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El yerno la tenia...

en Sexo con maduras

Nietzsche, Friedrich (1844-1900)  

“En la venganza como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre”     

 

                                                                                               EL YERNO QUE LA TENIA ...

Cuando la hija de doña Herminia llego a casa, tiempo le faltó para decirle a su mamá que había conocido a un chico que le había gustado muchísimo, y que habían quedado para verse dos días después. Doña Herminia ya había perdido la cuenta de las veces que su querida, hija, le había dicho lo mismo. Después y sin explicación, su hija le decía que aquella relación se había roto. Clarita, la hija de doña Herminia ya había cumplido los 28 años, y de novios había tenido desde los 15. La cuenta no era fácil de llevar. Lo sabía que no habían durado ni un mes. Clarita le decía que estos novios no daban la talla. Doña Herminia se preguntaba una y otra vez de qué talla debía necesitar. Como mamá, sabía que su hija era un alma inquieta, y que igual que le pasaba ella en su juventud, está necesitaba un semental que fuese Guerrero y con un buen carajo. Doña Herminia ya había pasado lo suyo con aquel difunto marido, que tenía una polla que más bien era una pollita, cuando lo que necesitaba era un cipote como el tronco de una encina. Aún después de 10 años que enviudo, solo de pensar en el tamaño de la del difunto marido, sentía la sensación de que este tenía que haberse ido mucho antes. 

-cuando pasados dos meses, la hija le dijo que había decidido casarse con aquel novio, doña Herminia intuyo que éste debía tener algo especial. Que si daba la talla, de no ser así, a su hija no se le hubiese ocurrido el casarse. Conocía bien el temperamento de Clarita y su determinación. A doña Herminia le entraron fuertes deseos de conocerlo. Necesitaba ver qué clase de hombre era el que su hija se había llevado al huerto, o a la huerta, que en Xàtiva había y mucha. Cuándo Clarita lo trajo a casa para presentárselo doña Herminia no dudo de que aquel semental le iría bien o muy bien a su querida hija. En los finos  pantalones de verano que este llevaba se le marcaban entre las piernas, un bulto como un huevo de avestruz. Además, que este era de los que no se arrugaban ante nada. Se le notaba que le sobraba empuje y determinación. Tanto en su pecho, como en sus musculosos brazos eran cubiertos con un espeso y negro vello, qué hacían pensar en otros vellos de más abajo. A doña Herminia, aquel futuro yerno le hizo sentir cosas inquietantes que ya creía olvidadas. 

-Si algo le faltaba descubrir de aquel hermoso y futuro yerno, lo pudo hacer el día que los tres fueron a pasarlo en la playa. Mientras Clarita miraba el mar y los bañistas, doña Herminia no quitaba el ojo del culo de este y sus vellosas piernas así como su espalda también cubierta de rizado y negro vello. Él futuro yerno, tumbado boca abajo encima de la toalla no podía imaginar que su futura suegra lo estuviese desnudando con la vista. 

-  

Cuando este se levantó para darse un chapuzón, al volver para tirarse encima de la toalla doña Herminia pudo ver mejor el bulto que se le marcaba en su fino slip. Aquello, a doña Herminia, le pareció un trocito de cielo, o más bien un cacho de este. En su entrepierna, doña Herminia noto la humedad que le provocó aquella visión cargada de lujuria, y deseos ardientes sin poderlo evitar, sus pensamientos volvieron a cuando tenía 30 años menos en que hubiese podido llevarse a que el semental al huerto como su hija, aunque hubiese sido a un pajar, para follarselo hasta el agotamiento. 

Caliente, tanto por fuera como por dentro, doña Herminia se levantó de la tumbona para entrar en el agua y refrescarse, momento en que aprovecho el futuro yerno para admirar aquel hermoso y voluminoso culo de mujer madura aunque más que deseable. 

Dos meses después, la clarita y el ya yerno de doña Herminia se dieron el sí. Frente al piso de doña Herminia la pareja encontró otro, como la calle no era ancha desde las terrazas se podía ver perfectamente. Raro era el día que uno de los dos no saludase a la vecina de enfrente, qué gozosa, les devolvía el saludo. Los fines de semana se convirtió en un una casi obligación el ir a casa de doña Herminia a comerse una paella de arroz que ella hacía como el mejor cocinero de Valencia. Si algún fin de semana, Clarita tenía guardia en el hospital que trabajaba, el yerno de doña Herminia y para no desairarla también iba a comer con ella. 

