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Depravada (2)

en Amor filial

DEPRAVADA (Segunda parte)

Mi depravación total. No me bastó mi hijo mayor y acabé esclavizada y sodomizada por el menorcito, que resultó corregido y aumentado.

Viene de: DEPRAVADA (Primera parte)

Nos acomodamos en posición de cabalgadura, yo montada sobre Sebastián, mi jijo mayor, insertada hasta el tope pero con todo el control y dominio de la acción, inicio rotando suavemente la cintura en torno a su miembro erecto, como recobrando aliento, la estimulación me enardece nuevamente, mi furor se ve reflejado en la cadencia de mis movimientos, parece que Sebastián ya no puede retardar mas la eyaculación, yo comienzo a acelerar para no quedarme, dejo de trotar e inicio un galope desbocado, a toda rienda, los gritos de gozo acompañan el estallido, ambos hemos iniciado la ida sin retorno; ¡demonios!, ante mis ojos aparece el petrificado rostro de Nilo, mi hijo menor, nos ha sorprendido in fraganti, no podemos detenernos, Nilo se retira presuroso y contrariado. Orgasmos simultáneos, los logramos al unísono, Sebastián no se enteró de lo ocurrido y ha gozado a pierna suelta, casi tanto como yo. Nilo debe haber creído que yo estaba forzando a su hermano mayor, por la forma en que me vio montarlo.

Después tuve que poner a Sebastián sobre aviso de lo ocurrido, él no lo podía creer, no sabía que hacer ni que cara poner frente a su hermano menor, le pedí que dejara el asunto en mis manos, que yo trataría de solucionar este asunto en la mejor forma posible. Sebastián solo me pidió que de ninguna manera le concediera a su hermano los privilegios sexuales que él disfruta, le contesté que como estaban las cosas, nada podía garantizarle.

Esa noche Nilo se encerró en su habitación y no quiso hablar con nadie, muy preocupada por la situación me pasé casi toda la noche en vela pensando como solucionar tan complejo problema. Hora del desayuno y nada, Nilo no baja, sigue en su dormitorio, sin embargo Sebastián desayuna rápido y se retira presuroso a su centro de estudios, evitando darle cara al hermano. Después de mucho insistirle me permitió entrar a su dormitorio, se encontraba acostado, pálido y ojeroso, con el seño fruncido y la mirada fija y acusadora, con una actitud impávida, parece que tampoco ha dormido y se ha desvelado pensando el mismo asunto. Sin embargo, su prematuro regreso a casa y el consiguiente descubrimiento de mi relación incestuosa con su hermano, lo justificó pretextando que un inevitable entredicho con el padre de la quinceañera, lo obligó a retirarse prematuramente de la fiesta.

Restándole importancia al tema, me dijo que él no tendría reparo en suicidarse, que ya lo había pensado y que prefería no seguir viviendo a ser rechazado por su propia familia. Sus palabras me conmovieron en extremo y le imploré perdón. Manteniendo su rostro impenetrable me dijo que las aberraciones que habíamos cometido no se podían expiar tan fácilmente, que no era suficiente pedir perdón, que tendríamos que sufrir un castigo disciplinante, si no en esta, de todas maneras en la otra vida, que de otra forma no nos perdonaría y que nos esperaría en el mas allá para regocijarse con nuestro castigo. Sus palabras me preocuparon extremadamente, si las estaba diciendo en serio, su cordura resultaba dudosa y eso le daba sentido a la posibilidad del suicidio. Solo de pensar en esa terrible alternativa, me llenaba de pavor y entre lágrimas me vi forzada a suplicarle que sea él quien me aplique la sanción. Por cualquier medio quería evitar que insistiera en eso de "el mas allá". En un principio se negó a ser mi verdugo aunque no con mucha convicción, eso me alentó a seguir insistiendo, asegurándole que estaba dispuesta a recibir la punición de sus propias manos. Luego de aparentar meditación aceptó la tarea, basando su decisión en que me lo merecía, que lo tenía bien ganado y que había hecho lo suficiente como para recibir un severo correctivo. De inmediato se propuso formalizar el acuerdo, reunió una serie de cuerdas, pasadores y todo lo que consideró apropiado y con un desparpajo pasmoso, ató mis manos fuertemente a la cabecera de la cama, enseguida unió varias cuerdas formando una tira larga, enlazó un extremo a uno de mis tobillos, pasó el otro extremo por debajo de la cama y lo alcanzó por el lado opuesto y luego lo ató a mi otro tobillo, quedando completamente separados y firmemente asegurados, yo resultaba de rodillas sobre el colchón con las piernas abiertas y mirando hacia la cabecera. Toda la operación la realizó en silencio hasta que logró tenerme a su merced. Desde ese momento, como si lo hubiese planeado maquiavélicamente, sin dudarlo, calzó sus relucientes botas de equitación de alta caña y ruidosas espuelas que logran intimidarme severamente con su sonido metálico. Así caracterizado, empezó su perorata conminándome con un listoncillo de madera en la mano.

