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Aventuras de una niña bonita (7)

en Grandes Relatos

Dentro de las locas ideas de Miluska y   Daniel estaba el convencer a su compañera para hacer un rico trío en la oficina, lo que no fue muy difícil ya que su compañera de trabajo era bastante liberal.

Convencida la amiga de hacerlo, el día indicado llegaron ambas con falda corta y unas blusas escotadas a la oficina, Daniel no podía dejar de mirar por entre sus escotes, ellas se movían de forma sensual como para llamar su atención.

Luego a Miluska se le cayó el lapicero y fue a dar por los pies de Daniel, ella se agachó rápidamente para recogerlo, metiéndose por debajo del escritorio, él la tenía bien dura debajo del pantalón y la nena lo advirtió, ya que cuando recogió el lapicero al salir chocó su cabeza contra la mesa del escritorio y por no caer se agarró de esa parte de su pantalón.

De forma muy coqueta dijo: Disculpe, me di en la cabeza y al tratar de no caer de casualidad lo toqué, discúlpeme de verdad, guiñándole el ojo.

Luego, continuaron revisando documentos y él se dio cuenta que se estaban mensajeando entre ellas respecto de lo que Miluska había tocado allí abajo.

Luego, Cristina tiró su lápiz al piso y sin dar tiempo a que Daniel lo recoja se metió debajo del escritorio, quedándose debajo un buen rato mirando su paquete, hasta que no se contuvo y empezó a tocarlo, más lanzada que Miluska, procediendo a desabrocharlo.

Daniel se dejó hacer guiñándole el ojo a Miluska, quien le enseñó la videollamada que estaba en ese momento haciendo con su amiga desde debajo del escritorio. Se veía y Daniel sentía, como Cristina estaba ya bajándole el cierre de su pantalón y cuando metió la mano debajo del boxer se asustó de lo que salió: una larga, gruesa y venosa pinga que salió como un resorte hacia su carita.

En ese momento Miluska le enseñaba en su pantalla su pinga agarrada de la manito de su amiga. Daniel le dijo que baje a ayudarla para ver si encontró el lapicero.

Se bajó al toque y Daniel, que sólo miraba a través de la videollamada, sentía las dos lenguas de las nenas, una a cada lado del tronco, que recorrían ávidas hasta la cabeza de su pinga, concentrándose alternadamente en el frenillo, una con una manito movía la raíz y la otra con la otra manito agarraba sus huevos y los acariciaba.

Luego de unos minutos y antes que lo hagan venir él dijo: ya encontraron el lapicero? Y ellas se rieron al unísono.

Ahora salgan para darles su premio, les dijo.

Y salieron rápido y se pararon frente a él mordiendose los labios. Él les dijo: pero antes de su premio por encontrar el lapicero les daré castigo por demorarse tanto allí abajo. Primero la que lo hizo caer, póngase en mis faldas. Así lo hizo Cristina, él le levantó la faldita y vio sus carnosas nalguitas, no dudando en darle un buen par de tastas. Luego de diez bien dados le tocó a la otra. El gimnasio le había marcado muy bonito ese culito, sus nalgas eran igual de carnosas que la anterior, así que resistieron bien sus cuantas palmadas.

La otra miraba excitada, por lo que Daniel le ordenó: Ud deje de mirar y ya vaya quitándose todo para darle su premio por haber encontrado su lapicero.

Como Ud. mande ingeniero, dijo ella con vos pícara, procediendo a desnudarse totalmente. Su amiga dijo: ingeniero, hace calor, yo también puedo quedarme así como mi amiga está?

Entonces Daniel le dijo: sólo porque hace calor, contra mi voluntad se lo voy a permitir.

En unos instantes, Daniel las vio desnuditas frente suyo, apreciando aquellas voluptuosas bellezas, parándosele aún más su pinga ante tamaño espectáculo.

Entonces después de mirarlas bien se paró del sillón, con el fierro endurecido y mirando para arriba y les pidió que se pongan ambas de rodillas con la colita al aire subidas en unas sillas de recepción que tenía en su oficina.

Ellas miraban para atrás para saber en qué momento las iban a ensartar, con sus manitos en el respaldar de la silla, él se acercó a una de ellas, y empecé a jugar en su entradita con su lengua, luego pasó a la otra, abriéndole de vez en cuando las nalguitas para pasarle la lengua a su apretadito anillo.

