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Nuevas Responsabilidades (II)

en Sadomaso

Esta es una serie de relatos en la que los personajes se van construyendo poco a poco para formar un particular universo, por lo que recomiento leer el inicio de esta saga. Nuevas Responsabilidades http://www.todorelatos.com/relato/134613/

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Capítulo II

Entre unas cosas y otras la mañana se pasa volando y ya son las 10:30, hora de realizar mis ejercicios matinales para mantenerme en forma, lo mejor será hacer una hora de aeróbico, saldré a correr. Como esta tarde será bastante ajetreada mando a Ingrid a la cama para que se reponga del castigo de la mañana y le digo a Verónica que saldrá a correr conmigo. Mientras tanto encargaré a Sophie y Mamadou algunas labores domésticas.

-          Sophie.

-          Si, Amo –responde la morenita acercándose a mí.

-          ¿Tienes alguna experiencia en las labores domésticas?

-          No, Amo, en el colegio teníamos una camarera por planta que se encargaba de arreglar nuestras habitaciones, y de vacaciones siempre se encargaba el servicio.

-          O sea, que no has utilizado una fregona o una aspiradora en tu vida.

-          No, Amo, lo siento Amo.

-          Bueno pues entonces tendremos que buscar algún utensilio que si sepas manejar.

-          Gracias Amo.

-          Pensemos, pensemos… ya lo tengo un bonito cepillo de dientes, eso seguro que sabes utilizarlo.

-          Si Amo.

-          Bien Sophie, ve a tu cuarto y trae tu cepillo de dientes.

-          Si Amo –responde mientras se aleja.

La verdad es que está monísima con su vestidito de criadita francesa, tan ceñido, que deja ver la parte superior de sus pequeños senos y con esos zapatos de tacón que hacen que su culito respingón se balancee al andar. Ya de vuelta con el cepillo se acerca.

-          Aquí lo tiene Amo.

-          Muy bien Sophie, quiero que con el cepillo salgas a la terraza y limpies todo el borde del suelo con las paredes. ¿Entendido?

-          Si Amo.

Y se dirige apresuradamente hacia la terraza para cumplir la orden. Al pasar por delante mío la zancadilleo y cae torpemente.

-          ¿Adónde vas? Esclava estúpida.

-          A cumplir sus órdenes Amo –responde desde el suelo.

-          ¿Acaso te he dado permiso?

-          No Amo –responde con voz trémula Sophie.

-          Mamadou!!!

-          Si Amo –responde sumiso el negro acercándose.

-          Tráeme unas pinzas dentadas para los pezones y unas pesas de medio kg.

-          Si Amo –y se va a por ellas.

-          Bien Sophie, parece que aún no tienes muy claras las normas de la casa, pese a que son muy fáciles. No se hace nada sin que yo lo diga. ¿Has entendido?

-          Si, Amo.

-          Aún no te he indicado como debes limpiar la terraza.

-          Perdón Amo, pero me ha dicho que la limpiara con el cepillo de dientes.

-          ¿Por qué estaré rodeado de esclavas estúpidas que no piensan? Te he dicho el instrumento, no como vas a limpiarla pero no te preocupes que te quedará claro. ¿Con qué vas a limpiarla?

-          Con mi cepillo de dientes, Amo.

-          Muy bien. ¿Y donde sueles tener el cepillo de dientes?

-          ¿En la boca? Amo

-          Premio, así que coge el cepillo de dientes por el mango en la boca y que no se te caiga.

-          Pfiiii, Amo –responde Sophie con el cepillo de dientes en la boca.

-          Muy bien, y como ves no vas a necesitar las manos, así que ponlas a la espalda que vamos a esposarlas.

-          Pfiiii, Amo –responde mientras se gira y esposo fuertemente sus manos a la espalda.

-          Muy bien, ya estás casi lista, tan solo falta un pequeño recordatorio de lo estúpida que eres, y que mejor que unas pinzas dentadas en los pezones con una pesa de medio kilo cada uno. Seguro que se balancean armoniosamente mientras manejas el cepillo con la boca.

-          Mmmmm, Amo –responde Sophie con esos ojos marrones de mirada triste al borde de las lágrimas.

-          Acércate –le digo mientras la acerco, bajo el corpiño de su uniforme por debajo de las menudas tetas que se mantienen erguidas y pinzo cada una de ellas. Cuelgo las pesas y las dejo caer simultáneamente.

