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Planeta Prohibido 4.1

en Sadomaso

      En el capitulo anterior dejamos a Paula, tendida en el suelo del módulo explorador, completamente paralizada por la picadura de un insecto gigante.

     Todo a su alrededor estaba lleno de humo, que salía de los destrozados instrumentos del vehículo.

     Ahora ella estaba a merced del fuego que se podría extender de un momento a otro y moriría abrasada o si se seguía extendiendo el humo, podría morir asfixiada. Estaba aterrada pensando, que de todas formas su muerte sería horrible, cuando vio penetrar por la destrozada cristalera del parabrisas lo que creyó que era una serpiente. No había salido de su asombro cuando se le enroscó en la cintura y levantándola del suelo tiró de ella sacándola de la nave.

     Paula pudo ver que no se trataba de una serpiente, si no de una especie de tentáculo que provenía de una lombriz enorme y que mostraba mas cantidad de dichos tentáculos a lo largo de su enorme cuerpo. Había sido salvada de morir asfixiada para ahora servir de comida a quien sabe que clase de animal que era aquel que la llevaba suspendida por la cintura. Ella estaba con las piernas y brazos colgando inertes por lo que quizás la lombriz pensó que estaba muerta y solo la recogió como un resto orgánico para su alimentación. De pronto fue introducida por un túnel abierto en el suelo y todo a su alrededor se hizo la oscuridad mas completa.

     No pudo precisar el tiempo transcurrido ni la distancia recorrida, cuando  fue depositada en el suelo. Este no se notaba que fuera de tierra, si no que parecía compuesto por una especie de cubierta de tela que la aislaba de la superficie árida de la cueva en la que se hallaba. Se podría decir que la había llevado hasta su cubil para devorarla mas tarde tranquilamente.

     Paula no podía ver nada, solo notaba de vez en cuando el roce de alguno de aquellos tentáculos recorriendo su cuerpo explorándola. Le daba la sensación que estaba investigando si era comestible o intentando descubrir que clase de animal era el que había encontrado. Seguro que era la primera vez que una mujer había estado a su alcance. Había notado que estaba viva, por los acelerados latidos del corazón y por la temperatura corporal. Para Paula era muy difícil discernir que es lo que podía pasar por la mente de este ser y solo el instinto animal lo había movido a llevarla hasta donde se hallaba ahora. Notaba como exploraba la entrada de la vagina y otro tentáculo le penetraba la boca. Sus pechos estaban siendo apretados y notaba como le eran depositados en los pezones un gel viscoso que goteaba por los laterales de sus pechos. Ese mismo gel lo notaba en la entrada de su coño y por toda la entrepierna. Diriase que aquel ser le estaba curando las heridas, puesto que solo depositaba esa masa sobre las zonas dañadas.

     Le escocían terriblemente las heridas al contacto con aquella baba que el bicho le estaba depositando en las tetas y en le coño. No podía ver nada y solo notaba el roce de los tentáculos aprisionando sus pechos y estrujando como queriendo calibrar su consistencia.

     En la mas completa oscuridad no tenía forma de calcular el tiempo, ni de poder ver al ser que la había llevado hasta la cueva. Notaba como aquel bicho le  estaba introduciendo algo alargado por la boca obligándola a abrirla y llegando hasta su garganta, para depositar en ella algo denso y pastoso, que no paraba de tragar involuntariamente hasta sentir su estomago lleno. Se podría decir, que aquella criatura la estaba alimentado, o le estaba follando la boca llenándola de espeso semen.

     La lombriz por fin dejó a Paula tendida inmóvil en el suelo y se alejó o salió de la cueva.

     Ella era consciente de que sus penalidades no habían terminado y que cuando volviera, quizás sería para devorarla sin que pudiera impedirlo al estar completamente paralizada y sin saber el tiempo que podría durar el efecto del veneno paralizante que le había sido inoculado por el escorpión gigante.

     Los pensamiento de Paula divagaban por todas las peripecias acontecidas desde su aterrizaje en aquel planeta, pensaba en lo que le podría haber pasado al resto de sus compañeras que habían quedado en la nave a la espera de su regreso.

