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La tormenta

en Amor filial

—Buenas noches a todos nuestros radioescuchas, en este momento son las 10:15 de la noche en nuestra querida comunidad. Si no tiene nada a qué salir se les recomienda quedarse en sus casas ya que el servicio meteorológico ha anunciado que la tormenta de nieve tendrá su caída más intensa alrededor de la media noche provocando un descenso de temperatura de hasta menos 15°. ¡Abríguese bien! Y si tiene con quien abrácese fuerte.

El aviso en la radio se había estado repitiendo cada 15 minutos en las últimas 2 horas de las 4 que Ismael llevaba conduciendo desde el aeropuerto hasta el pueblo de su madre. Lo acompañaba su hija Erandy, quien viajo desde su ciudad natal junto con su padre para convivir solos por primera vez.

—¿Oíste Ismael? Yo creo no debiste rentar el coche y arriesgarnos así.

—Por favor hija, ya estamos muy cerca. Hace años que no vengo pero no debemos de tardar en ver las luces del pueblo. Además intenta decirme papá, sé que ha pasado mucho tiempo pero esta es una nueva oportunidad para nosotros o al menos así lo veo yo.

Ismael tuvo un matrimonio efímero con Yurie, Erandy la hija de ambos apenas conoció a su padre pero ahora que ella recién cumplía 18 años supo por su exesposa que desde pequeña quería conocer la nieve, así que su pueblo natal donde vivía la abuela de su hija era la oportunidad perfecta para intentar retomar o mejor dicho iniciar una convivencia cercana con su primogénita.

Convencer a Yurie no fue fácil, pero al menos durante todos esos años que pasaron mantuvieron contacto y eso le permitió convencerla de hacer este viaje, eso sí con mucho esfuerzo. Fueron semanas de insistencia que al final dieron su fruto.

Además al mismo tiempo le serviría a él para visitar a su madre a quien tampoco visitaba con frecuencia y llamaba en raras ocasiones.

El vuelo fue largo. La intuición de la joven no estaba tan lejos de la realidad. El coche compacto no daba mucha confianza para viajar en la oscuridad de la noche y el camino combinaba curvas y pendientes haciendo aún más temerario el conducir.

A pesar de eso el paisaje alumbrado por la luz de la luna era hermoso, la nieve caía levemente acompañando los acordes de la canción que se tocaba en ese instante: Je t'aime moi non plus cantada por Serge Gainsbourg.

Ismael al girar su mirada buscando el retrovisor derecho se encontraba de vez en vez con el rostro fino de Erandy, su cabello castaño combinaba con el color café de sus ojos. Las mejillas rosadas por la baja temperatura le daban un toque de belleza adicional. Su cuerpo joven y sinuoso ocupaba el asiento del copiloto.

Para él fue inevitable pensar en que si su matrimonio con Yurie hubiera sido en otras condiciones su vida sería muy diferente. Tenía una hija hermosa, dedicada al estudio y según su madre de un comportamiento intachable.

Para ella la situación era diferente. Se encontraba acompañada de un hombre casi extraño. Hablaban poco y se conocían menos. El lado de la historia que conocía fue el que le contaron en casa y gracias a la confianza con su mamá sabía que ellos como pareja sólo funcionaron en la intimidad pero en lo demás nunca terminaron de ser compatibles y en la vida le decían, hay otras cosas más importantes. Aunque ella no estaba de acuerdo.

El compás de la melodía acompañó un suspiro por parte de Erandy. A pesar de su recién cumplida mayoría de edad era sexualmente activa desde un par de años antes. De hecho, Ismael desconocía el motivo oculto del por qué Yurie dejó salir de viaje a su hija, no sabía que era un escape temporal a la relación “inmoral” que ella tenía con un hombre mucho mayor que ella y además, conocido de ambos.

La joven por instante pensó en su novio, físicamente era parecido a su padre pero éste último era más guapo, el cabello entrecano le daba cierto aire de conquistador. Su cuerpo se mantenía bien definido resultado del trabajo más que del cuidado personal; no podía negar que su madre tenía buen gusto.