El aullido de Sophie es sorprendentemente agudo y mientras lo lanza deja caer el cepillo de su boca.

-          Lo siento Amo, perdón –Se apresura a suplicar mientas se lanza de rodillas al suelo y se inclina desesperadamente intentando coger nuevamente el cepillo con la boca.

-          Sophie stop!!! –rujo, mientras lanzo el cepillo lejos de una patada.

-          Perdón Amo, perdón – solloza en el suelo mientras intenta besar mis zapatos.

-          De pié. Ya!!!

-          Si Amo –responde mientras se pone de pie trabajosamente.

-          Sophie, estoy dispuesto a pasar ciertas cosas por alto porque es tu primer día y no tienes experiencia como esclava.

-          Gracias Amo –responde entre sollozos la morenita.

-          Pero bajo ningún concepto estoy dispuesto a tolerar faltas como estás.

-          Lo siento, Amo, lo siento.

-          Mañana en la fiesta de grupo serás severamente disciplinada. Ahora procede a recoger el cepillo y ponte a ejecutar la tarea que te he encomendado. La terraza tienen unos 60 metros de contorno, por cada metro que falte mañana recibirá un castigo. ¿Entendido Sophie?

-          Si, Amo. ¿Puedo hacer una pregunta Amo?

-          Dime.

-          Y cuando el cepillo esté sucio ¿cómo lo limpiaré?

-          Sencillo le das la vuelta lo chupas, lo dejas limpio y vuelta a empezar. ¿No querrás que desperdiciemos recursos hídricos con lo escasos que son?

-          Si, Amo

Sophie se dirige de rodillas a recuperar el cepillo y ponerse manos a la obra. Está preciosa, de rodillas, con las manos esposadas a la espalda, inclinada hacia delante con la cabeza tocando el suelo, viendo esos muslos por encima de las medias negras y el culo totalmente en pompa, mientras las pesas de los pezones se bambolean acompasadas con el vaivén que tiene que realizar con la cabeza para frotar. Va a ser una larga, larga hora.

-          Mamadou!!!

-          Si Amo.

-          Como vamos a salir e Ingrid está descansando quiero que vigiles a Sophie, no sea que esa estúpida se nos lesione.

-          Si Amo. Estaré atento Amo. Gracias por la confianza Amo.

Muy bien, una vez solventadas las tareas domésticas me dirijo a Verónica.

-          Verónica vamos a prepararnos para salir a correr

-          Si Amo –responde la impresionante pelirroja

Nos dirigimos al vestidor en el que está toda mi ropa y la de mis esclavos,  ellos comparten la ropa, total no hace falta que estén todos todo el rato vestidos.

Para mi elijo la típica ropa técnica de running, camiseta, malla corta, calcetines y deportivas, todo bastante normal. Para Verónica, un conjunto de color azul cobalto que combina muy bien con su impresionante cabellera rojo fuego y que resalta sobre su piel nívea. Está compuesto por un top que apenas le cubre los senos, a los cuales se amolda como una segunda piel, dejando visible su vientre liso con las abdominales ligeramente marcadas, para la parte inferior un minishort que deja ver el tercio inferior de sus nalgas y que por su cortedad hace que las ya de por si largas piernas parezcan infinitas, nada excesivamente escandaloso pero sí bastante sexy.

-          Amo ya estoy preparada –me indica la ardiente pelirroja de ojos verdes.

-          No tan deprisa pequeña, aun quedan ciertos aditamentos que debes incluir.

Me gusta que se pueda intuir que mis esclavas son esclavas, al igual que con la ropa de calle odio los espectáculos públicos, pero busco un equilibro en el que el resto de transeúntes puedan pensar ¿lo es, no lo es? ¿Qué tiene de raro esta chica? Por ello aparte de una ropa de running más o menos normal me gusta incluir algunos de detalles:

El primero no hay que incluirlo porque lo llevan todos los esclavos de la familia de serie. Es la Rosa de los Lancaster tatuada en su omóplato izquierdo con un látigo rodeándola, con el top de running queda totalmente  visible.

El segundo complemento que mostrará hoy la esclava es una gargantilla de tela púrpura ceñida al cuello con unas esposas en miniatura colgando.

El tercer detalle al igual que el primero tampoco es un complemento, al verla así vestida pienso que esas nalgas están muy níveas por lo que voy a proceder a colorearlas.

