miprimita.com

Extorsión

en Interracial

EXTORSIÓN

Una ejecutiva maquiavélica recibe de su propia medicina y resulta forzada por un singular practicante, en forma contradictoriamente placentera.

RELATOS LASCIVOS "OCTOPUSI"

EXTORSIÓN, ( INTERRACIAL)

Los diarios locales, en su página económica dan cuenta del nombramiento de la licenciada Dalila Estremadoy Macín como la flamante Gerente de Recursos Humanos en una de las mas importantes transnacionales de la localidad.

Tal huachafería es tomada con total naturalidad y hasta con interés, debido a que los lectores estamos acostumbrados a ese tipo de reportaje pagado.

La noticia destaca el genero de la recién ascendida, su precocidad para asumir tan importante cargo, y su condición de local, característica esta última, que rompe con uno de los mitos de esta importante empresa, la que tradicionalmente acostumbra traer foreing executives de su casa matriz, para puestos de ese nivel.

Muy enorgullecedor para sus con nacionales y muy meritorio para una destacada funcionaria siempre preocupada por sus superación profesional.

Hasta ahí todo muy encantador, pero Dalila no es una ejecutiva común y corriente, se trata de una mujercita endemoniada, muy temida por sus subordinados y mas aún por sus competidores.

Dispone de una amplia gama de estratagemas maquiavélicas que no duda en aplicar contra quién se interponga en su camino, con tal de escalar posiciones subiendo por sobre las cabezas de todos los caídos que va dejando a su inmisericorde paso.

Sumergida profundamente en el mercantilismo y guiada por sus ansias de poder, va perdiendo el sentido humanitario de la compasión por sus semejantes.

Sus automatizadas actitudes le están impidiendo distinguir con claridad entre el bien y el mal, a ese paso, pronto llegará a ser una perfecta tecnócrata amoral.

Sus parcializados enfoques la alejan cada vez mas de la realidad objetiva, pero ¿quién se atrevería a hacérselo notar?; pues nadie, por el contrario, su entorno esta plagado de "ayayeros" que en coro entonan la tonadilla "es tuya la luz de la verdad".

Dalila, capaz de declarar la tercera guerra mundial en defensa de sus logros, vive tan preocupada por escalar posiciones que ya no repara en sus deliciosas piernas, ni piensa en separarlas, y menos aún en las urgencias de su coñito por muchos añorado.

En especial por Ernest, su prometido, ya van a ser dos años que no se ven, el está por obtener su P.H.D. en una de las mejores universidades de Norte América.

Ella no piensa remplazarlo, es el hombre que le cae como anillo al dedo; tampoco tiene tiempo para eso, ni siquiera para una escapadita de salubridad sexual.

Ella solo vive para vencer y escalar.

Con la sorpresa de lo inesperado, que en oportunidades no poco frecuentes, nos depara esta vida, Dalila sin poder contener el llanto me contó su desventura, al borde de la histeria.

Bien dicen que las tácticas son como el martillo, tanto sirve para meter un clavo, como para reventarse un dedo.

Dalila me buscó, con la esperanza de que yo la ayudaría a encontrar la solución para su singular problema.

Se encuentra perturbada, ávida de venganza y urgida por recuperar el control del que ha sido abruptamente despojada, pese a su reconocida capacidad de manejo y de las huestes que la secundan.

En mi deseo ser absolutamente imparcial respecto al "Caso Dalila", resulta oportuno aclarar que les narraré su versión en primera persona, para que sean ustedes, mis queridos lectores, los que juzguen su historia, y la disfruten a pierna suelta; sabiendo por supuesto que su nombre verdadero ha sido cambiado.

AHÍ LES VA SU VERSIÓN DE LOS HECHOS:

He sido terriblemente vejada e injustamente maltratada yo que he dedicado mi vida entera a prepararme para lograr con efectividad los objetivos de mi área funcional dentro de mi querida institución.

