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Aventuras de una niña bonita (8)

en Grandes Relatos

Miluska y Cristina después de la travesura hecha con Daniel, se volvieron cómplices, compartiendo sus secretos, dentro de los cuales estaba la relación que tenía la primera con Daniel y la que tenía Cristina con el ingeniero Juan, otro miembro del grupo de profesionales de la firma para la que trabajaban.

Teniendo aquellas relaciones en común, decidieron salir en grupo un sábado por la noche, coordinando con los ingenieros para salir en un solo vehículo y así poder conversar camino a la discoteca.

Así lo hicieron, yendo Miluska de copiloto de Daniel, quien conducía su vehículo, mientras Juan y Cristina iban atrás besándose de manera apasionada.

Miluska los miraba por el retrovisor y se tocaba, pasando con discreción la mano por el paquete de Daniel, quien para ese momento ya lo tenía bien duro, ya que también miraba como la pareja de atrás se comían a besos.

Así, llegaron a la discoteca y después de unas cervezas, Juan y Cristina salieron a bailar, se juntaban como si estuvieran bailando una balada y de vez en cuando Juan le apretaba las nalgas con disimulo.

Daniel y Miluska se reían, no dejando de tocarse por debajo de la mesa, hasta que la pareja regresó de bailar.

Miluska y Cristina se fueron al baño y al llegar allí Miluska, a modo de broma, le reclamó a Cristina lo putita que era al no aguantarse con los morreos con su jefe.

- Tú no digas nada que también te vi agarrándole el paquete a Daniel, le refutó Cristina y ambas se echaron a reír.

Luego Cristina le dijo a Miluska que realmente estaba muy caliente y Juan también, pero que estaban fastidiados porque sólo había un carro y no era el de Juan, por lo que no iban a poder ir a hacerlo al bungalow de su preferencia.

Miluska le dijo que ellos también estaban muy calientes y habían pensado en ir a dejarlos a ellos a sus casitas y luego fugar al bungalow. Cristina se molestó, a modo de chiste, diciéndole que era una egoísta, pidiéndole que los lleven también, total podrían estar en cuartos vecinos y coordinar a la salida.

Después de varias cervezas encima, Miluska le contó el plan a Daniel y Cristina a Juan y ambos aceptaron así que salieron de la discoteca rumbo a los bungalows.

Al llegar allí, Daniel ingresó el auto a su respectivo bungalow, bajando Juan y Cristina, quienes se fueron al cuarto vecino.

Adentro, Daniel y Miluska se desnudaron y entraron al jacuzzi. Daniel la acariciaba mientras la jabonaba, a la vez, el jacuzzi iba haciendo más y más burbujas.

Cuando ya estaba totalmente copado de burbujas, Daniel y Miluska empezaron a besarse, acariciándose ambos sus cuerpos jabonosos.

Miluska de pronto se coloca de espaldas a Daniel, levantando la colita , señal que significaba que quería que la penetre. Daniel sin esperar, apunta su pinga que para ese momento ya estaba muy dura y se la coloca en la entradita de su coñito, sintiendo como siempre lo estrecho del mismo, provocando muestras de dolor en la nena ante tal invasión. Pero como era habitual, aquello sólo era el comienzo, ya que luego de hundírsela por la mitad, Miluska lo recibía gratamente, bañando con sus flujos la pinga de su pareja, quien ante aquella deliciosa sensación, se animaba a empujarle la otra mitad, sumiéndose en un placer incontenible.

Después de unos minutos, la pareja salió del jacuzzi, Daniel colocó a Miluska boca arriba al borde  de la cama y, cuando parecía que la seguiría bombeando por delante, apuntó su fierro caliente y duro en el culito de la nena, empujando decidido a partírselo. Miluska gritaba ante el dolor que le propiciaba la pinga de Daniel, pero le gritaba a la vez que no pare y que la siga penetrando, ya que ella era consciente que luego vendrían ráfagas de placer.

Y así fue, una vez que tuvo todo el tronco adentro y los huevos chocaron con sus nalgas, Miluska pidió que la empiece a taladrar a velocidad, lo que obedeció Daniel, haciéndola gemir como nunca.

Mas se detuvieron ya que escucharon que, en la pared común entre su cuarto y el de sus amigos, se escuchaban toquidos, y Cristina que le gritaba a Miluska que no sea tan escandalosa. Miluska se rió y le contestó que deje de estar escuchando por las paredes. Ambas se rieron, pero acto seguido, Cristina le dijo a Miluska: préstanos tu baño, aquí no hay agua, pleaseeee.

