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Como aman los dioses (XVI) - Glorioso desconocido.

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Como aman los dioses (Capítulo XVI) - Glorioso desconocido.

[Evan]

—Seymour, despierta…—le decía levemente, como en susurro, intentando no ser muy brusco—Seymour, se nos va a hacer tarde—

     Estaba en su habitación intentando despertarlo, pero él parecía tronco de árbol muerto, había tenido que irrumpir a su recamara para levantarlo, porque ya se me iba a caer la mano de tanto llamarle a la puerta y sin obtener respuesta. Era lunes, temprano por la mañana, el sol ni siquiera había salido aun, y ya estábamos de vuelta en casa, para mi sorpresa sus trabajadores le habían cumplido bien, habían dejado la casa como nueva para antes de la media noche. Cuando le llamaron para decirle que la casa ya estaba lista no se lo pensó ni un segundo y nos hizo salir de su casa de la niñez, aun sin importar que fuese ya muy tarde en la noche.

     Sospecho que no quiso que pasáramos la noche allá porque le recuerda a su papá y sus traumas de la infancia, es decir, es más que obvio, tan solo basta con ver lo descuidado que está ese lugar para saber que no le importa si se cae a pedazos… Aun cuando tiene dinero más que de sobra para restaurarla, sin embargo me causaba curiosidad saber por qué no la vendía o alquilaba en vez de tenerla en esas condiciones.

—Mmm… ¿Cómo que tarde Evan?—me decía somnoliento, sin ánimos de levantarse de la cama, yo permanecía de pie, a un costado de esta—Deja la fiebre, no llegaremos tarde a ningún lugar…—

—Por supuesto que vamos a llegar tarde si no dejas la flojera… ¡Levántate!, recuerda que me tienes que pasar tus uniformes a ver cuál me queda, y también tenemos que salir temprano,  para poder llegar a tiempo al instituto, digo, ¿No?—

—…—

     Seymour se había quedado dormido de nuevo, me ignoraba cubriéndose la cabeza con almohadas para no escucharme, suspiré con cansancio.

—No quería tener que llegar a esto—le dije, tras eso fui y encendí la luz de la habitación, con la esperanza de irritarle lo suficiente como para despegarlo de las sabanas, pero ni se inmutó al estímulo, solo se volteó al otro lado de la cama para seguir babeando—Es hora del plan B—dije para mis adentros.

—¡Ejemm… Ejemm!—carraspeé, para aclarar mi garganta, inflé mis pulmones y…

—¡Mambrú se fue a la guerra!,

¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!,

Mambrú se fue a la guerra,

No sé cuándo vendrá.

¡Do-re-mi!, ¡Do-re-fa!,

NO SÉ CUÁNDO VENDRAAAAÁ…—

     Tras cantar a pulmón tendido Seymour se sentó en la cama, mirándome con una cara desconcertantemente somnolienta, tras eso sentí un fuerte almohadazo que no vi venir, consiguió hacerme retroceder. Acción seguida se bajó de la cama.

—Eres un inmaduro Evan Hyacinthus, sí que te gusta joder—

     Al instante caminó molesto hacía su baño personal, no le importó estar completamente desnudo. Luego ya no podía borrarme de la mente la imagen de su trasero, eso me trajo recuerdos que prefería mantener fuera de mi cabeza, eran agridulces e incomodos dada nuestra situación actual de "amistad completa", ya dijo el sabio que toda acción desencadena siempre una reacción igual y contraria, y ahora que lo pensaba había amanecido bastante más intelectual, por no decir aplicado, supongo que inconscientemente estaba emocionado por mi primer día de instituto.

     Cuando Seymour terminó de hablar ayer con “Beatriz” (La directora del instituto), me dijo que comenzaría clases mañana mismo, es decir, ¡Hoy lunes! Me sentí aterrado al momento, pues no estaba en mis planes comenzar a estudiar de un día para otro, no estaba preparado en lo absoluto, pensé que el proceso de admisión iba a ser largo y tedioso, con pruebas difíciles de admisión y nivelación académica, ¡Pero no! Según lo que me explicó él, me incorporaría a clases con total normalidad para intentar ponerme al día lo más rápido posible, aprovechando el hecho de que no llevaban mucho tiempo desde que en el instituto volvieron de vacaciones. También me dijo que presentaría las pruebas de nivelación, pero que serían dentro de unas semanas, así que tendría bastante tiempo para estudiar con tranquilidad y así pasarlas todas.

     De cierta forma sentía que todo esto iba en contra de mis ideales de independencia respecto a Seymour, pero estaba seguro que todo tomaría la dirección que yo quería después de conseguir apartamento propio y pasar esas pruebas, que básicamente representarían mi guerra de independencia para ser completamente libre. Además, ya el trato estaba hecho, ya tenían el cupo para mí, él no me dejó opción a elegir y tampoco podía reclamarle el atropello, porque en realidad yo si quería entrar a ese instituto y esto, era básicamente un favor de su parte.

—¿Qué horas son?—preguntó desde la ducha.

—Las cinco am—le respondí sentado desde su cama.

—¿TU ERES LOCO ACASO?, ¡PARA QUÉ COÑO ME LEVANTAS A ESTA HORA, SI LA CLASE ES CASI QUE A LAS OCHO Y MEDIA!—

—¡OYE NO ME GRITES!, es muy temprano para que ya andes de mal humor… Además de que fue tu culpa por conseguirme el cupo de un día para otro—me quejé.

—¡Pufff!, ahora es disque mi culpa por ser tan eficiente, ¡No seas patán Evan!… Lo que si no entiendo, ¿Es para qué me levantas a esta hora?, es demasiado temprano y de aquí al instituto no hay siquiera veinte minutos de camino en carro…—

—En carro… Tú lo has dicho—

—¿Como así?, ¿A qué te refieres con eso?—preguntó con miedo en su voz.

—A que tenemos que tomar previsiones para no llegar tarde, ¿No pretenderás que vayamos en auto?, ¿O sí?—

—¡PERO POR SUPUESTO QUE IREMOS EN AUTO!, Arthur nos llevará, como siempre… ¿O es que acaso te quieres ir a pie?—dijo molesto, saliendo de la ducha con una toalla anudada a su cintura.

—No iremos en auto, pero si en transporte público porque necesito aprender a llegar así y sin perderme para cuando yo viva solo—

—Pero…—

—¿Pero qué?—inquirí retante—

—Es que no se llegar así—dijo con vergüenza, mientras goteaba—Siempre me han llevado Arthur o Elodie—

—Pues siempre hay una primera vez para todo—le dije con una gran sonrisa.

—Estás loco—

[…]

—EVAN, ¡YA ES HORA DE QUE SALGAS!—gritaba Seymour desde el otro lado de la puerta. Ahora era yo quien no quería salir de mi habitación—¡SI PRETENDES QUE TOMEMOS EL TRANSPORTE PÚBLICO TENEMOS QUE SALIR AHORITA PARA QUE NOS DE CHANCE!—

—ES QUE ME DA PENITA—dije avergonzado.

