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Perversión Femenina (7)

en Jovencit@s

PERVERSION FEMENINA.- (6)

Con maestría dirigió el vegetal hacia su clítoris, frotándose con fuerza para incrementar su propio placer. Miró al pequeño que permanecía atento al espectáculo. Sonrió. Se pasó la lengua por los labios. "Este muchachito me tiene excitadísima", pensó para sí. El pepino continuaba deslizándose sobre el clítoris femenino.

-¿Te gusta, mi amor? Lo hago para ti, porque me gustas.

-Lo sé –contestó Steven.

-¡Qué rico se siente!... Ahhh... Hmmm... Mírame...

Steven no dejaba de verla estremecerse ante cada roce del pepino sobre su clítoris. La superficie del vegetal –rugosa y suave a la vez- le producía un placer indescriptible. Incrementó el movimiento de frotamiento y se dejó llevar. Cerró de nuevo los ojos y sonrió.

-Ahora mira... Voy a metérmelo en la vagina.

Y sin pensarlo dos veces hundió el pepino dentro de su vagina. Fue un empuje rápido y decidido hasta sus entrañas calientes, palpitantes, deseosas de experimentar un placer extraño pero anhelado. Jenna dejó escapar un fuerte gemido. Steven se preocupó.

-¿Te hiciste daño? –preguntó.

-No... –logró apenas contestar la rubia.

Al momento comenzó un fuerte movimiento de empuje. Una y otra vez hundía el pepino dentro de su vagina. El pequeño no dejaba de ver aquello: la vagina de Jenna parecía una boca que devoraba el vegetal en un santiamén para luego hacerlo aparecer con la misma rapidez con que desaparecía en su interior.

-¿Lo ves, Steven? ¿Lo ves?... Ah, ah, ah, ah, ah, ah, ah...

Jenna incrementó aún más la velocidad de su mano. Parecía una posesa violándose. El espectáculo –crudo, brutal, violento- comenzaba a inquietar al pequeño. En medio de la incontrolable excitación que la dominaba, Jenna alcanzó a percatarse de ello y decidió alcanzar el orgasmo lo más rápido posible para distraer al niño.

-Voy a acabar, voy a acabar...

En un momento todo terminó. Jenna gritó con fuerza y extrajo el pepino de su vagina. El flujo orgásmico brotó con fuerza a causa de la presión interna acumulada.

-¡Bébeme, mi amor!

Steven se había adelantado a la petición de Jenna: al momento de surgir aquel potente "chorro", el niño abrió la boca y la acercó a la vagina de la rubia; el viscoso y caliente licor le bañó la boca casi por completo. Luego rebañó con la lengua el interior de la gruta sexual. La mujer acusó la lengua del pequeño con ligeros espasmos.

-Hmmm... Eso es... Soy tuya... Ven acá.

Jenna se incorporó y, levantando de la silla a Steven, lo colocó sobre su cuerpo. Con la mano guió el pene del chiquillo –aún erecto, para su regocijo- y lo introdujo suavemente en su carne. El niño sintió la cavidad vaginal –caliente, plena de abundante flujo- rodeando su pene y su espíritu se animó. Inconscientemente comenzó el movimiento de empuje. Jenna sonrió a plenitud: el niño estaba respondiendo a la perfección. Tomó la cabeza de Steven y la apretó contra su pecho.

-Hazme el amor... Quiero ser tuya... –lo animó.

Steven respondío con un mayor empuje, sintiendo cómo se deslizaba su pene dentro de la vagina de Jenna. Los movimientos de "pistoneo" se incrementaron más. Jenna cerró los ojos de nuevo y se mordió los labios. Jadeaba, sudaba, respiraba entrecortadamente. Se sentía dominada por ese niño de once años que la poseía como si fuese ya un hombre adulto. Enroscó las piernas alrededor del cuerpo del chico y lo conminó a darle con mayor fuerza.

-Vamos, pequeño... Dame duro... Hazme gritar... Así... Así... Así... Hmmm... Qué rico... Ohh... Ohh... Soy tuya... Soy tuya... Soy tu puta... Sí... Tu puta... Cógeme... Cógeme...

Steven reaccionó aún más al oir esas palabras. Se extrañó de sí mismo: le habían enseñado que esas eran malas palabras... pero oírlas en boca de Jenna le daban otro cariz. Y Se desató con energía. El pene entraba y salía de la vagina en un derroche de fuerza y velocidad poco comunes para un niño de once años. Jenna estaba enloquecida y profería palabras ininteligibles, presa del placer.

-Cógeme, cógeme, cógeme... Aarrggg... Soy tu puta... Soy tu puta... Aahh...

Steven sintió que todo le daba vueltas; los espasmos se apoderaron de su cuerpo y en un instante se desplomó sobre el cuerpo de Jenna, completamente aturdido. Había experimentado otro orgasmo. La rubia abrazó con fuerza al pequeño y lo besó de lengua durante un largo rato. El niño la había conquistado definitivamente.

Permanecieron abrazados y tendidos sobre la mesa hasta que recuperaron fuerzas. Cuando se levantaron se dirigieron a la habitación de Jenna para darse un baño. Ambos estaban aturdidos pero felices por la experiencia vivida. La sexualidad de Jenna se "disparó" aún más a causa de ello y pronto comenzó a vislumbrar una serie de atrevidas posibilidades. "¿Y si compartiera a Steven con mi amiga Laura?" pensó. Se imaginó a sí misma en la cama con Laura y Steven. La idea era atractiva. Pensó también en copular con el pequeño en un lugar abierto a la vista de la gente. Le excitó imaginarse desnuda en medio de un parque, masturbándose delante del niño para luego hacerle el amor ahí mismo. Su veta exhibicionista afloró y pensó hacerlo cuando se diera la oportunidad. Pero antes quería probar suerte con un "menage a trois". Se dirigió al teléfono y llamó a Laura.

(Continuará).