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Planeta Prohibido 3.1

en Sadomaso

       Planeta Prohibido 3.1

    

 

     Nos hallamos en un planeta casi desértico, donde solo aislados oasis podían sobrevivir a las inclemencias del tiempo. El terreno árido y los vientos arrasaban con todo lo que no estuviera suficientemente protegido.

     Nuestra protagonista, Paula se encontraba en estos momentos dentro de una pequeña nave exploradora, que se había aventurado a salir en busca de vida inteligente o algún medio de poder sobrevivir en aquel planeta tan lejano de su amada Tierra. Había dejado a su compañera Carmen tomando el sol a la orilla de un lago y se estaba dedicando en estos momento a revisar la nave en compañía de dos seres híbridos, nacidos de Carmen pero que en nada se parecían a un ser humano, ya que tenían forma de orugas aunque su piel estaba recubierta de una fina capa de pelusa, que los hacía parecer dos peluches. El tamaño de ambos seres no había dejado de crecer desde que nacieron, habiendo alcanzado ya casi un metro y medio de largo y un diámetro que oscilaba entre los 20 y los 30 cm.

     Paula ensimismada con el trabajo no se había dado cuenta de que el día estaba cercano a su fin y el sol estaba próximo a ocultarse en el horizonte. Miró a su alrededor y percibió a las orugas que estaban nerviosas y se desplazaban de un lado a otro de la nave como buscando algo. Entonces cayó en la cuenta de que Carmen aún no había regresado y decidió salir a buscarla, pues seguramente se había quedado dormida a la orilla del lago, donde habían estado bañándose por la mañana.

     Se puso el traje de supervivencia y salió de la nave seguida de las dos oruguitas como si fueran dos dóciles perritos.

     Cuando llegó a donde había dejado a su amiga, solo encontró el traje en el suelo y un montón de frutos, que seguramente había recolectado, sin que hubiera ni rastro de Carmen en todo lo que abarcaba la vista. Pensó que seguramente estaría recolectando mas frutos y se encaminó hacia los arbustos, de donde había visto, colgaban dichos frutos.

      El espectáculo que le esperaba es mejor no relatarlo, por que su amiga yacía en el suelo, pero no la pudo reconocer, ya que solo quedaban los huesos y la piel cosida de agujeritos, sin nada de sangre ni carne. Algún depredador o muchos depredadores, la habían consumido, dejando solo el envoltorio.

      Las oruguitas se acercaron al cuerpo y parecía como si comprendieran que habían perdido a alguien muy querido, por que no se separaban de él.

      Paula comprendía que ya no se podía hacer nada por su amiga y no quería que la noche le pillara fuera de la protección de la nave, por lo que decidió recolectar algunos frutos mas y volver enseguida. Se acercó a los arbustos a coger algunos frutos y los fue depositando en el suelo, al intentar alcanzar los mas altos, notó como algo le sujetaba de una pierna, intentando traspasar la resistente tela del traje, enseguida empezó a forcejear para librase, pero la rama era mas resistente de lo que ella había calculado y se arrepintió de haber dejado la pistola láser en la nave, no encontraba la forma de poder librase, cuando otras ramas se deslizaban en su busca. Cuando vio aquellas ramas erizadas de espinas, comprendió la horrible muerte que había tenido su amiga. Un sudor frío recorría su espalda mientras evitaba que otras ramas la pudieran envolver. De pronto se vio envuelta de unas fibras parecidas a seda o tela de araña, que la estaban envolviendo completamente. Lo ultimo que pudo ver es a las dos orugas rociándola con aquel líquido, que al contacto con el aire se solidificaba y la estaba protegiendo dentro de una especie de capullo muy resistente.

Cuando Paula pudo volver a recobrar la movilidad, se hallaba alejada de los arbustos y las orugas la estaban librando de la capa de seda protectora. Ahora comprendía que la habían salvado de una muerte terrible. Recogió los frutos y se encaminó sin perder tiempo en busca de la protección que le proporcionaba el vehículo explorador.

     Cerró la puerta y puso los censores de movimiento a funcionar, eso le daba tranquilidad por que le avisaría con suficiente antelación de cualquier peligro que se aproximara.