La sensación romántica de la canción fue cortada una vez más por el locutor:

—Buenas noches a todos nuestros radioescuchas, en este momento son las 10:30 de la noche en nuestra querida comunidad…

Paulatinamente el cielo se fue oscureciendo y la nieve que caía empezó a ser más densa.

—¡Ash!, no hay otra cosa…Expresó molesta.

Fastidiada recorrió los canales de la radio uno tras otro dándole la vuelta completa a las emisoras terminando en la misma estación.

—Es por el lugar, no hay buena señal ¿No tienes frío hija?

—Un poco Ismael, pero además esta maldita calefacción del coche que no sirve y el frío me está matando ¡demonios!...

Sus pupilas se abrieron como una actriz en película de terror.

—¡Pero si tampoco tengo señal en el celular!

—Jajaja. Se rio divertido Ismael. Cuéntame… ¿Tienes amigas? ¿Qué te gusta? ¿Tienes novio?

—Hum… Muchas preguntas. Amigas tengo tres, me gusta al K-pop y sí tengo novio. Aunque mi mamá no me da permiso de salir con él. De hecho me lo ha prohibido.

—Jajaja ¿Y eso? No pensé que tu mamá fuera celosa.

—No, no es eso. Primero dice que es un pesado y que no quiere nada serio conmigo.

—¿Cómo está eso?

—Sí, dice que la otra vez que fue por mí, y en lo que me estaba arreglando estaba al teléfono de presumido con uno de sus amigos diciéndole que no sé qué, que no podía… Que iba a salir con su Ria Rodriguez… Qué en otra ocasión…

—¿Ria Rodriguez?

—Sí, ¿No sabes quién es Ria Rodriguez? Pues mi mamá sí, y le molesto mucho que insinuara un parecido con ella. Busque en Google y descubrí por qué.

—Bueno, sus razones tendrá. Yo pienso un poco diferente, creo que debes disfrutar, salir, conocer. Tener novio es parte de. No quiero contradecir a tu mamá, pero por algo lo hará.

—Verdad que sí, además qué importa si me lleva unos cuantos años.

—¿Unos cuantos años? Intuyo Ismael.

—¿Qué son unos cuantos años? La interrogo.

—Ay son poquitos… Erandy se avergonzó un poco.

—Vamos, cuéntame. Prometo no juzgar.

—Veintidós.

—¿¿!!Veintidos años!!?? ¿Tiene o te lleva?

—Me lleva… dijiste que no me juzgarías…Además lo conoces.

Por más que trató de evitarlo la expresión de Ismael se endureció pero trato de mantener la serenidad.

—Así… ¿Y quién es?

—Ramiro.

—¿Ramiro? Mmmm Ramiro, no me suena. ¿Ramiro qué?

—Ramiro Flores.

—¡¡Ramiro Flores!!

Ismael prefirió guardar silencio por unos minutos, tenía que procesar lo que acaban de confesarle. Una cosa es un novio de tu edad con quien vayas descubriendo y experimentando pero un hombre mayor y más alguien como Ramiro Flores, era obvio que no llevaba a su hija solo al cine. No pudo evitar en su mente la imagen de ese hombre profanando el cuerpo menudo de su hija. Sí, era una mujer muy bonita y su cuerpo tenía curvas bien desarrolladas, pero la diferencia de edad era mucha. Sin quererlo la imagino cogiendo con ese hombre en todas las posiciones que conocía. Que él conocía.

Conforme el auto avanzaba, el tiempo seguía su marcha y la temperatura comenzaba a bajar cada vez más. El vaho comenzaba a escapar de sus narices y sus bocas empañando los cristales del auto dificultando la visibilidad, sobre todo del parabrisas. Para aligerar un poco la tensión previa trato de iniciar otra conversación.

—Ya lo verás, mañana saldremos a desayunar con la abuela, conocerás el pueblo y si lo prefieres podrás andar sola por sus calles para que no te aburras con un viejo como yo.

