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Entrega (recibimiento ii) (2015)

en MicroRelatos

-Toda la semana ignorando mis peticiones sutiles o explicitas y ahora pretendes obtener sexo disfrazando tu cuerpo y actitud. -Piensa la parte mas frustrada de mi, mientras mi cuerpo lucha contra el cansancio acumulado e intenta responder a sus sensuales preparativos. Disfruto contemplando su melena recién cortada cuidadosamente alisada. El maquillaje significativamente sensual. Ese corsé que realza el busto y modela la cintura. Sus sensuales piernas cubiertas negras medias… -Y sus pies descalzos. -Añade en mi mente la parte mas gruñona, al constatar la ausencia de los imprescindibles zapatos de tacón.

Entonces me doy cuenta de que la puerta sigue estando abierta exponiendo su actitud y apariencia sumisa a los ojos de cualquier vecino que tuviese la fortuna de pasar casualmente. Suelto las maletas y empujo la hoja mientras, a pesar del agotamiento, soy consciente del esfuerzo que ha debido realizar para mantener su actitud y no reaccionar ante la embarazosa situación.

Mi corazón me exige responder a sus esfuerzos. Pero la abrumadora mortaja de cansancio acumulada durante las ultimas semanas impide a mi mente concebir la iniciativa imprescindible para el rol dominante que deseo adoptar. -Si su entrega fuese más que artificio sabría demostrar esa entrega. -Se excusa patéticamente mi parte amargada mientras soy dolorosamente consciente de que su esfuerzo es real. Y me frustra que mi abotargado cerebro no sea capaz de articular mis actos para que ambos podamos disfrutar de el.

Tomándola de las manos la levanto mientras mi inclemente libido me informa como se ha alzado sensualmente sobre punta de sus pies. Y como permanece así mientras la beso con toda la pasión que mi agotado cuerpo me permite demostrar. Mis manos se deslizan hasta sus nalgas y sus piernas se separan lo suficiente para que mis dedos certifiquen el deseo que humedece su sexo. Intento obligar a mi maldito cerebro a tomar la iniciativa. Pero solo consigo ahogar un gruñido de frustración entre sus labios.

Molesto conmigo mismo, casi huyo hacia el dormitorio para deshacerme del incomodo traje que llevo desde hace días. -Ya veras lo que tarda en venir a aprovechar la situación. -Pronostica esa parte mezquina de mi cabeza. Y casi sonrió con satisfacción mientras el sonido de ella recogiendo el contenido de una de mis bolsas en la cocina niega el mezquino oráculo.

Ya desnudo mi vejiga me obliga a ir al baño e inmediatamente ella, todavía sobre las puntas de sus pies, cruza el umbral arrodillándose a mi espalda. La situación me incomoda pero estoy demasiado cansado, y agradecido, como para quejarme. Con ella fuera de mi vista consigo relajarme lo suficiente como para orinar. Siento sus manos separar delicadamente mis nalgas y su húmeda lengua deslizarse sobre mi esfínter. De alguna manera consigo acabar sin derramar demasiado fuera del inodoro mientras ella se entrega con pasión a la tarea de degustarme.

-No llevas tacones. -Bromeo nerviosamente excitado. Abruptamente ella detiene su deliciosa tarea y sale del baño antes de que pueda añadir nada. Vuelve con igual celeridad arrodillándose ante mi y presentándome unos zapatos negros de tacón ligeramente grueso y longitud apreciable. Intento decir algo pero su rostro suplicante solo me permite asentir. Para mi sorpresa en lugar de calzarse se gira y, alzando sus nalgas, fuerza entre gemidos contenidos su ano con la dureza inflexible del tacón.

Con evidente incomodidad vuelve a arrodillarse frente a mi. Su aliento perturbando ahora mi inevitable erección. -Esta esclava solo aspira a que acepte su entrega.