miprimita.com

Anoche te conocí

en Confesiones

Anoche te conocí. Al fin te conocí cuando entraste en mi sueño más profundo.

Sonó el timbre del departamento que me habían prestado en Buenos Aires y, sorprendido, fui a abrir. En realidad no esperaba a nadie, a pesar de haberte escrito que iba a estar en tu ciudad y darte la dirección por si te animabas y llegabas, pero había pasado la hora en que debíamos juntarnos.

No te voy a negar que estuve muy nervioso y ansioso de que llegaras, pero pasó la hora y no supe nada de ti, así que perdí las esperanzas de haber tenido un encuentro maravilloso contigo. Luego pensé que tal vez me llamarías y tendríamos un encuentro a través de la línea telefónica y eso me consoló un poco.

En fin, fui a abrir la puerta.

Hola Papi – Me dijiste con una voz cristalina y sin novedad, y yo me quedé parado sin atinar a nada, sumergido en la sorpresa más profunda. Te hice pasar, cerré la puerta y me quedé mirándote con una sonrisa entre tierna e idiota. Te tomé de las manos suavemente y eso me trajo de vuelta a la realidad.

Ahí estabas, parada frente a mí, preciosa, mucho más hermosa que en las fotos. Vestida con un top bien ceñido que resaltaba tus pequeñas tetitas deliciosas; una mini falda discreta, tus piernas de bailarina forradas en unas medias de seda y unos zapatos de taco alto que las convertían en una escultura de Miguel Angel; tu pelo suelto y una sonrisa entre inocente y pícara, consciente de la sorpresa que me estabas dando, pero a la vez demostrando tu temor y nerviosismo.

Bebé...Llegaste, mi precioso Bebé

Hola mi Papi rico

Levanté una mano para tocar tu cara de ángel y apenas te pasé la yema de mis dedos, suave, muy suave, tu cerraste tus ojos de embrujo. Llevé mi otra mano hasta tu cara y te tocaba como haría un ciego... apenas tocándote... suspiraste. Mis dedos bajaron hasta tus hombros desnudos a través de tu largo cuello y acerqué mis labios a los tuyos, pero siempre rozando tu piel, apenas sintiendo el contacto... tu piel contra mi piel... llevaste tus manos hasta las mías y las apoyaste en el dorso, tocando con tus dedos los pelitos de mis manos y así estuvimos, como queriendo darnos cuenta de que esto en realidad estaba pasando.

Recorrí todo tu rostro con mis labios, te besé tus ojos cerrados mientras tu recorrías mis brazos con tus dedos finos y gráciles... que sensación más hermosa. Sin darnos cuenta, nuestros cuerpos se habían acercado y ya estaban en contacto. Fue entonces cuando volví con mi boca hasta tu boca y nos besamos amorosamente, sin ansiedad, con calma, apenas tocando la punta de nuestras lenguas... besos largos, como saboreando ese primer contacto íntimo y profundo.

Llevaste tus manos hacia mi pecho y comenzaste a desabrochar, uno a uno, los botones de mi camisa hasta que cayó al suelo... lo mismo hice con tu top y nuestros pechos desnudos entraron en contacto... recién ahí sentí la clavada de tus duros pezones y me acordé de cómo los describías cuando chateábamos. Me sentí en el paraíso. Adán descubriendo a su Eva cuando despierta de su sueño.

