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Silvia y su contrato 4 (Mi profesor de instituto)

en Dominación

Silvia y su contrato 4 (Mi profesor de instituto parte 1)

 

Después de aquel día en el parque, por primera en mi vida evite tener sexo con mi padre y mi chico durante 3 días, tenía mis orificios muy doloridos y tenía que darme una crema cada 8 hrs para calmar el escozor, incluso no podía usar mi boca porque tenía completamente, la garganta y la mandíbula dolorida e inflamada.

Mi padre sabía el motivo por lo cual no tuve problemas con él, pero mi chico fue otro cantar, intentaba constantemente tener sexo y yo ya no sabía que excusa darle (estoy segura que sospechaba algo, aunque no sabía hasta que punto). Solo le podía hacer pajas, aunque claro aquello no lo conformaba.

-Nena, llevas unos días que no eres tú. Estas rarísima- me dijo un poco enfadado.

-Cari no me pasa nada- le conteste esperando que se le olvidara el tema.

Desde que salimos juntos hemos tenido sexo siempre, incluso varias veces al día, estando mala con fiebre, con la regla…siempre hemos tenido sexo desde hace 7 años, aquello cantaba mucho y claro el pensaba llegar al fondo del asunto.

Aquella noche cuando llegué de trabajar y me fui directa a la ducha, llego mi chico que estaba en el salón con mi padre y se metió conmigo a ducharse.

Cuando entró conmigo, tenía la polla como una piedra apuntando al techo… joder se me hacia la boca y el coño agua, pero sabía que no podíamos tener sexo, pero mientras nos lavábamos el uno al otro, el intento en varias ocasiones metérmela por donde pudiera. Esto hizo que se enfadara mucho conmigo.

Se salió de la ducha y yo tras de él, cuando se paró en seco.

-Un momento, ¿Qué son esas marcas en tus pechos y en el cuello? – dijo mientras me sujetaba una muñeca y me miraba fijamente.

-Ah, esto…me las hice en el gimnasio…con…las pesas- no me lo creía ni yo y claro el menos.

-¿Las pesas tienen forma de dientes y dejan marcas como los chupones?. ¿Qué coño ha pasado aquí? Silvia ya estas contándomelo todo.- me dijo sin dejar de mirarme fijamente y sujetándome las dos manos.

Mi padre, al escuchar el jaleo, vino corriendo.

-¿Qué ocurre?- pregunto mi padre preocupado.

-Suegro mire las marcas de sus pezones y su cuello. ¿Qué cree usted que es?- dijo interrogando a mi padre.

Mi padre me miro, y ya sabía que es lo que le iba a decir.

-Marcos si vienes al salón te lo contaremos todo- dijo mi padre mirando al suelo.

Fuimos los tres al salón y le contamos todo lo que no sabía… el gang bang que mi padre me había preparado, y como sus amigos al enterarse de que era yo, me hicieron firmar un contrato de esclava sexual, y ya por último lo del parque en el que el mismo me follo con su compañero. Durante unos minutos que parecieron horas, él se quedó mudo, y ninguno dijimos nada de nada. Mi padre y yo nos mirábamos fijamente, sin saber cuál sería su reacción.

Al fin Marcos reacciono, pero no como esperábamos.

-Jajajaja entonces ¿tú eres una puta esclava sexual, por culpa de tu padre?- dijo entre risas.

-S-si…- conteste dubitativa.

-Jajajaja, me encantas maldita zorra- me dijo mientras se levantaba y me abrazaba fuertemente entre sus brazos, y me daba un morreo, que llego a meter su lengua hasta mi campanilla.

Mi padre y yo teníamos cara de incredulidad. Sabíamos que Marcos era un hombre con mucho, mucho carácter y nunca abríamos imaginado esa reacción.

Nos sentamos y seguimos hablando y narrando mis experiencias hasta ese momento. El le conto a mi padre en el estado en que su compañero y el, me habían encontrado en aquel baño público, y de cómo, desde un primer momento le resulte terriblemente familiar y como su compañero se quedo enamorado de mí.

De la cantidad de hombres que había en el baño de todas las edades, y de lo que yo parecía disfrutar de ser humillada como una vulgar perra.

Lo estaba contando como si se sintiera orgulloso de mí, y eso me ponía muy feliz y me hacía sentirme orgullosa, y un poquito cachonda.

Mi padre se saco la polla mientras él le narraba todo lo que había visto, y ahora era él, el que le narraba a mi chico todo lo que consiguieron hacerme en aquella nave del polígono, y de cuanto lo disfrutamos.

Yo escuchándolos a los dos me estaba poniendo super cachonda. Viéndolos a los dos con sus hermosas pollas, pajeándoselas en sus manos y de cómo goteaban aquel néctar que me volvía loca; así que no pude aguantarme, me quité la toalla y me puse de rodillas entre los dos, completamente desnuda y sujetando mis pechos a modo de ofrenda para que me los rociaran con su leche.

-Por favor, se que no puedo ofreceros nada más, pero por favor echarme vuestra leche encima. – les incite con cara de no haber roto un plato y de niña picara.