—¡VAMOS!, ¿QUE TAN MAL TE PUEDE HABER QUEDADO?—me decía animado. Yo resoplé, supongo que no podría evitarlo, tendría que ir así, por lo menos los primeros días. Finalmente tomé la mochila con los cuadernos sobre mi espalda y tras abrir la puerta, al pasillo.

—El problema no es que me quede mal—le solté con vergüenza, Seymour apenas si podía ocultar su sorpresa al verme—El asunto es que apenas me queda—le dije respecto al uniforme que me prestó durante estos días, mientras conseguíamos uno propio para mí. De entre todos los que me dio a escoger solo me entró uno, Seymour era mucho más delgado que yo, por lo cual el uniforme me quedaba muy pero muy ceñido, me apretujaba en partes que prefería dejar a la imaginación, temía que al agacharme se rompiera el pantalón de gabardina y mi culo quedara al aire en pleno instituto, o que se rompieran las costuras de la camisa blanca. Por lo menos el saco azul marino me dejaba respirar un poco, todo el conjunto estaba coronado por una corbata blanca con franjas rojas, y el sello de la institución bordado en el saco.

—Procura comprar tus uniformes en esa talla—me dijo con una risa perversa.

—Ignoraré eso—respondí colocando los ojos en blanco.

     Tras eso Seymour llamó a Arthur y le dijo que no viniese por nosotros, salimos de la casa sin desayunar, pues le dije que mejor lo hiciéramos en el instituto y así ahorrábamos tiempo para llegar. Tuvimos que salir caminando hasta la avenida principal para poder subirnos al bus, ya que en la urbanización pija en la que vivíamos no pasaba el transporte público, porque todos tenían autos allí. Llegamos a la parada y como Seymour no sabía que ruta debíamos tomar le obligué a preguntarle a una señora bastante mayor, esta nos dijo que el bus que ella tomaría era el que nos podía dejar más cerca del instituto.

     Tras unos diez minutos de espera llegó el bus que esperábamos, lo abordamos junto a la señora. Estábamos bastante apretujados allí, como sardinas enlatadas y el chofer no dejaba de subir gente, Seymour por suerte consiguió un asiento libre, pero le obligué a cedérselo a la abuelita que tan amablemente nos había orientado, él lo hizo a regañadientes.

—Dios los bendiga mijos, son muy amables, no todo el mundo es tan educado como ustedes dos—nos dijo la señora mientras ocupaba el asiento.

—Gracias a usted por su amabilidad—le dije con una sonrisa cordial.

—Te odio—me dijo Seymour discretamente al oído para que la señora no le escuchara. Este iba a mi costado y ambos veníamos colgando del tubo que traen en el techo los buses para no caernos. Yo reí burlón ante el comentario, Seymour se veía incomodo de compartir su espacio personal con tantos desconocidos, venía con un carón y yo reía disimuladamente.

—Ya hubiésemos llegado hace media hora si no nos hubiésemos venido en esta urna con ruedas—se quejaba a mi oído, estaba sudado e impaciente por el avanzar lento del bus—¡Además se para en todos lados!, y no sé dónde piensa meter más gente el chofer, si ya todos los asientos están ocupados—

—¡Mejor cállate antes de que alguien te escuche!—le regañé por lo bajito—Se van a burlar de ti por quejarte tanto, además así son los buses, los conductores compensan la miseria de sueldo que se ganan subiendo la mayor cantidad de gente posible—

—¡Pues no me parece!, ¿Y dónde queda la comodidad del cliente?—

—Aquí eso no importa—le respondí con una sonrisa de autosuficiencia. Me sentía de maravilla, yo dándole una lección de humildad a Seymour Astraios ¡Era increíble! En ese momento el bus hizo otra parada y siguió subiendo gente, pero yo continué con mi sermón—Este es un método muy económico de transporte, y lo único que todos los pasajeros queremos es llegar a...—

—!Pfff jajaja...¡—

     Seymour estuvo a punto de estallar a carcajadas pero le corté de golpe con una mirada asesina. De entre la gente que subía e intentaba hacerse lugar en el pasillo pasó una chica voluptuosa que me restregó todo su cuerpo y me manoseo las nalgas descaradamente mientras pasaba a mi lado, sentía como las orejas se me ponían calientes de la vergüenza, pero no pude decirle nada porque ella se fue hasta el final del pasillo.

—¿Qué era lo que estabas diciendo del transporte público que no te escuché terminar?—preguntó burlón.

—Ve a que te den—le respondí molesto y el continuó riéndose sin reparos.

     De allí pasaron los minutos hasta que Seymour bajó sin avisarme en una parada, yo salí deprisa y entre empujones de ese bus para alcanzarlo.

—Pues la viejecilla aprovechada tenía razón, en esta parada estamos a un par de manzanas del instituto—me dijo animado.

     Yo le seguí y tras caminar un poco más comenzamos a ver a chicos vestidos igual que nosotros, con el uniforme. Luego y frente a mí, se irguió un edificio imponente, moderno y elegante.

—Bienvenido al instituto Evan—me dijo pasándome un brazo por el hombro como si fuese el dueño del lugar.

     Ingresamos, y por dentro el lugar era igual de esplendido, con pasillos amplios y luminosos como espejos, se notaba que los conserjes hacían bien su trabajo. De lado a lado hervían las vocecillas y el escándalo de docenas y docenas de estudiantes, chicos de nuestra edad y alguno que otro de primer año que reconocí fácilmente por las caritas inmaculadas y santurronas de niños. Todos con sus uniformes pulcros en azul marino, sacos y pantalones a juego, camisas blancas y corbatas, alguna que otra chica llevaba falda, pero si algo logró llamar mi atención fue la escasa cantidad de gente morena o de color, allí la mayoría eran blanquitos, rubios por doquier. Tan solo bastaba con darles una ligera ojeada a través del rabillo del ojo para darme cuenta de que ya no estaba en una escuela pública de esas baratas, ver los teléfonos de última generación que usaban, las tablets y los logos de diseñador que portaban en sus mochilas, de pronto me sentía un poco intimidado, fuera del lugar. Muchas caras nuevas mirándome, todas se me quedaban mirando de arriba abajo al pasar.

—Pues aún no es la hora de la clase, iremos a la cafetería a desayunar mientras tanto. Creo que me lo merezco después de ese viajecito...—me dijo descuidadamente y con un tono de reproche. Definitivamente no se había dado cuenta de mi incomodidad. Decidí seguirle el juego, más por mí que por él, me sentía muy tonto andando a su lado sin decir ni una palabra, no quería que notara nada.

—Tampoco es tan malo como lo pintas Seymour, de cierta forma es agradable ver el bullicio de tanta gente por las mañanas, relacionarse y así con gente de todas las clases económicas que tú ves como inferiores…—

—Pues tú sí que te relacionas mucho con los desconocidos...¿Eh?—me dijo con una sonrisa pícara.

