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Berta la enfermera

en Lésbicos

Berta la enfermera

Haciendo mis prácticas en medicina, llegué a trabajar a un Hospital por un período de 6 meses, donde en seguida me hice amiga de algunas enfermeras, ya que todo médico sabe que para que tu trabajo hospitalario sea mas ameno y eficiente, siempre debes tener a las chicas de enfermería de tu lado!

Entre el ir y venir y familiarizándome con el ambiente, conocí a varias personas, algunas muy cordiales, otras un poco mas renuentes y otras que definitivamente… mejor ni hablar!

Entre ellas siempre sobresalía la figura de Bertha, una enfermera muy eficiente, de porte inflexible, y regio, de andar altivo siempre con la frente en alto.

De facciones bonitas cabello obscuro, difícil imaginar su forma y su largo pues siempre lo llevaba recogido en un moño ajustado bajo esa cofia con una línea que la cruzaba como indicación de que tenía cargo superior, usaba lentes que escondían unos ojos medianos color cafés de difícil expresión con maquillaje tenue resaltando sus finos rasgos faciales armonizando con su porte.

Aún bajo su uniforme impoluto de una sola pieza con botones al frente y falda dos dedos por abajo de las rodillas  se vislumbraba una figura que no le pedía nada a nadie, de talla mediana, tetas de tamaño mediano me parecía, redondas, dentro de un sostén de soporte, una fina cintura, abdomen plano, caderas amplias y un par de nalgas redondas y paradas, con piernas que parecían ser de buen tamaño y forma, siempre enfundadas en medias blancas.

El cargo que ella tenía era de subjefa de piso en el turno nocturno, siempre cordial y parca al hablar… difícil interactuar con ella, así que decidí no presionar para entablar la amistad a mi favor y solo llevar la relación laboral.

Conforme pasaban los días entre las arduas horas de trabajo. Lo divertido era cuando uno se reunía con los demás compañeros en el comedor de personal donde siempre se colaban los rumores de pasillo, que si esta andaba con aquel, que si se creía estaba embarazada, que si se habían quejado de tal o cual compañero y bla, bla, bla… Rumores que de alguna manera aunque nunca he sido partícipe directamente de ellos, siempre es un deleite escuchar y enterarse…

De Berta, a quien nombraban el “témpano”, se decía que era una ermitaña, que no tenía familia, que no tenía amistades, y seguro no tenía pareja, alguien mas atrevido dijo que seguramente se debía a que bateaba al lado contrario.

Pasaban los días… yo hacía mis labores cotidianamente y de vez en vez me cruzaba con Berta, siempre un “buenos días”, “buenas noches señorita enfermera” al cual siempre respondía con la misma cordialidad.

Una noche nos tocó coincidir en el servicio y trabajar codo a codo, ese día el servicio de urgencias estuvo repleto durante las primeras horas y nos acoplamos trabajando con mucha eficiencia, ella parecía leer mi mente y yo la de ella… ella trabajaba como yo desde el principio hasta el fin (algunos compañeros se turnan a descansar 1 o 2 horas durante la noche), y aún cuando no tuviéramos mas pacientes, nos adelantábamos a dejar equipos, salas, pacientes listos para entrega de turno… Alrededor de las 5 de la mañana la muralla que Berta siempre interponía al momento de relacionarse con los demás presentaba algunas fisuras.

Me ofreció una taza de café y yo que me encontraba intentando leer un libro, ella se sentó a mi lado haciendo lo mismo, no decíamos nada, ambas respetábamos nuestros espacios y nuestros silencios…

Mi mente empezó a divagar sobre los rumores hacia Bertha… así que intentando socializar un poco y saber mas de ella, así que dije:

-         Vaya, si que ha sido una jornada pesada al principio, pero creo la libramos bastante bien

-         Si doctora, el servicio está en orden al parecer, esperemos continúe igual el resto del turno

Eso fue todo, ni una palabra mas ni una menos.

Media hora mas tarde los compañeros que descansaban empezaron a hacerse presentes preparándose para cambio de turno.

Pasada las 7 de la mañana salimos me dirigí a mi auto, estacionado fuera del hospital ya que al ser residente, mi trámite para una plaza dentro del estacionamiento del hospital aún estaba en proceso.