—No te ves tan viejo Ismael, bueno sólo cuando sonríes, se te ven unas arrugas en los ojos.

—Por favor dime papá… Además ni se me marcan tanto las arrugas.

Ismael busco su reflejo en el retrovisor distrayéndose por un instante. El camino húmedo por la nieve se combinó con un golpe repentino de la llanta delantera contra una piedra en la mitad de la carretera. El carro patinó sobre el asfalto rompiendo la contención y sacándolos de la ruta, afortunadamente no giro sobre sí mismo pero el coche se siguió de frente cayendo sobre una pendiente chocando contra un árbol.

El auto quedo atrapado en una especie de zanja y de nieve que le cayó de las ramas tras el impacto. Estaban estancados.

—¿Estás bien? Nena, ¡¿Estás bien?!

—Eh… Sí, que pasó Isma.

—Nos salimos del camino y quedamos aquí atorados.

Voltearon a mirarse incrédulos.

—Buenas noches a todos nuestros radioescuchas, en este momento son las 11:00 de la noche en nuestra querida comunidad…

—No podemos quedarnos aquí, tenemos que ir a buscar ayuda. Sugirió él.

—¿Por qué? ¿Por qué no vamos en el auto?

—Porque el auto no enciende.

—¡Inténtalo otra vez!

—¡Ya lo hice! El auto no enciende. Entiéndelo.

Ismael y Erandy se bajaron del auto. No estaban muy lejos de la carretera, a pesar de la oscuridad de la noche la tenue luz de la luna que se colaba por entre las nubes negras apenas alumbraba lo suficiente para verla.

—¡Brrrrr!! Qué frió. Espetó ella.

—Ya ves, sino hubiéramos mandado las maletas por aparte ahora podrías sacar al menos un par de suéteres más. Pero no, querías viajar cómoda.

—¡¡Qué!! Si tú no hubieras insistido en manejar de noche ahorita estuviéramos en algún hotel y no en medio de la nada.

—Ah, ahora es mi culpa.

—Pues mía no es, yo no venía manejando.

—Venga ya, caminemos.

Tiritando de frío se pusieron en marcha entre la tormenta que cada vez arreciaba más. El aire bufaba por entre los árboles y el viento se colaba por entre sus ropas. Sus pisadas rechinaban al caminar sobre la nieve al tiempo que se frotaban sus brazos buscando un poco de calor.

—¿Querías conocer la nieve no?

—¡¡Cállate!!

No tardaron mucho en subir a la vía de asfalto y tardaron menos tiempo en percatarse que en todo el camino sólo se habían cruzado con un par de vehículos más. A la distancia no se veía ninguna luz, ni señal alguna del pueblo.

—Sabes qué, yo creo que mejor nos regresamos al auto. Dijo él.

—Está bien, además ya casi es media noche y esto se va a poner peor.

—Buenas noches a todos nuestros radioescuchas, en este momento son las 12:00 de la noche en nuestra querida comunidad…

La luna se encontraba en todo lo alto a la mitad del cielo pero sus rayos de luz no alcanzaban a traspasar el mar de nubes. Debajo de ellas la penumbra se adueñó del entorno donde a unos metros del paso vehicular se alcanzaba a divisar la pequeña luz amarilla que escapa de entre las ventanas de ese coche compacto.

Los árboles intentaban resistir el embiste del clima, sus ramas crujían y el viento silbaba por entre las rendijas de las portezuelas.

—¿Qué vamos hacer Ismael?

—Tranquila hija, si lo que dicen en la radio es cierto estamos en lo peor de la tormenta. Sólo hay que mantenernos calientes y por la mañana buscaremos ayuda.

—Pero tengo mucho frío.

—Bueno, pues el locutor dijo: Y si tienen con quien, abrácense. Ven pasémonos para atrás.

Erandy e Ismael se acomodaron en los asientos traseros y se abrazaron. Fue un momento tierno para ambos, el calor emocional que no se dio entre ellos durante años este contratiempo fue suficiente para acercarlos como nunca antes lo habían estado.

—Papá, cada vez hace más frío.