—¿Ah?—inquirí sin entender.

     Seymour hizo una mueca de fastidio y luego hizo un gesto muy obsceno como si tuviese senos, yo levanté una ceja mostrándole que seguía sin entender.

—¡Ahsss! Tú amiga la del autobús pendejo—Yo me disgusté y le lancé un codazo a las costillas, él hizo una mueca de dolor—Jejejeje, golpéame todo lo que quieras en las costillas, pero si lo piensas un poquito igual irás a una escuela de gente ricachona, o de “clase económica alta”, como quieras decirlo, lo cierto es que con él tiempo terminarás siendo uno de nosotros, ¡Muajajaja!—

     Yo erguí una ceja y le miré con cara de “¿Eres retrasado acaso?”. Si de algo tenía certeza era de que tratar con gente con mucho dinero o con poco dinero no me cambiaria en lo absoluto, a todos igual los seguiría tratando igual, si le quitas la ropa a un rico y a un pobre y los pones a uno al lado del otro tendrás exactamente lo mismo en ambos lados, carne, piel y huesos sin importar el dinero. Mientras reflexionaba internamente gracias a la estupidez que él había dicho, me condujo a lo que deduje que era la cafetería. Seymour me explicó que solo tenía que pedir y ya, que la comida era gratuita para todos los estudiantes al ser un colegio privado, yo quedé sorprendido por el menú extravagante del lugar y terminé pidiendo una hamburguesa gourmet y un refresco de cola, él pidió un sándwich y un zumo de naranja, tomamos nuestras bandejas y nos acercamos hasta las mesas.

     El lugar tenía un diseño moderno que mezclaba arquitectura elegante con formas imposibles, mesas de comedor estudiantil ordinarias y jardines bien cuidados, todo en el mismo recinto, sorprendentemente la formula funcionaba y te daba la sensación de estar al aire libre en la jungla sin tener que salir de la ciudad. El propio techo era transparente, como un traga luz gigante, engullía los infantiles rayos de luz de la mañana y nos los ofrecía tiernamente. Francamente era agradable tener un poco de naturaleza entre tanta frialdad y modernidad, podría acostumbrarme a desayunar todos los días allí, era un paraíso moderno. 

     Desayunábamos a gusto, no había demasiada gente, se respiraba un ambiente que olía a tranquilidad, solo se oían algunos ligeros murmullos de los pocos que estaban, pero de repente una voz chillona se coló por nuestras espaldas y acabó con esa paz.

—¡No puedo creer que no hayas tenido la decencia de mandar a buscarnos con Arthur Seymour Astraios!, ¿Quién carajos crees que somos?, ¡No me respondas aún!—decía con dramatismo digno de novela colombiana—¿Sabes lo complicado que fue llegar hasta acá?, Elodie aparentemente sigue molesta con nosotros, nos dejó en visto a ambos—dijo Jyrki señalando a Hailan a su lado.

—¿Y más o menos como por qué tendría yo que mandar a buscarlos?—preguntó Seymour retante, apartando la mirada con pereza de su plato medio vacío para mirar a los chicos.

     Jyrki miró a Hailan desconcertado ante la pregunta, ambos se miraron como tontos sin saber que responder.

—Anda… Respóndele idiota, estamos quedando en ridículo—le reclamaba Jyrki.

—¿Y yo por qué?—se quejaba el moreno—Se supone que el que está reclamándole eres tu bobo—

     Seymour les miraba impaciente, con pereza, yo me mantenía al margen observando y aguantando las ganas de reírme. Tras unos segundo mirándose como tontos Jyrki procedió a responderle.

—¿Por qué somos tus amigos?—inquirió poniendo cara de cachorrito callejero.

—Buen intento Jyrki, buen intento…—respondió Seymour sarcásticamente—No sé de qué se quejan ustedes dos, par de flojos, si ni es tan difícil llegar hasta acá con transporte público—

—¿Cómo así?—preguntó Hailan.

—Ah, pues, que hoy mismo me tocó llegar hasta acá por medio de bus… No estuvo tan mal, a juzgar para como me lo imaginé—les respondió él.

—Pero, a ver… !Explícate! porque nos estamos entendiendo nadita—dijo Jyrki frustrado.

—Pues fue por Evan, él quiso que nos viniésemos así para aprender a ser independientes de choferes amargados—dijo distraídamente.

—Mmm… Sigo sin entender—decía Hailan intentando comprender el misterio, yo me sentía como una botella de agua mineral…Transparente.

—Ustedes sí que joden, ¿Por qué mejor no le preguntan a él mismo sus razones?—dijo señalándome irritadamente para continuar comiendo lo que quedaba de su sándwich.

     Fue en ese momento que ambos se quedaron mirándome con caras de “¿WTF?”, aparentemente no se habían dado cuenta de mi presencia, a pesar de que yo estaba justo a sus espaldas sentado a la derecha de Seymour.

—¿Pero y tú que haces aquí loco?—preguntó Jyrki.

—¿Y qué haces vestido con el uniforme?—inquirió Hailan perspicaz. Yo miré a ver si Seymour les iba a comentar algo, pero lucia muy distraído con su sándwich, ignorándonos. Se veía fastidiado y aparentemente no les había comentado nada.

—Pues ahora estudiaré aquí con ustedes, Seymour lo arregló todo y dijeron que podía incorporarme de una vez a clases para ponerme al día… Y pues, aquí me tienen—les dije con una risa torpe.

—¿Eso quiere decir que te quedas a vivir aquí en el país permanentemente?—preguntó Jyrki con una sonrisa enorme de emoción.

—Mmmm… Sí, jejeje esos son mis planes ahora, al parecer no se libraran de mí tan fácilmente—

     De repente sentí como entre ambos lograron levantarme de la silla y para cuando me había dado cuenta ya me tenían por los aires cargándome entre sus brazos, gritaban y celebraban de felicidad con ningún tipo de reparos, la gente de la cafetería inmediatamente volteó su atención ante nuestro escándalo, o más bien el de los chicos, porque yo estaba bastante ocupado temiendo que me dejaran caer.

—Ya bájenlo pelmazos, no queremos que en su primer día haga un tour por la enfermería—dijo Seymour gruñón, y ellos obedecieron sin borrar sus sinceras sonrisas de felicidad.

—¡WOW Evan!, ¡Eso es increíble!—decía Hailan.

—¡Sí!, ¡Ya verás que fue la mejor decisión!, ¡No te arrepentirás!, y pues ya sabes que tienes un grupo para todo—

—Mmm… Bueno, de eso si no estoy muy seguro, no sé si vaya a quedar en la misma sección que ustedes Jyrki—

—¿Cómo qué no Seymour?—preguntó Jyrki molesto.

