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La pasión de mi sobrino paralítico en año nuevo

en Amor filial

Habían transcurrido algunos días desde nuestro último encuentro en navidad y yo no paraba de pensar en mí sobrino. Su ternura, su dulzura y delicadeza al hacerme el amor me tenían enamorada. El siempre había sido un chico muy tierno conmigo y verlo de esa manera, tan deprimido me incitó a querer complacerlo, darle un poco de felicidad y aliento en su vida.

Mi hermana nos invitó a su casa para celebrar año nuevo. Mi hijo y mi sobrino celebrarían en antros el año nuevo y yo no quería volver pasar otra festividad sola, así que decidí ir, además me moría de nuevo por ver a mi sobrino. No había pasado ni siquiera una semana y ya ansiaba sentirlo de nuevo dentro de mí. Me derretía por poder probar de nuevo el dulce sabor de su semen y sentir esa abrumante excitación al dominarlo sin que pudiera escapar de mí.

Pasaron los días y llegó la fiesta de fin de año. Yo fui vestida como una auténtica dama de compañía, pero de las de élite, que quede muy claro. Llevaba un vestido negro con un escote muy prominente en la parte del busto y abierto totalmente de la espalda casi hasta llegar a mi trasero. No me puse ropa interior y llevaba un perfume que olía muy provocador. En el momento que mi sobrino me vio llegar a su casa, casi se cae de la silla de ruedas. Se quedó impactado, no podía cerrar la mandíbula. No te quedes ahí, ven y saluda a tu tía favorita mi amor -dije mientras me aproximaba a él para poder abrazarlo y sentirlo nuevamente-. Él se sonrió dulcemente y se aproximó en su silla de ruedas a saludarme. Yo me incliné un poco y le dejé ver mi gran escote. Cuando lo abrasé sentí de nuevo su calor y pude volver a experimentar ese sentimiento cálido dentro de mi ser. El no paraba de mirar hacia mi escote y yo le dije al oído en el momento cuando nadie nos veía -no seas impaciente mi amor, esta noche te voy a comer todo y no te me vas a poder escapar-. El no dijo nada, solo me sonrió y asintió con la cabeza.

La fiesta fue muy divertida. Muchos amigos de mi hermana estaban en esa fiesta y la mayoría trataba de ligar conmigo. Ninguno me parecía lo suficientemente apuesto o varonil, pero podía ver cómo eso a mí sobrino le molestaba mucho. Sus celos estaban a todo lo que daba y eso me gustaba por qué eso quería decir que él sentía algo más fuerte por mí que solo una simple y mera atracción sexual. La noche de ese día ya estaba casi por terminar. Mi sobrino estaba platicando con algunos de sus amigos que habían ido a celebrar con el, el fin de  año en su casa. Los hombres que estaban en casa de mi hermana ya estaban muy ebrios y algunos ya se habían puesto algo impertinentes, por no decir que patanes. Oye Julia parece que te gusta provocar a los hombres, ¿porque no te vas conmigo y te enseño a respetar más a los hombres perrita? -pregunto a mí oído uno de los hombres ebrios de la fiesta-. Yo me acerqué a su oído y le dije muy sensualmente – si me voy contigo nunca te voy a respetar de nuevo cuando vea está miseria que te cargas amor-. Tome su pene disimuladamente mientras lo decía y me reí un poco entre dientes. El se molestó mucho y se fue. A mí sobrino parecía gustarle que se hubiera ido y yo por primera vez en toda la noche me había quedado totalmente sola. Me acerque a los chicos para platicar con ellos donde se encontraba mi sobrino.

Hola muchachos, ustedes deben de ser los amigos de mi sobrino favorito, mucho gusto yo soy Julia, la tía favorita de este muchacho tan guapo -dije mientras lo abrazaba por detrás del cuello y lo besaba en la mejilla. Si señora, vamos en la escuela con él -dijo uno de los chicos que lo acompañaban-. Bueno pues veo que todos están muy guapos, pero no más que mi sobrino  -dije de manera muy coqueta-. Ellos rieron y estuvimos platicando por varios minutos hasta que tuve que ir al baño, había bebido demasiado y necesitaba ir al tocador. El baño estaba en la parte trasera de la casa cerca de la habitación de mi sobrino. Cuando terminé me interceptó mi sobrino al salir. Ya todos se fueron tía, mi mamá está recogiendo todo y yo me muero por darte tu abrazo de fin de año, pero desnudos -dijo-. Primero debo pedirle a tu mamá para ver si me puedo quedar a dormir amor –añadí-. Yo estaba algo tomada y caminaba un poco tambaleante.