Al subir a mi auto y empezar a recorrer mi camino de vuelta a casa, vi a la enfermera en una parada intentando subir sin éxito a uno de los transportes públicos que estaba saturado a tope, ya que era una de las horas de mas demanda para el transporte público.

Aprovechando la oportunidad, me acerque con mi auto hacia ella y le ofrecí llevarla, me dijo:

- gracias doctora, pero no quiero desviarla de su camino

por supuesto, yo no desistí, y le dije:

-Permítame al menos acercarla a una parada del metro o a otra parada menos saturada.

Ella, viendo que no tenía muchas opciones, decidió aceptar mi oferta y se subió al auto, siempre con muchas reservas.

Le pregunté hacia donde se dirigía, me dijo que hacia el sur, yo le dije que tenía mi departamento a una cuadra de la calzada de Tlalpan en el sur de la ciudad, me dijo que le venía bien, así que tomé camino y empezó una charla trivial que giraba al hecho de lo difícil del transporte público a esa hora, que su auto ese día no circulaba y que siempre era una tortura encontrar modo de volver a casa en transporte público ese día. Yo no tenía ese problema ya que mi todoterreno era modelo reciente y podía contar con él todos los días, pero le expliqué que estaba en espera de la resolución para encontrar una plaza dentro del hospital para su resguardo. Ella no dijo nada. Puse una estación de radio, y pareció relajarse.

Finalmente le dije que en la siguiente esquina yo giraba, me dijo que ella se bajaba ahí, ya que continuaba aún un poco mas adelante, sin presionarla, me orillé para que descendiera del auto y como era de esperarse me agradeció una vez mas el acercarla a su casa. No hubo mas que decir, nos despedimos.

En la siguiente guardia volvimos a coincidir, yo me comporté igual que siempre, la saludé afectuosamente y sin mas preámbulos me disponía a recibir la guardia, cuando ella se acercó y me dio un sobre, me dijo que me lo enviaba el subdirector del Hospital. Lo abrí y en su interior había un escrito donde se me informaba la asignación de mi plaza en el estacionamiento, un reglamento y una etiqueta para pegarla en el cristal de mi auto.

Sin lugar a dudas ella había intervenido devolviéndome el favor.

Ella sin esperar que yo pudiera decir nada había se alejado a continuar con sus labores.

Como siempre el inicio de la jornada algo intensa, no me dio la oportunidad de cruzar palabra con ella.

Una vez que el servicio se relajó volvimos a coincidir, esta vez en el comedor durante el servicio de media noche. Me senté a su lado con una taza de café y le externé su agradecimiento por el apoyo que me había dado en relación al estacionamiento. Me dijo:

-         No es nada doctora, es solo cuestión de papeleo, a veces los trámites internos llevan menos tiempo pero entre tantas peticiones, algunas se rezagan y la resolución tarda un poco más.

-         Aún así… es importante para mi, gracias.

Ella retomó su lectura y no pude dejar de preguntar que leía, empezó una charla sobre libros. Nos dirigimos de vuelta al servicio e inusualmente este se mantenía tranquilo. Solo estábamos ella y yo y de un tema a otro llegamos a las parejas, la diversidad sexual, etc.

Ella a momentos parecía cohibirse. Y de pronto me confesó que ella no podía llegar a un orgasmo, que le costaba demasiado, al grado de perder el interés en una relación sexual.

Recordó que en cierta ocasión cuando aún era estudiante de bachillerato encontró a una compañera de nombre Sandra sentada en el lavabo del baño escolar con su falda corta arrollada hasta la cintura, las piernas abiertas, sin pantys, mostrando sin recato su concha juvenil depilada hasta el culo, tocando impúdicamente su vulva, que brillaba por los incipientes líquidos que empezaba a emanar, “intentando masturbarse”.

Ella sin decir mas se disponía a salir cuando Sandra burlándose de ella le llama y le dice que si podía “darle una mano” pues no podía conseguir llegar al clímax. Sandra tenía fama de comevergas y de haberse acostado con mas chicos en la escuela que la edad de su abuela.

Sandra y su grupito de zorras siempre le habían hecho la vida imposible, aprovechando cualquier oportunidad para hacerla objeto de sus burlas y humillaciones, la habían considerado una ñoña… eso la animó a dar el siguiente paso, era su oportunidad.

