A ti te tengo cariño, pero hay algunas mujeres que necesitamos un hombre, un macho de verdad de esos que te cogen y te usan sin pedir permiso, porque saben que con sólo verlos, sólo pensar que te pueden follar, te ponen el coño mojado. Yo soy una de ellas. Lo siento.
Era cornudo desde novios, pero no lo sabía.
No es sólo que folles con otro, amor mío. Es que eres tú la que te lo follas, la que se sube encima de él y lo devora. Te lo comes con tu coño, con tu culo, con tu boca y hasta con tus tetas porque hasta te lo follas a la cubana apretando su polla con tus tetas. que es así, que tiene que se así y
Me dijiste que no podías salir conmigo, que estabas liada con otro chico en plan follamigos. Sólo sexo, me dijiste, pero no voy a dejarlo. No quiero dejarlo. Está buenísimo, me folla de maravilla y me hace gozar como nadie lo ha hecho ni lo hará jamás. Si quieres salir conmigo, ya sabes lo que hay.
Universitaria joven y muy atractiva te hará pasar los mejores momentos y cumplirá todas tus fantasías. Eso leí en un pasquín colocado por la calle. Se trataba de Ana, una chica estudiante que se prostituía para pagar sus estudios.
Te escribo este correo mi querido cornudo, para ponerte al tanto del resultado de nuestro viaje; de las vacaciones que me estoy tomando con mi amante, con Abel, con el fin de que sepas con detalle qué estamos haciendo, cómo y dónde.
La conocí en el club de alterne. Se hacía llamar Megan Jones y era de nacionalidad cubano-americana. Era alta, morena, con un cuerpazo de ensueño y unos muslazos rotundos que la hacían aún más bella, más rotunda, más Diosa. Me enamoré de ella nada más verla, aunque sabía que iba a sufrir.
A veces sí siento celos al verte abrazada a él besándote tierna en los labios. Siento celos porque sospecho que hay algo más que sexo entre vosotros. A veces siento muchos celos. Pero también tengo siempre la polla dura.
Habíamos quedado que serías simpática con él, que no le darías ningún corte y que le sonreirías siempre que pudieras.
Os había visto bailar acaramelados, deciros cosas al oído, reíros mientras os movíais por la salde estar de nuestra casa, pero cuando tú te sentaste en el sofá y le cogiste los pantalones para abrirle el cinturón y bajarle la cremallera, supe que no había vuelta a tra
A él no le veo la cara, pero sé quién es. Lo conozco. Es un tío guapo, cachas y con mucho dinero que se pasea en descapotable. Te ha mirado mucho cuando ha pasado a nuestro lado y te he visto chuparte los labios. No te he dicho nunca nada. He callado, pero siempre he intuido que cuando hacíamos el a
Pusiste un anuncio en una web de contactos: "Busco un Ama para dejar en sus manos a mi marido, cornudo sumiso, mientras yo disfruto un fin de semana con mi amante". Me lo diste a leer y me preguntaste qué me parecía.
Ella era licenciada en psicológica y cuando la conocí preparaba el doctorado. Me la había presentado una amiga común porque decía que me veía muy solo, que no daba con la mujer de mis sueños y a ella le pasaba lo mismo porque tampoco encontraba a ese hombre que la hiciera feliz. Podríamos comprender
He llegado a casa y te he visto con una melancólica sonrisa. Y he sabido al instante por tu actitud, por su postura, que acabas de follar con él.
Quiero que lo sepas, aunque ya lo sabes. Por eso te escribo. Sabes que hay algo en los hombres (excepto en ti) que me puede, que puede conmigo y me lleva a hacer lo que sí quiero, lo que realmente deseo y no puedo evitar. Me mojo al escribirte esto.
Por qué. Porque sí, porque ella puede, porque es libre y yo no lo soy. Ni tan siquiera necesita decírmelo. Me lo anuncia y yo ni le pregunto cuándo. Y mucho menos con quién. Lo intuyo sin necesidad de más palabras.
Se la chupas a él, pero me miras a mí. Sabes que me das celos, que sufro, pero también que tengo la polla dura. O la pilila, como tú la llamas porque sólo se pone dura cuando te veo así, entregada a otro macho, saboreando su polla y follándotelo luego como sólo tú sabes hacer porque eres muy buena e
Os había visto bailar acaramelados, deciros cosas al oído, reíros mientras os movíais por la salde estar de nuestra casa, pero cuando tú te sentaste en el sofá y le cogiste los pantalones para abrirle el cinturón y bajarle la cremallera, supe que no había vuelta a tras.
Ven, entra, me has dicho mientras estás sentada encima de tu nuevo amante, de tu novio, según tú lo llamas. Pasa y no te cortes, me has dicho entre gemidos, mientras él te mete mano en el coño, bajo la braga y tú gimes, suspiras y le dices que siga, por favor, sigue que me vuelves loca.
Sé que tú lo sabes. Sé que sabes que spy un cornudo y que lo acepto; que no me importa e incluso que me excito. Sé que sabes que soy también sumiso porque no te digo nada. Para qué.
Eras muy exigente, me dijiste. ¿Exigente? Sí, caprichosa y dominante. Y además muy ninfómana y probablemente te pondré los cuernos. Ningún chico me aguanta. Yo sí te aguantaría, te confesé casi suplicando. Y tú me diste la oportunidad de demostrártelo.
Te quería desde el instituto, pero tú no me hacías caso porque te iban los tíos duros. Y yo era un romántico sentimental. Pasados los años me atreví a proponerte que saliéramos, pero tú me dijiste que estabas liada con un tío que te volvía loca, en una relación follamigos.
Me habías preguntado varias veces cuál era mi fantasía favorita. Lo solía hacer siempre que estábamos en la cama y mientras me acariciabas la polla. Yo me mostraba remolón, te decía que no tenía ninguna especial o que todas las había llevado a la práctica contigo.
Me animaste a que cumpliera mis fantasías más oculta y eso hice. Sin miedo. Confiando en ti. Hoy soy un sumiso cornudo feminizado que ve feliz como me pones los cuernos con tu jefe y me obligas a follar con otro sumiso, como si fuéramos dos lesbianas.
No sabía que al comprar aquel consolador de cintura mi mujer me llevaría a una situación en la que me humillaba y me hacía cornudo, pero con mi consentimiento y un enorme placer. Desde aquel día todo ha cambiado en mi vida. para bien. Porque mi mujer me ama, de eso no tengo la menjor duda. Me ama c