¡Lárgate de mí puta casa! –Grito mi hijo–. Mi sobrino aún estaba desnudo y su pene colgaba y se tambaleaba cuando trataba de ponerse los pantalones. Mi hijo se acercó de nuevo a él estrepitosamente y lo golpeo en la cara de nuevo. MI sobrino trataba de defenderse pero la fuerza y el enojo de mi hijo eran demasiado para él. Quiso pelear pero mi hijo lo golpeo aún más fuerte en el estómago y lo doblo cayendo en sus rodillas. Lárgate ya imbécil, antes de que te mate –grito de nuevo–. Yo aun tapándome con las cobijas le implore a mi hijo que se calmara, que me dejara explicarle la situación, pero el solo me arrojo de nuevo a la cama y me dijo –no te muevas, no he terminado contigo, tú y yo ahorita vamos a hablar–. Tomo del cabello a mi sobrino y lo pateo por toda la casa hasta que llego a la entrada de la puerta. Lo saco con fuerza de la casa y regreso para arrojar su maleta con algunas de sus cosas a la calle. ¡Búscate otro lugar donde vivir pendejo! –Gritó mientras azotaba la puerta en su cara–.

Volvió al cuarto y me miro con unos ojos llenos de intenso odio y resentimiento. No dijo nada por unos momentos, solo me miraba fijamente mientras yo agachaba la cabeza y me tapaba con las sabanas, no sé realmente por qué razón lo hacía si mi hijo ya había visto mi cuerpo, tal vez era la vergüenza de la situación. Me tomo del cabello fuertemente y me llevo a la ducha. ¡Quiero que te limpies el cuerpo bien de todos sus putos fluidos puta! –Gritó–. Abrió el agua fría e hizo que me bañara temblando de frio. Lo hice rápido para no congelarme y él se quedó esperándome fuera de la ducha. Su rostro aun lucia desencajado y molesto. Me miro de nuevo con esa mirada suya y me pregunto:

– ¿Cómo es que pudiste meterte con ese puñetas a la cama?

–Mi amor, el no significo nada, déjame explicarte.

–Te estoy escuchando puta.

–No me llames así José, soy tu madre, respétame.

–Te respetaría si no supiera lo que eres.

–Fue solo una aventura, un entretenimiento mientras tú no estabas.

– ¿Te gusta, lo amas?

–Tú sabes que solo te amo a ti mi amor, no dudes de mi amor nunca bebé.

–No puedo creer que lo hayas hecho, yo no he estado con nadie por solo estar contigo y tú me sales con estas chingaderas.

–Solo fue esta vez amor, te juro que solo lo hicimos esta vez.

–No te creo.

–Te lo juro por mi madre amor, solo fue esta vez.

La verdad tuve que mentirle. Si le decía que estaba empezando a sentir algo por su primo hubiera sido una terrible experiencia para él y por supuesto para mí. Yo trata de sosegarlo un poco con algunas caricias y el accedió a mi tacto sutil y calmado. El seguía reprochándome mi traición mientras me abrazaba. Yo sabía en el fondo que a pesar de su carácter tan tosco y violento él me amaba profundamente como mujer. Mi amor tu y yo vamos a tener un hijo, no podemos estar peleando así –dije–. Tienes razón, pero por lo mismo, yo no quiero estar escondiendo siempre nuestra relación –dijo–. Quiero que nos mudemos a otra ciudad, quiero que podamos vivir libremente, como una pareja –añadió–. Eso es un problema muy grande, tendríamos que cambiarnos el nombre y apellidos amor y viajar a un lugar donde nadie pudiera encontrarnos y que ninguno nos conociera –repliqué–. Le señale que había que pensar bien las cosas antes  de poder tomar una decisión, por nuestro retoño debíamos tomar la que fuera la mejor para él. Él se encontraba pensativo tratando de encontrar una solución a nuestra situación actual y yo aún tenía miedo de tan solo imaginarme que mi sobrino quisiera regresar para pelear de nuevo con mi hijo. Estuvimos un rato sentados en mi cama y él dijo –tienes mucha razón, tal vez debamos esperar un poco antes de salir sin pensar bien las cosas–.

