Fe y el primer beso
14 de enero de 1992
Ahí esta, mirándome con odio, bebiendo de su botella de gaseosa y sacando la
lengua de en cuando, deseándome matar si estuviera en sus manos, deseando que la
piñata caiga encima mío, y reír hasta el amanecer. Y ahí estoy también yo, de
igual o peor manera, apretando fuertemente el puño y pensando en lo bien que
caería en su rostro.
No me pregunten cómo pero de un momento a otro nos odiamos con profunda
animadversión, de un momento a otro nos dimos cuenta que somos los puntos más
opuestos sobre la tierra, y que esto ya no era un juego de niños. Aquel
cumpleaños, aquella ocasión en la que cumplí ocho años, era el inicio de una
guerra que parecía inevitable, cada quién con su bando, cada quién liderándolo,
ella con los suyos, con su primo Jonas, su hermano Bryan y su amiga Betty, yo
con mis inseparables amigos Jorge y Julio, y con mi amiga Nora, de quién estaba
enamorado.
Las miradas siguieron, las sacadas de lengua, las gesticulaciones, los ademanes
con las manos, el dedo del medio, el de los lados, todo lo aprendido por la
tele, todo con lo que alucinamos frente al aparato negro y chato, todo, todas
las estrategias que pudimos hacer.
Solo que ella era un poco más audaz en estas lides, sus estrategias consistían
en traición, en espiar al enemigo, el dame y tú no me das que le gustaba. En
cambio yo era, vamos, más niño, una patada al manganzón de Jonas, una bajada de
falda, una sonrisa picara después, un cabe, un insulto a la familia, un insulto
a ella, puntos opuestos, claro que lo éramos.
María Fe, mi pequeña enemiga, planeaba junto a los suyos la arremetida, la
victoria, la conquista del enemigo, la manera de verme llorando y por ende, a
los míos. El botín era el muñeco de "power ranger" que me acababan de regalar en
navidad, el más preciado objeto del fortín de mi cuarto, original, bien pintado,
reluciente, casi ni usado, sin una pizca de galleta o suciedad encima, el más
lindo de los muñecos que pude haber tenido, ubicado en la parte más alta del
librero, donde todas las pequeñas jodidas no pueden llegar, al menos así nomás,
sin el ingenio y la creatividad, que lamentablemente, Maria Fe tenía.
Mirábamos tele, esperando la arremetida del rival, y así, a punta de escupitajos
y pisotones, botarlos. Nora se sentaba al lado mío, tratando de acercarse cada
vez más, y eso a mí, obviamente me gustaba, tratando de juntar también, mi
cuerpo al suyo, aun flacucho y débil. Pero estando ahí Jorge y Julio era
imposible, sus silbatinas que vendrían después nos espantaban, sus burlas, sus
"Te gusta, te gusta" nos encerraban dentro del "odio al sexo opuesto".
Pequeños pasos se escuchan, pequeños gritos de furia y éxtasis se acercan cada
vez más, Julio se acerca a donde mí gritando ¡Ahí vienen!. Nos levantamos en el
acto, les dije a mis primos que vayan en busca de ellos, estos corrieron cual
saltamontes y con profunda vehemencia abrieron la puerta. Estos cayeron encima
de ellos, empezaron a pelear cual gladiadores, María Fe y Betty corrieron hacia
Nora y yo, Betty se abalanzo sobre Nora y empezaron a jalarse de los pelos,
Andrea corrió hacia mí, en realidad no lo hizo, sabiendo que no tenia nada que
hacer conmigo en lo que a fuerza se refiere, dio una pirueta, tiro una pequeña
piedra donde el muñeco, este por inercia y al ubicarse del otro lado del
disparo, cayo al suelo, María fe sonrió y corrió hacia donde él, lo cogió y
empezó a correr, Nora puso el pie de cabe y María Fe cayo. La alcance,
forcejeamos, la empecé a sacudir con fuerzas, ella me miró, yo la mire, mis
padres gritaron que paremos, algo inesperado paso, algo fundió en nuestras
mentes por un momento, miré su labio, ella hizo lo mismo con los míos, nos
besamos.
