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Aventuras de una niña bonita (3)

en Grandes Relatos

Daniel y Miluska dedicaron todo el tiempo que podían usar a demostrarse en mil y unas poses, toda la pasión que guardaban dentro, la cual desataban cada vez que se veían, más aún si Daniel llegaba una vez al mes a la ciudad donde se encontraba ella.

Sucede pues que, en uno de esos grandes encuentros, Daniel alquiló un automóvil para salir de la ciudad y hospedarse en un bungalow donde podrían, sin nadie que los interrumpa, entregarse en cuerpo y alma en pasión descontrolada. Y así fue, dado que apenas llegaron y sin salir del auto Miluska bajó el cierre del pantalón del muchacho y logró sacar su pinga que ya venía endurecida todo el camino, producto de la conversación caliente de la pareja.

Miluska apenas lo vio largo y venoso, se echó a darle una chupada en la que parecía que pretendía extraerle todo lo que tenía adentro, haciéndolo delirar de placer a Daniel.

Después de unos minutos, ambos ingresan a la habitación y, como era habitual, Miluska fue penetrada en, como mínimo, una docena de poses, haciéndola estremecerse continuamente de placer. Pero ella quería más, por lo que le dijo a Daniel que una de sus fantasías era hacerlo al aire libre sobre un carro, lo que al comienzo le pareció extraño a Daniel pero accedió a salir desnudo con ella al auto. El bungalow formaba parte de varios iguales que estaban debidamente distribuidos en un mismo terreno y administrados por una empresa a modo de alquiler temporal, siendo que la cochera era propia y privada, al lado de la habitación, pero no techada.

Así, salieron ambos totalmente desnudos a la cochera y Daniel colocó de pie a Miluska sobre el capot del carro con las manos encima y dándole la espalda, procediendo a penetrarla con fuerza dándole incrustradas duras y fuertes, haciéndola ir hacia adelante a Miluska, quien se empotraba contra el carro, el cual, de no ser porque tenía freno de mano, fácilmente se hubiera salido de la cochera.

Miluska gemía sin reparar que estaba afuera y que sólo los separaba de los pasillos una puerta de madera de dos vientos, que no tenía techo.

Eso, sin que ellos lo sepan, llamó la atención de dos de los muchachos que atendían en el servicio de cuartos, los que al pasar por la habitación, escucharon los gemidos de Miluska, quedándose a mirar por las rendijas de las maderas, toda la acción. Para ese entonces, Daniel ya había reventado una vez más el culito estrecho de la pobre Miluska, quien ya no sólo gemía sino que gritaba de placer y dolor.

Los muchachos afuera se sacaron sus pingas gruesas para meneárselas, imaginando ser ellos quienes la estaban penetrando.

En un momento dado, Daniel recibe una llamada urgente y de ineludible atención, diciéndole a Miluska que espere así como estaba que no tardaría ni un minuto en atenderla.

Ello fue aprovechado por los muchachos quienes, sigilosamente entraron, yendo uno de ellos hacia donde estaba Daniel para amordazarlo y el otro poniéndose detrás de Miluska, quien se había recostado en la capota del auto con los ojos cerrados esperando que llegue él para más acción.

El muchacho encargado de Miluska se puso atrás suyo y la penetró de una sola estocada, removiendo todo el deseo que tenía Miluska contenido mientras esperaba a Daniel, empezando a moverse frenéticamente sin darse cuentan que no era él quien estaba atrás suyo. El compañero de trabajo del muchacho llega al sitio de la acción después de maniatar bien a Daniel y pide también su premio, saliendo inmediatamente el primero y entrando, sin intervalo de tiempo prolongado, el otro muchacho dentro del ya húmedo coñito de Miluska, quien continuaba jadeando con los ojitos cerrados.

Luego de varios minutos perforando el coñito de Miluska, los muchachos se percatan que su culito está semiabierto, debido a las recientes penetradas que le había estado dando Daniel, por lo que, aprovechando el éxtasis de Miluska y que permanecía de espaldas a ellos y sin abrir los ojos, empiezan a penetrarla por el culito, haciéndola gritar nuevamente. Para esto, Daniel no podía ni hablar dentro del cuarto dado que le habían puesto una mordaza y lo habían amarrado, mientras ellos daban rienda suelta a sus bajos instintos con la pequeña Miluska.

Los muchachos en sus respectivos turnos se agarraban de las ricas nalgas de Miluska para incrustrarle su pinga lo más al fondo que podían, ella gemía recibiendo su merecido por estar tan deliciosa, hasta que el que estaba dentro de ella, llega al éxtasis total y antes de terminar, saca su pinga del culito dilatado de la muchacha y le deja toda su leche en la espalda, secundado por su amigos quien hace lo mismo, ya que había estado jalándosela mientras el otro la perforaba.

Inmediatamente y de manera rauda, los muchachos salen de la cochera, dejando a Miluska aún recuperando aire, quien al cabo de unos minutos regresa al mundo terrenal y dice: Daniel? Daniel? Daniel estás alli? No recibiendo respuesta del muchacho, por lo que se incorpora de su posición encima de la capota del auto y se da cuenta que, efectivamente, Daniel no estaba allí, yendo inmediatamente al cuarto y encontrando a Daniel luchando por liberarse, quien le cuenta que ni siquiera vio quién lo atacó, que despertó maniatado y sin poder reaccionar, para sorpresa de Miluska, quien había estado recibiendo fierros calientes de dos chicos desconocidos pensando que sería Daniel, por ambos agujeritos, lo que le despierta un nuevo deseo sexual en ella......