Después de tanto esfuerzo no merezco encontrarme en esta encrucijada que me atormenta, y lo peor, ni siquiera lo ha logrado un adversario de fuste, sino un insignificante practicante de pacotilla, traído a la Empresa de favor.

Si, un proyecto de técnico electrónico de tercera, que se alucina agente secreto y solo es un recién egresado de un instituto de mala muerte.

El cree tenerme completamente a su merced, pero lo que no sabe es que mi espíritu indómito no se doblega jamás, sino por el contrario se agiganta ante la adversidad, y estoy segura que mis aliados sabrán apoyarme.

El infeliz, que se llama Valeriano, creo, ha tenido la osadía de interceptar mis conversaciones, no se desde cuando, mediante chuponéo telefónico.

Aprovechando su acceso a la central telefónica, a violado mi derecho a la privacidad y se ha estado enterando ilegalmente de mis asuntos particulares y de trabajo.

Lo mas terrible, las tiene gravadas y me ha venido extorsionando especialmente con una, en la que se ve comprometida mi reconocida imparcialidad en la toma de decisiones.

Yo siempre dedicada al beneficio institucional, por encima de los intereses personales, expuse mi bien ganado prestigio, con el objeto de eliminar a un mal funcionario, el Jefe de Personal, quien pretende boicotear a mi jefe, el Gerente General, después de pasar por sobre mi cabeza, usando malas artes.

Su desmesurada ambición no le reporta ningún beneficio a la Empresa, por lo que su actitud resulta intolerable y se le tiene que eliminar a como de lugar.

La grabación que mas me preocupa es una, en la que se me escucha haciendo las coordinaciones para poner todo en sazón, a fin de crearle a este mal elemento, graves acusaciones tipificadas en el código y el reglamento como acoso sexual.

Ahora resulta que el zambito ese, el tal Valerio o como se llame el encargado de la electricidad, es protegido del Gerente de Personal y me da la impresión que tiene cierto amancebamiento con una de las supuestas agraviadas de acoso sexual, una fulana que es precisamente la telefonista de la Empresa.

Yo que estoy acostumbrada a que el personal de niveles inferiores me haga una venia de sumisión después de escuchar mis ordenes, tuve un desagradable encuentro con ese negro, al que le dicen Valerio.

Terminada la jornada matinal, ya todo mi personal se había retirado a almorzar, también yo me disponía a hacerlo.

Me encontraba por cerrar mi oficina, cuando fui impertinentemente abordada por ese individuo.

Parado frente a mi con su sucio mameluco azul que contrasta terriblemente con la elegancia de mi amplia oficina privada y mis finos atuendos, el negro ese, con una inexplicable sonrisa de auto suficiencia, se atrevió de decirme:

Linda, no cierres todavía tu puerta que tenemos que hablar en privado.

Con el cuerpo impide mi salida de la oficina y me obliga a entrar, forzándome de un brazo, y luego cierra la puerta con seguro.

Indignada lo recrimino: Oiga usted que se ha creído, voy a hacer que este atrevimiento le pese por el resto de sus desdichados días, ya verá, lo va a pagar muy caro.

El diálogo prosigue: Cálmate preciosa, ya verás que te conviene mas que a mi, que esta conversación se mantenga en privado, antes de loquearte tanto escucha esto.

Presiona el botón de una minúscula grabadora que trae consigo y con asombro empiezo a escuchar mi propia voz en una conversación por demás comprometedora, que sin duda me coloca en una posición de total descalificación frente a mis adversarios, me hace sentir como carne para los leones.

Restándole importancia al asunto y sin demostrar el pánico que me embargó, le dije con impertérrita autoridad: Lárguese de aquí inmediatamente, no quiero volver a verlo y voy a hacerme la idea de que esto nunca ha ocurrido, alégrese, queda usted exonerado por ahora.