-          Verónica, acércate al armario y tráeme la paleta de ping pong que voy a preceder a dar algo de vida a esas nalgas tan paliduchas que tienes y las dejo a juego con tu pelo.

-          Si Amo –responde algo contrariada la irlandesa que no se esperaba recibir una azotaina de forma tan gratuita.

Verónica me acerca la raqueta de ping pong, casualmente ha seleccionado una de color rojo que me va a servir como termómetro para saber en qué punto debo dejar sus nalgas. Como soy diestro procedo a poner mi pie izquierdo sobre un escabel para que la pierna quede haciendo una ele a la altura de la cintura y ordeno a la esclava que se incline sobre ella dejando su culo totalmente a disposición de la paleta de ping pong.

-          Verónica, no hace falta que cuentes los azotes.

-          Gracias Amo –responde con la cabeza casi rozando el suelo.

-          Eso si espero que seas una digna esclava y soportes el castigo sin aspavimentos.

-          Si, Amo

Tiro hacia arriba de los shorts para dejar al descubierto la parte de las nalgas que debo colorear y empiezo la azotaina con la mano derecha mientras que con la izquierda agarro su coño por encima de los shorts. Como no es un castigo empiezo suavemente para que el culo se vaya calentando y tomando temperatura, estos primeros azotes junto con el sobeteo de su coño son recibidos con gemidos de placer por parte de la esclava y poco a poco el bonito trasero va adquiriendo una tonalidad rosada. Es el momento de incrementar el vigor de los azotes para que esas nalgas adquieran un bonito tono morado que haga juego con sus pantalones. En el vestidor tan solo se oyen los golpes de la paleta sobre la piel de la esclava y sus gruñidos y gemidos contenidos intentando soportar la paliza.

Tras unos 10 minutos y no sé cuantos golpes considero que el culo tienen un bonito color por lo que paro.

-          Listo esclava, ya tenemos un culo con un bonito color. Levántate quenos vamos.

Al levantarse y ponerse enfrente mío observo una mancha oscura que se extiende en torno a su entrepierna.

-          Te has meado durante la azotaina sucia perra.

-          No, Amo –responde la esclava con sus ojos verdes clavados en el suelo y su cara totalmente roja haciendo juego con su pelo y su trasero.

-          Entonces ¿qué ha pasado? –pregunto yo, intuyendo la respuesta.

-          Amo es que la paliza ha hecho que me moje como una perra.

-          Vaya, vaya así que tenemos un coño que se encharca en cuanto lo tocan y le dan marcha. Bien pues ya que está húmedo vamos a aprovechar esa humedad. Tráeme el kit eléctrico de las salidas.

Este kit consiste en un huevo vibrador que puede vibrar o producir descargas de intensidad variable y una varilla que se inserta en el ano y que puede producir descargas en lo más profundo del ano. Cuando estas descargas son suaves algunas esclavas incluso pueden sentir algún placer, pero cuando se dejan a máxima potencia son insufribles, recuerdo que alguna esclava llegó a describir la experiencia como que te metieran un bate de beisbol por el culo. Los dispositivos se controlan con un mando a distancia o bien con el móvil, esto es gracias a mi querido primo Peter que es un enamorado de la electrónica y le encanta prototipar estos dispositivos.

-          Verónica, ahora saldremos a correr, a lo largo de la carrera el huevo te irá estimulando, si no sigues mi ritmo y adquiero una ventaja de 5 metros tanto el huevo como la varilla te darán una ligera descarga cada 30 segundos, cada vez que incremente esa distancia en 5 metros la descarga será de mayor intensidad y duración. Entendido?

-          Si, Amo –responde incomoda la esclava.

-          Para que veas que soy bueno mientras estemos corriendo te dejo orgasmar.

La verdad es que entre el escozor del culo, la huevo y la varilla parece más un pato mareado que una gacela, pero tiene un punto sexy ver a esta imponente y estilizada atleta moviéndose como un pingüino. Programo el móvil y salimos a correr.

Durante los primeros 45 minutos vamos acompasados y no hay nada digno de mención, tanto yo como la esclava tenemos que eliminar toxinas y me concentro en mi tarea, pero una vez que he cumplido el objetivo empiezo a pensar que es hora de divertirse un rato. Verónica tiene un bonito rubor en la cara debido en partes iguales al ejercicio y al huevo que lleva masajeando su coño un buen rato. Me fijo en su entrepierna y la mancha oscura del short cada vez es más grande y no creo que sea solo sudor.