—Mmmm… Tranquilos—respondió con la boca llena—Si está en nuestra sección—

—Oh… Él no me había dicho eso jejeje… Parece que entonces si tienen un nuevo compañero—les dije risueño.

—En realidad tendremos dos compañeros nuevos, técnicamente… Porque Beatriz me dijo que también se matriculó a un nuevo estudiante este fin de semana. Lo tuyo es bastante comprensible por la influencia que tiene mi apellido en esta institución—dijo Seymour señalándome—Pero lo del otro chico… Porque sí, es un muchacho—decía terminando su desayuno—Eso si no me lo explico mucho, pero al parecer es alguien con mucha más pasta que yo como para haber ingresado en esta época—

—¿Es enserio?, ¿Alguien con más plata aquí que tú?—preguntaba incrédulo el moreno.

—Ujumm, al parecer entró gracias a una carta de recomendación del propio presidente del consejo educativo, y a la junta directiva no le quedó otra opción que aceptar el ingreso repentino…—

—No, pues vaya… A ver quién será el nuevo, quizás sea alguien de la realeza europea—decía Hailan.

—O un narcotraficante—agregó Jyrki.

—Pues a mí la verdad que me vale—repuso Seymour.

—Uy alguien vino de mal humor—dijo Jyrki burlón.

—¿Pues cuando no?, ¡Si esté idiota hizo que me parara a las cinco para llegar acá!—dijo Seymour señalándome con cara de pocos amigos, pero yo le ignoré.

     Luego de que yo terminara de desayunar los chicos decidieron hacerme un tour guiado por todo el instituto, Seymour vino a regañadientes tras nosotros, me sorprendido lo grande que era el lugar y lo bien equipado que estaba, tenía piscina techada, gimnasio cubierto, canchas, áreas verdes y de recreación, un pequeño estadio y un sinfín de aulas y laboratorios, es decir, todo lo que se podría esperar de un sitio donde la mensualidad era tan elevada. Me di cuenta de que el lugar tenía la forma de tres círculos superpuestos con la cafetería y áreas verdes (incluyendo al patio central) en medio de los tres círculos/edificios, y cada edificio que lo conformaba tenía tres pisos.

     A medida que pasaba el rato comenzaba a llenarse el lugar, ya faltaba poco para la hora de la primera clase, y es que a pesar de estar acompañado de los chicos me seguía sintiendo minúsculo e intimidado por el estudiantado, también percibí que muchos de los que estaban allí habían asistido a la fiesta de cumpleaños de Hailan, por no decir que casi todos, y todos ellos saludaban a los chicos, parecía que Seymour y su pandilla eran bastante populares aquí. Jyrki disfrutaba de la atención de todos los que nos saludaban, Hailan se veía medio incómodo y a Seymour al parecer le daba igual todo, estaba inmerso en su propia cabeza y caminaba con nosotros por mero instinto.

     En lo que respectaba a mí, me sorprendió el ser reconocido por varias personas, que me saludaban con una confianza… Como si me conocieran de toda la vida. Varias otras chicas le preguntaban a Jyrki descaradamente que quien era yo, le pedían que me les presentara, y así lo hacía yo, pero con bastante incomodidad, luego volteábamos sin más y seguíamos la marcha. Tras eso, a tan solo unos metros escuchaba las risillas de las chicas cotorreando indiscretamente sobre mí, no porque yo fuera un narciso, más bien era un Jacinto (por lo de mi apellido, me refiero), y lo sabía precisamente porque podía escucharlas. El cuerpo me sudaba, sentía las gotas resbalándose felices por mi cuello, de pronto el uniforme se sentía grueso y un calor vergonzoso subía a mis cachetes.

—No vayas a creer que somos muy populares ¿Eh?, de hecho estás a tiempo de alejarte de nosotros—

—¿Qué?, ¿Cómo dices Seymour?, ¿Estás loco?, como crees que les haría eso—le respondí alterado.

—Sí, bueno, es que en realidad aquí somos los marginados, es decir “el grupo de los raritos”. Además, por la incomodidad de Hailan y la excitación de Jyrki por tanta atención te darás cuenta de que tanta popularidad es gracias a la fiestecilla que hicimos—

—¿Sí?, igual, eso no me interesa, ustedes son mis amigos, los demás me valen  aquí—le respondí con decisión.

—¿Seguro de eso?—me dijo con una risa de burla—No nos necesitas, si es por eso, al parecer eres bastante popular aquí—me dijo señalando en dirección a las chicas escandalosas que me habían presentado hace unos segundos—Te vez algo sudoroso, ¿Estás bien?—

—Mmm… No creo que sea taaaaan popular como tú dices, se nota a leguas que la risa de esas pervertidas son por ustedes—les dije nervioso.

—Mmm… No lo creo, más bien es porque te estaban mirando el culo, te estaban buceando bastante en realidad—dijo Jyrki sin reparos.

—Sí… Es cierto, te estaban comiendo con los ojos, y bueno, ya que estamos en eso ¿Piensas ir a trabajar a un bar de strippers después de aquí?—preguntaba Hailan con sarcasmo—¿Qué onda con ese uniforme?—

—Ya dejen de joderlo, él aún no ha mandado a hacer sus uniformes así que yo le presté uno de los míos mientras. Aunque no se ustedes, pero en lo personal a mí me gusta como se le ve el que trae puesto, parece una segunda piel—decía Seymour con un tono morboso.

—Tu porque eres un puerco y te lo quieres comer—

—¡JYRKI!—le regañó Hailan.

—¡Pero es verdad!, ¡Si todo el rato le ha estado echando esas miradas indiscretas al pobre de Evan!—replicaba el chiflado de Jyrki.

—Puerco tú que te quieres echar a las nuevas de primer año—rechistó Seymour ofendido.

—Pues si me preguntan a mí, creo que él no tiene la culpa de estar tan bueno—decía Hailan—Es natural que todos volteemos a verlo, aunque a tu lado uno tiende a sentirse medio inseguro de su propio cuerpo—me dijo a mí.

—Buack jajajaja… Eso fue bastante gay Hailan—

—¿Pero que tiene?, que seas hombre no te hace ciego, Evan tiene buen rostro y buen cuerpo, no te hace menos hombre el admitirlo—se excusaba Hailan.

—Decir “Buen rostro y buen cuerpo” no te hace sonar menos gay pendejo jajaja—decía Jyrki.

—Ya va—interrumpía Seymour molesto—¿MENOS HOMBRE O GAY?, ¿Es que acaso no somos hombres por el simple hecho de que nos gusten los hombres?, no intentes disfrazar una palabra por otra para no ofender, eso es hipócrita—

—No es eso…—decía Hailan intentando defenderse del acalorado debate del que yo era presa. Era como si no estuviese allí y solo lograban ponerme más y más avergonzado por que mi cuerpo fuese el tema de conversación, demás estábamos estacionados en medio de ese concurrido pasillo y la gente se nos quedaba mirando.