Después de guardar la grabadorita en uno de sus bolsillos con cremallera, me tomó por los hombros con ambas manos y mirándome a los ojos con pasmosa seguridad me susurró:

Ricurita no seas boba, entérate de una buena vez, estás ante un jaque mate y tienes solo dos alternativas, ó me despides ahora mismo, con todo el riesgo que eso significa para ti; ó haces lo que yo te ordene, para mantener este asunto en secreto.

Me corren escalofríos por todo el cuerpo, es asunto se va tornando cada vez mas peligroso y me doy cuenta que estoy ante un auténtico chantajista, aunque me siento segura de poder manejar la situación.

Me debato ante la terrible disyuntiva, luchar por mi dignidad y orgullo profesional sin interesarme las consecuencias; ó ceder sin preocuparme por la derrota ante un don nadie, después de todo dispongo de algún dinero que no me hace falta.

¿Cuanto quieres que te pague por esa grabación?, quise indagar.

Veo mamita que todavía no has entendido bien el asunto y como te noto un poco dudosa yo te voy a ayudar a decidir.

Incrédula aún, y ante mis desorbitados ojos, desliza con lentitud y seguridad el cierre del sucio mameluco azul que lleva puesto.

Baja la larga cremallera, casi desde el cuello que es donde cominza; hasta el final, que es donde siempre terminan las braguetas.

Libera los brazos y hombros de su indumentaria de trabajo y la deja caer sobre sus gastados botines de seguridad.

Debajo no lleva nada puesto, es decir quedó completamente desnudo.

Nunca me había esperado algo así, quedo muda, victima del factor sorpresa.

Era un negro aventajado y calentón, cuyos aires de dominio no me causan buena impresión.

Te va ha salir mas barato de lo que te imaginas, corazón, solo una chupadita y nada mas, total cuantas veces lo habrás hecho solo por placer; después una lavadita y nadie se dará cuenta.

Atrevidamente ante mis ojos, sin importarle su grosera desnudez, corría repetidamente el prepucio de su inmenso aparato aun colgajón, mientras ofendía mis sentidos con tales vulgaridades.

Como había perdido toda reacción, permanecía inmóvil frente a ese grotesco espectáculo sin atinar a nada.

Seguramente, cansado de esperar, me tomo con firmeza de un brazo y me forzó a ponerme de rodillas ante él, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.

Ahí me encontré totalmente desconcertada, cara a cara ante su tremenda genitalidad, le cuelga de entre las piernas un enorme cíclope africano, que parece observarme con su único ojo, amenazante se balancea con lentitud como un péndulo.

No obstante mis experiencias pasadas, nunca había estado frente a algo semejante, los esfínteres seme encogieron sin proponérmelo.

Ante mi inacción el negro siguió tomando iniciativas, esta vez, tirando de mi cabello con fuerza, para colocarme la punta de su tremenda tranca en la boca.

Parece el miembro de un equino, muy negra, lustrosa y aterciopelada, no tiene mal olor y en la punta le siento algo ligeramente salado y un poquito pegajoso; para mi estupor el garrote empieza a cobrar firmeza.

Ya, dijo, ¿qué estás esperando?, y violentamente forzó la entrada de medio garrote entre mis labios.

Mi lentitud de reacción, me colocó ante un hecho consumado.

No me siento del todo perdida, talvez me vea obligada a ese denigrante acto físico, pero mi espíritu se mantiene inmaculado y completamente al margen.

Muchas veces escuché decir que las meretrices entregan su cuerpo a los clientes, pero su alma solo al hombre que aman.

En las circunstancias en que me encuentro, me conviene pensar que si ellas son capaces de hacerlo yo también podré, después de todo, aunque de diferente especialidad y menor nivel jerárquico que el mío, ellas también son unas profesionales.

Al tiempo que especulaba con tales reflexiones, el negro aprovechado ya me había insertado un trozo adicional en la boca.