La arpía adolescente empezaba a decirle que era una teta, que ni siquiera sabía lo que era masturbarse, empezó a insultarla como era su costumbre.

Bertha caminó hacia la puerta pero solo para poner el pasador y asegurarla. Se volvió y tomando de su bolsa una crema que tenía para las manos, abrió las piernas de una azorada Sandra con cierta brusquedad, ya que no daba crédito a lo que sucedía pues no creía que la ñoña tuviera el valor de regresar siquiera.  

Puso una buena cantidad de crema en su concha y se dispuso a darle faena con los dedos. La miró a los ojos, y le dijo:

-         Si no puedes llegar al clímax es porque no sabes hacerlo, como es debido. Eres una puta pero en el sexo la ñoña eres tú.

Dicho esto, Bertha froto con toda su palma desde el pubis el clítoris, la vulva, rozando con su dedo medio el culo de la chica, Sandra al sentir el contacto de su mano empezó a emitir suaves gemidos.

Separando más sus piernas y abriéndola a tope, Berta introdujo 2 dedos en su apretada vulva, y el dedo pulgar en su culo estrecho resistente. La chica pegó un brinco y dio un pequeño grito de asombro y dolor. Pero Bertha tenía la oportunidad de que esa idiota le pagara caro sus mofas diarias.

Con la otra mano empezó a estimular fuertemente el clítoris, entre pellizcos bajando el pequeño prepucio de ese capullito simulando hacerle una chaqueta de arriba abajo, cosa que no le costó mucho trabajo pues la Sandra tenía el clítoris ya hinchado y podía sostenerlo con su dedo índice y pulgar sin problemas, alternando entre palmadas y frotes circulares. En su concha dos dedos no eran suficientes, introdujo un tercero y el dedo índice. 4 dedos en la concha y 1 en el culo entrando y saliendo con frenesí mientras la chica gritaba de placer incontenible.

Berta se sentía poderosa y empezó a insultarla:

-         Ya aprendiste como se hace puta, esto querías? Pues aquí lo tienes, quien es ahora la ñoña?, eres una maldita zorra, una perra comevergas!

Con cada embestida que Berta daba con su mano a la vagina y culo de la compañera, imprimía un poco de esa furia contenida por las muchas humillaciones a su persona, que esa petulante y su grupito habían infringido a su persona.

Sandra no podía más, Berta no cesaba de entrar y salir a todo lo que daba metiendo sus dedos a tope, cogiéndose a la muy cabrona, era suya…

En medio de un gran alarido Sandra se vino estrepitosamente en las manos de Berta al tiempo que ella le clavaba a fondo los dedos con furia en la vagina y el culo ya abiertos, a la vez que pellizcaba con fuerza su clítoris enfebrecido, haciendo que la chica se meara y se cagara sin poder contenerse.

La chica pareció desvanecerse… intentó sostenerse tomando la cara de Berta para besarla, algo que a Berta le disgustó y la empujó con brusquedad, ocasionando que Sandra perdiera el equilibrio sobre la encimera del lavabo resbalara y quedara despatarrada en el suelo batida en sus excrecencias, a sus pies, Berta se agacho y tomándola del cabello levantó su cara hacia ella, la miro diciendo:

-         A mi no me gustan las mujeres zorra tortillera y de ahora en adelante vas a respetarme pinche puta!!! Y mas vale te mantengas alejada de mi persona, tu y las hijas de puta que tienes por amigas!!!

Berta limpió su mano en la cara y la boca de Sandra que embarró de lo que quedaba de la crema, mezclada con los fluídos de su orgasmo, sangre, orines y mierda del culo de la chica, rematando en su blanca blusa.

Berta salió del sanitario, mas plena que nunca, con la autoestima hasta el cielo, y fue cuando llegó a su casa que se percató de la humedad que tenía entre las piernas, que aprovechó para autosatisfacerse ocasionándose un intenso orgasmo que la hizo dormir por mas tiempo del habitual…

Mientras Berta terminaba su relato, su mirada brillaba, rememoraba con intensidad los hechos pasados… de pronto se turbó… me miró y se dio cuenta que había tenido una catarsis conmigo y que se había desahogado mucho mas de lo que nunca había hecho con nadie…