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Una hermosa mulata,don nicasio, y sus...

en Hetero: General

A la atención de los lectores de todorelatos.com de Omar Bercane. 

 

Achard Marcel (1899-1966) Comediógrafo Francés “Para ser feliz en el amor uno debe saber sin cegarse, como cerrar los ojos” 

 

UNA HERMOSA MULATA,DON NICASIO, Y SUS CIRCUNSTANCIAS. 

El tránsito por la ciudad había disminuido notablemente, desde que los dueños de la nación habían enviado a sus empleados a repartir leña. Desde la meseta, estos, sabían minuto a minuto como iba el reparto, y si lo hacían proporcionalmente, para que a nadie les faltase. De esto, aquellos ilustrados de la meseta sabían la tira.Eran muchos los años que repartían y repartían, pero con aquellos cabezotas catalanes nunca había bastante. A tozudos no los ganaban ni los maños, que ya era la coña. 

Cuando doña Matilde salió de casa para ir al mercado eran las 10 del sábado de una luminosa mañana otoñal. En el piso quedaron la sirvienta, el hijo de doña Matilde de casi 4 años, y su marido, que este día descansaba de las labores propias de su sexo, una notaría. Aquel día, este lo esperaba como lluvia de mayo. Para el, los sábados en qué doña Matilde, iba al mercado, eran sagrados. Para don Nicasio, era el único día que tenía varias horas para tirarse a la sirvienta, no una vez, si no las que fueran necesarios si el cuerpo aguantaba. Y si le aguantaba, sí. Don Nicasio tenía 40 años muy bien llevados, y se encontraba en plena forma. No era raro, que durante la semana también le diese por el toreo. Pero los sábados por la mañana eran algo excepcional. Entre semana también tenía alguna corrida por los centros bien de señoras pecadoras, pero lo de estos sábados eran los gocessupremos, que a veces, muy pocas, ofrece la vida. 

La sirvienta, era una mulatita descendiente de aquellos esclavos que los hombres blancos compraban y vendían como si fuesen patatas, tenía cosas, que a Don Nicasio lo volvían más bien loco. Su exuberante  culo y sus pechugas eran lo más bello y voluminoso que la madre naturaleza creo. Está, además de estar como una tarta de coco con avellanas de Reus, era más juguetona que una gatita con una pelotita de ping pong. Está, con Don Nicasio, aquellas tres o cuatro horas en que doña Matilde estaba fuera jugaba, y jugaba como una chiquilla, aunque tuviese 20 años. A este, y en su habitación, le vendaba los ojos hasta que él lograba encontrar la. Y entonces, sí, don Nicasio se la comía a besos por todo su cuerpo como si fuese un pastelito de nata con café. 

Aquello a ella le hacía sentir cosas que nunca antes sintió con los nativos antillanos, que solo buscaban clavársela en el chocho, y para colmo se corrían solo entrar dentro. Estaba claro que ella pobrecita no sentía nada de nada. Cuando don Nicasio le enseño a jugar, entonces supo lo que valía un peine. Y a continuación ella ya se compró lo más sexy en ropa interior para que don Nicasio gozase y gozase al tiempo que le hacía gozar a ella como nunca nadie lo hizo. 

Pero aquella esperada mañana no sería como las demás. No podía serlo de ninguna de las maneras. Aquella mañana estaba mareada por las circunstancias. Las imprevistas circunstancias que rodean a los seres humanos. 

Antes de irse a la habitación de la mulatita que lo esperaba impaciente y preparada, don Nicasio, dejo al lado de la acristalada terraza desde donde veía la calle, aquella criatura, que jugaba y jugaba aunque solo fuese con una pelotita de tenis y un osito más peludo que un gato siamés. Aunque don Nicasio estuviese jugando con la mulatita dos tres o cuatro horas el crío igual que el padre tampoco se cansaba de jugar, incluso hacía hablar al osito con su voz y el a continuación le contestaba. Pero aquella mañana sería diferente. muy diferente. 

Solamente hacía una hora que don Nicasio daba vueltas y vueltas a la habitación con los ojos vendados, y en cueros, tras la juguetona mulatita sin lograr alcanzarla, cuando desde la habitación en la que estaba también la juguetona criatura se oyó un chillido que le rompió los nervios. 

Tal como estaba –desnudo - se precipito a dónde estaba su hijo. Este, histérico de pánico, de tanto miedo que tenía solo logro decir,¡Los de la leña! Y los furgones, papa, ¡Los de la leña! La pobre criatura solo hacía una semana en qué desde allí vio a aquellos hombres con cascos y porras repartiendo leña discreción. Ahora en la calle también estaban, pero esta vez no era para repartir leña. 

Pero el aterrorizado crío no podía comprenderlo, y sin poder contenerse se hizo pipí encima y más cosas. 

Después de este susto, a don Nicasio, ya no le apeteció continuar con aquel delicioso juego con su mulatita. Lo dejaremos para el próximo sábado le dijo a ella. Está lo comprendió perfectamente, y abrazándolo lo beso con todo su amor. 

Solo tres días después y ya recuperado, don Nicasio busco la dirección que le dieron de un piso de alto standing,para terminar de olvidar aquella pesadilla pasada. Allí, le dijeron que las señoras que recibían eran unas bellezas y que las había incluso del mundo del espectáculo. Eso sí, lo que cobraban no era para bolsillos débiles. La encargada del local, al ver qué don Nicasio no terminaba de decidirse por ninguna le dijo que esperara un poco que estaba a punto de llegar una presentadora de televisión de un canal francés, y que está estaba como la mermelada de ciruelas maduras. La dama que llego, además de presentadora de televisión estaba como un bollycao recién hecho. Lo único que nadie le dijo era que esta era ninfómana. 

Don Nicasio, cumplidor como era, le entró por todos los agujeros que está tenía, sin ningún problema,todos ellos estaban ensanchados como si por allí tuviese que entrar la verga de un caballo. La dama francesa, y sin que este se lavase su príapo, se lo puse en la boca, para succionarlo lujuriosamente, mientras con una de sus manos libres se frotaba su clítoris ardientemente. 

Cuando don Nicasio llego a casa ya eran las 9 de la noche. A su hijo ya lo había acostado la sirvienta. Según le dijo esta, que doña Matilde se había ido al cine con unas amigas y que no volverían hasta 3 horas después. 

Ven, le dijo está cariñosamente, vamos a terminar lo he empezado el pasado sábado. Esta vez la mulatita se dejó coger al cabo de poco. Ella pobrecita, necesitaba sin perder el tiempo que Don Nicasio le diese por donde fuese para hacerla gozar. Tan caliente estaba y tanto era el placer que sentía que cuando esté le metió en el chocho su herramienta le fue repitiendo ¡Hazme un bebé…hazme un bebéeeee. 

 

Cuando ya don Nicasio llevaba casi una hora dormido en su cama, doña Matilde, cosa que nunca hacía, tenía ganas de jugar, quizá aún más que la sirvienta y su incansable hijo. Está, sin despertarlo de su profundo sueño, le quitó los pantalones del pijama, y la emprendió con aquel príapo, y cuando don Nicasio despertó este ya lo tenía como un tronco de encina. Doña Matilde quitándose las sábanas de encima le ofreció su desnudo culo para que la sodomizase. ¡A ver cómo te portas- le dijo más caliente que la fragua de un herrero-que ya hace tiempo que por este culo no entra nada, de nada! 

A la mañana siguiente don Nicasio llamo a la oficina para decir que estaba indispuesto y que no iría. Lo que era su príapo, más parecía un arenque de 3 días fuera del agua y calentado por el sol, o sea he hecho polvo.