El cuerpo juvenil temblaba entre los brazos del padre, él no tenía ni idea de cómo funciona el cuerpo humano ni a qué temperatura puede dar hipotermia pero sus mismos huesos le calaban hasta el tuétano como para saber que esa situación no estaba bien. Tenía que hacer algo.

—Hija, tengo una idea. ¿Recuerdas la película The Day After Tomorrow?

—¡¡Brrrr!! ¿What? No, ¿Qué es eso?

—Una película, ay si no soy tan viejo… Es de por allá del 2004 algo así.

—No te pases, apenas era una niña cuando salió.

—Pero si la vimos juntos.

—Pues no, no me acuerdo. Qué, qué con ella.

—Ah, pues hay una escena de cuando el muchacho sale del agua helada su novia le quita la camisa, se quita la suya y lo abra…

—No, no, no. Espérate, eso no va a pasar, por Dios.

—Pero se supone que el contacto de piel con piel da más calor.

—He dicho que no. Pervertido.

—Pues cómo quieras.

Ismael no entendía porque se molestaba Erandy, después de todo era su hija. No le estaba pidiendo que se desnudara. De cualquier forma tenía que pensar en algo, el frío seguiría en aumento.

De repente tuvo una idea, se apartó de su hija y comenzó a quitarse la chamarra, después el suéter y se quedó sólo en camisa.

—¿Qué haces? Preguntó ella.

Ingeniosamente abrió un poco la puerta trasera, por las orillas acomodo la primera prenda y volvió a cerrarla. Hizo lo mismo con la puerta delantera con el suéter y sí, funciono. El aire frío se dejó de colar por ese lado. La desventaja es que ahora no traía puesto ni la chamarra ni el suéter por lo que se acurruco sobre él mismo y se arrincono en una orilla del asiento. Su cuerpo no aguanto muchos minutos y comenzó a temblar. Su hija lo miraba con ternura, de verdad se estaba preocupando por ella.

—Buena idea papá. Y puede funcionar mejor si tapamos todas las orillas.

—Puede ser, pero no dijiste, eh… No quiero que pienses que soy un pervertido.

—Ay no seas mamón, además no nos vamos a desnudar. Vamos a tapar todas las orillas del coche y nos quedamos en ropa interior.

—Oye, cuida ese lenguaje. Vale pues, hagámoslo.

Al final así quedaron, sólo en paños menores y con el resto de las ropas taparon cada rendija por donde se colaba el viento. La idea dio resultado, sin el aire frío entrando y con el calor de sus cuerpos emanando parecía menguarles un poco el clima helado que se sentía.

—Buenas noches a todos nuestros radioescuchas, en este momento son las 01:00 de la mañana en nuestra querida comunidad. Por favor cierre bien puertas y ventanas, no prenda fogones ni braceros en interiores por su seguridad ya que el servicio meteorológico ha anunciado que la tormenta de nieve está en su caída más intensa y provocará un descenso de temperatura de hasta menos 20°. ¡Abríguese bien! Y si tiene con quien abrácese fuerte.

—¿Oíste papá?

—Estaremos bien, tranquila.

Erandy se encogió de rodillas y la piel de su cuerpo se erizo, el pronóstico se estaba cumpliendo y el frío comenzó a calar.

Su piel blanca y desnuda era una frágil victima para la inclemencia del tiempo. Los pezones erectos se le marcaban bajo el brasier. Con sus manos se acariciaba desde la curva de sus muslos hasta los tobillos buscando alivio a sus temblores.

Ismael no la pasaba mejor, él se encontraba solo en bóxer y en calcetines pero la necesidad de cuidar de ella no le permitía poner atención en sí mismo. Se froto las manos y calentó sus palmas con su aliento.

—¡Ven! Dijo firme.

Paso un brazo por detrás de su espalda y la pego a su pecho.

—¡Abrázame! Ordeno sutilmente.