Y así estuvo entretenido pasándoles lengua en sus respectivos agujeritos, con la intención de deleitarse allí y además para que no sepan a quien le iba a entrar la estaca primero.

Hasta que se paró en medio de ambas, con un dedo de cada mano en cada uno de sus huequitos, moviéndolos lentamente para excitarlas, hasta que se decidió por Cristina, ya que era la primera vez que la perforaría, se lo hundió poco a poco y centímetro a centímetro, sentía como la abría todita, ella abría su boquita tratando de gritar, hasta que sus huevos chocaron con sus ricas nalgas. Al ver que ya la tenía adentro la empezó a bombear, ella cambiaba los gritos de dolor por ricos gemidos, lo que hacía que Daniel se la hunda más fuerte. Miluska miraba atenta, mitad asustada mitad excitada por los gritos de su amiga. Daniel empezó a hundirle el dedo medio sintiendo que Miluska lo tenía ya como un charquito.

Entonces le provocó y se la sacó a la que lo estaba recibiendo con placer y lo puso en la otra, metiéndosela de golpe, ella gritó pero inmediatamente le puso el dedo en la boca para que no haga bulla, empezando a hundirla con fuerza.

Después de ello las hizo montar a cada una, la primera se montó mirándolo y luego Cristina de espaldas a él agarrada de sus piernas, aprovechando Daniel para meterle un dedito en el culito rico.

Ella como estaba muy excitada se dejó hacer. Él más excitado ya que vio que no ponía resistencia, decidió incursionar por ese redondo traserito.

Cuando Cristina sintió la cabecita en su pequeño orificio, se sobresaltó y dijo no, por allí nunca lo he hecho, lo que no le hizo retroceder sino todo lo contrario.  Como lo tenía durísimo y bien puntudo, empujó hasta hundirle la cabeza y abrírselo como una moneda, ella gritó de dolor y su amiga, al verla así, le puso su dedo para que lo chupe y así evitar que siga gritando. Él, lento pero seguro, seguía intentando hundirle más su pinga, obviamente como estaba estrecho y recién estrenado, se lo apretaba como si se lo estuviera mordiendo, hasta que ella con voz nerviosa y agitada dijo: ya, ya estoy lista y se mordió el labio mirándolo. Ante esa mirada coqueta se la terminó de hundir, bien agarrado de sus nalgas redondas y empezó a bombearla, ella se tocaba adelante para darse placer doble, hasta que de tanto tocarse abajito terminó, se corrió con desenfreno, él le dio unas estocadas más y salió de ella.

Entonces Miluska, quien había estado mirando todo, quiso hacerse la inocente frente a su amiga y lo miró con cara de miedo a Daniel y le dijo: yo no, yo nunca por allí ingeniero...

Él sonrió y le siguió el juego, puso su lengua en el anillo de la nena y de vez en cuando le metía un dedo, hasta que ya empezó a ceder y le metió dos dedos. Ya cuando sus dos dedos entraban y salían con cierta facilidad, ya que aún con todo se los apretaba, decidió cambiarlos por su fierro que ya para ese momento estaba ardiendo esperando meterse en ese rico culito.

Para eso, separó los dedos dentro de su culito y los mantuvo así un rato, para luego sacarlos y sin esperar q se cierre le metió la cabeza, sintiendo como su anillo ante el intruso caliente se intentó cerrar, dejando atrapada a la cabeza, lo que indicaba que ya era demasiado tarde, su suerte estaba echada y su culito destinado a recibir todo el grosor y largo de su fierro caliente. Fue muy difícil la entrada porque lo apretaba bien, pero al final y como siempre terminó cediendo, para su mal porque como castigo por haberse resistido no le dejó ni un centímetro afuera. Se lo empezó a taladrar con mucha fuerza, hasta que, finalmente se le puso gruesa, síntoma que estaba por venirse.

Las hizo ponerse de rodillas frente a él y les aventó su leche caliente en sus lengüitas, cayendo parte de la leche en sus cachetes. Luego, hasta la última gota se apresuraron en sacar, como si fuera una competencia, dejando muy brillosa y limpiecita la pinga de Daniel.