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Mi pariente el cubano

en Amor filial

Mi primo Dominico de parte de la familia de mi papa se había venido a estudiar a México. Mi padre se ofreció para recibir en nuestra casa porque el podía ayudarlo a entrar a alguna buena prepa. Tenía dieciocho años pero no había tenido la oportunidad de estudiar la prepa haya en cuba porque sus padres no tenían dinero, pero él era un chavo muy listo y con algunos trámites pudo conseguir que le dieran una beca en una prepa cerca de donde nosotros vivíamos. Esa fue la razón por la que mi padre se ofreció en alojarlo y vino a vivir con nosotros. Nuestra casa era lo suficientemente grande porque mi hermana había dejado solo su cuarto por lo que teníamos espacio suficiente. Yo ya había acabado la prepa, razón perfecta para ayudarlo a ponerse al día y a realizar cualquier trabajo o tarea que se le complicara. Me ofrecí también par ayudarlo con lo que necesitara y el acepto muy agradecido. Mi primo era un chico muy alto, moreno y llevaba la cabeza afeitada. Si le crecía el cabello pero se sentía mucho más cómodo así. El argumentaba que el cabello le producía mucho más calor. Y como venía de un país (Cuba) donde el calor es tremendo era algo entendible.

En nuestros ratos libres solíamos charlar mucho. Ni siquiera con mi hermano me llevaba también. Él me contaba de como era su vida en Cuba, las escuelas eran muy diferentes y me decía que en ocasiones sus papas se las veían difíciles para conseguir dinero para comer. La situación siempre era complicada en ese país, pero con esfuerzo y mucho trabajo ellos lograban salir adelante. El me conto que después de la escuela trabajaba como cargador en una pequeña fábrica para ayudar a sus papas. Me imagine que hacía algo así porque tenía unos brazos muy grandes y estaba algo fornido. El solía andar por la casa con una camisa de tirantes y eso me hacía mirarlo de una manera que no era la indicada para la familia. Cabe destacar que donde vivíamos no era muy frio que digamos. Podría decirse que el calor que hacía en mi ciudad en verano era bastante parecido al de cuba en la mayoría del tiempo. Para él era como sentirse en su hogar. A veces lo veía muy triste porque no tenía como comunicarse con sus padres y eso lo tenía muchas veces un poco preocupado y algo deprimido. La primera vez que lo vi así trate de animarlo platicando un poco con él.

– ¿Cómo estas Dominico, te sientes triste, extrañas a tus papás?

–Sí, los extraño bastante.

–No te preocupes, cuando termines el semestre mi papá te va a pagar el viaje y vas a poder ir a visitarlos todas las vacaciones.

–Si lo se negrita, pero aun así los extraño mucho.

–Si te entiendo, yo no puedo decir que se cómo te sientes porque nunca he estado lejos de mis papis por tanto tiempo, pero trato de comprenderlo y ponerme en tus zapatos y me imagino que debe de ser muy difícil.

–Si la verdad la estoy pasando un poco mal negrita. (“negrita” el apodo que me había dado de cariño)

–No te preocupes vas a ver que pronto se te va a pasar lo triste.