-Joder que puta eres y que orgulloso estoy de ti- me reconoció mi chico, sin parar de pajearse.

-Toma la leche de tu padre pequeña zorra- dijo mi padre corriéndose en mi cara tetas y pelo.

-Joder me corro cabrona, ¡toma leche!- dijo convulsionando mi chico y derramando toda su leche en mi cara y tetas.

Dios que ganas tenia de follarme y destrozar esas pollas con mi coño y mi culo, pero hoy no podría ser, aún no. Así que me conformé con coger mis pechos y lamer aquella maravillosa corrida que me habían regalado, restregué el resto del semen por mi cara y mis tetas, para acto seguido limpiar mis manos con mi lengua.

-Joder que buena esta vuestra leche- les dije chupándome dedo a dedo.

Me sonrieron y yo les devolví la sonrisa, y así aquella noche por fin descanse sin más preocupaciones, ya que no tendría que guardar ningún secreto más.

A la mañana siguiente muy temprano me llamaron al teléfono móvil un número desconocido. Cogí el teléfono intrigada.

-Buenos días guapa, soy Don Ramon- era el picha corta de mi ex profesor de instituto y amigo de mi padre.

-Si, ¿qué quiere?- le dije con desgana.

-Pues quiero que cumplas el contrato y vengas a mi instituto- me contesto sin andarse por las ramas.

-De acuerdo, deme un rato y ahí estaré- le dije con desgana.

-Cuando llegues, entra por secretaría y diles que eres la nueva profesora que esta haciendo las practicas conmigo, ellos te indicaran- me explico un poco atropellado.

-Muy bien- le contesté y colgué el teléfono.

Mi chico que estaba justo al lado lo había escuchado todo y me miró y sonrió.

-Osea el primer día que podemos tener sexo después de tres largos días, y te llevan a un instituto a que te follen lo alumnos y el profesor- dijo medio sonriendo.

Yo lo miré con cara de resignación, mientras le daba un beso.

Él quiso elegirme la ropa, así que lo deje; mientras yo me maquillaba como solía.

Esta vez el color de la sombra de ojos sería de color agua marina, acentuando el color verde de mis ojos, un buen rímel para las pestañas y el lápiz de ojos para terminar de pintarme al estilo cleopatra. Seguí con mis labios pintándolos de color rojo carmesí y así terminé de maquillarme.

Cuando volví al cuarto mi chico me había puesto sobre la cama, una falda de tubo negra que me llegaba hasta las rodillas, una camisa blanca super ajustada y escotada, un cinturón ancho de color negro, y unos preciosos zapatos cerrados de color negro de tacón de aguja. Está feo que lo diga yo, pero estaba espectacular.

Mi chico sonreía y mi padre babeaba; no paraban de piropearme los dos y yo sonreía como una tonta.

-Vas a matar a Don Ramón y a sus alumnos- dijo riendo mi padre.

Mi chico se ofreció a llevarme al colegio, y por el camino el muy cabrón no paraba de decirme todo lo que me iban hacer, y de como yo se lo contaría luego a él, y a mi padre mientras me follaban.

Lo besé y llame al timbre del instituto, cruzándome con varios padres y madres que acababan de dejar a sus hijos en el instituto, y como era normal murmuraban y me miraban. Yo me sentía poderosa, me gustaba que ellos me miraran, y que ellas rabiaran de envidia y celos (cuanta puritana estrecha y amargada).

Cuando llegué a secretaria, me encontré con la señora Matilde la secretaria (tenía que tener como mil años) y con Federico, el conserje salido que no paraba de espiar a las niñas en los baños, como yo misma comprobé en más de una ocasión.

-Hola soy Silvia, vengo como maestra en practicas para estar con Don Ramón- la muy amargada ni me reconoció.

-Ah si la nueva, ya nos dijo Don Ramón. Él esta en la clase de segundo de bachillerato de ciencias, en la clase 1A -me explico la vieja.

Cuando me disponía a buscar la clase, Matilde me indicó que el conserje me acompañaría.

-Tu cara me es familiar sabes, pero no te ubicó- dijo sin dejar de mirarme descaradamente de arriba abajo.

-Pues ni idea, será que tengo una cara muy vulgar- le conteste queriendo zanjar el tema.

-Hija, tu eres de todo menos vulgar- dijo sonriéndome.

-Sabes, a la clase que vas son todos chicos, y se te van a comer con los ojos, pero no te molestes. ¿Eh? -

Mi respuesta ante ese comentario fue mirarlo con desdén e indiferencia.

Al fin llegamos a la clase, una clase que estaba llena de medio hombres de 16 y 17 años y llenos de hormonas.

No podía evitar estar un poco ansiosa, excitada y asustada.

Cuando llame a la puerta y entre, la clase se quedo muda, y efectivamente pude comprobar que la clase estaba compuesta por unos 15 o 20 alumnos y todos varones.

-¡Ah! Silvia, al fin has venido. Te estábamos esperando- reacciono al fin Don Ramón.