Yo moví y enrosque mi lengua en el alerón que circunscribe el glande, tan solo en mi afán de dejar en evidencia mi colaboración, con la esperanza de verme finalmente liberada del chantaje, total ya estoy sobre el caballo.

Que bien lames putita, se nota que lo estás disfrutando, ya ves que no es tan malo hacerlo, ni tan grave tu problema.

Quería expresarle mi indignación y protesta por su erróneo juicio, pero la boca llena me lo impidió.

A estas alturas el sinvergüenza tiene el miembro muy caliente y completamente duro, yo sin desearlo en lo mas mínimo, puedo notar con preocupación, que una impertinente babita se desliza por una de mis piernas.

A pesar de eso, descarto la posibilidad de que el malandrín fuese capaz de vulnerar mi férrea voluntad, estoy convencida que se trata solo de una reacción orgánica, justificada por mi prolongado período de abstinencia sexual.

Como intuyendo mis mas recónditas reacciones, el abusivo se sienta al filo de mi sofá y metiendo atrevidamente su manota en mi entrepiernas, se percata de la maldita humedad delatora.

Que rica mamita, ya estas sopita, pero te advierto que solo te meteré el muchacho si me ruegas.

Indignada, sacándome al muchacho (como el lo llamó) de la boca, repliqué:

Ni te hagas ilusiones, con lo que me has hecho ya cobraste mas que suficiente.

Se ríe burlonamente el maldito, que demuestra gran dominio en el manejo de situaciones a pesar de su corta edad, (yo le calculo no mas de diecinueve años, es decir como ocho menos que yo), y no deja de frotar con sus tremendos dedos mi intimidad, que a estas alturas la tengo completamente empapada.

Nuevamente me encuentro cara a cara con la versión negra de Polifemo, esta vez mas altivo y desafiante, completamente erecto, me dio miedo, un brillo perturbador le resplandece en la punta.

No demuestra tener intenciones de acabar, en cambio yo, para mi desgracia, me siento incapaz de refrenar un estrepitoso orgasmo que se me viene incontenible a fuerza de fricción dactilar.

Fue imposible, por mas que lo intenté, contener un leve gemido que me acompaño en el clímax, mi agitada respiración también me dejó al descubierto.

No vayas a suponer por un instante que lo he disfrutado, se trata solo de una reacción natural ante un estímulo mecánico y nada mas.

Está bien corazoncito, yo te creo, pero ahora sácate en calzoncito para chuparte tu conchita.

Eso jamás, no lo vas a lograr por nada de este mundo.

Nuevamente, me mostró su blanquísima dentadura a través de su burlona sonrisa que le da un aire de seductor ó de coitotécnico profesional, de esos que anuncian sus servicios por el periódico.

Tu quieres que yo sea justo contigo y tu no lo eres conmigo, tu has gozado bien rico chupándomela y ahora no me quieres dejar que te mame la zorrita. Ya déjate de tonterías que he sentido como se te ha parado la yemita de gusto y me ha provocado.

No le falta razón, lo que es justo es justo, pero no puedo reconocerlo ante el, intento replicar, pero en ese momento, mi frágil calzoncito es arrancado violentamente de mi cuerpo.

Con una habilidad digna de reconocer, me carga en vilo y me echa sobre la mesita decorada ubicada en una esquina de la oficina.

Separa mis piernas, mientras mi menuda faldita se escurre hacia abajo, dejando al descubierto y a su merced, mi suculento majar a punto de caramelo.

Sin dudarlo un instante, estampa su gruesa geta en mi anegada entrepiernas hasta hacerme suspirar, lame con destreza, succiona con maestría, es el mismísimo demonio de la tentación.

Al darse cuenta, me dice: Tienes el culito apretadito, parece que no lo has usado mucho.

Indignada le replico: ¿Me has creído una degenerada?, nunca haría algo contra natura.