Puse su cabeza en mi pecho y el comenzó a llorar sobre él. No podía creer que fuera tan sensible. Acaricie su cabeza mientras él se desahogaba. Tristemente pedía por sus padres y yo no sabía cómo consolarlo más que sujetarlo fuerte contra mi pecho y decirle –desahógate Dominico–. Estuvo llorando por más de quince minutos y luego cuando se sintió más relajado se incorporó y dejo de llorar. Muchas gracias por escucharme, sé que no es normal que un hombre llore por sus padres pero es que los extraño demasiado, gracias por no reírte de mí primita bella –dijo secándose las lágrimas–. No te preocupes por eso Dominico, yo estoy aquí para ayudarte en todo lo que tu necesites, si necesitas que alguien te escuche, si necesitas decirle a alguien como te sientes o si quieres que alguien te sostenga la cabeza mientras lloras puedes venir conmigo con confianza –dije mientras le ayudaba a secar sus lágrimas dándole una dulce caricia con mi mano. El tomo mi mano mirándome con unos ojos llenos de un profundo agradecimiento y después de tanto pude vislumbrar una sonrisa en su rostro. Después de lavar su pena en lágrimas había podido sonreír y eso extrañamente me hacía muy feliz. Le sonreí de vuelta y el inesperadamente me abrazo muy fuerte. Muchas gracias –dijo mientras me aproximaba a su pecho–. Yo respondí a su abrazo y nos quedamos así por unos segundos. Bueno basta ya de tanta tristeza, vamos para que mi mami te prepare algo de cenar, yo también estoy hambrienta, me podría comer una vaca ahora mismo –dije mientras reía de mi propio chiste–. Él se rio también y bajamos a la cocina para comer algo. Mi madre nos preparó unas ricas quesadillas y las disfrutamos mucho. Mientras comíamos mi primo me comentó que estaba teniendo problemas con algunas tareas de matemáticas. ¿Crees que podrías ayudarme a estudiar estos problemas, negrita? –Pregunto tímidamente–. Claro, ya te dije que puedes contar conmigo para lo que sea Dominico, matemáticas no es mi fuerte pero yo te ayudo, si quieres voy a tu cuarto después de bañarme –respondí–. Muchas gracias negrita, no sabes cuándo me ayudarías con eso –dijo–. Mis padres se fueron a acostar muy temprano por que se levantarían muy temprano y mi hermano había salido a beber con algunos amigos. MI primo y yo estábamos solos en la planta de arriba de la casa. Me duché y fui a cambiarme a mi cuarto. Me sequé por completo el cabello y me puse la blusa y los shorts pequeños que usaba para dormir. Me alisté poniéndome una liga en el cabello para recogerlo y fui a la habitación de mi primo Dominico. La puerta estaba cerrada, pero no tenía seguro. La abrí repentinamente y vi algo que me dejó completamente impactada. Mi primo estaba recostado en su cama solo cubierto de las piernas con la sabana y todo su torso y su entrepierna sudados. Hacía mucho calor esa noche, estaba completamente desnudo y su cuerpo brillaba con la luz del foco y su provocativo sudor. Estaba tan inmerso en su momento a solas que no se dio cuenta que abrí la puerta porque lo hice muy despacio. Tenía los ojos cerrados y aquel gran miembro entre sus manos. Masturbaba su grueso y largo miembro intensamente con ambas manos y aun le sobrara un buen pedazo de glande. No podía cerrar por completo sus manos por el grosor y mordía sus labios mientras lo hacía. Después de un par de segundos lo noto y se tapó con la cobija. Perdóname, no sabía que habías entrado, estoy muy apenado, que vergüenza –dijo sin mirarme a los ojos, agachando con vergüenza la mirada–. No te preocupes, tu eres hombre y tienes tus necesidades, además yo tuve la culpa por no tocar, fue mi culpa no te avergüences por favor –dije, tratando de no guardar en mi memoria la imagen de su gran miembro masculino. Déjame me visto y ahorita voy yo a tu cuarto por favor –dijo aun sin mirarme a los ojos–. Yo salí de su habitación y me fui a mi cuarto donde lo esperé. No dejaba de pensar en esa imagen que ahora estaba tan impregnada en mi subconsciente.

Unos minutos después, mi primo toco a la puerta. Pásale –dije mientras me sentaba en la cama–. Todavía estoy muy apenado por lo que paso negrita, no debí de haber hecho eso –dijo lleno de pena–. No te preocupes primo, yo cuando estoy sola también lo hago, así que no es nada del otro mundo –dije mientras me reía–. ¿En serio? –Preguntó con curiosidad–. Claro tontito, todos lo hacen, no hay por qué sorprenderse –respondí–. ¿Pero es que tú no tienes novio prima? –preguntó–. No, ahorita estoy bien solita, por eso también me doy placer así como tu hace rato –dije–. Pues que mal, deben de estar ciegos todos, yo daría todo por tener una noviecita tan guapa como tu primita –dijo sonrojado–. ¿En serio crees que soy guapa? –pregunté–. Pues claro, lo note desde que te vi por primera vez, tú eres muy linda –respondió–. Muchas gracias –dije mientras me apoyaba en su pierna para darle un beso en la mejilla–.

