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Perversión Femenina (8)

en Jovencit@s

PERVERSION FEMENINA.- (8)

Apenas escuchó a su amiga al otro lado de la línea telefónica, Jenna sintió que su corazón latía más aprisa: sabía que estaba por vivir una nueva experiencia y estaba dispuesta a todo por hacer realidad sus fantasías. Saludó a Laura –una vieja amiga con la que había tenido encuentros sexuales candentes- con efusividad y le contó lo que había experimentado en las últimas horas. Laura escuchó con atención y luego de un breve silencio opinó:

-Lo hiciste con un niño... Un niño que podría ser tu nieto...

-¡Oh, vamos, Laura! No estoy tan vieja... Además, ese chiquillo hace el amor como si fuese ya un hombre adulto. Tiene mucha resistencia y su pene... ¡Hmmm!... Me excité con sólo recordarlo.

Sin pensarlo dos veces Jenna comenzó a masturbarse. Sus gemidos –fuertes y prolongados- despertaron a Steven, quien se había quedado dormido al lado de la rubia. Al abrir los ojos, el pequeño contempló de nuevo a su madura amiga masturbándose a plenitud. Jenna sonrió.

-Laura: en este momento estoy masturbándome justo delante de él.

-¡Estás loca! –respondió Laura por el auricular.

-Si... Loca de placer... Este niño me excita muchísimo...

Se frotó el clítoris con fuerza mientras miraba al niño.

-¿Lo ves, mi vida?... Mírame: estoy masturbándome... Lo hago por ti...

Y volviendo a concentrarse en Laura, le dijo:

-Quiero que vengas a hacer el amor con nosotros... ¿Te imaginas? Dos mujeres y un niño... Hmm... Dos vaginas para un pene... Ahhh...

Se introdujo los dedos en la vagina y se violó a sí misma con fuerza.

-Podrás chupárselo mientras yo te lamo el clítoris... Y podrás copular con él mientras tú me la mamas... ¡Necesito acabar en tu boca!

Jenna se frotó de nuevo el clítoris con mas energía. Su rostro se contraía en una mueca de placer in crescendo. Se mordió los labios y dio rienda suelta a sus caricias genitales con mayor ímpetu. A estas alturas Laura parecía estar convencida de experimentar el trío con su amiga y el niño. Y soltó por fin la respuesta:

-Está bien, Jenna... Me has convencido. Allá voy.

Apenas escuchó la respuesta, Jenna abrió la boca y, cerrando los ojos fuertemente, dejó escapar un grito; su cuerpo se sacudió frenéticamente y el licor orgásmico brotó de su vagina, empapando su mano. Steven observó el orgasmo de la mujer y de inmediato acercó su rostro a la entrepierna de la rubia para recoger con la lengua lo que quedaba del flujo vaginal. Apenas sintió la lengua del pequeño cerca de su gruta, Jenna el tomó la cabeza con ambas manos.

-Mámamela. Quiero acabar otra vez.

El chico lamió con avidez la vagina femenina, disfrutando del líquido que goteaba de ella; lo recogía con la lengua, lo degustaba, recogía otro poco, metía su lengua en la hendidura femenina, rebañaba aquella sustancia –parecida a la clara de huevo- y la bebía con efusión. Jenna apretaba su entrepierna contra el rostro de Steven, incitándole a continuar.

-Así... Así... Vamos... Hazme acabar... Quiero acabar en tu boca... Ahh... Ahh... Hmm...

Eso es, pequeño... Cógeme con tu lengua... Ahh...

Quien hubiese pododo contemplar aquel cuadro en ese momento, habría visto a una mujer madura completamente excitada, con las piernas abiertas, apretando contra su vulva el rostro de un pequeño que con cada lengüetazo le arrancaba un fuerte gemido.

-Así... Así... Voy a acabar... Voy a acabar... Ah, ah, ah...

El lícor sexual brotó de nuevo de la vagina de Jenna, inundando la boca del pequeño Steven; el niño lo bebió con efusión mientras Jenna frotaba su entrepierna contra el rostro del niño, embadurnándolo con el flujo vaginal.

-Hmmm... Ojalá pudieras beberme todos los días... –concluyó Jenna.

Después volvió a besarlo de lengua y, acariciando su cabello, le dijo lo que había planeado:

-Vas a conocer a una amiga mía. Se llama Laura y la invité a compartir con nosotros. Vamos a estar con ella en la cama. ¿Te imaginas? Vas a chupar otros senos y a mamarte otra cuca. ¿Qué te parece?

Steven no sabía qué contestar. Aquello le parecía increíble: ¡otra mujer para él!. Al fin abrió la boca:

-¿Y puedo beber su flujo como lo hago contigo?

-¡Claro que sí! Eso le gusta a ella.

-Ah, bueno...

Mientras tanto, Laura –una mujer de unos cuarenta y cinco años, cabello negro y corto, ojos verdes, nariz casi aguileña, labios no muy gruesos pero sensuales, cuello largo y cuerpo estilizado- conducía su vehículo hacia la casa de su amiga. Había escuchado lo suficiente para excitarla y convencerla de tener sexo con Jenna y con el niño. "Jamás lo he hecho con un niño" pensaba; "pero me atrae la idea... es algo excitante". Sonrió y aceleró el vehículo. Estaba deseosa de probar el fruto prohibido: la pedofilia.

(Continuará).