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Rafi... ¡edipo obsesivo compulsivo! (1)

en Amor filial

RAFI………….¡EDIPO OBSESIVO COMPULSIVO! (Primera parte)

Caso clínico, pasión morbosa, relación aberrante, ¿deseo reprimido?

 

Ya no se que hacer con este muchacho de mierda, me tiene metida entre ceja y ceja, me asedia día y noche y no me quita de encima la mirada de bobo. ¡Ay!............, me pone al borde de la crisis nerviosa.

Rafi, como le decimos en casa a Rafael, es mi único hijo y mi adoración, está por cumplir los veinte años, es emprendedor, deportista y seductor, pero el problema está en que últimamente ha optado por quedarse en casa, mostrando desinterés por sus amiguitas y descuidando sus obligaciones.

Esta dolencia no es nueva, viene de mucho tiempo atrás. Típico "Edipo obsesivo compulsivo", diagnosticó la psicóloga. Desde niño ha vivido obsesionado con la idea que de grande se casará conmigo, de púber frecuentemente "almidonaba" las sábanas con sus poluciones nocturnas, debido a los lúbricos sueños con mamá; en cambió, con el padre solo tiene pesadillas, celos y agresividad, sobre todo al sentirse desplazado. Esos son síntomas inequívocos, aseguró la doctora.

Me aconsejó mostrarme normalmente cariñosa y en todo caso, bastante más comprensiva. A Alberto, mi marido, le recomendó evitar autoritarismos que dificulten la necesaria identificación con el padre y que ambos debíamos continuar tan afectivos y unidos como siempre. La mejor ayuda que pueden darle, nos dijo, es brindarle amor, paciencia, comprensión y el necesario consuelo cuando sus contradicciones lo agobien.

Hemos seguido todas las pautas al pie de la letra. Alberto también ha puesto mucho de su parte, a pesar de su carácter, pero Rafi se siente capaz de retarlo y me dice que a la primera oportunidad que tenga le dará su merecido, preocupante situación que trato de evitar a toda costa.

Otro tema son los celos de mi marido, no es ajeno a las tentativas de seducción de Rafi, como consecuencia de la atracción morbosa que siente por mí. Tampoco puede olvidar que siendo mi profesor de secundaria, me embarazó cuando recién cumplía los dieciséis, ni que a pesar de mi corta edad en ese entonces, ya había tenido algunas experiencias sexuales antes de estar con él. No obstante, le subyuga mi apasionado temperamento y siente orgullo de ser marido de una mujer hermosa.

Toda la vida he tenido a Rafi muy consentido, es mi hijo único y es lo que mas quiero en esta vida, él siempre ha sido muy meloso conmigo, cuando no está buscando oportunidades para verme "en carnes", se está ingeniando para tener aproximaciones exageradas y lograr contacto con mi piel. Últimamente he tratado de evitar la costumbre de darnos besos en la boca y de eludir los "juegos de manos" que podía controlar cuando era chico, aunque siempre termina banqueteándose con mis pezones y esmerándose por demostrarme con pulsaciones genitales, que su miembro viril tiene vida propia. Más de una vez hemos terminado los jueguitos, él con el pantalón "almidonado" y yo, para ser justa debo reconocer, con las bragas "almibaradas". Desde que he tomado medidas para mantenerlo a raya, violando algunas recomendaciones médicas, es que Rafi anda taciturno, desanimado y contemplativo; por supuesto que yo me hago la tontita, solo reacciono cuando se pone cachondo y empieza con sus audaces embestidas.

Nos hemos levantado tarde, ya está servido el desayuno, son más de las diez de la mañana, estamos recién bañados y con ropa ligerita, hace calor. Mi marido a la cabecera y su maldita costumbre de leer el dominical mientras come y yo frente a él. Rafi como siempre al lateral, de espaldas a la ventana que da al jardín, ubicado muy cerca de mi y lo mas distante posible de su padre, típica mañana dominical.

Rafi, recién afeitado, bien acicalado y mas perfumadito que de costumbre. Me ha puesto otra mirada, ha cambiado la de "carnero degollado" por la de seductor y me sonríe como si estuviese tratando de conquistarme, yo pienso ¿Quien irá ha ser la afortunada que logre conquistarlo?, es tan buenmozo, tan viril, es una criatura adorable, me siento orgullosa de ser su madre.

De pronto siento su caliente mano en uno de mis muslos, por debajo del vestido, piel con piel, trato de contener la agitación producto de la sorpresa. Me está mirando retadoramente a los ojos, lame lascivamente su labio inferior y poniendo su voz mas grave, como sabe modularla cuando se hace el interesante, me dice:

Mamita estás encantadora, no existe mujer mas hermosa que tú.

