucía?

-No, profesor. 

 

Seguí mi camino, pero Joaquín fue tras de mí y me paró poniendo su mano en mi hombro. 

 

-¿De veras que no le ocurre nada?

-No. 

 

Dije con la voz temblorosa y sin levantar la cabeza. 

 

-Míreme mientras le hablo, por favor. 

 

Levanté mi cabeza y le miré, pero siempre intentando huir de su mirada. 

 

-¿Entonces por qué llora?

 

Dijo mientras me acariciaba cariñosamente.  

 

-Vamos a mi despacho. Allí estaremos más a gusto. 

-No. 

 

Me horrizaba la idea de que me pudiera hacer lo mismo que mi tutor. 

 

Joaquín era un hombre joven, de unos 30 años y me llevaba muy bien con él. Era muy alto, tenía media melena castaña, barba, los ojos verdes y era muy moreno. 

 

-Lucía, por favor. Yo le puedo ayudar. 

 

Le seguí a su despacho. Entramos y cerró la puerta con llave. Eso no me hizo ninguna gracia. 

 

-¿Por qué cierra? 

-Así estaremos más tranquilos, Lucía. 

Siéntese. 

-No, gracias. 

 

No quería sentarme pues el culo le ardía.  

 

-¿Va a quedarse ahí de pie? 

-Sí, profesor. 

-Como quiera. Cuénteme que le ocurre. 

-Nada profesor. 

-Lucía... 

-Simplemente recibí una reprimenda de mi tutor, Lorenzo. 

-Ah. ¿Por eso no se quiere sentar? Jajaja 

-¿Cómo? 

-Los azotes, Lucía. ¿Le ha hecho mucho daño Lorenzo? 

 

Me ruboricé. Ese cabrón no me había mentido. Los azotes era una práctica común. Si hasta el más nuevo lo sabía... 

 

-Sí. 

-Bueno... Vamos a curarlo. 

-¿Qué? 

-Enséñeme el culito, Lucía. 

 

No dije ni hice nada. 

 

-¡Lucía! ¿Está sorda? 

-...

-Es la última vez que se lo pido. No me andaré con tonterías. 

 

Me di la vuelta y me levanté la falda. 

 

-Uffffff. Cómo te lo ha dejado el muy cabrón. Acérquese. 

 

Me acerqué y empezó a acariciarme las nalgas. 

 

-¿Le duele? 

-Sí. 

 

Empezó a besarlas. 

 

-¿Qué, qué, qué hace? 

 

Me puse nerviosísimas y me aparté. 

 

-¡Lucía! Venga aquí, solo las quiero curar. 

-Nooooo. 

 

Dije muerta de miedo mientras mis lágrimas empezaron a brotar otra vez de mis ojos. 

 

-Lucía... No llore, por favor. 

 

Dijo mientras se acercaba a mí. 

Me empezó a acariciar suave y cariñosamente el pelo. 

 

-Hay que curar esas nalgas. 

 

Decía mientras su mano se deslizaba por mi cuello hasta llegar a mis pechos. Los tocaba suavemente. 

Yo estaba inmóvil y no podía articular palabra. 

Me levantó la falda y pasó su mano por mis nalgas. 

 

-¡Ay! 

 

Me escocía. 

 

-Vamos, Lucía. No sea tonta. 

Túmbese sobre mi escritorio

 

Dijo mientras retiraba las cosas de él. 

Me tumbé boca abajo y levanté mi falda a cuadros. 

Él observaba. Empezó a acariciarlas y me abrió las nalgas. 

 

-Shhhhh. Tranquilícese. 

 

Metió suavemente un dedo en mi ojete y de él sacó un poco de semen. 

 

-¿Han tenido sexo, Lucía? 

-...

-Contésteme. 

-Sí...

-¿Y usted quería? 

-No. 

 

Siguió manoseandome hasta llegar a mi coño, abriéndome las piernas. 

 

-¿Se la ha metido por el coñito, Lucía? 

-No. 

-Mmmm bien. Solo por el culito? 

-Sí. 

-Lo tiene muy abierto. ¿Le ha gustado? 

-No. 

-De acuerdo. 

 

Dejó de tocarme y se retiró. Buscó algo en los estantes y volvió. 

Era un bote de crema. Empezó a echármelo por las nalgas. 

 

-Quieta, Lucía. 

 

Decía mientras seguía echándome la crema. 

