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Un Cambio de Aceite

en Confesiones

Un Cambio de Aceite

Días atrás, llevé mi auto para hacer un cambio de aceite en un taller cercano a mi oficina. Eran cerca de las 7 de la tarde cuando llegué y, como estaba vacío, entré de inmediato y el encargado se puso a trabajar. En eso, llegó otro auto con el mismo objetivo, se estacionó y se baja una mujer de unos 35 a 40 años, bonita, pelo ondulado corto, tetas pequeñas pero redonditas (Según pude apreciar en ese momento), tenía un culo bien paradito y, aparentemente, buenas piernas, pero su pantalón no le permitía lucir demasiado. Al bajarse me miró y me sonrió como saludándome y yo respondí caballerosamente y sin ninguna doble intención (Aunque en mi mente ya la había analizado y aprobado). Se acercó al encargado y le preguntó si se demoraría mucho en terminar con mi auto, a lo que el hombre respondió que unos 15 minutos. El le preguntó si podía esperar y ella, mirándome directo a los ojos le dijo que lo iba a pensar. Se subió a su auto, me mira y me dice con cierta coquetería ¿Qué hago?

Yo: ¿Estás muy apurada?

Ella: La verdad es que no.

Yo: Vamos, te invito a un café mientras terminan nuestros autos (No podía apartar mi vista de sus tetitas).

Ella: (Me miró unos segundos y sonrió) Mmmmm, me encantaría.

Le avisamos al encargado y nos fuimos por lo nuestro a un local que hay por ahí cerca.

Hablamos de todo, como si siempre nos hubiéramos conocido. Me contó que estaba divorciada desde hace varios años y sin pareja desde hace un buen tiempo. Yo le conté que estaba casado y que tenía dos hijas pequeñas. Volvimos por nuestros autos y como que ninguno de los dos se quería ir, parecíamos dos adolescentes. Finalmente, le di una tarjeta de visita con mis datos y le dije que me llamara para que saliéramos otro día a tomarnos un trago. Me acerqué con la intención de despedirme con un beso en la mejilla, pero me encontré con su mirada profunda y cargada de deseo, pero sin lujuria. Solo bastaron esos segundos de duda para que nos besáramos en los labios mientras nos tomábamos de las manos. Nos separamos y nos subimos a nuestros autos. Apenas encendí el motor sonó mi celular y, al contestar, ella me dice "sígueme".

Llegamos hasta la puerta de un edificio del sector, me llama por teléfono y me dice que suba en 10 minutos para que el portero no se entere. Esperé ansiosamente y me acerqué a la entrada, toque el timbre y la puerta se abrió. Tomé el ascensor hasta su piso y me encontré con la puerta de su departamento entreabierta, golpeé y pasé. Estaba todo en penumbras, pues las cortinas estaban cerradas y, mientras mis ojos se habituaban a la oscuridad, sentí su cuerpo delante de mi, me abrazo y me besó en los labios.

Mi lengua buscó la suya y se encontraron en medio de ese beso dulce y largo, la abracé y sentí su cuerpo ya desnudo, solo tenía puesto su tanga que se perdía entre sus nalgas duras y respingonas. Mientras nos besábamos, me sacó la camisa y pude sentir sus pezones duros y grandes contra mi pecho. Mi pija ya había reaccionado a tal estímulo y estaba dura a la espera de entrar en batalla.

Ella soltó el cinturón y la bragueta de mi pantalón y cayó al suelo, apreté sus nalgas con fuerza pero suavemente y su pubis entró en contacto con mi pija y ahí nos quedamos un rato, frotando nuestros cuerpos anhelantes, con suavidad pero con energía, yo le sobaba y apretaba sus deliciosas nalgas, recorría su espalda con mis manos, le tomé una teta y apreté su pezón con mis dedos y ella reaccionó con un gemido suave y delicioso dentro de mi boca.

Ella aventuró una mano bajando por mi abdomen y me tomó la verga por encima del boxer, casi me corro de lo caliente que estaba. Luego de jugar un rato, metió su mano hacia adentro y la tomó. Sentí la suavidad de su mano en mi miembro caliente y mojado y creí desmayarme de placer. Recién ahí nuestras bocas se separaron, nos miramos, la tomé en brazos y la llevé hasta su cama.

La puse ahí con ternura, me saqué mi boxer y ella quiso tomar mi pija, pero no la dejé. Me puse en cima de ella y comencé a besar sus preciosas tetitas, mordía suavemente sus pezones y ella solo se retorcía y gemía, con su pubis buscaba mi verga, pero yo no la dejaba. Poco a poco fui bajando por su cuerpo delicioso hasta que llegué a su chocho, le saque la tanga, tomé uno de sus pies y empecé a besar sus dedos, su empeine. Mientras, con el otro pie, ella me masajeaba mi pene que lloraba por un poco de atención. Ese sobajeo con su suave pie me puso más caliente aún y sentía que mi pija iba a reventar de lo hinchada que estaba, me dolía de placer.

Fui subiendo por su pierna mientras mi nariz iba percibiendo su fuerte olor a hembra en celo. Cuando llegué hasta su ingle, casi muero de éxtasis con el olor de su coño, estaba tan mojada que había néctar por todos lados. Eso me volvió loco y me hundí en su chocho, se lo comí con desesperación, le metí la lengua hasta el fondo, le apretaba su gordo clítoris con mis labios y le daba golpecitos con la lengua, ella estaba descontrolada y apretaba mi cabeza contra su abierto y mojado sexo, solo alcancé a escuchar un "Me corrooooooooooooooooooooooooooooo" y mi boca se vio inundada con ese elixir indescriptible, un sabor celestial. Le salió un chorro como si se hubiera hecho pis. Yo estaba totalmente enajenado, hundido entre sus piernas comiéndome su orgasmo.

De pronto, empecé a subir rápidamente, llegué hasta su boca y nos perdimos en un beso alucinante, era como una droga. Le metí mi pene de un solo golpe, hasta el fondo, completamente fuera de mi, ella seguía corriéndose mientras yo bombeaba a una velocidad que no sabía que se podía y, de pronto sentí la electricidad bajando por mi espalda y reventé dentro de ella, la llené de leche. Nunca me había corrido de esa forma, era mucha leche la que salía y la llenaba hasta que se rebalsó su coño.

Nos quedamos en silencio un rato, abrazados, mientras nos dábamos besitos y nuestros cuerpos se calmaban un poco antes de volver a empezar.

 

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