    Las dos orugas se enroscaron en un rincón sin que dieran signos de nerviosismo, pero Paula sabía que hacía horas que no habían comido nada, por lo que estarían hambrientas. No sabía que les podía dar para alimentarlas, ya que siempre las había visto alimentarse de los senos de Carmen y ningún otro alimento habían probado. Les estaba muy agradecida, ya que estaba viva gracias a ellas y pensó que la única forma de poder pagarles sería darles de comer de sus propios pechos, tal y como había visto hacer a su compañera.

     Se acercó despacio para no sobresaltarlas y las empezó a acariciar como si de dos perritos se tratara. Aquellos seres al principio se movieron inquietos por la sorpresa de ser acariciados por quien jamás lo había hecho con anterioridad, pero una vez tranquilizados se dejaron tocar sin demostrar inquietud.

     Una vez vio que estaban calmados y no demostraban temor alguno hacia ella, se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared, se bajó el cierre del traje y sacando los brazos de las mangas, se lo bajó hasta la cintura, quedando con las inmensas tetas a la vista de los dos seres de aquel planeta. No sabía cual sería la reacción de ellos, pero había visto hacer eso a Carmen cada vez que los alimentaba. Ellos se fueron acercando poco a poco como dudando de que es lo que ella deseaba, ella sujetando sus pechos con las dos manos se los ofreció, animando a que comieran.

     Ahora si que se acercaron rápidamente, se les notaba hambrientos y dos tetas como las de Paula no eran como para despreciarlas. Cada uno se metió un pezón  en la boca, empezando a intentar hacer que saliera el líquido del que estaban acostumbrados a alimentarse.

     Paula notó como sus pezones eran aprisionados por las boquitas de aquellas orugas y como le apretaban intentando hacer salir su alimento. De pronto notó como algo afilado se introducía por sus pezones, haciéndole recordar cuando fue cogida por uno de aquellos seres adultos y como le fueron taladrados los pezones. Ahora podía notar de nuevo como sus pezones estaban siendo taladrados y algo entraba por ellos muy profundamente, buscando el liquido que Carmen tenía en sus senos y que Paula aún no había llegado a producir, quizás por que no había parido seres de su especie. Así continuaron un lago rato, haciendo que Paula sintiera como si se le comieran los pechos por dentro.

     El dolor era terrible pero pensó que se lo debía por haberle salvado de las plantas carnívoras. Aguantó estoicamente el dolor sin hacer nada por evitar que siguieran comiendo, pero era difícil que pudieran alimentarse de unos pechos que no producían el néctar del que ellos se nutrían.

     Cuando retiraron sus boquitas de los pechos de ella, dos finas hileras de sangre brotaron de los pezones deslizándose hasta el traje que se enrollaba en su cintura.

     El sacrificio experimentado, y el dolor sufrido en los pechos, no había servido de nada, ya que seguían hambrientos y sin saber que podía darles para alimentarlos.

     De pronto se acordó que en la bolsa del traje continuaban los frutos recolectados, por lo que se llevó uno a la boca y lo probó para ver si era comestible. Le pareció exquisito y le recordaba el sabor del líquido que tenían los pechos de Carmen, cuando se los mamó a la orilla del lago.

     Con uno de estos frutos se acercó a las orugas y se lo ofreció para ver su reacción.

     La oruga lo sujetó con la boca sin morderlo, en lugar de eso introdujo su aguijón en el fruto y pronto solo quedó de él la piel y el hueso, ya que toda la pulpa fue absorbida. Una vez vio que les gustaba les dio el resto de frutos para que comieran. Cuando terminaron se enroscaron en un rincón y quedaron dormidos.

     Paula se dedicó a limpiarse la sangre de los pechos y a ponerse pomada desinfectante en las heridas de los pezones para evitar cualquier patógeno. Una vez terminado se tomó unas pastillas energéticas y se echó a dormir a la espera de lo que le deparara la siguiente jornada.

 

     Ahora nuestra exploradora ha quedado otra vez sola en medio de la nada, con la sola compañía de los dos seres, y sin comida para poder darles.

    

 

     ¿Servirá ella de comida para las orugas?.

     No sabemos si quedó embarazada, cuando fue forzada por una de estas orugas adulta.

      ¿Conseguirá llegar hasta la nave nodriza, donde le esperan sus compañeras?.

       Todo esto y mas en el siguiente capítulo.

      Hasta pronto y gracias.