Su padre carraspea y sacude nerviosamente el periódico que le mantiene la cara oculta, yo sin querer me sonrojo como una estúpida y trato de retirar la pierna sin conseguirlo, sus manos son muy fuertes y grandes. Me clava la mirada y mordiéndose el labio inferior absorbe un poco de aire, haciendo el ruido característico de succión y relamiéndose cínicamente, me dice.

¿Que ocurre belleza, acaso no vas ha corresponder mi piropo?

Yo lo que realmente quería era putearlo para que me soltara la pierna y se dejara de estupideces, pero tuve que contenerme para evitar el temido encontrón. No pude dejar de ser sarcástica, sin importarme que esté en tratamiento psiquiátrico y le contesté, procurando poner tono burlón.

Como no caballero…..., es usted casi tan buenmozo que su padre.

Bastó lo dicho, cambió de expresión, subió la mano sobre la mesa y optó por tomar desayuno en silencio. Tuve remordimientos de conciencia, lo hice sabiendo que actuaba en contra de lo prescrito por la psicóloga y que podía afectar su condición, pero tenía que hacer algo para contenerlo.

Momentos más tarde Alberto fue al club a jugar un partido de tenis, yo me alistaba para ir a misa. Rafi hace su aparición con nuevos bríos, con su polito manga cero, luciendo la musculatura y con su mirada matadora. Me toma de la cintura con ambas manos y acercándose a mi, más de lo necesario, me reclama:

¿Por qué eres cruel conmigo………….., por que te burlas de mi?, si bien sabes que te amo y que estoy loco perdido por ti.

La verdad, sentí miedo, lo noté tan decidido que no supe como actuar, por fin reaccioné y tratando de apartarme de su lado, le respondí:

Por Dios niño ¿Qué ocurre con tu cordura?, acaso no comprendes que es una falta de respeto hablarle de esa forma a tu madre.

Lejos de conseguir alejarlo, rodeó mi talle con ambos brazos y me pegó a su cuerpo, el muchachito del demonio se traía una erección inocultable, me la colocó centrada entre las piernas y con la respiración alterada me dijo:

Ya no soy ningún niño mamá, ¿Acaso no te das cuenta que estoy locamente enamorado de ti?.........., ¡te amo y quiero que me ames!

Yo hacía esfuerzos sobrehumanos por tratar de separarme de su erección, pero mi intento solo servía para dar fricción a aquel pecaminoso contacto. Trataba de evitar que note mi perturbado estado, pero él proseguía en sus avances, posó sus labios sobre los míos, acallando mis palabras. Me comía la boca y trataba de meterme la lengua, en el intento lo invadieron violentos estertores, mientras el miembro le pulsaba incontrolable, luego se fue laxando hasta soltarme.

Enseguida se retiró con dirección a su recámara, al irse pude notar que lo hacía entre sollozos y con una gran mancha de humedad en el pantalón, el corazón me quería estallar, hasta cuando seguirá todo esto, no sabía que medidas tomar, tenía miedo de cometer errores y empeorar las cosas. Para colmo, la agresión logró perturbarme, luego pude comprobar con la yema de los dedos, el fluido vaginal que me había provocado la picante situación.

Rafi se encerró en su habitación por el resto del día, dijo sentirse mal y no quiso hablar con nadie. Después del almuerzo le pedí a mi marido que me llevara a un hostal para estar a solas, claro que le agradó la idea y nos quedamos allí casi toda la tarde. Sin saber como y sin ningún mérito propio, Alberto se benefició con un de los mejores polvos de los últimos quince años, yo me sentía de lo mas lasciva y no negaré que su voz y el parecido físico con Rafi, ayudó mucho. Mi hijo sin querer, había concedido todo el beneficio de la faena a su supuesto peor enemigo.

No obstante mis remordimientos, por haberle sacado placentero provecho a la situación, me atormentaba una disyuntiva: contarle ó no contarle al padre, acerca de lo ocurrido. Finalmente decidí callar para bien ó para mal, por que estaba segura que destapar el asunto acarrearía consecuencias desastrosas para la familia, talvez con violencia y con el riesgo de perder a uno de los dos. Quiero a ambos, claro que de modo diferente, pero, ¿Como justificar ante Rafi mi silencio? y ¿Como controlar su fogosidad yo sola, de aquí en adelante?, esa es la parte complicada de la decisión.

Nuestro próximo encuentro fue al día siguiente, su padre ya se había retirado a su bufete y Rafi no quería salir de casa. Yo trataba de eludirlo, me sentía muy insegura, no sabía como enfrentar la situación. No pude evitarlo, entró a mi recámara y me increpó por haberlo abandonado todo el domingo, luego se acercó y me besó tiernamente en la frente y me dio su perdón, es un chico tan desconcertante, que me deja sin piso.