Empecé a sentir como también me echaba crema por mi coñito mientras aprovechaba para pasar sus dedos lentamente por él. 

 

-¿Es usted virgen? 

-No. 

-Bien. 

 

Seguí echándome la crema y recreándose en mi coño. 

 

-Lucía, sintiéndolo mucho yo también voy a tener que castigarla. Va usted sin bragas y ya sabe que esto son 10 azotes. 

-No, por favor...

-Lo siento, Lucía. Es mi obligación. Seré bueno y no se los daré en el culo. Siéntese en el escritorio y abra bien las piernas, por favor. 

 

Así lo hice. 

 

-Pffff. 

 

Exclamó Joaquín nada más verme en esa posición. 

Pasó sus dedos por mi coño y rápidamente me dio el primer azote en él. 

 

-¡Ahjhhh! 

-Tranquila, pequeña. 

 

Dijo mientras me cogía por el cuello y me besaba. Sin esperármelo me dio el segundo azote en el coño y yo me volví a quejar. 

 

-¿Le duele mucho? 

-Sí. 

-¿Si? 

 

Antes de que me dejara decir nada ya estaba recibiendo el tercero. 

 

-Tranquila. Tengo la solución. 

 

Me dio el cuarto y rápidamente empezó a besarme el coño, pasando la punta de su lengua por mi clitoris. 

 

-¿Así mejor? 

-Sí. 

 

Y recibí el quinto y me volvió a besar el coño y así hasta llegar a 10. 

Cuando acabó me tocó el coño. 

 

-Ummmm Lucía. 

 

Me quedé callada mientras él no paraba de tocarme el coño superficialmente. 

 

-Está usted muy mojadita. 

 

De repente sonó el teléfono. Joaquín mantuvo una conversación corta y monosílaba a la que no presté mucha atención. Yo seguía sentada en su escritorio y bien abierta de piernas. 

Colgó el teléfono y se sentó en su sillón. 

 

-Mire lo que ha hecho, cachorra. 

 

Dijo mientras se desabrochaba el pantalón y dejaba al descubierto su pene erecto. Lo tenía enorme. 

 

Empezó a meterme sus dedos en mi coñito mientras con su pulgar tocaba mi clitoris. Yo gemía. 

 

-¿Le gusta?

-Sí...

-Ven, siéntense encima mío. 

-Preferiría irme a mi casa, profesor. 

-¿Prefiere irse a su casa disgustada? No sea tonta y siéntese encima mío. Le haré olvidar al bruto de Lorenzo. 

 

Me levanté del escritorio y me dirigí hacia su sillón. Me puse encima suyo y empecé a meterme su enorme polla en mi mojado coño mientras me iba sentando sobre él. 

 

-Eso es, pequeña. Muy bien. 

 

Le follaba lentamente mientras él me lamía mis enormes tetas. 

 

-Muy bien, Lucía. Lo está haciendo muy bien. 

 

Iba aumentando el ritmo y cada vez sintiendo más placer. De verdad estaba olvidando lo que me había hecho ese cabrón hasta que Joaquín me empezó a azotar. 

 

-¡Pare! Me hace daño. 

-Calle, zorrita. Le tengo donde quería. No puede ir todos los días provocando y esperar que no pase nada. 

 

Me abrazó muy fuerte para evitar que me separara de él y empezó a follarme muy rápido. Esto no duro mucho, ya que mis gemidos subieron al igual que su follada. Así que se levantó cogiendome en brazos y sin sacar la polla de mi coño me tiro sobre el escritorio otra vez. Él se puso encima de mí y empezó a follarme brutalmente mientras tapaba mi boca con una mano. 

 

-Mmmm sí. ¡Cómo me gusta, zorrita!!!!! 

¿Le gusta? ¿Se lo hago yo mejor que Lorenzo?

-Sí. 

 

Decía cómo podía, ya que tenía su mano en mi boca porque, la verdad, es que lo estaba disfrutando. 

 

-¡Qué puta es!!!!!

 

Estaba apunto de correrme cuando llamaron a la puerta y en la cara de Joaquín se dibujó una sonrisa maliciosa. 

Abrió la puerta y no. ¡Era Lorenzo! 

 

-(Joaquín) ¡La tengo a punto de caramelo! 

-(Lorenzo) Así me gusta. 

¿Está muy putita, Lucía? 

 

No dije nada y veía cómo se iba acercando a mí e inmediatamente cerré las piernas. 