Depravada ¿no?, gozando como una perra con tu propio hijo.

Y conjuntamente a su arenga, se escucha el chasquido de un palmetazo en una de mis nalgas, arrancándome un sorpresivo gritito; luego con violencia rompe de un tirón, una manga del camisón que llevo puesto. Trato de protestar, pero mi voz es acallada con un intencional estallido metálico de las espuelas, con la finalidad de amedrentarme. En el fondo de mi corazón reconozco que tengo bien ganada la paliza, pero me parece desmedida cuando imagino el rodaje giratorio de las espuelas incrustando y desangrando la delicada piel de mis glúteos.

Y bien rico te lo montabas y le movías el culo, madre corrompida y perversa.

Y nuevamente un chasquido similar, esta vez en la otra nalga, otro gritito e inmediatamente el violento jalón de camisón, que ya estaba quedando hecho jirones. Los palmetazos dolían cada vez menos, en cambio mi sensibilidad erógena iba en aumento, lo que convertía al acto de contrición en un estimulo más que llevadero, aunque algo intimidatorio.

Degenerada, habiendo tantos hombres para fornicar, tú eliges a tu propio hijo, tus actos tienen que ser aberrantes para que te chorrees por entre las piernas.

Y continúan los palmetazos y otra pieza de tela del camisón afuera, y de mi parte el gritito de rigor. Levanto la mirada para ver el rostro de mi verdugo y sí que lo estaba disfrutando. Ahora se había quitado la chaqueta y tenía puesto solo el short del pijama y las impresionantes botas de montar. Con claridad se podía apreciar que estaba gozando lascivamente del rito ceremonial.

Terminó de sacarme lo que quedaba del camisón y quedé con los senos descubiertos, a estas alturas, todo mi vestuario consistía en una pequeña tanguita. De inmediato se puso a jugar con mis senos y pudo constatar que el correctivo no me había resultado del todo escarmentador, cuando apretó mis pezones los sintió duros y calientes. Una fuerte nalgada me hizo sacudir el trasero.

Y ahora te calientas con tu hijito menor, ya tienes los pezones duros, seguro que también quieres corromper al menorcito, puta mañosa.

Efectivamente el acto de contrición, cuyo supuesto fin purificador consistía en expiar mis culpas, estaba resultando muy erógeno, no solo para Nilo que ya es incapaz de ocultar su estado de erección, sino también par mí, que sentía el rito como un salvoconducto para la perversión, es decir, algo así como: "goce ahora y pague después" y sí el precio consiste en soportar unos sobresaltos y los estimulantes golpecitos, terminaría convirtiéndome en pecadora contumaz. La actitud dominante de Nilo y el furor genital que dejaba en evidencia, me resultaba lascivo y contagioso, estaba asumiendo su rol a la perfección y sin proponérmelo, mi patética complicidad resultaba más que evidente.

Ya intuía como continuaría el rito, de solo pensar que el siguiente paso consistiría en romperme la tanguita, me tenía escurriéndome de entre las piernas y no encontraba forma de evitarlo. Sabía perfectamente lo que proseguía después de constatar mi lubricidad vaginal al romperme la tanguita; anticiparme a esa consecuencia es lo que me ponía tan sensitiva.

Y ahora te obligaré a exhibir tu pecaminosa genitalidad, causante de tu morbosa conducta, muestra sinvergüenza el manadero que traes escondido entre las piernas.

Viene el infalible palmetazo, mi gritito de acompañamiento y el tirón que arranca de mi cuerpo la pequeña prenda, tal como lo esperaba. Hurga entre mis piernas y pone ante mis ojos la mano cargada de lubricación vaginal, que rebosa por entre sus dedos y me dice:

Mira perra viciosa, como vas a explicarlo ahora, sería ridículo que negaras tu intensión de pervertir a tu menorcito.