Estuvimos viéndonos un poco y me beso. Él era muy apasionado y agresivo al besarme. Mordía mis labios y su lengua se hacía dueña de mi boca casi la metía hasta lo más hondo de mi garganta. Yo dejaba ir mi cuerpo y él lo tomaba con sus manos, poco a poco. Mis senos imploraban por sus labios y mis pezones se lo hacían saber poniéndose duros y muy erectos. El frotaba mis senos por encima de mi blusa escotada y mi sostén color blanco con encajes en rosa. Yo sentía mi cuerpo reaccionar a cada roce de su mano. Mi cuerpo a pesar de su ruda manera de ser ansiaba sentirse dominado por él. Me tomo de la base de la nuca mientras se separaba de mis besos y se abrió el pantalón con una sola mano. Me inclinó la cabeza hasta llegar a su polla que estaba aún cubierta por la tela de su bóxer. Yo lo saque por la pequeña abertura para orinar y pude ver aquel bestial pene que mi interior tanto añoraba. Grueso, venoso y reluciente se veía mientras palpitaba y se movía de la excitación. Aquella gran salchicha polaca deseaba sentir mis labios con desesperación y yo me moría por poder probar de nuevo ese dulce sabor de su pre eyaculación. Me desabroche el sostén y me puse de rodillas debajo de la cama. Puse su pene monstruoso en el canalillo y deje caer mucha de mi saliva escupiéndola en medio de mis prominentes y húmedos senos. Los apreté fuertemente juntándolos y asfixiando la cabeza de su pene. El me tomo del cabello mientras yo chupaba su glande y movía frenéticamente mis senos dándole una mamada rusa que era lo que más disfrutaba. Él se sostenía intensamente de las cobijas mientras yo seguía con mis intensos movimientos. No duro más de tres minutos, probablemente porque no había tenido sexo en mucho tiempo y dejo salir una espesa descarga amarilla y grumosa junto a un gemido ahogado por su boca cerrada. Era muy grande y lleno mi boca de inmediato. La desbordo en un par de segundos  y el me hacía recibirla toda manteniendo su verga venosa y obesa en mi boca. Cuando termino de descargarse gritó – ¡puta madre! Mientras se tiraba en la cama –. Yo bebí lo que pude y lo restante lo recogía con mis dedos para comerlo. Los grumos de su eyaculación se quedaban pegados en mi garganta. Casi parecían tener la consistencia de engrudo y la elasticidad de un chicle. Mi vagina ansiaba aquella furia, aquel grosor de su pene y el incomparable movimiento de sus caderas. El respiraba con dificultad mientras estaba acostado en mi cama. Me le acerque y lo bese aun con el sabor de su semen en mi boca. El sin ningún tipo de tapujo me beso y de nuevo pude sentir cada gota de su inmensa pasión a través de su saliva desbordarse como un rio en mi boca. Ámame mi amor –dije–. El me tomo del cuello y me puso boca arriba en la cama, destrozo mi tanga con sus fuertes manos y se posó encima de mí, me ahorco con ambas manos unos segundos mientras ponía su polla gruesa dentro de mí. Yo sentí de nuevo ese dolor punzante y agudo que me causaba su inmenso miembro cada vez que me penetraba con rudeza. La viciosa verga de mi hijo destrozaba mi interior de nuevo y yo solamente lo abrazaba rogando por que no parara. Dame más mi cielo, quiero que me lo des todo –dije–. El me abrazo muy dulcemente y siguió con el frenesí de sus caderas bombeando con su gran manguera. Pronto pude sentir como llenaba mi tanque de gasolina mientras me abrazaba y me besaba al cuello. Su cuerpo temblaba sobre el mío mientras dejaba salir su leche respirando jadeante en mi oído. Me vine muy rápido mamita, perdóname pero no pude aguantar, tenía tantas ganas de ti –dijo–. Yo lo abrase y él se quedó chupando mis senos que tanto había extrañado sin sacar su pene de mi interior.

Sin darnos cuenta nos quedamos dormidos desnudos encima uno del otro y paso el tiempo. Mas noche escuche un pequeño ruido pero no le di importancia. Poco tiempo después Alguien encendió la luz del cuarto yo pensé que había sido mi hijo pero aun lo sentía a mi lado.  Mi sobrino se había colado a mi casa y nos tomó varias fotografías desnudos y en la cama a mi hijo y a mí. Yo me espante y nos tape con una sábana. Él nos miró sonriendo y dijo –ahora si me van a escuchar ustedes a mí.

Continuará…

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