Me presento a la clase, y estos a su vez se me fueron presentando uno a uno. Por lo que pude ver, había alguno que otro que o bien eran repetidores o la genética había sido muy generosa con ellos. Cuando concluimos con las presentaciones, Don Ramón continuo la clase; aunque los murmullos eran constantes.

-A ver Juan ¿Qué te hace tanta gracia? Dilo en voz alta para que nos enteremos todos- sentencio Don Ramón.

-Maestro nos preguntábamos, si la señorita esta operada o es todo natural- dijo con todo el descaro del mundo.

Y antes de que Ramón contestara, le eché cara y lo hice yo.

-¿Tu qué crees?- le pregunte sin perderle la mirada.

-Yo creo que es imposible estar tan buena sin haberse operado de algo- la clase empezó a reír, ante la poca vergüenza de su compañero.

- Creo chaval, que te vas a quedar con las ganas de saberlo- le conteste de manera burlona, y la clase estallo en risas y provocaciones hacia su compañero.

Don Ramón decidió poner orden y retomar la clase.

El resto de la clase transcurrió con normalidad, salvo por que aquellos niños no me quitaban ojo, y así llegamos a la hora del recreo.

No entendía muy bien porque este hombre me había hecho venir al instituto sino pensaba hacer nada, pero no tarde en saber pronto sus planes.

Don Ramón me llevo a la sala de profesores, allí se encontraba el profesor de educación física, el director y el de matemáticas.

-Así que esta es la famosa Silvia- dijo el director desnudándome con la mirada.

-Cuando nos dijiste, que era un pibón, te quedaste corto- aseguro el de educación física.

Los conocía de mi etapa en el instituto, el director era un hombre que había envejecido fatal, tendría la edad de mi padre, pero parecía mucho mayor, el de educación física del que estuve enamorada, en mi época del instituto, se había quedado calvo, pero físicamente parecía estar muy bien, y el de matemáticas era un horror, era más bajo que yo, con gafas y muy delgado.

Don Ramón cerro la puerta de la sala. Con un “así no nos molestan”.

-Bueno querida Silvia, te pues imaginar lo que queremos ¿No?- me interrogo de manera irónica Ramón.

No pensaba perder más tiempo con esto, los iba a dejar secos cuanto antes, para poder irme a casa a follar con dos hombres de verdad.

Así que no dude en tomar yo la iniciativa, me saque la camisa blanca de la falda y me la desabroche, dejando expuestos mis pechos con un sujetador negro semitransparente, me baje la falda lentamente de espalda a ellos, para que vieran bien mi culo, y mi tanga de color negro con encajes.

-Joder!!! Esta para reventarla a polvos- dijo el de gimnasia.

-Madre mía que pibón, y que bien nos lo vamos a pasar contigo putita.- comento fuera de si el director.

-Os lo dije, esta para follársela por todos los lados- afirmo Ramón.

Cuando me giré ya estaban todos con sus pollas en la mano, excepto uno, el profesor de matemáticas. Debía darle corte, con lo esmirriado que era pensé, debe tener un micropene como Don Ramón.

Me fui hacia él para bajarle los pantalones, mientras los otros tres no paraban de meterme mano e intentar quitarme el sujetador.

Cuando eché mano a su entrepierna, me quedé pálida. No podía ser… aquel hombre tan poca cosa, tenía la polla de un caballo. Me costo sacársela de los pantalones de grande que era joder… si parecía una jodida trompa.

Mi coño se humedeció de inmediato; solo el pensar si aquella polla entraría en mis orificios, ya hizo merecer la pena haber ido al instituto.

Por fin consiguieron quitarme el sujetador, y me rodearon con sus pollas ansiosos de probar mi boca. Yo no me hice nada de rogar y comencé a pajear, chupar y lamer desde los huevos hasta la puntita, donde rezumaban sus jugos y los recogía con mi lengua con delicadeza. Pero a la polla caballo, le tenía reservada mis más sinceras atenciones, le masajeaba los huevos con delicadeza, le lamía todo el capullo, y le sorbía la punta de la polla, mientras me chupé un dedo y se lo metí por su culo.

 -Joder, que puta- dijo el esmirriado matemático.

Se le puso dura como un resorte, y puso los ojos en blanco, mientras yo no paraba de follarle con un dedo y de chuparle la polla.

Los otros mientras, me metían dedos en el coño, en el culo, y restregaban sus pollas por donde podían como perros encelo.

El matemático ya si estaba fuera de sí, así que me cojio la cabeza e intento que me la tragara entera.

-¡Chu-chupa puta zorra!- me dijo tartamudeando.

Alguien comenzó a follarme con fuerza por mi coño, pero yo solo tenía ojos para aquella maravilla de polla.

Yo estaba a cuatro patas en el suelo de la sala, con una polla follándome bien duro y aquella monstruosidad de polla alojada en el fondo de mi garganta. Apenas podía respirar, y solo había conseguido meter la mitad de su polla en mi garganta, tenía la boca abierta como nunca y aún así era fustrante ver como no conseguía metérmela entera.

CONTINUARÁ

 PD: Me he alargado demasiado perdonarme, pero mañana subiré la continuación.

Un beso a todos.😘💕