Bajaste un poco y comenzaste a soltar mi cinturón y la bragueta de mi pantalón cuando sentiste que yo soltaba tu faldita de niña y ésta caía por tus piernas hasta el suelo. Nuestro beso iba aumentando su pasión, nuestros labios ya no se separaban más, nuestras lenguas estaban enredadas, tratando de recuperar siglos de amor y lujuria. Y ahí sentí tus piernas contra las mías... la suavidad de tus medias... una pierna entrando entre las mías, buscando lo que te pertenece desde hace tanto tiempo... contacto... suspiros... mis manos bajaron hasta tus pequeñas tetitas de niña y se encontraron con tus pezones ardientes... mis dedos no dudaron un segundo en hacer su trabajo y te los apreté con suavidad pero con firmeza a la vez y tu quejido entró en mi boca a través de tu beso interminable... Así seguí tocando tus botoncitos y cada vez recibía más y más quejidos, hasta que nuestros labios se separaron y echaste tu cabeza hacia atrás. Mi boca fue en busca de ese manjar delicioso alojado en tu pecho y saboreó con lujuria tus pezones cada vez más duros y grandes... tus tetitas ya no podían endurecerse más.

Pasaba la punta de mi lengua por tus pezones y respondías con un gemido, eso me tenía cada vez más excitado, si se pudiera estar más, me dediqué a morder tus pezoncitos una y otra vez hasta que, en medio de tus gemidos, te corriste. Una corrida suave pero intensa, tu piel se erizó, tu cuerpo se electrizó de una manera que nunca antes habías sentido y fue como una explosión.

Explotamos los dos, te tomé en brazos y te llevé hasta la cama. Caímos en medio de la lujuria desatada, la pasión hizo presa de nosotros y nos llevó hasta los lugares más inimaginables... te saqué tu hermosa tanga de encaje y fui envuelto por tu aroma de mujer, de hembra en celo y perdí la razón, perdí la noción de todo y me hundí en tu fragante y húmedo fruto.

Era tal cual me lo habías dicho, tus jugos corrían como río desbocado por tus piernas. Pasar mi lengua por tu rajita y sentir como te corrías fue una sola cosa, tu clítoris ya no cabía en su capucha y ya parecía una pequeña verga, ansioso de placer... casi me ahogo entre tanto néctar divino que salía de tu coñito. Tomaste mi cabeza con tus manos y me hundiste con fuerza dentro de ti, te penetré con mi lengua, con mi nariz y tu gritando cada vez más. No puedo parar de comerme tu conchita, es un vicio, una droga...

Logro despegarme de ti, de tu coño, me saco mi boxer para penetrarte pero eres más rápida y ya tienes mi pija en tu boca... Uffff, que besos más deliciosos. Me envuelves la cabeza de la pija con tus labios y me pasas la lengua, como dando golpecitos... estoy que reviento, de pronto separas tu caliente boca y tus labios quedan unidos a mi polla con un hilo de líquido preseminal, te saboreas pasando tu lengüita por tus labios y te comes mi humedad; luego, para torturarme de placer, me acaricias la verga con tus duros pezones, los mojas con los restos de tu saliva y mis líquidos que anuncian una corrida inminente.

Me miras y te tiras arriba mío y nos besamos compartiendo nuestros sabores, mezcla explosiva, mientras te vas acomodando y te metes mi verga sin contemplaciones, de un solo golpe, hasta el fondo. Más que saltar encima mío, te mueves lujuriosamente, tu cuerpo serpentea buscando el placer infinito, tienes los ojos cerrados y gimes, pones tus brazos sobre tu cabeza y aceleras ese movimiento infernal, de pronto, desde el fondo de tu cuerpo suena un ronco y profundo gemido-grito y siento en mi verga las contracciones de tu conchita, no aguanto más y me corro junto a ti, dentro de ti, como muchas veces me lo pediste.

Te desplomas encima de mí y quedas inerte, solo siento tu respiración contra mi pecho. La humedad de tu corrida se resbala por mis piernas, nuestra cama está empapada de nuestros néctares, la habitación está inundada de un olor a sexo muy profundo... te abrazo y acaricio tu espalda, te incorporas un poco y veo lágrimas en tus mejillas... me miras y veo tu felicidad a través de tus ojos. Apenas alcanzo a escuchar un tímido gracias antes que nuestros labios se reencuentren y nos besamos como al principio.

Finalmente te conocí, cuando entraste en mi sueño más profundo.

Gracias Bebé.