Cuando me apoye en su pierna lo hice muy arriba y sin darme cuenta pose mi mano sobre su miembro que sobresalía por sus shorts. ¿Qué es esto Dominico, que llevas guardado aquí? –Pregunté realmente sin saber–.  Él se sonrojó aún más y entonces supe que era. Es que aún no se me baja desde que me viste prima, perdóname –dijo–. Yo comencé a excitarme y le hice una pregunta atrevida provocada por aquella excitación. ¿En quién pesabas, cuando te tocabas? –Pregunté con curiosidad–. No puedo decirte por que te molestarías mucho conmigo prima –dijo–. Te prometo que si me dices, no me enojo –dije–. No puedo, de verdad –dijo–.  Mira, si no me dices entonces si me voy a molesta eh –dije–. ¡Pensaba en ti! –Dijo en voz alta–. Al escuchar su respuesta mi vagina empezó a lubricarse y a desear ser penetrada. ¿De verdad pensabas en mí? –pregunté–. El solo asintió sin mirarme. Sabes, yo no me puedo sacar la imagen de mi cabeza –dije–. ¿Cuál imagen? –preguntó–. La de tu polla tan grande Dominico –respondí–.  ¿En serio piensas en mi pene? –pregunto–. Sí, no puedo dejar de imaginar cómo sería su sabor. –contesté–. El no dijo nada, solo me miró fijamente y yo hice lo propio. La tensión sexual que se había creado entre nosotros hubiera podido cortarse con un cuchillo. Sin decir nada posé de nuevo mi mano sobre su pierna donde sobresalía su grueso miembro. El tomo mi brazo con su mano y dijo –no podemos July–. No hables, no digas nada, cállate –dije con voz baja y sensual. Froté con mi mano de arriba abajo su miembro sobre su ropa y podía ver la reacción de satisfacción de su rostro sin soltar mi brazo. Esta vez no me detenía solo me marcaba el ritmo que él deseaba. Ninguno mencionaba palabra alguna, dejábamos que nuestra pasión hablará por nosotros. Pude sentir como acrecentaba su respiración y el tamaño de su miembro a la par. No soltaba mi brazo y yo aumentaba el ritmo cada vez más. Este grandote ya no cabe aquí, hay que sacarlo para que pueda respirar porque parece que se sofoca ahí adentro –dije–. El solo me miró y yo metí mi mano en sus shorts y saqué su gran miembro.

La pre eyaculación estaba por toda la punta por la masturbación tan frenética que le estaba dando y su prepucio estaba cubriendo su glande aún. Lo tome con mis pequeñas manos y lucia aún más gigantesco. Lo tome firmemente y baje su prepucio. Perdón es que no me limpie bien cuando me bañe –dijo–. SU pene tenía un poco de esmegma acumulado. Yo le dije –no te preocupes, yo ahorita lo limpio–. Eso está muy sucio July, no lo toques por favor –dijo–. Yo no le hice caso y lo lamí con mi lengua limpiando al mismo tiempo su pre eyaculación y su esmegma combinando sus sabores en mi boca. Aquel mixto sabor me estaba llevando a un frenesí de sensaciones eróticas. Metí despacio mi mano en mis shorts y comencé a frotar mi clítoris mientras probaba el delicioso sabor de cada rincón de la verga de mi primo. El parecía estar en el paraíso. Solo me tomaba de la cabeza y sus dudas se habían desvanecido. Mi vagina estaba tan húmeda que ya había mojado todos mis shorts.

El queso de mi primo se adhería a mis dientes y su pre eyaculación a mi lengua. Mi cuerpo pedía a gritos un hombre y mi primo era el candidato perfecto. Yo comencé a meter su pene más profundamente en mi garganta y descuidadamente lo hacía soltar cada vez más de su pre eyaculación. Mi saliva de desbordaba de mi boca mientras su polla entraba y salía de mi garganta tomándola y haciéndola suya. Su pene estaba empapado de saliva restos de esmegma y pre eyaculación que lo hacían ver aún más provocativo. Para mí era la delicia más grande que podía degustar en ese momento. Estuve regalándole mi garganta sin restricciones hasta que no pudo más con mis embates profundos. Me tomo del cabello y gimió fuerte – ¡madre mía! –. Yo recibí aquel enorme rio de semen en mi vagina que pronto se desbordo cayendo sobre su pene y su vientre bañándolo por completo con él. Yo bebí la gran parte de su semen mientras el recuperaba la respiración. Me miro con ojos llorosos y rojos  a causa de aquel placer y respiraba agitado. Yo limpie mis labios con mi labio y recogí el semen que aún quedaba en ellos. Lo lleve a mi boca y lo chupe sensualmente. Él se quedó impactado ante tal imagen. Cuando me preparaba para quitarme la blusa y acostarme con el alguien toco a la puerta. ¿Hija estas ahí con tu primo? –Preguntó mi padre–. SI papi, estamos estudiando, mi primo tiene un examen importante y lo estoy ayudando, nos vamos a quedar estudiando toda la noche –dije–. Está bien, tu mamá quiere saber dónde dejaste las llaves del patio, está lloviendo y quiere recoger la ropa –dijo–. Yo Salí limpiándome lo mejor que pude y le di tiempo a mi primo que se subiera su shorts. Abrí la puerta y mi padre ya estaba bajando las escaleras. A qué bueno que ya vienes hija, ayúdale a tu mamá con eso –dijo–. Yo fui y le di a mi mamá y le ayudé a meter la ropa. Cuando terminé regresé a la habitación de mi primo. Me quite la blusa y los shorts quedando con ropa interior en frente de su mirada atónita. Esta vez ya nadie nos iba a interrumpir. Continuara…

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