Pues no sabía que sentir, no sabia si escupir al suelo y empujarla con fuerza,
cosa hubiera servido, además, de victoria. La hubiera humillado y también claro,
hubiera demostrado que todo el odio que en algún momento ella sintió por mí, era
en realidad, amor camuflado por el quizá del rechazo, no era más que el
sentimiento revertido. Pero había algo que me impedía hacerlo, el gusto
sorpresivo que había encontrado al hecho, de un momento a otro, de un chispazo a
otro, me empezó a gustar sus labios dentro de los míos, el roce, lo resbaloso
del asunto, su aroma, su mirada fija, lo nuevo del asunto, la nueva experiencia,
su mano rozando mi cuello, inevitablemente glorioso.
Nora se abalanzo sobre ella y cual fiera la saco del ¿Rin?, María Fe cayó al
suelo y desde ahí vi sus ojos llorosos ante la brusca arremetida de la enemiga,
en ese momento de ambos, yo la miré, y después la miré de nuevo, me dolía en el
alma verla tirada encima de la alfombra roja, con mis padres levantándola entre
la sorpresa y el pánico, con los padres de ella preguntando que había pasado y
no encontrando respuesta incluso de los míos. La deje ir, se la llevaron sus
padres casi a la fuerza, y la vi yendo más dolorosa aun, mirándome, esperando
una frase consoladora, algo como tal vez "Espero que nos veamos pronto", pero de
mi boca no iba a salir nada, quizá inmutado ante el hecho, quizá pusilánime ante
los insultos de mi grupo, que a decir verdad, no volvería a ver, igual que a
ella.
Fe y el reencuentro
"A veces, miras al cielo y la estrella la tienes en frente"
La ultima vez que la vi fue cuando sus padres se la llevaron entre jalones y
empujones de mi cuarto, sospechando lo que había pasado, jalándole de las orejas
y reprochándole a cada instante por estar "en el cuarto de un varoncito". Fue
doloroso para ambos, por un momento sentí que mi futuro se iba ahí, entre dos
renegados padres, entre la mirada furiosa de Nora y las sonrisas picaras de mis
amigos que la miraban como diciendo "mira que el odio no era tal", pero también
supe desde ese momento que no iba a ser la ultima vez que la vea, por más que
nuestras familias no sean muy unidas no lo iba a ser. Ese beso fue demasiado
bueno como para que se vaya en un Toyota del 90 , ni en un Mercedes Dios!!!.
Fue mi primer beso y vaya que trate de imitarlo, pero seria inútil sin esa pizca
de inocencia y sorpresa, seria inútil sin sus labios pequeños y su mirada
confusa, sin el impulso de ponerme las manos en el cuello, sin ese misterio que
encierra las situaciones nuevas, Fe en encontrarte María, Fe en que algún día
repitamos el inolvidable beso, y que por una vez, también claro, conversemos de
lo maravilloso que se ven tus labios junto a los míos y la espléndida sinfonía
que auran.
Tercer cigarrillo, primer capuchino, mirada fija en la taza, viendo
detenidamente el reflejo de mi rostro en el agua oscura, más brillante que
nunca. Pienso en tantas cosas, con la tristeza de siempre, sintiéndome solo en
medio de la urbanidad, sintiendo ser el único punto sólo de la constelación,
sintiendo el amargo café y sin la voluntad de pedirle al mesero el azúcar.
El cigarrillo se empieza a acabar, las cenizas caen y forman una mata encima de
la porcelana, siento aspirar de lleno el humo, lo siento recorrer por todo el
cuerpo y parar en el corazón, y ahí estancarse, y ahí desechar todo lo que se
dice amor.
Fernanda llega, con la sonrisa apócrifa de siempre, creyendo quedar de sencilla;
a veces, en el fondo, la detesto, detesto su arrogancia, su sonrisa fingida y
sus ojos melosos, su "no sé que demonios" enloquecedor, maldito loco, maldito
loco de nuevo, la detesto pero no puedo ir en contra suya, no puedo siquiera
reprocharle algo, su melosidad, su cambio de ritmo, el magnetismo que suelta,
por momento siento que no soy más que una marioneta suya, que se mueve por los
hilos imaginarios del... y no sé como describirlo, pero amor no es, de eso estoy
seguro.