En una de estas comidas, solos los dos, doña Herminia sacó a relucir lo del día de playa. Mi hija me dijo que eras un buen ejemplar de semental, pero cuando te vi en bañador creo que se quedo corta. - Le gustó lo que vio- le dijo este con una sonrisa traviesa. 

-pues sí, veo que mi hija encontró lo que deseaba- doña Herminia con el atrevimiento quedan los años continuo: a mí, tu paquete, me hizo recordar, algunas tardes de toros en Valencia que a aquellos toreros se les marcaba pronunciadamente la cosa. 

-creo que los toreros allí llevan algo que les cubre y por eso abulta más- le dijo sonriente el yerno- pero usted no se puede quejar de su físico siguió este.  

-lo que vi aquel día en la playa me gustó muchísimo. 

-que viste en la playa, yerno 

-pues un culo como una plaza de toros, suegra, y unas pechugas tan adorables como las de la famosa Sofía Loren. 

-y no crees que estoy sobrada de peso, yerno. 

-para mi gusto no le sobra ningún kilo querida suegra. 

-esta vez la querida suegra se lanzó a tumba abierta al decirle: y te atreverías conmigo yerno. 

-yo por complacer la haría lo que fuese querida suegra. 

-creo que tendrás que demostrármelo, yerno. Yo ya hace años que ni voy a los toros ni tengo una corrida para recordar.- le dijo aquella suegra de armas tomar. 

-cuando dice corrida a qué se refiere suegra? 

-ya eres mayorcito para entender, yerno. ¿No querrás que entren detalles?. 

-ahora ven -siguió la caliente suegra- vamos a mi plaza de toros y me demuestras que sabes hacer con tu estoque. 

Al entrar en la habitación los dos, doña Herminia cerró la puerta a sus espaldas como si no quisiese ser molestada. Cuando su yerno se quitaba los zapatos, ella ya estaba acostada encima de la cama totalmente desnuda y con las piernas abiertas mostrando su velloso chocho. 

Tan pronto como este se quedó en cueros frente a ella, no pude reprimir el decirle: ¡La hostia yerno, y esto que es! Si parece la trompa de un elefante.¿Y todo esto es para mí? Incrédula, le cogió aquella trompa de elefante y se la puso en la boca, succionando la con avidez. Como una niña en la noche de reyes, que no termina de creerse que aquello fuese para ella, lo fue masajeando y chupando con la glotonería, de una becerra en las ubres de la madre. Cuando ya estaba más caliente que la fragua de un herrero puso su chocho en posición, de entrada, y tan pronto como fue penetrada fue moviendo las caderas a un ritmo desenfrenado como si estuviese poseída. La lujuria, la llevo a otros espacios desconocidos, mientras a plena voz urgía aquel jinete a que le clavase más y más aquel formidable estoque y que le destrozase el chocho. 

Cuando al día siguiente, llego clarita, lo primero que hizo fue pasar y ver a su madre. Está estaba radiante, y con el aspecto de haberse quitado 20 años de encima. 

  • ¡Hija mía, este marido tuyo vale su peso en oro! Entre tarde y noche me monto no sé cuántas veces. Perdí la cuenta. Esto es un tesoro siguió doña Herminia gozosa de tener en casa un semental como aquel yerno.- ahora, tendríamos que hacer un planning para ver cómo nos lo turnamos, sin que éste se entere. -lo más fácil para todos será que los días que yo tenga guardia lo tengas tú en la cama- ¿No lo crees así mami? 

  • A mí me vendrá bien que tú lo exprimas, porque tengo un gacho qué es médico y el tío dice que quiere follar conmigo, y no sé si aguantaré este ritmo. 

  • ¡Gracias clarita, por traerme un semental como este. Ah, se me olvidaba preguntarte si este médico también tiene una trompa de elefante entre las piernas. 

  • -¡Mami, que siempre estás pensando lo mismo! 

  • -En qué quieres que piense mi amor, en los días que me faltan para irme al otro barrio.