Bajándose de un tirón la única prenda de género que lo cubría, hace saltar hacia arriba su erección y me aplica rigor con mas violencia; esta vez fueron como una docena de palmetazos en las nalgas, sobre la carne desnuda y con cada golpe me hacía empinar el trasero y su miembro se sacudía siguiendo la cadencia de cada aplicación.

Mi Nilo también dispone de un respetable miembro no obstante su corta edad, parece que la programación genética ha jugado un buen papel. No lo tiene del color de mi preferencia, pero sin ser prieto luce muy buenas dimensiones; no tan cabezón como el de su hermano, pero con la forma prescrita para la copulación anal, por que es de esos que dan placer, con la ventaja de no producir dolor.

La farsa disciplinaria había logrado estimulantes efectos, por lo que tengo a la vista, mi hijito está totalmente preparado para el asalto y yo mucho mas dispuesta de lo que me hubiese podido imaginar, ahora solo espero que dé inicio a la copulación. Pero esta vez creo que me equivoqué, parece que tiene pensado prolongar un poco más mi placentero suplicio.

Anda ahora pídele a tu pequeño que él también te la meta, anda, ahora debes corromperme a mi, yo soy el único que falta, tus instintos perversos te brotan a borbotones y ahora tu mayor deseo es tener ésta adentro.

Me dijo eso mientras me mostraba el miembro sacudiéndolo, luego vinieron los varazos en el trasero y yo pidiéndole sin palabras que me de sexo, mis orificios se deshacen en palpitaciones, exigiendo atención y yo llorando histéricamente, no de dolor sino por la martirizante espera. Me convenzo que es un avezado, colocado detrás de mi ha puesto la punta del miembro en la entrada de mi rebosante vagina, resistiéndose a penetrar el orificio, la frota de ida y vuelta presionando toda la longitud de la abertura, luego me pega una fuerte palmada en las inflamadas nalgas y continúa:

Vamos, que esperas, pide que te lo meta, se que no soportarás mucho tiempo sin pedírmelo, de todas maneras lo vas a hacer, así es que mejor acorta tu tormento.

Así como estábamos, empiné un poco el trasero en un intento por separar los labios vulvares, con la intención de que su órgano genital resbale hacia adentro, favorecido por la abundancia de líquido disponible; al no conseguirlo, le pedí:

Papi ya, flaquito lindo, ahí nomás empuja un poquito y métemelo.

Lejos de obedecer, para mi asombro respondió:

¡No! eso jamás, por ahí he sido parido, yo sería incapaz de profanar mi prenatal aposento, allá mi hermano, si no tiene escrúpulos en hacerlo, pero yo ¡no! y punto.

Sin embargo, aprovechando mi lubricidad, me daba un suculento masaje anal con los dedos embebidos, preparándome ese orificio para la penetración; mientras lo hacía, mi pequeña embocadura quería comerle los dedos de impaciencia.

Semiacuclillado detrás mío, con sus intimidatorias espuelas muy próximas a mi piel y el cuero de las botas en contacto con la parte externa de mis muslos, colocó certeramente la punta y empujó, no pude aguantar a que termine de penetrarme, en el tramite nomás, me vino el orgasmo que tenía latente desde hacía un buen rato, la carencia de dolor y la sorprendente pericia demostrada al hacerlo, precipitaron mi placer, ahora si me sentía una depravada titulada, mi amancebamiento incestuoso con ambos hijos y de tan corta edad, no admite atenuante alguno, yo soy la única responsable de la perversión y como tal estoy dispuesta a asumir todas las consecuencias, tanto las punitivas como las deliciosas.