—¿Entonces qué es?—le preguntaba Seymour irguiendo una ceja—¡Y tu deja de usar la palabra gay como si fuese algo para burlarse!—le reprendió y cortó la risa al risueño de Jyrki.

—Yo…—decía Hailan sin saber que decir.

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—Ufff… Salvado por la campana mi buen amigo—le dijo Jyrki dándole una palmadita en la espalda a Hailan—Por poco y te come vivo el homonazi—

     Yo no pude evitar soltar una fuerte carcajada al escuchar eso último que dijo Jyrki.

—Ves Seymour, Evan también es gay y no se ofende por cosas como “homonazi”—

—Es que es gracioso—me excuse con una sonrisa ante Seymour, y este solo suspiró y dijo.

—Vámonos ya al salón o el que se va a ofender será Marcanty—

—¿Quién es Marcanty?—pregunté inocente.

—Ufff… Ya lo verás, tú prepárate—dijo Jyrki, y de allí nos dirigimos al aula asignada de las ocho treinta.

[…]

—Bien… Buenos días jóvenes, como ya saben hoy toca clase teórica, así que quiero que hagan grupos de cinco personas, luego yo iré pasando por cada grupo a dejarles un libro y el cuestionario que deben responder, quiero que absolutamente todos en el grupo trabajen, porque si alguno no hace nada igual lo sabré, puesto a que pasarán con su mismo grupo a defender lo que investigaron—

     Inmediatamente todos en el aula comenzaron a quejarse, pero el profesor los calló de inmediato. Ese tipo era Marcanty, el profesor de Biología, su cara me sonaba conocida de alguna parte, pero no podía recordar de dónde. Seguida su orden todos en el salón comenzamos a unir las mesa-sillas para armar los grupos,  el nuestro estaba casi completo, Seymour, Jyrki, Hailan y yo, solo nos faltaba uno para hacer cinco. Nosotros estábamos sentados en los puestos de adelante en el aula, por lo que no podíamos ver al resto de nuestros compañeros al fondo.

—Chicos, ¿Puedo unirme con ustedes?—preguntó un chico regordete que se nos acercó de repente.

—¿Rubén?, ¿Cierto?—preguntó Jyrki, el chico asintió—¿Qué tienes para ofrecerle a este grupo?—preguntó con mirada analítica.

—¿Cómo así?—preguntó el chico intimidado.

—¿Que cual es tu talento?, ¿Dibujas?, ¿Escribes bonito?, ¿Eres bueno redactando?, porque no cualquier saco de papas puede unírsenos a nosotros—

—¡Jyrki!, ¡No seas estúpido!—le espetó Hailan—Claro que puedes unirte con nosotros—le dijo con una sonrisa a Rubén.

—Oh, ¡Genial!—dijo esté ultimo emocionado—Tan solo déjenme y vuelvo con mis cosas—y así se fue a buscar sus macundales.

—Además igual nos falta un integrante—me dijo Hailan a manera de susurro, yo reí levemente.

     El chico volvió con su mesa-silla y su mochila, y cuando todos en el aula estuvimos listos el profesor nos mandó a guardar silencio en lo que pasaba por todos los grupos para entregarnos las actividades. Comenzó desde los grupos del fondo, por lo cual nosotros seriamos los últimos.

—Chicos, discúlpenme, pero no podía estar aquí aguantándome sin poder decírselos, !SU FIESTA ESTUVO DE PUTA MADRE¡—nos dijo Rubén en una inesperada confesión.

—Ah, ¿En serio?, ¿Estuviste allí?—preguntó Seymour incomodo fingiendo una sonrisa.

—¡Sí! Pues claro, todos estuvimos allí, es decir, ¿Quién no estuvo en esa fiesta? Jajajaja, estuvo a reventar, no les miento. Pero aquí entre nos…—dijo en susurro, haciendo señas con sus manos para que todos nos acercáramos en un círculo de discreción—Perdí la virginidad en su fiesta, ¡No les podría estar más agradecido!, sobre todo a ti Hailan, siempre se recordará tu cumpleaños en esta institución de manera legendaria, ¡Son mis ídolos!—

—Wow… Pues, no sé qué decir jejeje—decía Hailan incomodo—Pues gracias a ti por asistir, que bueno que hayamos sido de tu ayuda—

     Después de eso todos fingimos sonrisas de cortesía, esperando que el profesor pasara por nuestro grupo para poder comenzar y acabar con la incomodidad. Cuando eso estaba a punto de pasar tocaron la puerta del aula y Marcanty procedió a abrir.

—Vaya, vaya, ¿Pero qué horas de llegar son estas jóvenes?—

—Profe, es que se nos presentó un inconveniente con el transporte, ¿Nos puede dejar pasar?—preguntó Elodie, visiblemente despeinada, tras de ella estaba Jordan con cara suplicante.

—Ustedes saben cuál es la hora de llegada, ocho y treinta am, ni más ni menos…—

—Pero profe es que se nos…—

—Haga silencio por favor señor Smith—le espetó a Jordan—No quiero oír excusas ridículas de jóvenes irresponsables, ustedes llegaron tarde, si quisieron o no ese no es mi problema ni el de sus compañeros—

—Profe por favor discúlpenos—decía Elodie.

—No, ¡No se disculpen conmigo!, discúlpense con sus compañeros, que hicieron el esfuerzo de llegar puntuales, esto es una falta de respeto a ellos, si acaso no se le podría llamar una burla—

—Discúlpennos por favor—dijeron ambos a toda la clase al unísono. Tras eso no se hicieron esperar las burlas de toda la clase y una sonrisa burlona del profesor, burlas de todos los grupos excepto el de nosotros que guardamos silencio. Rubén se iba a reír, pero Jyrki le calló con un codazo.

—Profe, prometemos que no volverá a pasar—

—Tampoco quiero promesas señorita Mórton—le dijo a Elodie. Ese tipo sí que quería humillarlos—Le dejaré pasar por que es una excelente estudiante, y por qué nunca ha llegado tarde, pero que quede esto como ejemplo, y lo digo desde ahora, no lo seguiré tolerando, y le pediré un favor a toda la clase, al próximo que vuelva a llegar retrasado, me recuerdan para no dejarlo pasar otra vez—

     Elodie tenía los ojos al borde de las lágrimas, y Jordan mantenía la cabeza baja, ambos afuera del aula. Los comprendía, ese tipo era un desgraciado que solo quería lucirse, sentí pena ajena por ellos.

—Adelante, pueden pasar…—les dijo, pero luego les detuvo de nuevo—Y usted señor Smith, pasa por que Dios nuestro señor es grande y piadoso y que también andaba junto a la señorita Mórton, una de mis mejores estudiantes, no me dé las gracias a mí, déselas a él—dijo apuntando hacia el cielo—ahora pasen y formen un grupo de cinco que retrasan la clase—

     Ellos entraron pero ni se percataron de nuestro grupo, siguieron de largo al fondo del aula.

