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Naty

en Confesiones

Natalia es una chica morochita, de ojos y pelo negros, 1,60 de estatura y con unos pechos de 120…Realmente impresionantes y deliciosos; su coñito lo tiene delicadamente cuidado, aunque sin afeitar del todo, sin embargo su espesura invita a ser explorada. Los labios mayores son gordos y carnosos; sus labios internos pequeños y oscuros. Su vulva rosada es deliciosa, brillante y abundante de licor femenino, su olor es penetrante, me embriagó desde el comienzo…Su sabor…manjar de dioses.

Su aroma me enloqueció cuando, al llegar en la mañana a la oficina, me acerqué a su escritorio a saludarla, como todos los días, pero al momento de darle el beso en su mejilla sentí su aroma de mujer inundando mis fosas nasales… En cosa de segundos habían transmitido a mi cerebro la excitación brutal, lo que obviamente produjo una erección matinal deliciosa. Sus labios se detuvieron una milésima de segundo más de lo habitual en mi mejilla…sus ojos negros brillaban y su sonrisa era diferente.

La vi entrar al baño muchas veces ese día, algo que ella no acostumbraba a hacer…En cada ida y venida pasaba frente a mi oficina y nos mirábamos, pues al sentir esos tacos golpeando el piso, simplemente levantaba la mirada y la veía pasar. Cuando nuestras miradas se encontraban, ella sonreía.

Fue tanto que llamó mi atención. De hecho, no había oído el ruido de la descarga del baño, así que mi curiosidad pudo más y mi instinto fetichista me llevó a usar el baño de ella apenas hubo salido.

Entrar y que mi verga se endureciera fue instantáneo…el pequeño baño estaba totalmente impregnado del mismo olor de la mañana. Mi excitación aumentaba a raudales buscando algún rastro dejado por ella. Revisé el papelero del baño y encontré lo que buscaba.

Efectivamente, Naty iba al baño a desahogarse, a calmar sus ansias de sexo. El papelero estaba lleno de pequeños trozos de papel higiénico, algunos levemente húmedos, que ella usaba para secar su coñito. Tomé uno y lo llevé a mi nariz y casi me corro al sentir su olor, fresco y reciente. Saqué mi verga del pantalón y empecé a masturbarme lentamente mientras olía su rastro de hembra en celo, caliente.

Mi verga estaba dura, venosa, botando pre cum y yo me la sobaba lentamente, disfrutando al máximo el olor de Naty. Imaginaba como se vería mi sexo endurecido en medio de esas enormes tetas y me estremecía. Fue en ese instante que sentí unos tímidos golpes en la puerta, sutiles, casi inaudibles…Pensé que era mi imaginación perturbada por tantos estímulos, pero no, efectivamente alguien golpeaba la puerta, como queriendo dar un mensaje. Me guardé la verga como pude, tiesa y dura, ordené mi ropa y pensamientos y abrí como si no hubiera oído nada y fuera saliendo por casualidad.

Ahí estaba Naty, con su mirada negray brillosa, su sonrisa enigmática y sus portentosas tetas…La miré…nos miramos en silencio los dos… entró y cerré la puerta… por dentro y con llave.

Me di vuelta a mirarla y ella estaba con su tanguita en la mano, ofreciéndomela… la tomé y la llevé directamente a mi boca para saborearla, ella levantó su falda y se sentó en el sanitario, abriendo sus piernas y enseñándome la fuente de tan exquisito manjar. Me acerqué a ella, me puse de rodillas y fui, lentamente, acercándome a ese coño que ya estaba mojado y un poco abierto. Rocé sus vellos púbicos con mi nariz, aspirando su aroma profundamente, mojándome con la humedad contenida en ellos. Solo hubo un suave gemido al sentir el contacto. Escarbé con mi nariz hasta poder meterla en su rajita mojada… Mi sentido del olfato estaba totalmente saturado de su olor exquisito, movía mi nariz como penetrándola, suave, buscaba su clítoris…hasta que mi lengua se rebeló y empezó a saborear esa fuente de placeres inenarrables.

Lo más increíble era que a pesar de estar enajenado con esa vulva en mi boca, lo hacía lentamente, suave, disfrutándolo al máximo, alimentando mi apetito ancestral. Naty casi no se movía, solo gemía quedamente, despacito, cosa que me ponía aún más caliente. Como pude, saqué mi verga afuera nuevamente y, mientras le comía su coño, me masturbaba lentamente…Mi placer era inmenso, todos mis sentidos concentrados en esa vulva bella y deliciosa.

La energía de su coño era inmensa, me absorbía la lengua y la atrapaba, no me soltaba. Logré desprenderme un segundo y la miré… estaba con sus ojos cerrados, la cabeza hacia atrás y sus manos recorrían sus enormes tetas. Respiraba profundamente, agitadamente, sintiendo el contacto de mi lengua. Entonces le metí dos dedos en su concha y mi lengua se fue directo a su clítoris y en ese momento perdí la noción del tiempo y el espacio, solo sentía como movía sus caderas cadenciosamente, como generando el magma de su orgasmo.

En medio del éter del placer, sentí que me decía que necesitaba mear, que se iba a hacer, que no aguantaba más…con todo el sufrimiento del mundo despegué mi boca de su coño y le dije que aguantara un poco más. Puse a trabajar mis dedos en su clítoris para que llegara rápido a su clímax. Acerqué mi boca a su oído y le susurré "cuando sientas que te vas a correr, suelta la vejiga" e inmediatamente la besé. Casi instantáneamente ella empezó a correrse y a soltar toda la orina, que salió como un fuerte chorro mojando mi mano. Todos sus gemidos de placer me los dio en mi boca, a través de un beso eterno, estremecedor.

Quedamos abrazados, ella casi no se podía mover después de la fuerte descarga vivida. De pronto volví a la realidad de que estábamos en el baño de la oficina y que tal vez llevábamos demasiado tiempo ahí y ya nos estarían extrañando afuera.

Miré el reloj…

Habían pasado tres minutos.