Tímidamente rodeo su cintura con sus delgados brazos y su cuerpo tembloroso encontró cabida en el cuerpo de su padre. Ella teniendo una estatura de 1.50m cupo perfecto en los 1.80m del hombre, la posición hizo que entrelazaran sus piernas y su muslo quedó justo debajo de la virilidad de él. No le tomo importancia porque el calor era tan reconfortante que poco a poco dejo de temblar.

Ismael también sintió alivio, la piel de Erandy era cálida, suave y firme. Sintió cómo entre sus manos el cuerpo de ella fue igualando su temperatura con respecto a la de él.

—¿Ves? Como si funciona. Sonrió coqueto.

—Gracias papá.

Erandy al sentirse a gusto y protegida movió la cabeza buscando mejor acomodo en el pecho de Ismael, al sentir esto, él comenzó a acariciar su espalda. El pecho de ella se agitaba por la respiración y sus pezones se clavaban en su piel. Las manos de Ismael subían por la columna dibujando el contorno de sus omoplatos y las yemas de sus dedos llegaban hasta el límite de la curva de sus caderas.

La tormenta inflexible pegaba en el exterior del coche, pero su interior contrastaba con el mal clima de afuera, el auto compacto tenía dentro el cuerpo de un hombre maduro unido al de una mujer mucho más joven, semidesnudos y abrazados. Lo que parecía un infierno helado se convirtió en una escena erótica y ardiente.

Las curvas en las piernas de Erandy resaltaban su firmeza al pegarse y entrelazarse con las piernas de Ismael. Los brazos de él se veían fuertes y enormes con la diminuta figura protegida entre ellos. El reflejo del trasero redondo de sus nalgas turgentes se apreciaban en mi primer plano desde el espejo retrovisor, la forma en V de la panty exacerbaba su figura y dejaban al descubierto los pliegues del inicio de los glúteos.

El calor humano y el contacto entre las dermis empezaron a provocar la lujuria entre ellos. El asiento trasero de ese auto compacto, feo y austero sería el testigo pasivo de la pasión que se desbordaba ya en caricias mudas y torpes. Ella tímida e inconsciente meneaba sus caderas hacia adelante y hacía tras, mientras él subía y bajaba las suyas de manera lenta y pausada.

Los cuerpos se estrujaban entre sí buscando calor y las manos nerviosas de él empezaban a explorar su anatomía.

La radio acompaño a la pareja tocando su mejor canción: Emmanuelle de Quentin Bachelet.

“…Mélodie d'amour chantait le cœur d'Emmanuelle

Qui bat cœur à corps perdu

Mélodie d'amour chantait le corps d'Emmanuelle

Qui vit corps à cœur déçu…”

El cuerpo de ella volvió a temblar pero ahora no era de frío, era de excitación. La libido había llegado y no estaba dispuesta a irse.

—Hummm, se siente rico. Musitó Erandy.

—¿Te sientes mejor?

—Sí papá.

Su Padre apoyaba su cara sobre su cabeza moviéndola de arriba abajo como queriendo engancharla para hacerla voltear hacia arriba. Erandy levanto su rostro y quedo cara a cara con Ismael, él comenzó a darle pequeños besos en las mejillas y la frente al tiempo que con sus manos la sujetaba fuerte de la cintura jalándola hacia él.

Los labios varoniles exploraban cada rincón de su cara evitando la boca, evitando besarla directamente, el cuerpo caliente de su hija le enardecía la sangre que fluía hasta su bajo vientre provocándole una erección que sentía presionada por el muslo de la joven. El pene enhiesto no pasó desapercibido para Erandy quien delicada y suavemente comenzó a recorrer con su mano la piel de la pierna de Ismael subiendo por su muslo hasta su trasero.

Los vellos en la piel de su padre la excitaban demasiado, sabía que no era correcto pero no fue algo que ella haya iniciado, fue algo fortuito y sí, lo estaba disfrutando.

—¡Ahh! Papá, ¿Qué estamos haciendo?

—Tranquila mi amor, estamos bien.