—Profesor, disculpe, pero no hay una mesa-silla para mí, ¿Puedo pedir prestada una en el aula de al lado?—preguntó Elodie volviendo a interrumpir la clase.

—¿Cómo así que no hay?, eso no puede ser—dijo Marcanty escandalizado y escaneo toda el aula rápidamente—Parece que tiene razón, pero esto es extraño, acompáñeme a la dirección a ver si fue que se extravió una—y seguido a esto ambos salieron del aula, llevándose con ellos el silencio de la estancia, volteé a ver y Jordan no nos había notado, se vía triste.

—Oigan, ¿Por qué hizo tanto drama por una mesa-silla?, ¿Qué no era más fácil ir a pedir prestada una en otro salón?—pregunté yo.

—Lo que sucede es que cada aula tiene asignado el número exacto del inmobiliario necesario para la clase, supongo que aún no le han pasado la nueva lista de alumnos a Marcanty donde apareces tú, por eso falta una mesa-silla—me explicó Seymour.

—Además de que Marcanty es un maldito viejo cascarrabias que ama la perfección—dijo Jyrki.

—Wow, cuanto odio—dije yo.

—Hace un minuto, por la escenita que montó por el retraso, ya sabes por qué lo odiamos, y para colmo es nuestro tutor…—dijo Hailan con cansancio.

—Mmm… Ok Entiendo—dije yo un poco intimidado.

—Oye, ahora que me percato, nunca te había visto aquí, ¿Eres nuevo cierto?—preguntó el gordito de Rubén—¿Por eso falta una mesa-silla?, ¿Cómo le hiciste para entrar si no es temporada de inscripciones?—preguntaba insistente y yo no sabía si contarle como había entrado.

—Rubén, recuerda que tienes que ofrecerle algo a este grupo, y no puedes estar acosándonos si quieres seguir con nosotros, ¿Ok?—le espetó Seymour citando la actitud de Jyrki hace rato, este último le miró con cara de “¡WTF!, ¿El sí puede decirle eso y yo no?”. Seymour logró apaciguarlo y yo le di las gracias con una sonrisa.

     Al pasar de los minutos entró Elodie haciendo malabares con una mesa-silla, llevándola hasta el fondo del aula, pero ninguno se ofreció a ayudarle, yo mismo no me ofrecí por ser nuevo en el aula y por qué no quería acercármele a Jordan. Al pasar, ella nos observó finalmente y se me quedó mirando sorprendida. Tras eso volvió a entrar el profesor al aula.

—Ok jóvenes, ya resolví el problema, al parecer hoy tendremos un nuevo estudiante que se incorpora con nosotros, por favor pasa al frente y preséntate a la clase—tomó el papel que llevaba entre las manos y leyó con bastante dificultad—Evan Hyacin…—se acomodaba los lentes intentando ordenar las letras en el papel.

—Evan Hyacinthus, profesor—dije poniéndome de pie frente a toda la clase. Sentía las miradas de todos clavadas en mí, al fondo podía ver la cara de sorpresa del propio Jordan, estaba desencajado y supongo que para nada feliz con la noticia.  

—Vaya apellido extraño, seguro no eres de aquí—dijo Marcanty

—No, soy griego en realidad—le respondí.

—Vaya… Un extranjero, pues bienvenido a mi clase, soy el profesor de Biología y Química, además del tutor de esta sección, Marcanty Voltier—En ese momento todo hizo click en mi cabeza, ya sabía quién era, este pelmazo era hermano del otro pelmazo de jefe que tengo en la oficina, este idiota era hermano del demonio de Armund Voltier, ahora que lo pensaba ya veía el parecido con el rostro de su hermano, era obvio que lo eran, parecían dos gotas de agua.

—Bien, pues incorpórate lo más rápido posible e intenta ponerte al día, para no entorpecer la clase, francamente los directivos no me habían notificado, pero ya la tengo aquí—dijo mostrando el papel a la clase—Ya tengo la nueva lista de estudiantes de esta sección, al parecer también hay otro estudiante nuevo asignado en esta sección aparte de ti, pero bueno… Igual no asistió hoy, eso dice mucho de un estudiante, el no presentarse el primer día de clases, pero eso no nos interesa. Recuerda firmar la asistencia al terminar la clase o de lo contrario será como si no hubieses estado aquí—me dijo de forma pedante—Ahora ve a tu asiento y comencemos—

     Y así los minutos comenzaron a derretirse, se volvieron lentos y chiclosos, técnicamente no había nada mal con el espacio tiempo, el problema estaba en mi cabeza, que llevaba tanto tiempo sin ver una clase por lo que me sentía totalmente oxidado, claro, la tenía fácil por estar en grupo con otras tres personas, tres personas y Hailan, que era el que daba la cara por el equipo, ya comprendía que su personalidad introvertida tenía mucho que ver con su inteligencia, es decir, el chico era un cerebro en Biología, y supongo que en las demás asignaturas también.

     Yo intentaba ayudar en lo que podía, no es que supiese mucho sobre las células animales y vegetales, pero con el libro que me habían dado me defendía, por otro lado Seymour y el gordito, Rubén, obedecían a cabalidad a todo lo que les decía Hailan, claro que yo también lo hacía, sin embargo Jyrki estaba haciendo aviones de papel y estaba totalmente desentendido del tema que investigábamos. A los chicos al parecer no les importaba, o a lo mejor ya estaban acostumbrados a como era Jyrki de descuidado y por eso lo dejaban holgazanear, aunque se me hacía un poco injusto, preferí callarme.

     El resto de la clase hervía en murmullos bajo la implacable mirada de Marcanty, nuestro tirano gobernante. Yo de vez en cuando (y mientras podía), volteaba a ver al fondo de la clase, al grupo donde se encontraban Jordan y Elodie, quería ver sus impresiones de que ahora estuviese aquí con ellos, en un par de ocasiones los caché devolviéndome las miradas, pero en cuanto coincidíamos se hacían los locos y volvían a enterrar la cabeza en sus libros, supongo que ella también estaba molesta conmigo, o simplemente prefería no tratarme, como se suponía que ahora el grupo estaba dividido…

     A pesar de todo y de cierta forma me llenaba el saber que estaba haciendo algo productivo con mi vida, y es que jamás esperé tantos cambios en ella cuando decidí aceptar un empleo en este país, ahora tenía un buen trabajo, tenía amigos, pronto conseguiría un apartamento para mi solito y hasta iba a continuar con mis estudios, todo era una locura.

—Su atención por favor… Les quedan cinco minutos para entregarme los cuestionarios resueltos, pasado ese tiempo no recibiré ninguno más y si no entregan automáticamente tendrán cero y ni se molestaran en pasar a defender el tema—nos dijo Marcanty.