Sin apenas esfuerzo incremento el ritmo de la zancada y rápidamente le saco la suficiente ventaja para que los aditamentos empiecen a realizar su labor y vayan dándole descargas eléctricas que recibe con unos graciosos saltitos y pequeños chillidos. Cómodamente voy incrementando la distancia hasta conseguir llegar al máximo nivel de descargas, cuando de repente Verónica cae al suelo, me apresuro a volver con ella para que deje de recibir descargas pero ya un pequeño grupo de curiosos se agolpa junto a ella. Llegando le digo:

-          Estás bien querida.

-          Si amor, ha sido tan solo que he tenido un ligero desvanecimiento. No te preocupes

Le ayudo a ponerse en pie, afortunadamente no se ha lesionado, y tras agradecer a  los transeúntes sus atenciones procedemos a volver a casa.

Nada más llegar a casa le cruzo la cara de un bofetón que la manda al suelo y le pregunto.

-          A qué coño ha venido el numerito de la calle, perra estúpida.

-          Lo siento Amo, pero estaba cansada y no he sido capaz de soportar las descargas.

-          O sea que la señorita es incapaz de esforzarse para seguir el ritmo y no puede soportar el castigo asociado. Bien pues creo que ahora vas a disfrutarlo

Enfadado cojo el teléfono de mi brazo y procedo a poner el huevo vibrador al máximo y el nivel de descargas también y pulso repetidamente la pantalla del móvil para que Verónica reciba largas descargas. La esclava cae al suelo aullando de dolor y en parte de placer. Su cuerpo se convulsiona violentamente por las tremendas descargas que está recibiendo, tiembla descontroladamente durante unos interminables segundos hasta que la vibración del huevo da sus frutos y estalla en un doloroso orgasmo mientras el huevo continua martilleando con fuerza su ahora sensible vagina, pulso el móvil para darle una última, larga y dolorosa descarga que hace que pierda el control de sus esfínteres, se mee y prácticamente quede inconsciente.

-          Mamadou ven a limpiar este desastre y ayuda a que Verónica se duche.

-          Si Amo –responde el negro acudiendo desde la terraza en la que estaba vigilando a Sophie.

Mientras Mamadou se dedica a limpiar los orines de Verónica  y ayuda  a ésta, que como puede se dirige a la ducha para intentar recuperarse, yo me dirijo a la terraza para ver cómo ha avanzado el trabajo de Sophie.

La menuda esclava se encuentra en la misma posición que la dejé, de rodillas, con la cabeza casi rozando el suelo y con movimientos de su cuerpo y cabeza intenta con el cepillo de dientes limpiar la terraza, lo cual hace que las pesas pinzadas en sus pequeños senos oscilen dolorosamente, la esclava está anegada en el llanto y tanto física como emocionalmente agotada. Es el momento de ir rompiendo a la bella francesita para que asuma su condición de esclava. Me dirijo a un cómodo sillón de la terraza y le ordeno:

-          Sophie deja lo que estás haciendo y ven aquí.

-          Pfi affo –responde la morenita aún con el cepillo de dientes.

-          Escupe el cepillo y acércate.

-          Si, Amo.

Sophie se acerca y delicadamente cojo sus manos y la siento en mis rodillas, hago que apoye su cabeza en mi pecho, Sophie llora desconsoladamente.

-          Sophie, tan solo has limpiado unos 10 metros de la terraza.

-          Lo siento Amo, me he esforzado al máximo, pero no he podido hacer más.

-          No te preocupes Sophie, mañana hablaremos de esto. ¿Te duelen mucho los pezones?

-          Si Amo, noto los pechos como si tuviera dentro de ellos dos carbones ardiendo.

-          ¿Y qué harías para que te quitara las pinzas?

-          Cualquier cosa, Amo, esta tortura es terrible.

-          Bien, te voy a dejar elegir, puedes decidir seguir con las tetas pinzadas por el resto de la mañana, o bien, puedes ofrecerme tu culo para bajar la tremenda erección que tengo en estos momentos.

-          Pero Amo, soy totalmente virgen.

