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Las Bragas de mi Cuñada (2)

en Autosatisfacción

Las bragas de mi cuñada II

Como les conté en el primer relato, dejé las prendas de mi cuñada en su ropero, específicamente dentro de su cajón de ropa interior (Que contenía unas prendas bellas y sensuales). Los siguientes días me la pasé pajeándome de solo recordar el olor y la humedad de mi cuñada y soñando con otro encuentro.

El sábado siguiente, nos juntamos a almorzar en la casa de mis suegros y ella como si nada hubiera pasado, andaba tan preciosa como siempre, con su muy bien proporcionado 1,6 Mts de estatura, sus tetitas de rechupete y su cola deliciosa, paradita y durita (Según lo pude comprobar algunas veces en la piscina familiar). Vestía una blusa blanca medio transparente que dejaba ver un corpiño de media copa con encajes, una mini falda bien corta y unos zapatos de taco muy alto.

Luego de saludarme con toda la naturalidad del mundo, se sentó en un sofá frente a mi y se dedicó a mostrarme, cada vez que la situación lo permitía, un triángulo blanco que no era otra cosa que su braga (Que tanto me había hecho gozar días atrás). Así pasó el rato y yo cada vez más caliente, tenía a mi "amiguito" al borde de la locura dentro de la opresión del pantalón. De pronto, ella se puso de pie y comentó que iba al baño y que volvía luego, seguido de un guiño de ojos especialmente dedicado a mí.

Al poco rato volvió a la sala, se sentó nuevamente frente a mí y noté que estaba un tanto ida, como que tenía los ojos un poco cerrados y se le notaba algo diferente en su cara, además de tener los pezones ligeramente marcados en su blusa (No sería por el frío, pues era verano). Imaginé que se había masturbado y había tenido un orgasmo intenso y, oh destino, estaba en esos pensamientos cuando me llama la atención con otro guiño de sus bellos ojos y, entreabriendo apenas sus piernas, pude notar que no llevaba sus bragas. Casi acabo ahí mismo. Me levanté y partí al baño en busca de mi regalo (Y desahogo). Entré, puse el pestillo y comencé a buscar la tan ansiada prenda. La encontré dentro de un pequeño mueble y de inmediato me la llevé a la nariz para oler ese perfume embriagador de hembra caliente; estaba totalmente mojada e impregnada de sabor a conchita excitada. Bebí de ella hasta hartarme mientras me masturbaba violentamente, con una calentura más allá de lo humano.

Acabé finalmente en su preciosa braga (Que era la misma de la vez anterior), y dejé toda mi leche en el lugar en que su cuca se apoyaría más tarde. Volví rápidamente al salón ya que quería que ella se pusiera su braguita antes que se secara.

Apenas entré, ella me miró con ansiedad y yo, mediante un disimulado gesto, le di a entender que estaba listo y feliz. Ella se puso de pie y, al pasar a mi lado, me dio una mirada cargada de lascivia que me dejó caliente de nuevo. La vi entrar en el baño y me fui a sentar y participar de la alegría del momento. Cuando ella volvió, se sentó y repitió la operación de sus piernas y pude comprobar que las braguitas habían vuelto a su lugar de origen y, en su bello rostro, había una sonrisa de satisfacción y complicidad.

 

Espero que gocen de este relato, así como he gozado yo al escribirlo (Estoy empalmado). Si quieren escribirme, háganlo a intersticio63@hotmail.com...