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Mi primer club liberal (Betty)

en Orgías

Con frecuencia me han preguntado hasta donde ha llegado mi vicio. Y con frecuencia me gusta contar la siguiente historia.

Yo acababa de cumplir los 20 años. Según consumía porno, iba adquiriendo nuevas destrezas y conocimientos. Así, descubrí de la existencia de los llamados pubs liberales. Estos locales me resultaban misteriosos a la par que excitantes. Necesitaba probar alguno.  Indague opiniones, fotos, páginas web… y finalmente me decidí.

Era martes. Serian sobre las diez de la noche. Yo caminaba hacia una sinuosa calle oscura, guiada por maps hacia el dicho pub liberal. No sabía lo que me encontraría. Finalmente, llegue a la puerta del local, marcada con neón morado. Entre.

Nada más entrar,  tras una ventanilla, una mujer de unos cincuenta años, me cobro la entrada y me dio una pulsera azul. También, me dio un albornoz y unas chanclas. Tras este primer paso, pase a los vestuarios, donde me desnude, procurando parecer atractiva. Al salir, se abriría ante mí un mundo de placer y diversión.

Entre a una sala con piscina. Allí había varias parejas magreándose, charlando y besándose. De repente, note como una mano femenina rozaba mi nalga y envolvía mi cintura. Alcé la vista. Se trataba de una hermosa rubia, de pechos firmes y rosados, que con su pareja me propuso entrar en la piscina. El agua estaba fría. Mis pezones se endurecieron mientras la chica me besaba el cuello. El, acariciaba mis pechos bajo el agua, mientras yo únicamente era capaz de emitir leves gemidos de placer.

-          Normalmente no se puede ponerse uno cariñoso en la piscina… pero hoy el vigilante no parece estar, así que tenemos vía libre.-dijo ella.

Yo apenas podía responder, mi placer al sentir sus dedos jugando con mis labios era extraordinario.  Él había comenzado a besarme en la boca. Su lengua jugaba con la mía, a la par que mi mano pajeaba su dura polla.

Poco a poco más hombres llegaban y comenzaban a acorralarme. Hasta hacerme flotar en el agua, para meterme mano entre todos. Sentía tantos brazos, tanto placer… no podía mantener el control de la situación. Debía abandonarme al placer. Uno de los muchachos comenzó a apretar mis pezones, hasta extraerme un extenuado grito mudo. Y trataba de pajearlos a todos por igual…pero no podía… eran muchos. Finalmente entre tanto contacto me corrí.

De repente, el vigilante apareció, desbaratando a la turba, y permitiéndome salir. Sin lugar a dudas la piscina había sido una grata experiencia.

Pase después a la sauna. Al llegar, el vapor y la luz tenue me cegaron. Difícilmente, pude sentarme, y ver a una pareja de tíos chupándosela el uno al otro en un 69. Aquello me ponía muchísimo. Comencé a masturbarme. Aquella escena era excitante. De repente, una mano agarro mi pierna. La aparto, y comenzó a meterme los dedos dentro. Yo me mordía el labio. El placer y el morbo eran muy intensos. Aquel desconocido comenzó al poco tiempo a comerme el coño. Su lengua era larga y húmeda, hacía calor, y aquella pareja, ahora disfrutaba de darse el uno al otro sexo anal.  No aguante mucho antes de pringar la boca del desconocido con mis fluidos. Pero no pretendía acabar ahí. Comencé a comérsela. Era mi agradecimiento. Trataba de darle el máximo placer. Movía la lengua en círculos. Jugaba con su glande. No hube terminado de sacarla de mi boca, cuando eyaculo sobre la comisura de mis labios. Casi desmayada salí de aquella habitación húmeda, dejando al desconocido y a la pareja.

Me acerque a la barra, a pedir algo de beber. Aun goteaba algo de semen sobre mi pecho derecho. De repente, mientras tomaba mi bebida, unas manos frías cogieron mis pechos.  Note un aliento en mi oreja y unos pechos en mi espalda. Me gire. Se trataba de la rubia de antes. Sus ojos azules estaban fijos en mi boca.

-          Te estábamos buscando, pensábamos que te habías ido.

Agarro mi mano y me llevo a una cama rodeada por una jaula. En aquella cama no había más que un arnés.  Ella cerró la puerta. De repente de las sombras empezaron a aparecer muchos hombres.  Me gire. Ella tenía el arnés puesto. Me empujo. Estaba a cuatro patas con el pecho hundido, tocando el suelo. Mirara donde mirara solo había hombres masturbándose.  Ella me penetraba, a la par que jugaba con mi clítoris y yo gemía. Pronto me dio la vuelta con el único propósito de verme la cara mientras me follaba. Mis manos se extendían hasta sus pechos, que masajeaba. Eran tiernos y jugosos. Estábamos sudando. Olía fuerte. Pronto todo aquello se llenaría de feromonas. Casi como en una batalla medieval, comenzó una lluvia de gotas blancas sobre toda la cama y nuestros cuerpos. Todos los hombres que estaban en primera fila, eyaculaban sobre nosotras, mientras la habitación se renovaba de candidatos. Finalmente, ella toco en el punto mágico. Me corrí, quedándome totalmente relajada.  Ella salió de la cama, y abrió la jaula. Pronto su figura desapareció ante los hombres que aún quedaban y que comenzaron a agolparse para entrar. De nuevo muchas manos me tocaban, me alzaban. Tocaban mis tetas y mi vagina. Metían sus dedos en mi boca. Uno a uno, fueron penetrándome oral y vaginalmente, hasta que el último, se corrió en mi boca.

Casi sin fuerzas salí de la habitación. Me dirigí a la ducha. Estaba sudada y cubierta de semen.  El agua fría me reconforto.  Finalmente, abandone aquel lugar de placer, donde las parejas y los individuos seguían copulando. Volví al vestuario, done encontré a la rubia cambiándose. Me pregunto qué tal me había ido. Yo solamente me acerque y le metí mi sucia lengua en su boca. Ella lo entendió rápido. Salió por la puerta y me dijo con una voz seductora:

-          Todos los sábados.

Yo asentí. Mi pelo rizado empapado cubría mi cuello, tapando algunos de los chupetones que dicha mujer me había hecho. Aun casi sin fuerzas, me termine de vestir y aproveche para salir del vestuario. Incluso al salir algunas voces masculinas gritaban:

-          Adiós guapa

Finalmente, volví a la calle. Eran las 5 de la mañana. Había sido un gran noche, y había conseguido mi objetivo, disfrutar de una nueva experiencia sexual.