Mi hermana estaba algo tomada y ya se estaba quedando dormida. Hermanita, me estoy casi desmayando, ¿Puedo quedarme en tu casa? -pregunté-. Mi hermana accedió sin si quiera pensarlo, pero me dijo -no hay donde te duermas hermanita, tendrías que quedarte en la cama extra que está por debajo de la cama de mi hijo-. No hay problema, no te preocupes por eso, yo me acuesto con él y lo cuido -dije pícaramente-. Ella me dijo -bueno, me voy a dormir, no dejes que mi hijo se desvele mucho-. No te preocupes yo lo voy a hacer que se duerma bien tempranito y calientito -dije-. Mi hermana se fue a la segunda planta de la casa, a su habitación. Yo me fui a la habitación de mi sobrino y el ya me estaba esperando sin la camisa acostado bajo las sábanas. Su erección era notable porque hacía una gran tienda de campaña. Me comencé a bajar la cremallera del vestido y poco a poco fui quitándomelo. Mi sobrino me veía como un perro frente a un filete jugoso. Casi babeaba por tener mi cuerpo. Yo le sonreí y acerque mi cuerpo desnudo a su cama. El no podía retirar ni un segundo la vista de mi figura tan voluptuosa. Tía tengo que confesarte algo -dijo-. Tu puedes decirme lo que quieras mi amor -dije-. Me gustaría esta noche eyacular en todos tus hoyitos –dijo tímidamente–. Esta noche vamos a disfrutar de una manera que no la hemos experimentado aún.