Sus miradas se retaron, las pupilas de ella se encontraban dilatadas, la protección sentimental y física que experimentaba en ese momento le humedecían la entrepierna. Podía sentir como sus labios se hinchaban preparándose para el coito, el macho que tenía frente de sí le pareció dominante e intimidante. Le tocaba el cuerpo y lo sentía musculoso, el frío le daba una textura firme al pecho, los hombros y los brazos. Cada parte del cuerpo masculino que tocaba le incrementaba el deseo, sus labios se entreabrieron lamiéndose el labio superior.

La beso. Los labios de Ismael se posaron sobre los de Erandy y le abrieron la boca, ella jadeo despacio pero no opuso resistencia. La seguridad de él y sus palabras de amor la desinhibieron en un instante.

—Amor, te quiero. Nunca debí alejarme de ti.

—Te voy a proteger de ahora en adelante.

El cuerpo delicado de la dama no fue rival para la fuerza del caballero. Con firmeza recorrió su cintura al centro del asiento trasero, subiéndola a ella sobre su vientre con las piernas abiertas quedando su miembro rígido atrapado en su bóxer a la misma altura de la vulva húmeda.

—¡¡Mmmm!! Papá, ¿Qué estamos haciendo? Repitió.

—¡Gmmmm! Papá no, llámame por mi nombre, Ismael.

Erandy sonrío libidinosamente y se mordió el labio inferior. El rostro de su pequeña se transformó con una expresión de lujuria tentadoramente sexy. La cara roja con la boca entreabierta llena de dientes perfectos de color marfil se le ofrecían como un delicioso manjar prohibido.

Ismael le tomó con sus manos por detrás del cuello y le jalo del cabello para besarla nuevamente. Ahora sus bocas se abrieron a la par, las lenguas se encontraron en la mitad del camino y el beso se volvió maduro. El sabor de su saliva en su paladar le sabía al mejor platillo que había probado hasta ahora. El ósculo incestuoso había comenzado y no se detendría por nada, las cabezas se ladeaban de un lado a otro buscando el mejor punto de unión. Cuando pensaban que el beso pararía volvían a pegarse. Sino era ella era él, pero se jalaban la boca con un pequeño mordisco sobre los labios.

Las manos grandes bajaron por la espigada figura, la frontera de la cadera no detuvo la caricia y cada una se posó y magreo decidido cada nalga. Amasaba la carne y le hundía los dedos en el musculo de su trasero. Ella entendió el mensaje y sin dejar de besar a su padre comenzó a moverse de adelante hacía atrás sentada en la verga y empezó a tallarla. Comenzó a sentir como el grueso del palo luchaba por salir del bóxer haciéndole presión sobre los labios vaginales que empapaban cada vez más la panty.

—¡¡Ahhhgg!! Isma, me voy a venir

Con los ojos cerrados Erandy tuvo un orgasmo, las piernas le temblaban pero Ismael no dejaba de tallarse contra ella. La agarraba fuerte del culo y la presionaba contra su rabo al tiempo que elevaba las caderas hacia arriba ejerciendo presión con la cabeza del pene sobre su clítoris hinchado y sensible. La fina tela de la trusa no era protección para cada embiste del cipote de Ismael. Ese movimiento no le daba ningún segundo de reposo y la llenaba de desesperación por sentir más.

—¡¡Ohhh!! Mi amor, te quiero hacer el amor.

—No, papi no.

El macho en celo no podía detenerse ahora, tenía que descargarse. Enfrente tenía una mujer casi desnuda, los pechos firmes bajo el sostén se veían enormes. La panty humedecida por la corrida emanaba un olor a hembra en celo que le enardecían los sentidos poniéndole más duro el pito. Se lo tenía que meter y el semen de sus huevos le exigía ser expulsado.

Ya no sentían frío, la temperatura bien podría haber bajado más y ellos no lo habrían notado.

La mano pequeña de ella bajo por el camino de vellos desde el pecho hasta la ingle, palpó por encima del calzón el rabo macizo, duro y aprisionado. Estiro la trusa y por la apertura del frente saco la verga enhiesta. Sus ojos brillaron de deseo, el musculo sin carne que se exhibía orgulloso delante ella brillaba por el líquido pre seminal que se escurría desde el glande cayendo sobre las venas, desde la corona hasta la base. La tenía tan cerca que el grosor se le hizo inmenso.

