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Tutoría III

en No Consentido

Me levanté del suelo, sequé mis lágrimas y salí del despacho de Joaquín sin mirar atrás. Caminé deprisa y con la cabeza agachada hasta que llegué a casa. 

 

-¿Hola?

-...

 

No había nadie, menos mal. Me quedé en el recibidor donde había un enorme espejo, me puse de espaldas a él y lentamente, como si tuviera miedo, me levanté la falda. No pude evitar llorar al ver cómo me había dejado el culo... Tenía sangre y estaba empezando a coger un color morado. Yo seguía mirándomelo, pero sin atreverme a pasar mi mano por él cuando de repente sonó el timbre. 

 

-¿Quién es?

-Hola, Lucía. Soy Daniel. 

 

¡Mierda! Pensé, pues ya no recordaba que había quedado con él. Daniel era un tío del barrio, de 22 años, con el que a veces follaba. 

 

-Ah... Hola, ya sé que habíamos quedado, pero no me encuentro muy bien. 

-Va Lucía, déjame subir un ratito y estamos juntos. 

-Bueno... Si quieres sube, pero ya te digo que me encuentro mal y no vamos hacer nada. 

 

Dije mientras apretaba el botón que abría la puerta del portal. Lo esperé en el recibidor y en menos de un minuto ya estaba allí. 

 

-Hola...

-Mmm como me pones con el uniforme, nena. 

 

Dijo mientras se abalanzaba sobre mí intentando besarme. Me aparté. 

 

-Ya te he dicho que no vamos a hacer nada. 

-Va... Con lo perro que me pones con el uniforme. Quiero follarte con él puesto, nena. 

 

Sin hacerle caso me dirigí hacia mi habitación y me tiré boca abajo sobre mi cama, ya que era de la única forma que podía. Daniel me miraba desde la puerta. 

 

-¿Puedo acostarme contigo? 

-Si quieres...

 

Se acostó a mi lado, yo me puse de lado mirando hacia él y empezó a acariciarme la cara... 

 

-¿Qué te pasa, Lucía? 

-Ya te dije que no me encuentro bien. 

-Yo lo puedo solucionar. 

 

Dijo mientras empezó a tocarme las tetas. 

 

-¡Para!

-Va, perra si te encanta. 

-Daniel, por favor para. 

 

Me puso boca arriba sentándose él sobre mí y siguió manoseandolas. Me rompió la camisa y empezó a escupir en mis tetas. 

 

Yo intentaba quitármelo de encima, pero era inútil. 

 

-Mira como la tengo, Lucía. No me vas a dejar así. 

 

Dijo mientras dejaba su polla al aire y me cogía de la cara para besarme. 

 

-Chupamela un poquito. 

-...

-¿No quieres? 

-No. 

-Bueno... Pues por algún sitio la tengo que meter. 

 

Dijo mientras se arrastraba por mi cuerpo hasta colocar su polla erecta en la entrada de mi coño. 

 

-¿Qué ha

 

No me dio tiempo a acabar de preguntar que ya me había clavado toda la polla en mi coñito cerrado. Me la había metido hasta el fondo y del tirón, sin ningún cuidado. El dolor era insoportable. Daniel la dejo dentro un rato, pero no tardó mucho en empezar a moverla, primero iba despacio, pero luego ya cogió un ritmo frenético que me mataba de dolor. Yo no podía parar de gritar mientras él me la metía y me la sacaba rápidamente. 

 

-¿Te duele, puta? 

-Sí...

-Mmmm como me ponte que te duela, zorra. Y follarte con el uniforme ya ni te cuento...

 

Siguió follandome como un loco mientras me mordía las tetas y yo lo único que podía hacer era chillar y chillar, pues no me podía mover. 

 

Bajo el ritmo y empezó a clavármela. Cada pollazo era insoportable. 

 

-¿Te gusta, puta? 

 

Decía cada vez que me la clavaba, pero yo no contestaba. 