Hola mi amor- Ha alcanzado a decir Fernanda
Hola- Respondo sonriente, en el fondo creo que somos iguales
- Disculpa por llegar tarde pero....
- Descuida, a todos les pasa..
- Gracias por comprenderme amor
- Y... ¿Qué de nuevo en el trabajo?
- Nada, lo mismo de siempre, el jefe que se me lanza encima, la fotocopiadora
que se malogra de nuevo, el descanso que cada vez es menos....
- Jajaja... bueno mujer, todos lo viven
- Cierto, y cierto también que detesto hablar de lo que "todos viven"
- Y....¿ de qué quieres hablar?
El silencio se apodero de nosotros, callamos, como tantas veces, viéndonos el
rostro abúlico, sintiendo la necesidad de salir del café y de nuestras vidas,
ella empieza a formar en sus carnosos labios una sonrisa, inimaginablemente
cierto, ¿De qué sonríes ahora?, ¿con quién quieres fingir? pensé, en el mismo
instante que una mano juega con la mía y la guía hacia a algún lugar, esta,
luego de rozar con el mantel y la silla de metal llega a la pequeña falda de
Fernanda, entra levemente y siente la fina tela del braga. Ella da un ligero
suspiro y deja de manejar mi mano, algo acalorado sigo, sintiendo la forma del
entrepierna, sudando y sintiendo como ella también lo hace, mira coqueta, "ya es
hora" me dice.
Salimos del café, ella toma un taxi lo más pronto posible, y dentro nos besamos
como nunca, dentro soltamos todo lo que tenemos y hasta toqueteos hay. Llegamos,
corremos hacia su departamento, mientras empiezan a caer prendas, impacientes
como si fuera la primera vez, como si necesitáramos ver nuestros cuerpos
desnudos al ritmo altisonante de nuestros corazones. Solo queda el tanga negro,
lo miro y ya excitado lo beso, sintiendo como se humedece, sintiendo como
empieza a propagar un delicioso aroma a mujer, la empiezo a bajar levemente,
ella empieza a gimotear, empieza a mirar al cielo en muestra de éxtasis. La
termino de bajar, y veo la mata por completo, la toco, la beso, la saboreo,
siento el clítoris en la lengua, siento los gritos de ella, subo, beso su
estomago chato, ella empieza a pedir la penetración, paro, no puedo más, era
engañarla, era engañarnos, la miro fijamente y un rostro confuso empieza a
dibujarse.
- ¿Qué pasa?
- No puedo hacerte esto Fernanda
- ¿Hacerme qué?
- Pues esto.... esta manera de expresar amor donde no hay
- ¿Qué carajo hablas Rodrigo?, ¿Qué acaso....
- ..............
- Puta madre
- Te puede sonar incoherente, pero hoy más que nunca se han metido a mi mente
imágenes de niñez, y en especial una....
- ¿Cuál?
- Una que.... no, mejor no. Sonaría incoherente te repito...
- Ya no sé que pensar....
- No llores Fernanda....
- Suéltame... lárgate de una vez
- ........
- Lárgate!!!!
Camino despacio, arrastrando la suela de los mocasines en la alfombra,
escuchando el sonido quisquilloso que ocasiona, escuchando a Fernanda llorando.
Se me escarapela la piel, una que otra lagrima baja de mi rostro, este
sentimiento increíble hacia un pasado, tan lejano como mis últimos dientes de
leche, me tiene carcomido, flagelado moralmente, pero... lo raro es que surgió
recién ahora con la misma fuerza de hace diez años, quedo pensativo, ¿Qué
ilación hay?
Una fotografía llama mi atención, en ella un señor elegantemente vestido y con
sonrisa parca muestra su sobrio mostacho...... la faz se me hace conocida, ¿y la
niña de al lado?....Maria Fe.... Maria Fernanda!!!