     Nadie protestó por el poco tiempo, a pesar de que habían pasado menos de veinte minutos desde que comenzó la actividad, pero todos (incluyendo a los otros grupos) colocamos cara de espanto al escucharlo, pues nos faltaba mucho aun por investigar. El que perdió totalmente la cabeza fue Hailan que ahora si regañó a Jyrki y le dijo que dejara de perder el tiempo ya que ahora si lo necesitábamos, efectivamente Hailan dejo de mandar como líder compasivo y se transformó en una especie de Hitler indú. De repente y entre el azaro por terminar, escuchamos como tocaron la puerta, todos elevamos nuestra atención hacía Marcanty que colocó una expresión desencajada y fue a abrir desconcertado, pues no esperaba visitas.

     Con seguridad tomó el pomo y lo hizo bailar sobre su propio eje, al abrirse la puerta dejó escapar desde el exterior un rayó cegador de luz blanca, que nos encandiló a todos en tanto irrumpió en la estancia, literalmente quedamos cegados y nos quejamos del gesto agresivo de la luz, incluso Marcanty se vio deslumbrado, y como acto de reflejo la volvió a cerrar de inmediato, pero la persona que había tocado desde afuera la volvió a abrir cediéndole el paso nuevamente al molesto rayo luminoso. Era la misma sensación que experimentas al cortar cebollas, lloras del ardor e intentas abrir los ojos pero te cuesta horrores porque te quema.

—Buenos días, disculpe señor, ¿Es esta la clase de ciencias biológicas con un tal Marcanty Voltier?—escuchamos de repente, se trataba de una voz joven de hombre, un tanto grave, pero lo justo para no ser áspera en lo absoluto, era armoniosa, incluso agradable.

     Yo intentaba abrir los ojos, en tanto la molesta luz se disipaba y dibujaba la silueta esbelta de un muchacho. No solo yo, si no más bien todos, luchábamos por ver entre lágrimas al visitante, sobre todo Marcanty, que aún permanecía custodiando la puerta.

—¿Ah?, ¿Disculpa?, ¡Un tal NO!, ¡Licenciado Marcanty Voltier para usted!—rechistó aun entre lagrimeos.

—Ah bueno, sí, ese mismo…—decía el joven con un deje de inocencia y fastidio, sin saber que le estaba tocando las pelotas a una fiera—¿Pero es o no es?—

—¿Qué es qué?—preguntó Marcanty irritado.

—¿Qué si es la clase de ciencias biológicas?—volvió a preguntar con una blanca sonrisa en su rostro.

     Pero que rostro, oh Dios mío. Cuando al fin recuperé la visión quedé helado, petrificado, definitivamente se confirmó que yo era homosexual, es decir, jamás había visto a un ser tan ideal en toda mi vida, en teoría era perfecto y no solo yo lo noté, todas las chicas se alborotaron como gallinero, incluso los hombres se miraron entre si inseguros de su propia apariencia, aun el maestro bajó la guardia un par de segundos, asombrado ante semejante espécimen. En esos momentos parecía que la luz había sido un simple preparativo, algo para lavarnos la vista y librarla de impurezas, prepararnos para una belleza impoluta, y es que definitivamente habíamos recuperado la vista, pero perdido ya el aliento.

     Mediría un metro setenta y tantos, era esbelto, pero a la vez algo musculado, su cuerpo una silueta de proporciones ideales, apañadas bajo el rigor del uniforme del instituto que le ajustaba como un guante, y tras su espalda, una mochila, cuero quizás, y algunas tachuelas plateadas, entonces se deducía que era un estudiante. Las mangas y el cuello de la camisa revelaban una piel blanca como la nieve y delicada como la porcelana, parecía irreal, y el único rastro de humanidad a la vista era un fuerte rubor que se acentuaba en las mejillas, labios rosas, mandíbulas elegantes y masculinas.

     Sus cabellos ondulados y dorados como el trigo, caían ligeramente largos y cubrían parte de su frente y se ensortijaban sobre esta. El conjunto en sí era un espectáculo a la vista, pero sobre todo resaltaban sus ojos, serenos… Transmitían mucha seguridad, una seguridad embestida en verde, o en azul, la verdad no pude distinguir muy bien el color, pero era profundo y pulcro, simplemente hermoso.

—Sí, esta es Biología, la catedra que imparto, ¿Por qué?, ¿Que necesita?—respondió Marcanty con pedantería. Todos observábamos atentos a la conversación, el precioso joven había paralizado todas las actividades de la clase.

—Ah sí, es que yo estoy asignado aquí en esta clase con usted, permiso—dijo con un deje de ingenuidad y pasó de lleno con total confianza adentro del aula y se estampó frente a toda la clase, escaneándola con algo de inocencia. Al escuchar lo que dijo todas las chicas suspiraron y comenzaron a cotorrear entre ellas al saber que él nos pertenecía, yo mismo lo hubiese hecho, pero no quería que me matonearan por maricón en mi primer día de clases.

—¡Oiga!, ¡Oiga!, jovencito deténgase allí mismo—le dijo Marcanty apresurado—¿Qué hace?, ¿Para dónde va usted?—

—A incorporarme, ¿No?, aunque ahora que lo veo, no hay lugar para mí, quería solicitarle un asiento y mesa—

—¡No!, ¡No, no, no!, usted no puede llegar de esa forma grosera y prepotente exigiendo asiento así como si nada, para comenzar no se ha identificado o presentado a la clase, no sé ni siquiera si sea cierto eso de que pertenece aquí a esta sección, aparte de eso y no menos importante, nadie puede llegar a mi clase a estas horas, jajajaja, no intente pasarse de listo joven—

     Todos estaban comiéndose las uñas a falta de palomitas frente a semejante espectáculo, no llevaba ni un día conociendo a nuestro profesor pero ya me bastaba para saber que era un tirano estricto, igual al hermano, pero francamente y aunque pareciese un adonis dudo que tuviese las de ganar frente a Marcanty.

—Oh entiendo educador Marcanty, mil disculpas compañeros, por mi tontería. Mi nombre es Magnus y mi apellido es Olympeo, y pues de ahora en adelante seré su compañero, espero que todos podamos ser grandes amigos—dijo frente a toda la clase haciendo una reverencia cortés. Francamente tuve que aguantarme las carcajadas, el chico era sumamente gracioso, se veía totalmente despreocupado con una sonrisa de autosuficiencia apacible. Era de esas personas que inmediatamente les caen bien a todo el mundo—Y si no me cree, puede revisar el listado de estudiantes donde puede verificar que aparece mi nombre—

     Marcanty le miró con algo de recelo y procedió a ojear de nuevo el papel. Luego de un par de segundos, miró de nuevo a Magnus y a la lista, y frunció el ceño con fastidio.

—Bien, pues tienes razón, aquí estas “Magnus Olympeo”, al parecer eres ese segundo estudiante que me asignaron el día de hoy—soltó Marcanty señalándome, de inmediato la mirada del chico nuevo se posó sobre mí, con seguridad y una sonrisa que me intimidó un poco. Se me quedó mirando por unos segundos eternos.