Solo sonríe y continua haciendo alarde de sus destrezas génito orales.

Nunca me habían (como el dijo), mamado la zorrita en es forma, pero sus innegables habilidades no son argumento suficiente para doblegarme.

Con estupor tengo que reconocer ante mi fuero interno, cierta vulnerabilidad en mis defensas naturales.

El cada vez gana mas terreno en perjuicio de mi dominio, y yo no se cuando piensa detenerse.

Está a punto de sacarme otro orgasmo con la lengua, mas intenso que el anterior, ya no se como disimularlo y menos aún justificarlo.

A estas alturas su dominio es evidente, mis resistencias agobiadas por sus embates han ido sucumbiendo una tras otra hasta dejarme a punto del absoluto desamparo, yo no me he preparada para esto.

Córrete en mi boca nomás, que estás bien arrechita, no tengas temor que a mi me encanta sentirla llegar.

Sus palabras estimulan mi libido y se me viene, esta vez con convulsiones y con llanto, me resulta imposible contener los gemidos que acompasan mis contracciones vaginales, mientras sin darme cuenta tiro con fuerza de su ensortijada melena.

Muy bien lindurita, ya ves que rico, y todavía tenemos tiempo para seguir gozando hasta que regresen de almorzar.

Me toma fuertemente de ambas piernas y como a un papelito, me jala hacia fuera, hasta colocar mis nalgas casi al filo de la mesita.

¿Que piensas hacer?, canalla. Le pregunté.

Nada que tu no quieras madrecita, ya te he dicho que tu me lo tienes que pedir, es mas me lo tienes que implorar.

 

Lo dice muy seguro de si, y mientras tanto restriega su caliente cabezón en mi desconcertada y totalmente babosa rajita, como dándole brochazos.

Hace que me cuelgue de su musculoso cuello con ambas manos, para dejar ante mis sorprendidos ojos su malévolo jueguito.

Al ver, me parece imposible que semejante garrote negro pueda penetrar en mi pequeña cosita, por mas lista que esté.

Yo trato de disimular por todos los medios mi perturbado estado, pero el intruso quemando y completamente tieso ya ha asomado la cabezota.

Hurgando con ese su único ojo, entre mis enardecidos pliegues, con seguridad el cabezón ya ha podido constatar su calurosa bienvenida, debido al delator exceso de baba que se me chorrea.

Yo no he buscado lo que está ocurriendo, mas bien soy victima de una violación, así es que después de todo, no tengo por que sentirme tan culpable.

En tales circunstancias, estoy convencida que el picor que me traigo por dentro, solo se calmará empalándome y restregándome en el tremendo aparato que ahora tengo a mi disposición.

Trato de presionar con el cuerpo para no prolongar mas, lo que me parecía una inevitable penetración, pero el mal nacido lo impide haciendo el cuerpo para atrás, eliminando de esta forma la presión que yo ejercí.

Lo intento nuevamente, pero era por demás, el mal nacido se ha propuesto tercamente que le implore para que me lo meta, no pude menos que llorar de rabia e impotencia, al constatar que estoy ante mi mas contundente derrota.

Me juega a los latidos en la puerta del horno, su cabezón me quema y salta en mi cosita sin penetrarme, el contraste de colores y dimensiones es impresionante.

Mi sonrosada conchita ya está babenado y dilatada al máximo, pero parece incapaz de poder abarcar esa tremenda tranca negra.

Me arriesgo por el desenfreno: Ya, bueno, te pido que me la metas.

No, no, no, así no quiero, eso no es suficiente, todo el tiempo me has insultado y ni una sola palabrita cariñosa para mi.

Y procedió a chuparme los labios con tamaña geta, jugando con su legua dentro de mi boca y frotando con su cabezón entre mis pliegues vulvarios.

Su control también contrasta con mi agitación incontenible, mi respiración resopla con fuerza y no pude menos que, entre lagrimas implorarle la penetración.