-          Sophie eres mi esclava y podría hacerlo sin pedírtelo, pero creo que es bueno para tu educación que seas tú la que libremente me ofrezcas tu culo –le comento mientras juego con las pinzas de las tetas, cosa que no parece ser mucho de su agrado por las muecas de dolor que hace.

Es un juego que solo tiene una única salida, y Sophie pese a su ingenuidad sabe que hoy no se va a librar de ser penetrada por todos sus agujeros.

-          Bien Sophie que decides, tengo que ducharme antes de comer y se hace tarde.

-          Amo, el culo.

-          No Sophie, así no se pide, eres tú la que me ofrece el culo, así que hazlo de forma correcta –le digo mientras pego un par de tironcitos a las pinzas.

-          Por favor Amo, utilice el culo de esta esclava.

-          Creo que puedes hacerlo mejor –respondo, mientras sigo jugueteando con las pinzas.

-          Por favor Amo, sería un honor para esta esclava que dispusiera de su culo.

-          ¡Muy bien! Ves como podías hacerlo mejor.

Esto va a ser un poco asqueroso porque la esclava no ha recibido ninguna lavativa y seguro que su esfínter está lleno de heces, pero es más un tema de educación y de romper a la esclava que de placer, así que al tajo.

-          Bien Sophie, apóyate sobre la mesa de la terraza, cuando acabemos podrás sacarte las pinzas.

-          Si Amo –contesta la francesita inclinándose y apoyando sus manos sobre la mesa, con las pesas de las pinzas tirando de sus pezones.

El espectáculo es ciertamente sensual, aunque es menudita tiene unas bonitas piernas, realzadas por los altos tacones y enmarcadas en unas hermosas medias negras rematadas por un bordado y sujetas por ligueros que acaban a escasos centímetros de su culo, es una bella estampa. Por otra parte la escasa falda de vuelo del uniforme de doncella apenas cubre las nalgas de la chiquilla que sumisamente ofrece su culo.

Me acerco a ella y le levanto la falda para admirar ese precioso culo.

-          Sophie!, no querrás que haga yo todo el trabajo. Cógete las nalgas con las manos y ábrete el culo para que pueda acceder a tu estrecho agujerito sin estorbos.

-          Si Amo –responde sumisa la francesita, mientras su cuerpo tiembla ligeramente debido a los sollozos y al miedo a la penetración.

Como no se trata de ser suave, ni siquiera de obtener mi placer, si no que hay que romper a la bella francesita va a ser rápido y doloroso, nada de lubricantes, en estos momentos mi polla es una herramienta para proporcionar dolor y humillación, así que me concentro en la tarea y de un brutal empujón inserto de golpe mi polla hasta introducir completamente el glande dentro del esfínter de la sumisa que deja escapar un aullido de dolor y suelta sus nalgas para apoyarse en la mesa y no perder el equilibrio.

Aprovecho para engarfiar con mis manos sus dos tetas y poder hacer más fuerza. Continúo introduciendo lentamente mis 20 cm hasta que mis huevos tocan las nalgas de la morenita que siente como una barra ardiente penetra en su interior. Sophie ya ni grita tan solo boquea buscando un aire que le falta. Sin darle un respiro, ni dejar que se acomode a la situación,  procedo a unas rápidas embestidas que hacen que llegue al climax en unos momentos, mientras mi polla llena su culo de leche en los últimos estertores estiro hasta arrancar, quizás un poco brutalmente, las pinzas de las tetas de Sophie que se derrumba sobre la mesa llorando desconsoladamente.

Retiro mi polla de su culo mientras observo a la francesita, de cuyo culo rebosa el semen de mi corrida y resbala por sus piernas. Miro mi polla manchada de sus heces y de mi leche pero Sophie no está en condiciones de hacer nada, está en un estado de shock que hace que poco a poco se vaya quebrando su voluntad y asuma que en esta casa no es más que un objeto al servicio de su Amo.

Miro a mí alrededor buscando a alguien y pienso: Ingrid en la cama recuperándose de la paliza de esta mañana, Verónica en la ducha recuperándose de las descargas eléctricas y Sophie rota sobre la mesa de la terraza ¡Y aún no he comido! Habrá que bajar el ritmo o a este paso no me duran hasta el cambio de turno. Así que me dirijo solo a la ducha mientras ordeno a Mamadou que prepare el salón para comer.

Espero que os haya gustado.