Al notarlo tan calmado, pensé que era el momento oportuno para aclarar algunos puntos y le dije:

Rafito……….., corazón, comprende que soy tu madre y debes dejar de hablarme como a cualquier mujer, tu eres tan apuesto y tienes tantas chicas que se mueren por ti, escoge a la que mas te guste y enamórate de ella, abandona esa inclinación pecaminosa que solo conduce a problemas familiares, te lo imploro, hazlo por mí.

Se me acercó, me abrazó con dulzura, apoyó su cabeza en mi hombro y con voz grave y decidida me dijo:

Que equivocada estás reina mía, no te cambiaría ni por todas las mujeres del mundo, tú eres mi adoración, la mujer que enciende mi flama, eres la que hace hervir mi sangre de pasión y se muy bien que nunca podré renunciar a tu amor.

Con ternura, sin emplear la fuerza, empezó a recorrer suavemente sus labios por mi cuello, detrás de las orejas, en las mejillas, en mis ojos, luego en la boca. Yo no quería iniciar el forcejeo, pero ya se estaba propasando nuevamente, el bulto de su pantalón se hacía más notorio cada vez, su respiración se iba agitando y su lengua comenzaba a juguetear entre mis labios. Yo recordaba el manantial que había provocado entre mis piernas con sus caricias el día anterior y eso me alteraba la respiración de manera inevitable, sentía cierta culpa por haber gozado con su padre habiéndolo usado a él como mi fantasía erótica, sentía pánico que notara mi excitación y me creyera vulnerable, no podía permitir que esto continuara un instante más. No se como, atiné a decirle:

Rafi……., hijito, me estas forzando…….., me estás obligando, date cuenta que no quiero.

Reinita mía, tus labios dicen cosas muy distintas a las que manifiesta tu carne, dime ¿Acaso no te siento palpitar, acaso no disfruto de tu alterada respiración, acaso piensas que no percibo tu olor a hembra enardecida?

Me puse a llorar, me sentía indefensa, él no estaba del todo equivocado, pero no se lo podía admitir. Mi moral, las creencias inculcadas, todo el mundo en contra, pero la pasión no admite tales argumentos. Sentía humedad entre las piernas, su ardor había logrado contaminarme, nunca antes me habían hecho sentir tan deseada. Conseguí sobreponerme y le contesté entre sollozos:

Te equivocas niño, eres un iluso, ¿Como crees que una madre podría confundir sus sentimientos tan fácilmente?, no te das cuenta que mi alteración es por causa de tu atrevimiento.

¿S텅……., estas segura?, y entonces por que se lo ocultas a tu marido, me gustaría que trate de defenderte para sacarlo de una vez por todas de mi camino y poder hacerte mía sin que nadie se interponga.

Su reto me atemorizo y me hizo llorar nuevamente. Pero la lujuria seguía su curso y Rafi me tenía dominada por la fuerza y mi resistencia era cada vez menor. Ya se había ingeniado acceso a uno de mis pezones que lo mamaba con delirio, su duro miembro muy bien localizado hurgaba entre mis piernas, sus manos jugueteaban con mis nalgas, yo apretaba el culo contra la pared, para evitar contacto de sus dedos con mi acusadora lubricidad. El desenlace parecía inminente, algo dramático debía hacer para impedir que me desenmascare. Tratando de dar firmeza a mi voz, le dije:

Muy bien valentón, si eso es lo que quieres, ahora mismo se lo contaré a tu padre y te las tendrás que ver con él.

Que bueno, te reto a que lo hagas, es precisamente lo que yo quiero para que se defina esta situación de una vez por todas y te quedes con el mejor, en esta casa va sobrando uno de los dos.

Dijo esto soltándome y permitiéndome tomar el control nuevamente, puse cara de molesta, le di una cachetada simbólica y le ordené salir de mi recámara hasta que definiera jerarquías con su padre. Se retiró, asegurando que él saldría vencedor. Yo aproveche el momento para cerrar la puerta y quedarme sola; al conseguirlo, presurosa y emocionada precipité con la yema de mis dedos, un orgasmo contenido, que en su presencia hubiera resultado imposible disimular. Mis pantaletas estaban empapadas y mi rostro teñía su avergüenza, con patético rubor.

Esperé que la tormenta se calmara, tenía muy en claro que debía evitar un enfrentamiento entre ellos, pero no podía darme el lujo de quedar desguarnecida ante los ojos de mi hijo. Solo podía postergar el anunciado duelo, le pedí paciencia y le ofrecí hacerle una pequeña reunión en casa para celebrar su cumpleaños, terminé por convencerlo, finalmente aceptó la postergación y mis tensiones quedaron diferidas por un lapso prudencial.