Nilo sin intenciones de eyacular sigue dándome por el ano, ahora estoy asumiendo una de las consecuencias deliciosas, ambos lo disfrutamos en esta forma, más que con cualquier otra. Mientras me cabalga al trote suavemente, me juega el clítoris con los dedos y por momentos me estruja los pezones, ya tendré oportunidad para preguntarle como así sabe tanto. También me desespera la caricia oral que tan hábilmente me hace en cuello y orejas, este muchacho demuestra exceso de maña y pericia para la edad que tiene. Por momentos me da fuertes palmadas en el nacimiento de las nalgas y me insulta para estimularme el morbo, definitivamente es un copulador experimentado y nadie me va a sacar eso de la cabeza. Cambia el ritmo e inicia el galope y me pide que acabe con él, yo me esmero y también giro las caderas vigorosamente en torno al erecto falo introducido, ahora ya no es galope, son violentos sacudones que simulan aplausos de la carne, empiezan los fuertes estertores, me parece que mis experimentados músculos anales en sus fuertes contracciones van a maltratar el miembro de mi hijito, sin embargo él también lo pulsa provocándome placer, me sigue el compás con los dedos en el clítoris y me saca un opulento orgasmo como hace tiempo no tenía, con gritos, con llanto con estertores y él no ha terminado, solo me lo ha hecho creer para sacarme ventaja y deleitarse concientemente de mi estrepitoso regodeo. Definitivamente es un copulador curtido, con especialización en traseros. Retira de mi orificio gran parte de su instrumento sexual, dejando en el interior un poquito mas que la cabeza, menea suavecito, me sopla la nuca y me da palmaditas en la espalda como dándome aliento, me permite tiempo para reponerme y tomar un segundo aire, empiezo a ponerme briosa nuevamente y él lo nota cuando le paro el culo, profundiza la penetración y luego castiga con rudeza. Reinicia su motivador aliento con los peores insultos: perra, depravada, viciosa, libertina y otras de mayor calibre, todas llenas de pasión y afecto, por tanto muy estimulantes. Una vez repuesta, exige con violencia mi respuesta, su rigor me enciende y me siento completamente domada y perfectamente cabalgada, es una monta recia y exigente, él me impone la cadencia que desea en el momento que lo considera conveniente, ahora me tiene de yegua, pero estoy dispuesta a ser su perra si me lo pide tan apasionadamente, como ahora. Que rico cabalga esta criatura, que bien juega con mis puntos erógenos más sensibles y como me pudre el cerebro, magistral en todo su juego, desde ahora lo elijo mi engreído, estoy dispuesta a darle todo lo que me pida.

Con su procedimiento me hizo terminar varias veces y por fin después de haberme dejado mas que satisfecha, se animó a regarme por dentro con un caudal interminable de semen tierno, gozó intensamente y después de liberarme las amarras me pidió la exclusividad de mi orificio anal, me autorizó a hacer lo que quisiera con el órgano genital, pero me aseguró que no estaba dispuesto a compartir con nadie mi trasero. Estoy segura que mi Sebastián sabrá comprender las exigencias de su hermano y mostrará disposición para un pacífico reparto, después de todo se trata del cuerpo de su progenitora y no el de cualquier extraña. También se tendrá que adaptar al exótico estilo de Nilo, para que cuando tomen confianza, podamos copular en trío. Me encelo con tan solo pensar en la doble penetración simultánea a la que seré sometida, seguramente en un ceremonial intimidatorio y lascivo, en el que querrán demostrarme todo su dominio y poderío y también me produce mucho morbo imaginar mi deleite al ponerlo en blanco y negro, es decir cuando a solas reviva lo ocurrido para plasmarlo en un relato. Ya encontraré la manera de armonizar las formas de actuar, pero estoy segura que llegarán a complementarse a la perfección, para hacer gozar a la mamita.

Se que ambos son muy tercos y que ninguno cederá, Sebastián se siente dueño desde la vulva hasta la matriz y está decidido a defender su dominio, Nilo no admite discusión, ha dispuesto mi trasero para él solo; estos chicos no me dejan mas alternativa, ante la imposibilidad de hacerlos compartir, tendré que limitarme a repartir, reservando para cada cual lo que pretende según su especialidad. Trataré de honrar la custodia encomendada, lo simplifica la pericia de cada cual, no tengo reparo en declarar mi intención de esmero, pero eso si advierto desde ahora, que por lo apetente de mi estado, no me siento apta para garantizarles exclusividad.

Por ahora ya logré convencer a Nilo que no es necesario atarme durante nuestros ritos voluptuosos, le he demostrado que soy capaz de someterme de buena gana al castigo y disfrutar de su rigor.

Por fin obtuve la verdadera razón por la que Nilo salió prematuramente de la fiesta de quince años. El padre de la dueña del santo, a pesar de estar separado de su esposa, fue quien lo echó de la fiesta al enterarse que mi muchacho vivía encamado con su ex mujer. La quinceañera no puede haber sido la delatora, al contrario ella se beneficia siendo encubridora, por que al mantenerle el secreto a su madre, logra a cambio absoluta libertad para hacer lo que le viene en gana. Esta revelación también me ayuda a desentrañar de donde obtuvo mi flaquito la experiencia sexual demostrada, esa buena señora debe ser una gran maestra en la cama y una didáctica analista especializada ó a lo mejor, talvez, una "anal - lista" consumada.

OCTOPUSI.