A regañadientes tuvieron que aceptar, ingresando, luego de unos pocos minutos, Juan y Cristina en toallas al cuarto de Daniel y Miluska.

- Vaya que hasta jacuzzi tienen!!!! Dijo Cristina. Préstalo no seas mala, Uds pueden seguir con lo suyo, nosotros nos divertiremos en el jacuzzi.

Un poco cortados pero teniendo en cuenta que Cristina, Miluska y Daniel ya se habían visto desnudos, aceptaron, ingresando al jacuzzi la pareja, mientras que Daniel y Miluska continuaron en lo suyo.

Juan miraba de reojo como Daniel tenía en cuatro a Miluska, bombeándole el culito, y no paraba de mirar con disimulo ya que él siempre había querido penetrarla, dado el culito tan rico que tenía la nena.

Miluska se olvidó de ellos y, cambiando de pose, se montó encima de Daniel, atravezándose la cola con la pinga filuda de su pareja.

Juan penetraba en cuatro a Cristina mientras miraban como en la cama Daniel taladraba a Miluska, hasta que Cristina dijo: nos pueden hacer un ladito en la cama? hay suficiente espacio.

Miluska contestó: son bienvenidos, pero se secan por favor.

La pareja salió del jacuzzi, Juan se acostó boca arriba de una forma tal que su cabeza daba al lado de las piernas de Daniel, por lo que podía ver el culito de Miluska siendo penetrado. Cristina se puso a chuparle la pinga a Juan, mirando con carita coqueta a Daniel que estaba a su lado, besándose de vez en cuando.

Miluska advirtió eso y se agachó para chuparle  la pinga a Juan, quien al sentir su lengua caliente estiró su mano llegando a acariciar por primera vez el culito de Miluska.

Luego de unos minutos, Miluska se para sacándose todo el fierro caliente del culito, viendo Juan como estaba de agujereado. Se va hacia el mueble y se coloca en el respaldar del brazo, con el culito levantado y dice: quien llegue primero se come este rico trasero. Daniel intenta pararse de inmediato pero Cristina lo intercepta montándose en él, cabalgándolo frenéticamente, no dando opción a que vaya tras Miluska. Por ende, el camino quedó libre para Juan, quien va con la pinga crecida al máximo sabiendo el hembrón que se iba a comer. Miluska mira con miedo pero a la vez con deseo ese fierro caliente que le destrozaría sus huequito, saboreándose con la lengüita.

Juan se pone atrás de ella, le apunta la pinga en el estrecho canal de Miluska y en una se deja caer, enterrándole su pinga lo más al fondo de su ser, haciéndola gritar por la estocada que le dio.

Así te quería tener, no sabes las ganas que tenía de partir en dos ese culo tan rico, decía Juan, poseído por el culito de Miluska, cómo sí no tuviera ya conciencia de sí mismo, taladrándola a toda velocidad.

Ya para ese instante Daniel había destrozado el culito de Cristina, el cual había llegado intacto ya que no tuvieron mucho tiempo con Juan para hacerlo por allí.

Cristina gritaba de la tremenda pieza que tenía entre las nalgas, que le hacía arder el anillo cada vez que se la hundía.

Juan no paraba de penetrar a Miluska hasta que su pinga se pinchó al doble, sintiendo que iba a explotar. Miluska sabiendo que Daniel aún no llegaba, quiso seguir usando su culito, por lo que le pidió a Juan que le deje tomar su lechecita, el cual aceptó gustoso. Miluska se puso de rodillas con la lengua afuera, esperando que Juan le arroje su leche, la que salió espesa y caliente, yendo a parar directo a la garganta de la nena. Juan, agotado, se sentó en el mueble, dejando libre a Miluska.

Daniel, aún con la pinga bien parada, se llevó a ambas a la ducha, poniéndolas contra la pared para darles su bombeada alternativamente por sus culitos, que para ese entonces ya estaban bien abiertos y rosados, yéndose para abajo producto del agua que les caía, sus hilitos de sangre que les salió producto de las embestidas de Daniel.

Unos minutos después, Daniel les anunció que se iba a correr, por lo que las dos nenas se pusieron de rodillas frente a él, para recibir gustosas su leche caliente, la cual recibieron como niñas hambrientas.

Al salir de la ducha, encontraron a Juan dormido en el mueble y rieron los tres como unos adolescentes.