Gran algarabía, bullicio, viandas, copas, música, baile, todo es alegría, muchos prefieren el ritmo movido. Rafi hoy entra a la base dos, todo un hombre y que irresistible, se pavonea como los machos del reino animal que buscan aparearse, las hembras acuden a su cautivador llamado dispuestas a entregarse para mejorar la especie, es un sol, el centro de atracción y parece que solo tendría que estirar la mano para coger la "presa" que mas le apetezca, pero………,¡No!, él tiene ojos solo para mí, el quiere nada mas que conmigo, soy la única que lo enciende,……. ¿por que carajo, me tuvo que pasar esto a mí?

Inoportuno y jodido como siempre, espera verme conversando con su padre, para poner "Que tal te va sin mí" e interrumpirnos para sacarme a bailar, los muchachos prefieren otro ritmo, solo tres parejas nos secundan con la pieza, muchos ojos pendientes del homenajeado. Me envuelve entre sus brazos, baila pegadito y me dice al oído:

Estás bella, eres la señora universo, la diosa de mis sueños.

Siento que todos nos observan, correspondo las miradas con una cínica sonrisa, tratando de disimular hipócritamente lo que nos viene ocurriendo entre las piernas, el bulto tieso y caliente lo tiene certeramente apuntalado, el lento compás de la canción se encarga de la cadencia de nuestras caderas, la fricción cumple su rol, la situación es por demás excitante y perturbadora, nuestros sexos en lúbricos latidos, mi rostro expresando forzada simulación. Él con gran cinismo mirando a las "graderías" con una sonrisa de inocencia, como si nada estuviese ocurriendo ahí abajo.

Como te siento mi adoración, quemas como nunca y te delata el corazón. – Me susurró al oído.

No seas sinvergüenza, disimula que nos miran. – Le dije con energía, pero manteniendo el gesto teatral.

Si no me dices que te gusta y que me estas gozando como loca, haré que todos noten lo que ocurre aquí abajo. – Me dijo, provocando una intencional y descarada pulsación genital.

La verdad me tenía sumamente excitada, hasta el ano me latía, pero solo me quedaba la opción de interpretar correctamente mi papel de buena madre, en esta escena de lasciva y de soterrada complicidad. No podía dejarlo bailando solo, le hubiera resultado imposible disimular el "bulto" ante la atenta concurrencia, solo me quedaba sobrellevar en armonía esta sazonada situación. Y le contesté restándole importancia al asunto:

Ya oye, déjate de tonterías y baila bien.

Este chico parece un chantajista profesional, sabe cuando tiene la "sartén por el mango" y es cuando golpea. Se ganaba unas refregadas de genitales conmigo, que me hacían sentirlo como si estuviéramos bailando desnudos, no conforme con eso, seguía ejerciendo presión para pegarse mas; yo trababa de hacer lo contrario, pero discretamente, como para que nadie note el forcejeo. Y el sinvergüenza notando mi apuro, me dice quedito al oído:

Entonces, no pares el culito por que te me alejas, mejor pégate y separa un poquito mas las piernas para que me sientas rico.

Un minuto más y seguro que me saca el polvo, sentía que algo me chorreaba entre las piernas, no podía esperar a que terminara la canción y que al separarnos todo el mundo confirmara sus sospechas, tampoco soportaría una pieza mas sin estallar en el orgasmo y eso sería peor, por que no había forma de que él no lo notara. Tenía que enfriarlo de alguna manera y se me ocurrió decirle con sarcasmo:

Cómo no hijito………., si eso es lo que quieres, te diré lo que deseas oír: "Me gusta mucho y estoy gozando como loca", ¿Ya? ¿Estas contento?, ¡cobarde extorsionador! – Se lo dije haciendo de "tripas corazón", para poder controlar mi calentura y fingir un tono burlón, que me permitió lograr muy buenos resultados.

Tan pronto escuchó mis palabras, sentí el efecto causado en su armamento viril, empezó a perder dureza y la presión de sus brazos en mi talle fue cediendo. Al terminar la canción, caminamos abrazados aparentando naturalidad, nos dirigimos al jardín, ubicado en sentido opuesto al lugar en que se encontraba su padre, bueno…., por precaución, me dije………., no vaya a ser que otra vez tenga mojado el pantalón, pero felizmente este no fue el caso. Allí tuve oportunidad de plantearle tregua por unos días más, se lo pedí con vocecita suplicante y le di un tierno beso en los labios, con esa treta sabía que no se iba a negar. Terminó la reunión, sin otra novedad.

 

OCTOPUSI, Erotómano.