     Estaba pensando en sus compañeras, cuando notó que el suelo vibraba y algo se acercaba a ella. Estaba aterrorizada a la espera de ser devorada viva sin poder ni siquiera articular palabra, ya que todos los músculos de su cuerpo se hallaban dormidos y no podía mover ni un dedo. Además estaba todo a oscuras y no se podía ver nada dentro de aquella cueva, o madriguera del ser que la había arrancado de su vehículo, para dejarla tirada en el suelo, como cualquier otro alimento que había recolectado.

     Notó que algo rozaba su cuerpo explorándola y se introducía por su vagina abriéndola desmesuradamente, daba la sensación que aquello intentaba acomodarse dentro de ella, destrozando el coño, produciéndole un dolor terrible. La estaba explorando por dentro y sentía como si la estuvieran partiendo en dos.

     Al mismo tiempo dos tentáculos se le habían enroscado en los pechos y rozaban sus doloridos pezones. Le estaban estrangulando las tetas apretando, de pronto sintió que algo muy puntiagudo se introducía por la punta de sus dañados pezones, era como si intentaran explorarlos por dentro, igual que hacía con su vagina. No podía ser posible que le pudieran hacer unos conductos en los pechos para poder introducir dentro alguna especie de larva y se pudiera alimentar de sus tetas mientras crecía.

     Paula estaba aterrorizada y terriblemente dolorida tanto en su vagina como en sus pechos, Aquel ser que la había secuestrado seguramente la quería para depositar en ella sus larvas y que se alimentaran de ella mientras crecían. Lo peor es que ella seguía viva y sentiría como le devoraban los pechos desde el interior. Ahora sentía como aquel monstruo le estaba introduciendo algo en sus pechos a través de la heridas de los pezones. Al mismo tiempo sentía como se ensanchaba su vagina para dejar paso a algo muy grande. La sensación era casi como un parto pero al revés.

      Paula lo ignoraba, pero aquella lombriz estaba depositando dentro de su útero un par de huevos para que ella los incubara, mientras, preparaba los pechos de ella para la posterior alimentación de su prole. Este ser no se alimentaba de lactosa, por lo que no necesitaba que Paula produjera leche en sus glándulas mamarias. Sus larvas se alimentaban de azucares, por lo que preparaba los pechos de ella para producir azúcar de un modo parecido a como los diabéticos producen exceso de azúcar en su sangre, solo que le estaba inyectando alguna sustancia en los pechos que hacían que la grasa se convirtiera en glucosa o azúcar en lugar de leche como es lo normal.

     Paula estaba aterrorizada pensando que iba a ser devorada, aunque en realidad no cambiaba mucho de cómo iba a ser utilizada. La utilizaría de incubadora para sus crías y una vez estas nacieran, se alimentarían de sus pechos  hasta la edad adulta, que pudieran buscarse el alimento por si solas.

     Aquel ser periódicamente alimentaba a Paula a través de la boca, introduciendo un tentáculo con el que le daba la comida, consistente en una pasta casi líquida que hacía las veces de alimento y de agua para que no se deshidratara ni sintiera hambre.

 

     Pasaban los días, las semanas y los meses, la mujer seguía en la cueva encerrada y en poder de la oruga gigante, pero su cuerpo se había recuperado y habían curado sus heridas, hasta el extremo de que no quedaban ni cicatrices sobre su regenerada piel. Aunque débilmente, había empezado a moverse pero sin apenas fuerzas. Sus pechos habían crecido y habían servido para alimentar a dos larvas que ella había parido. Periódicamente subían hasta sus pezones e introducían unas finas trompas, que poseían en la boca a modo de lengua, por las aberturas que Paula tenía en sus pezones, de este modo se iban alimentando, produciendo en ella, un placer muy grande con el roce por el interior de sus sensibles mamas, le daba la sensación de que le follaban las tetas.