La mano se cerró sobre el tronco y lo masturbo despacio, posó la yema de su dedo pulgar sobre la uretra haciendo giros con el dedo, esparciendo el lubricante natural.

—¡¡Ahhhggg!! Así, amor. Así. Jadeo el padre.

Ismael se sintió en desventaja ante la masturbación. Si Erandy estaba dispuesta en hacerlo terminar así, al menos sería una estimulación mutua. Con fuerza tomó por cada costado la panty de su hija y de un tirón las rompió dejando expuesta su parte más íntima.

Se inclinó hacia adelante dificultando que ella pudiera jalarle la verga libremente limitando su movimiento. Pero al ser más grande que ella aprovechó para pasar su mano por debajo de sus nalgas y con el dedo medio estimular su clítoris y con su palma los labios mayores e inferiores.

—¡¡Papá!! ¿Qué me haces? ¡¡Qué me haces!!

La lujuria se alimentó de la libido de la joven mujer, el orgasmo anterior había sido intenso pero lo que le provocaba con la mano la estaba descolocando.

—¡¡Ya basta de tocarme!!

Como pudo separo la mano de su padre de la vulva y coloco la cabeza del pene en su entrada mirando desafiante a su padre.

—¡¡Cógeme!!

Ismael subió las caderas al mismo tiempo que Erandy se sentó sobre la verga. Con su mano controló la fuerza y la velocidad de la penetración. Descendió poco a poco hasta que los huevos hicieron tope.

La había empalado. Una vez más sus manos grandes la tomaron de cada nalga y ella comenzó el vaivén de arriba hacia abajo y de adelante hacia tras.

Se la estaba cogiendo. Se estaba cogiendo a su hija, la verga entraba y salía, los labios vaginales abrazaban el tronco en cada metida.

Volvieron a besarse; el carro se llenó ruidos entre gemidos y jadeos.

Él la tomo por la cintura y ella se inclinó hacia atrás. Ahora tenía una vista perfecta de su palo perforándola sin piedad. Sus senos brincaban aun con el sostén puesto y las respiraciones de ambos se aceleraban.

Las paredes vaginales apretaban cada vez más fuerte el tronco; la verga se hinchaba rápidamente y la eyaculación era inminente.

—¡¡Ahhhh!! ¡¡Ahhh!!

—¡¡Mmmggg!! ¡¡Oh mi amor!! Me voy a venir

—No papito, no.

Erandy entreabrió la boca y dejo escapar un gemido. El nuevo orgasmo le llego de golpe, contoneaba las caderas en forma de ocho apretando el trozo de carne metido entre sus piernas. Mientras más lo apretaba más oleadas de placer la inundaban.

Por su parte Ismael al sentir las contracciones en su verga no pudo contenerse más y eyaculó. Eyaculó tan fuerte como el gruñido que soltó. Su semen tibio y espeso comenzó a ser bombeado en el interior de su hija. En cada micción sentía que llegaba al cielo, el cosquilleo del orgasmo le venía desde el inicio de la espalda hasta el centro de los testículos. No se quedó con nada, todo su esperma fue depositado en la vagina por el puente de carne; no dejó ninguna gota del viscoso líquido sin pasar.

—Estoy segura que algo sucedió, mi hijo llamó hace horas desde el aeropuerto avisando que no tardaban en llegar. Replicó Rosario a Juan. Él era el policía de turno nocturno del pueblo.

—No se preocupe señora, a lo mejor y con el aviso de la tormenta decidieron pasar la noche en un hotel y llegan hasta mañana.

—No, algo me dice que les pasó algo. Además es muy necio.

—Me dijo que le trae a su nieta verdad.

—Así es, pero algo aquí en el pecho me dice que está pasando algo, algo malo.

—Venga, súbase a la patrulla, sólo hay una entrada al pueblo así que sigamos ese camino. Es peligroso salir así, pero si no la acompaño capaz y se va usted sola.