Papi, negrito rico, cachero mío te lo imploro, si quieres de rodillas, pero no prolongues mas mi impaciente espera, métemela todita de una vez.

No se como me salieron esas palabras, pero que las dije, las dije, si bien entre lagrimas, pero las dije.

Pese sus dimensiones, se desliza suavemente dentro de mi hambrienta babosa, mas allá de mi intención original y lejos de lo que me había propuesto en un principio; me cuesta reconocer que su incursión se produjo con todas las facilidades del caso y con mi mas absoluta colaboración.

Me restriego como una viciosa insaciable con la tremenda tranca negra adentro, mi calentura ya no admite tregua algún y los orgasmos se me escurren uno tras otro en forma casi continua.

Ardorosas contracciones interiores agasajan al intruso, que con su soberbia me humilla sabiéndose dueño ahora no solo de mi cuerpo, sino también de mi alma, aunque siempre me negaré a admitirlo.

Sus acompasadas arremetidas desnudan mi fragilidad, mi profundo estado de conmoción me deja en absoluta evidencia, no puedo mas que reconocer que en tales circunstancias no tengo mas alternativa que ponerme a gozar como una loca.

Así es, ahora estoy gozando como nunca lo hubiera imaginado, mi trasero se resbala en el charco de lubricación vaginal que he chorreado sobre la mesa.

He logrado mi total saturación, ya no doy mas.

Papito damela rico y que me queme tu leche por dentro, yo también quiero sentirte gozar. No se como pude decirlo, pero me salió de adentro.

Te salvó la campana muñeca, ya va a ser hora que regrese el personal. Y me la sacó sin darla.

Todavía tengo para hoy deberes sagrados que cumplir y debo guardar semen para mas tarde, pero no te preocupes, te prometo que en la próxima te hago sentir mi chorro.

Herida y perpleja le contesto: Próxima, ninguna próxima, te aseguro que no habrá ninguna próxima vez.

Otra vez sonriente, mientras se acomoda el consabido mameluco me dice: Cuanto quieres perder que habrá otra y todas las que yo quiera, perrita, ..... a partir de hoy te nombro oficialmente mi puta de cabecera.

No te voy a aceptar ninguna apuesta, ya dame la grabación, cumple con tu palabra que yo ya cumplí con mi parte.

Sin mas palabra, saca un minúsculo magneto del aparatito y me lo entrega.

Lo recibo rebosante de felicidad, en ese momento siento que mi terrible pesadilla por fin ha terminado.

Ávida por cerciorarme, reviso el pequeño objeto, en tanto Valerio manipulaba en el ángulo opuesto al de los acontecimientos, algo que parecía un visor.

Que estas haciendo ahora, que esperas para marcharte de una vez.

Si ricurita ya me voy, no te sulfures tanto, solo estoy retirando nuestra filmación de la cámara oculta; espero que hayamos salido bien en la película, de repente nos contratan para algunas pornos.

Se dispone a salir pero me abalanzo sobre él con la idea de eliminar tan devastadora prueba, pero sin éxito, su fuerza es muy superior a la mía y nuevamente resulta victorioso.

Después de guardar mi calzoncito hecho tiras en un bolsillo, se retira con su trofeo de guerra, como si nada hubiese pasado.

Me deja tendida sobre la alfombra llorando, de nuevo derrotada y sin idea de cómo resolver el tremendo problemón en que ahora estoy metida.

Ya en el baño tratando de recomponerme un poco, pienso en una contra ofensiva contundente, pero a la vez reconozco que yo nunca hubiera podido ser una buena puta.

Me he propuesto fortalecer mi autocontrol para dominar situaciones de esta naturaleza, como especialista en recursos humanos y ciencias del comportamiento, no me cabe duda que la exposición a este tipo de vivencias, me permitirá adquirir la habilidad requerida.

 

OCTOPUSI 10/05/04