 

     El tiempo pasaba rápido en este planeta que giraba vertiginoso sobre si mismo y al mismo tiempo se acortaban los ciclos anuales, pero sin cambios de tiempo por girar siempre a la misma distancia de la estrella que lo alumbraba. No había cambios de temperaturas, como pasaba en el planeta Tierra, del que provenía la exploradora, pero eso a ella no le afectaba por estar encerrada en una crisálida hecha de una especie de seda producida por la lombriz y a su vez dentro de una galería subterránea. Para la mujer solo contaba las veces que era fecundada por la lombriz, la cantidad de larvas que nacían y el producir el suficiente alimento con sus pechos para alimentarlas. Mientras, la lombriz se cuidaba de su alimentación, cuidado y protección.

     Para Paula, el ser penetrada por el miembro de la lombriz ya no le producía el dolor de las primeras veces, y parir las larvas y darles de comer con sus tetas, hasta le producía placer.

 

 

     Mientras la exploradora seguía ajena a lo que pasaba fuera de su encierro, una nave mucho mas moderna y mas grande había llegado hasta la órbita del planeta, quizás atraída por las señales de radio emitidas por la nave de exploración. La comandaba el ordenador de a bordo y el mantenimiento era hecho por unos androides con forma humana y piel sintética, muy similar a la piel humana. Mientras, todos los tripulantes estaban invernados.

     Las señales de alarma emitidas por el módulo de exploración al ser accidentalmente incendiado, habían servido para atraer a esta modernísima nave estelar, hasta la órbita del planeta y el ordenador había preparado una cápsula tripulada por dos androides, para que bajaran hasta el planeta, y así   investigar la procedencia de la señal de radio. Uno de estos androides se desplazaba por medio de orugas capaces de poder subir y bajar escaleras con solo inclinar sus orugas los grados necesarios para no desestabilizarse y a diferencia del otro, estaba construido de fibra de tungsteno, que era la aleación  mas resistente conocida hasta la fecha. Se había probado y podía resistir el impacto de las pistolas láser por espacio de varios minutos, sin que fuera taladrado. Además contaba con armamento suficiente para enfrentarse a cualquier enemigo, con garantía de salir victorioso.

     Con la escolta del mencionado robot, es como el humanoide se embarcó en la mencionada cápsula y fue lanzada al espacio exterior rumbo al planeta.

    Rápidamente llegaron a las proximidades de la nave exploradora, pudiendo apreciar, que se encontraba parcialmente calcinada y sólo la fortuna había impedido que la pila nuclear siguiera funcionando sin haber entrado en fusión, provocando una gran explosión nuclear.

     La cápsula tomó tierra cerca de los restos, haciendo que se levantara una gran polvareda, que ocultó por espacio de un tiempo toda la vista alrededor.

   Los sensores indicaban que no había vida alrededor en muchos metros y que  la señal de alarma funcionaba automáticamente, por lo que esperaron a que el polvo se aplacara para salir a explorar la nave y alrededores, para así poder saber que podía haber pasado con la tripulación.

 

     En la cueva Paula notaba como la gran oruga que cuidaba de ella estaba inquieta y no había salido de la cueva, como solía hacer habitualmente. El suelo se había estremecido un poco y decidió salir para ver que podía haber pasado, para que temblara la cueva de esa forma. Al aproximarse a la salida tuvo que desistir de asomarse, por que la entrada de la gruta estaba llena de polvo en suspensión, quizás debido a una tormenta de arena, cosa que era habitual en el planeta. Volvió sobre sus pasos y se acurrucó junto a la lombriz acariciando su cabeza para calmar su nerviosismo.

      Sentada en el suelo dejó que varias oruguitas se acercaran hasta ella para alimentarse y ofreciendo sus pechos, dejó que le introdujeran sus trompas en los pezones y fueran comiendo del néctar que sus pechos segregaban. Cuando unas su hubieron saciado, otras ocuparon su lugar hasta dejar a todas saciadas. Recordaba como las primeras veces que nacían las orugas solo lo hacía una o dos, pero a medida que sus pechos producían mas cantidad de néctar, iban naciendo mas cantidad de lombrices, llegando en la actualidad a alimentar hasta seis. Esto le producía mucho placer en sus sensibles pezones, que solía terminar con unos orgasmos múltiples, momento que la oruga grande aprovechaba para penetrarla y mantener la vagina siempre dilatada y disponible para posteriores inseminaciones.

 

(Continuará.)