 

-Te he preguntado que si te gusta, pedazo de puta!!!!!

 

Yo seguía sin contestar y Daniel empezó a darme bofetones mientras seguía torturando mi coñito. 

 

-Me voy a correr, zorra. 

 

La sacó de mi coño dolorido, me sentó en la cama tirándome del pelo y me la puso en la boca. 

 

-Abre la boca, zorrita. 

 

No la abrí y empezaron a caerme hostias por todos lados hasta que finalmente consiguió lo que quería. Abrí la boca y me la metió entera. Me cogió de la cabeza y empezó a follarme la boca. No podía ni respirar. De golpe paró, la sacó rápidamente y enseguida tuve toda su corrida en mi cara. Con su polla la restregó por toda mi cara. 

 

-Mmmm putita. ¿Ha estado bien, verdad? 

-...

-Bueno... Yo ya me voy, Lucía. Adiós. 

 

Daniel se fue y yo me quedé tirada en mi cama con la cara llena de semen. Estuve tirada un buen rato hasta que decidí levantarme. 

Me miré en el espejo de mi habitación y era realmente una puta. Me sentía muy sucia.

 

Me metí en la ducha y allí estuve un buen rato pensando en todo lo que me había pasado hoy. No podía creerlo, deseaba que el día terminara ya.

 

En la ducha empecé a tocarme mi chochito para relajarme y olvidarme por un momento de todo lo que me había pasado.   

 

Me lo toqué lentamente. Primero por fuera, rodeé mi clítoris con mis dedos. Ummm el calentón iba subiendo... Me metí un dedito dentro. Lo moví un poco y lo sacé. Cuando ya estuve bien mojada y cachonda pasé a mi clítoris. Coloqué mi dedo índice sobre él y no pare de moverlo hasta que tuve un orgasmo brutal. 

 

Cuando salí de la ducha mi madre estaba abriendo la puerta de casa. Me puse el pijama y salí a saludarla. 

 

-Hola, mamá. 

-Hola, Lucía. Tenemos que hablar. 

-Dime. 

-He estado hablando con tu tutor, por eso llego tan tarde. Estuve en el colegio hasta ahora. 

 

No me lo podía creer. 

 

-¿Te llamó él? 

-Sí, me dijo que tenía que hablar conmigo con urgencia. Me ha dicho que llevas realmente mal este curso y me ha aconsejado internarte. 

-¡¿Quéééé?! ¡No, mamá!

-Lo he estado pensando mientras venía para casa y creo que es lo mejor para ti, Lucía. Estás muy descentrada. 

-No, mamá. Por favor... No puedes hacerme esto. 

-Lo siento, Lucía. Tú te lo has buscado sacando estas notas. 

-Mamá... 

-No hay nada más que hablar. Haz la maleta, ingresas esta misma noche. 

 

Me puse a llorar por lo que se me venía encima. De qué manera iban a por mí y yo no podía a hacer nada. 

 

-No llores, por favor.  Solo serán unos meses y cuando te quieras dar cuenta ya habrán pasado. 

Ve a hacer la maleta. 

 

 

Mi madre me mandaba directa al infierno. Hice la maleta y nos subimos al coche. 

No intercambiamos ni una sola palabra en todo el trayecto. 

 

Llegamos al colegio y allí estaba Lorenzo esperándome. 

 

-(Mamá) Hola, ya le dije que no habría problemas. 

-(Lorenzo) Hola, Lucía. 

-(Yo)...

-(Lorenzo) Lucía... Su madre y yo hacemos esto por su bien. Ahora está enfadada, pero ya verá como no es para tanto. 

Bien, ya está todo listo para que se incorpore. Despídase y acompáñeme. 

 

Así lo hice. Nos detuvimos en una puerta a la que Lorenzo llamó. Al abrirse apareció Joaquín. 

 

-(Lorenzo) Aquí te la dejo.