—Solo que hay un problema—prosiguió Marcanty, y la atención del chico volvió a él—Es inaceptable la hora y la actitud con las que irrumpiste a la clase, son totalmente inauditas y no tolero semejante comportamiento de mis estudiantes, la hora de entrada es además a las ocho y treinta am, por lo cual lamento decirte que no puedes entrar—le dijo esté con una sonrisa sínica de felicidad.

—Pues creo que el día de hoy tendrá que hacer una excepción—prosiguió Magnus—¿No es así?… ¿Ciudadana directora?—

     Y de inmediato todos volteamos nuestra atención hacía la puerta, donde se encontraba de repente la directora, Beatriz. Marcanty se vio acorralado e inició una guerra de miradas con la directora, en la que ella le exigía que se acercara para hablar y él se resistía a ser humillado o contradicho frente a su rebaño de ovejas. Finalmente Marcanty terminó rindiéndose y se acercó a hablar discretamente con la directora en la puerta, de inmediato el aula estalló en murmullos.

—¿Ese es el otro chico que se iba a unir a la clase?, ¿No?—preguntó Hailan intrigado en voz baja. Seymour asintió.

—Pero de seguro que tiene mucha más pasta que tú, como para haberse comprado a la directora—preguntó Jyrki—¿Cuánto crees que cueste contradecir a Marcanty con la mismísima directora frente a su clase?—le preguntó a Seymour.

—Mmm… Supongo que lo mismo que necesitaríamos pagarle al Cirque du Soleil por hacer una función privada—dijo pensativo.

—No, pues si es mucha plata entonces—dijo Hailan pensativo.

     Los chicos siguieron con el chisme y Seymour se me acercó un poco al oído para decirme con una sonrisa bastante cómica.

—¿Qué tal?, tu primer día de clases y te encuentras con un espectáculo de este calibre, de seguro se hablará de esto por semanas jajajaja…—

—Pues sí, jajaja que cómico—le dije fingiendo la risa por compromiso. Francamente había algo inusual desde que apareció ese chico, tenía una apariencia irreal, su personalidad era demasiado confiada (supongo que era de esos chicos ricachones que acostumbran a comprarse la vida entera). Es decir, permanecía allí parado con ligereza frente a todos nosotros, como si supiese que era digno de admirar, la brisa movía su cabello rizado con tranquilidad, pero mientras lo observaba su mirada se cruzó con la mía y yo volteé rápidamente de la vergüenza, vi de reojo como se burló ligeramente de mí y sentí de nuevo el calor subiendo a mis orejas.

—¿Qué pasó?, ¿Sucede algo?—preguntó Seymour, supuse que se dio cuenta de lo que sucedió.

—No, no, no pasa nada jejeje…—reí nervioso.

     Seymour me miró consternado y luego miró a Magnus, de seguro intentando unir piezas, pero yo me hacía el loco. ¡Joder! Debía controlarme y dejar de comportarme así, pero es que sé que me sonaba familiar, sé que en algún lugar le había visto. De repente aluciné como si de un sueño se tratase, un platillo se dirigía directo a mi cabeza, el azul del mediterráneo, el objeto impactaría en mi cabeza y reaccioné otra vez, comencé a respirar algo agitado y con el corazón latiendo a mil por minuto, fue como dormirme por unos segundos, era ese sueño otra vez, Seymour me veía impresionado, incluso algo preocupado, vi que iba a preguntar que me sucedió, pues me desvanecí por unos segundos, pero la voz de Marcanty le detuvo.

—Bien jóvenes, pues parece que el día de hoy tendremos otro nuevo compañero que se nos une, así que por favor reciban cálidamente a este estudiante de intercambio que procede desde Grecia—dijo fingiendo una sonrisa, parecía que su cara iba a caer hecha pedazos por pura hipocresía, observó hacía la puerta a ver si todavía permanecía allí la directora, pero esta ya se había retirado, por lo cual abandonó nuevamente la hipocresía—Bien ya ustedes lo conocen, así que no hace falta que se presente, ve y busca una mesa-silla nueva para ti en el aula de al lado—le dijo a Magnus, y luego murmuró por lo bajo—Ahora nos invaden los griegos—comentario que Magnus pareció escuchar a la perfección y este sonrió sin más.

—Creo que eso no hará falta profesor—dijo Magnus con una sonrisa confiada.

—¿Cómo así?—

—Creo que una está apunto de desocuparse—dijo señalando a Rubén, el gordito, que estaba sentado justo a mi lado. Rubén estaba tranquilo en su silla y nos miró a todos sin entender muy bien de que hablaba Magnus que aún permanecía de pie y sonriente. Pero de repente Rubén colocó sus manos en su estómago abrazándolo con fuerza y colocó cara de dolor, inmediatamente Seymour y yo le preguntamos si estaba bien, pero este colocó sus manos tapándose la boca y con los ojos a punto de salir de sus cuencas, se levantó de su asiento y salió corriendo como el diablo hacía afuera del aula y todos escuchamos como comenzó a vomitar escandalosamente, de inmediato todos pusieron caras asqueadas y Marcanty salió a auxiliar a Rubén, al pasar los segundos volvió el profesor y nos dijo que se iba a ausentar un rato porque iba a acompañar al gordito a la enfermería porque se sentía muy mal, Magnus, que aún estaba parado al frente de la clase, se dirigió hasta nuestra dirección, tomó el morral de Rubén y dejó el suyo en su lugar, se dirigió en dirección a Marcanty y le entregó la mochila de Rubén.

—Creo que necesitará entregarle esto—dijo con una media sonrisa antes de pasarle el bolso, Marcanty le miró desencajado y no dijo nada, tomó la mochila y se retiró del aula no sin antes dedicarnos una mirada para que guardáramos decoro en su ausencia. Cuando Marcanty se fue, obviamente que nadie guardo silencio o decoro y eso transformó en un gallinero. Magnus regresó a nuestra dirección y se sentó junto a mí, justo donde había estado Rubén y se me quedó mirando con profundidad, con una ligera sonrisa que no sabía cómo interpretar—¿Quién era ese Magnus Olympeo?—me pregunté.

[Nota del Autor]

     Como les prometí aquí les he entregado el capítulo dieciséis, espero les haya gustado. Francamente estaba emocionado por presentar esta parte de la historia y este glorioso desconocido que ya había tardado bastante en aparecer (aún nos falta otro glorioso desconocido). Para mí esta sería como la mitad de la historia aproximadamente, no estoy tan seguro de que tan larga vaya a quedar, pero en cuanto a eso no tengo limites xD, les animo a comentar, a escribirme y a valorarla, el próximo capítulo ya lo llevo a la mitad, espero quizás ¡QUIZAS!, poder terminarlo para publicarlo el finde jejeje…

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Siempre vuestro, Klisman.