 

-(Lorenzo) Jajajaaja 

 

Joaquín me cogió en brazos y se sentó en el borde  del escritorio poniéndome a mí encima de su polla y dejando todo mi culo expuesto a Lorenzo. 

Joaquín me abrazaba muy fuerte sin dejar de follarme. Y me mordía el cuello. 

 

-(Joaquín) Tranquila, putita. 

 

Lorenzo empezó azotarme el culo. El dolor era insoportable y esta vez empecé a llorar en el pecho de Joaquín mientras me destrozaba el coño. 

 

-(Lorenzo) Este culo de puta ya es mío. Yo lo he desvirgado y yo me lo quedo. 

 

Decía mientras no paraba de azotarlo. 

 

-(Lorenzo) ¿Joaquín, compraste lo que te dije? 

-(Joaquín) Sí, está todo en ese cajón. 

-(Lorenzo) Bien. 

 

Abrió el cajón y yo miraba antentamente a ver qué sacaba mientras Joaquín no dejaba de follarme fuertemente. 

Lorenzo sacó del cajón otra mordaza, un plug y una fusta. 

 

-Nooooo!!!!

 

Grité y acto seguido Lorenzo me propinó un guantazo y mientras Joaquín me la metía y me la sacaba me colocó la mordaza. 

 

-(Lorenzo) Ya te dije que calladita estaba más guapa, puta. A ver si te enteras que ahora eres nuestra. 

 

Metió el plug en mi culo y empezó a azotarme con la fusta mientras Joaquín aumentaba el ritmo de su follada y me escupía en la cara mientras yo no paraba de llorar. Lorenzo cada vez me azotaba más rápido con la fusta. 

 

-(Lorenzo) ¡Así aprenderá, Lucía! 

-(Joaquín) ¿Lucía, nos la va a mamar también a nosotros en los lavabos? Jajajaja 

 

El dolor y la humillación era insoportable así que me rendí. Dejé de moverme y de intentar gritar, pese a que tenía la mordaza puesta. Lorenzo seguía y seguía dándome con la fusta. Horroso. 

 

-(Joaquín) Mmmm sí, puta. Estoy apunto de correrme. ¡Qué coñito! 

 

Al decir eso Joaquín, Lorenzo sacó el plug de mi culo e inmediatamente me metió toda su polla dentro. 

¡Me estaban follando los dos a la vez! ¡Estaban destrizando mis agujeros! El culo me dolía muchísimo y Lorenzo me follaba muy rápido. 

 

-(Lorenzo) Échale toda tu leche en su coñito de zorra. 

 

Hice que no con la cabeza y empecé a moverme mientras Lorenzo aumentaba su follada y me manoseaba las tetas. Cuando empezó a pellizcarme los pezones sentí algo en mi coño. 

 

-(Joaquín) Mmmm sí, putita. 

 

Joaquín se acababa de correr en mi coño. ¡Qué asco! Me sentía muy sucia. Esto no me podía estar pasando a mí. 

Joaquín dejó su polla dentro mientras Lorenzo seguía follandome y pellizcándome los pezones. 

Joaquín me miraba, se tiro para atrás y empezó a tocarme el clitoris mientras se reía. 

 

-(Joaquín) ¿Te gusta, putita? 

-...

-(Joaquín)¿Putita...? ¿Te gusta? 

...

-(Joaquín) Prefieres esto...

 

Dijo mientras me pellizcaba el clitoris haciendo que diera un respingo y dijera no con la cabeza. Joaquín volvió a mi clitoris. Mientras Lorenzo no dejaba de follarme el culo mientras me tiraba del pelo y pellizcaba mis pezones. Pero yo me centraba en el placer que me estaba regalando Joaquín, solo en eso. Parecía que lo hiciese como si sintiera lástima de mí, pero me daba igual. Me estaba matando de placer y hacía que me olvidara de que Joaquín me tenía sodomizada. Pero no todo podía ser bueno... Cuando estaba apunto de correrme sentí que me ardía el coño y empecé a dar saltos. Me ardía porque Joaquín se estaba meando dentro de mí. Lorenzo me agarro para que aguantara toda la meada de su compañero y empezó a follarme muy rápido hasta que de corrió en mi culo. 

Los dos salieron de mí y me tiraron al suelo mientras se reían. 

 

-(Lorenzo) ¡Váyase! 

-(Joaquín) Recuerde siempre a quién pertenece, Lucía.