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Aventuras de una niña bonita (11)

en Grandes Relatos

Miluska viajaba en el bus, descansando en el pecho de Daniel, rumbo a la selva a una comisión de trabajo. El dormía ya que el viaje era muy largo, mientras ella, pensando de todo un poco, empezó a recordar los primeros encuentros que tuvo con él, de cómo todo empezó cuando lo encontró en el avión y él le ayudó, de cómo disfrutaron haciendo volar su deseo sexual con terceras personas, pero se concentró en un bonito recuerdo, la primera vez que lo hizo con Daniel en su oficina...

Un día de trabajo cualquiera, Miluska entró al despacho de Daniel, él se paró de su escritorio y ella corrió a abrazarlo, se fundieron en un abrazo y un beso muy tierno, para pasar en unos segundos a un beso apasionado que no tenía cuando acabar. Ella estaba colgada a su cuello y él con sus brazos alrededor de su pequeña cintura, mientras sus lenguas batallaban entre ellas como si una quisiera devorar a la otra.

Luego de unos minutos, Miluska se puso de rodillas frente a él, mientras lo miraba coqueta, empezando poco a poco a desabrocharle el pantalón, para proceder a sacar la enorme pinga de Daniel, que ya estaba para ese momento muy dura y larga. Miluska la miró encantada y no dudo en metérsela a la boquita, para luego sacarla y empezar a lamerla toda, concentrándose de forma puntual en el frenillo, dándole suaves lamidas con la punta de su lengua, haciendo que Daniel vibre de placer.

Después de estar allí por largo tiempo, Miluska se paró y se subió el vestido, lo que entendió inmediatamente Daniel, ya que le hizo a un lado su tanguita blanca y apuntando con su pinga tiesa, la embistió a Miluska desde abajo hasta arriba, haciendo que ella abra la boquita para dar un grito fuerte, el cual no salió felizmente por la rápida acción de Daniel, al besarla nuevamente, ya que hubiera sido fatal un grito de ese tipo en medio de todo un pull de ingenieros.

Daniel después de esa estocada empezó a entrar y salir del cuerpo de la nena con fuerza y pasión, mientras la continuaba besando para que no grite dado todo el placer que le estaba dando.

Luego, Daniel sale de ella, con la pinga encharcada en los ricos jugos internos de la nena y se acuesta en el piso, Miluska ve su pinga bien parada apuntando al aire y no duda en montarlo, ahora ella tiene toda la acción en sus manos, lo cabalga con fuerza como si quisiera comerse literalmente la pinga de Daniel.

El agarra sus nalgas y las acaricia, goza de su redondez, a veces las aprieta, a veces las usa para hundírsela más a la nena, quien gime con cada incursión de su pinga.

Luego, ambos sudorosos se paran y Miluska se pone en cuatro apoyada en el escritorio, dejando ver todo su culito riquísimo, por lo que Daniel no duda en penetrarla nuevamente, ésta vez agarrado de sus caderas para embestirla a toda velocidad. Cuando Daniel ya está por venirse, se desprende de Miluska, quien mira desconcertada, ya que a esas alturas estaba en lo máximo de excitación, sin embargo, vuelven sus ganas al darse cuenta que sólo era para ponerla sentada al borde del escritorio, con las piernas abiertas al aire y así seguir ensartándosela sin piedad.

Llega un momento en que Daniel pierde el control de su mente ante el placer que también estaba sintiendo y, agarrando de la nuca a la nena, empieza un mete y saca brutal, ocasionando que Miluska gima sin reparos, olvidándose que había gente afuera.

Aquello ocasiona que, después de varios minutos, la pinga de Daniel se ponga durísima y ancha, lanzando toda su leche acumulada en el interior de la nena, la cual, por lo caliente que estaba, ocasiona en ella una sensación extrema que la hace venirse también, abrazando y besando apasionadamente a su querido Daniel, quien le corresponde con un abrazo que los fusiona en ese momento.

Miluska regresa a la realidad, mira a Daniel durmiendo abrazado a ella, lo contempla con cariño, después de unos minutos se le ocurre bajarle el pantalón corto y sacarle su pinga, poniéndose a chupársela todo el resto del viaje como si fuera su biberón.