Rosario y Juan abordaron la patrulla y comenzaron la búsqueda del carro donde venían sus familiares. Tomaron carretera y Juan conducía lentamente con una mano mientras con la otra alumbraba con una lámpara enorme el camino y las copas de los árboles.

La tormenta era fuerte pero lo que más calaba en los huesos era el viento que se te colaba por la ropa. El policía al ser habitante del pueblo estaba más acostumbrado a esas condiciones.

Después de un rato Juan comento exaltado:

—Ahí señora, lo ve.

—¿Qué quieres que vea?

—Ese árbol, a lo mejor usted no lo nota pero tiene ramas caídas y menos nieve que los de al lado. A pesar de la tormenta, debería verse igual que los demás árboles que tiene cerca. Eso quiere decir que ahí paso algo.

—¿En serio?

—Bueno, eso y la contención que está rota; además que pase por la mañana por aquí y no estaba así. Venga vamos a ver.

Juan se acercó a la orilla de la curva a pie, era peligroso acercarse con la patrulla y usar la lámpara. A pesar del frío, la oscuridad y la tormenta el experimentado policía alcanzo a ver en el fondo de la pendiente la silueta del carro con la luz de su interior prendida.

Y no sólo eso, alcanzó a ver cómo el carro se mecía de arriba hacia abajo. Juan regresó a la patrulla.

—Espere en el auto señora. Hay un vehículo ahí abajo y se ve que hay personas dentro. Mínimo es una pareja, voy a ir a ver.

—Así ¿Y cómo la sabe?

—Créame, estoy seguro hay una pareja ahí dentro. Sonrío pícaramente.

—Oh sí, es usted todo un detective.

—Vamos, no se burle.

El cuerpo de Erandy se veía brilloso con la luz interna sobre su cabeza, su respiración poco a poco volvía a la normalidad. Ismael jalaba aire despacio y en su cara tenía una sonrisa de orgullo, su verga seguía metida dentro de su hija pero perdía dureza conforme sus cuerpos volvían pausadamente a la normalidad.

Él se inclinó hacia adelante buscando su boca y ella le correspondió el beso. Se abrazaron y se acariciaron.

Mientras se besaban ambos pensaban casi lo mismo. Tenían que hablar, eso era evidente, lo que pasó no es común, sabían que por mucho que se quisieran justificar por saberse en peligro, no era un peligro mortal. Sí, puede ser que no hayan convivido como un padre y una hija tradicional, pero eran familia al final de todo.

¿Se dejaron llevar? ¿Los cuerpos desnudos fueron mucha tentación? Uno no se acuesta así con alguien de buenas a primeras ¿O sí? Tantas cosas pasaban por sus mentes en unos instantes, pero el beso era más agradable. Primero se besarían, ya después hablarían.

Juan se cambió los zapatos por unos especiales, se sujetó por la cintura con una soga a la defensa de la patrulla y con cuidado descendió hasta donde estaba el carro.

Despacio paso a paso se acercó al vehículo, el vaivén tenía unos minutos de haber cesado pero él sabía que seguramente encontraría a una pareja cogiendo en el interior. Se acercó a la puerta y miro unas sombras dentro, alzo el puño y pego en el toldo.

—¿Hay alguien ahí? Es la policía, soy el oficial Juan, ¿Necesitan ayuda?

Las lenguas de Erandy e Ismael se fundían en un beso apasionado, y abrazados como estaban tenían acceso para darse más caricias. La verga de Ismael empezó a crecer en el interior de Erandy. Si pensaban hablar, la plática tendría que esperar un poco más…

—Ohh, mmmmm así papito. Se te está poniendo dura…

De repente se escucharon unos golpes en el toldo.

Ambos se quedaron quietos sin saber qué hacer o qué responder, solamente se miraban entre sí.

Por afuera del auto el oficial Juan esperaba una respuesta, acerco su oreja a la ventanilla del conductor, levanto su cubre oreja y alcanzo a escuchar:

—Buenas noches a todos nuestros radioescuchas, en este momento son…