Me acerque a él y quite de golpe la sabana de la cama. Estaba completamente desnudo y con una erección tremenda esperando ansiosamente por la humedad y calidez de mi boca. Se masturbaba lentamente para no perder su erección y yo me acercaba muy provocativamente haciéndolo implorar por la cercanía de mi presencia. Por poder sentir el calor de mi piel. Ya no me tortures más tía, ven y déjame sentir tu piel –dijo–. Me recosté encima de él y mi pecho se unió al suyo. Me besó muy dulcemente y yo acaricie su cabello mientras mi lengua exploraba la profundidad de su boca. El sabor a vino tinto embriagaba la boca de mi sobrino. Sus besos eran apasionados y había mejorado mucho en su técnica desde la última vez que lo habíamos hecho. La humedad en mi vagina se desbordada y mi sobrino estaba tremendamente duro. Si su polla hubiera podido hablar en ese momento hubiera dicho “déjame entrar por favor”. Tome delicadamente con mi mano su polla y comencé a masturbarlo suavemente. Mi mano iba de arriba abajo con movimientos suaves y eróticos. El solo me miraba con unos ojos fijos en los míos. Bésame de nuevo tía –dijo–. Yo volví a meter mi lengua hasta su garganta y el me acariciaba el cabello apasionadamente. Su polla estaba dejando salir pequeñas gotas transparentes. Su pre eyaculación se estaba escapando por la punta y yo me moría por poder probar su dulce sabor. Las mujeres que están leyendo esto no me dejaran mentir, el sabor de la pre eyaculación es la mayor delicia que una mujer puede tener el placer de probar que provenga de un hombre. Fui bajando poco a poco con mis besos. Besé su pecho. Sus lindos pezones los chupaba y besaba muy tiernamente. Él se estremecía con cada uno de mis besos y caricias. No puedo aguantar más tía, ya chúpamela por favor –dijo–. Yo no lo obedecí, seguí calentándolo más, besando hasta el último rincón de su cuerpo. El no ocultaba su deseo por penetrarme y yo por fin después de varios minutos probé el dulce sabor de su elixir que brotaba de su joven polla. Él se agarró fuertemente de las sabanas y las apretó en sus puños con intensidad mientras yo lo veía al rostro y lamía con mi lengua la punta de su pene metiendo mi lengua en su uretra queriendo extraer su deliciosa pre eyaculación. ¡Ay tía, que ricura es esto, no puedo aguantar mucho si lo haces así! –gritó–. Cállate mi amor, puede que nos escuche tu madre si gritas así –dije–. No te preocupes tía, cuando mi mamá toma se duerme como roca y no se levantaría aunque hubiera una guerra afuera de la casa –dijo–. Me tomo de la cabeza y dijo –tú sigue chupando tía–. Yo seguí mamando su deliciosa polla, los testículos le sabían a orines pero yo los lamía como si fueran el más dulce de los frutos. Los metía a mi boca a ambos al mismo tiempo y veía como mi sobrino reaccionaba placenteramente. Su escroto era de una piel muy flexible y tenía un buen par de limones enormes. Se sienten bien cargaditos mi amor –dije después de haberlos sacado de mi boca–. Es que no me he masturbado desde que estuvimos juntos tía, yo me prometí que mi leche sería solamente tuya tía –dijo–. Yo chupé su polla de nuevo y comencé a saborear su glande haciendo gemir intensamente a mi sobrino. Comencé a lamer con la punta de la lengua el lugar donde se encontraba su frenillo por la parte inferior. El me tomo de a cabeza y gimió  apretando fuerte los dientes. Su semen se desbordó como una ola furiosa dentro de mi boca. La caliente y espesa leche lleno por completo mi boca. Era tanta que por poco me sale por la nariz. No podía contener tanto semen y se escapaba de mis labios. Las gotas que traviesamente se salían de mi boca caían en mis senos haciéndolos lucir de una manera como los senos de una mujer en una escena porno. Yo frote su leche por todos mis senos y la que tenía en la boca la bebí con mucha dificultad por lo pegajosa que estaba. Él se desplazó con sus brazos a la mitad de la cama y me pidió que me recostara con la cabeza pegada a la pared. Yo hice lo propio y me recosté frente a él. El acomodo su cabeza entre mis piernas y comenzó a chupar mis labios vaginales. El placer que sus inexpertos labios me daban era realmente cautivante y sorprendente. No podía creer que fuera tan bueno para hacer sexo oral. Tenía un talento natural y parecía un prodigio con esa lengua. No pares mi amor, sigue, sigue así rico bebé –dije-. El mordía salvajemente mi clítoris que previamente había pelado con sus labios. Yo no pude evitar gritar de placer. El siguió chupando mi clítoris como yo lo había hecho con su pene. Segundos después lo tome de su lindo cabello y le dije –tómatelo todo chiquito–.Frote violentamente mi clítoris y mi eyaculación broto como un manantial naciente que mi sobrino acababa de descubrir. Me vine sin restricción por toda su cara, gemí tratando de ocultar mi grito con mi mano izquierda para no ser descubierta, pero era imposible, mis gemidos se escuchaban fuertemente. Lo moje por completo con mi eyaculación y quedo como si se acabara de bañar. El saboreó toda la que había entrado en su boca y limpió la que había en su rostro. Se detuvo por unos segundos mientras yo temblaba aún por el terremoto de placer que todavía pasaba por mi cuerpo. Él no pensaba dejarme descansar y yo estaba muy sensible en mi vagina. Volvió a probar mi vagina y yo temblé y grite por la sensación tan intensa que provocaba su lengua en mi vagina. Yo no podía tomar el consejo que le había hecho a mi sobrino. Tal vez esa noche iba vestida como una prostituta de elite pero en la cama estaba gimiendo y actuando como una puta barata. Me sentía realmente amada y complacida en todos los aspectos. Mi sobrino tenía su pene muy duro y ya estaba listo para penetrarme. Lo detuve por un momento y lo mire a los ojos. Bésame mi amor –dije mientras me aproximaba a sus dulces labios–. Lo besé apasionadamente probando el sabor de mi eyaculación que aun permanecía en sus labios. Me excito probar mis jugos en él y ya no podía resistir lo que mi cuerpo me pedía a gritos. Tómame mi cielo –dije a su oído antes de morderlo–. Esa noche sería totalmente inolvidable. Continuará…

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