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Perversión Femenina (9)

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PERVERSION FEMENINA.- (9)

Mientras esperaba a Laura, Jenna decidió masturbarse de nuevo delante de Steven. Se sentó en el sofá y abrió las piernas al máximo. Steven inmediatamente se sentó en el suelo frente a la mujer, previendo el espectáculo que venía.

-Voy a masturbarme otra vez... –dijo Jenna- , así que no pierdas detalle, mi amor.

Era sencillamente increíble. Aquella mujer acababa de tener un fuerte orgasmo y todavía tenía fuerzas para seguir masturbándose. El deseo la poseía y aparentemente no acusaba cansancio.

Comenzó a frotarse el clítoris con los dedos medio y anular de su mano derecha. Las caricias –firmes y decididas- la hacían temblar. Se introdujo los mismos dedos en la vagina, lentamente al principio, disfrutando de la mirada del niño, atento a cada movimiento que ella efectuaba

-Nunca antes habías visto a una mujer masturbándose, ¿verdad? –preguntóle al chiquillo.

-No...

-Y ninguna mujer se había masturbado delante de ti antes... ¿cierto?

-Cierto...

-Yo jamás me había masturbado delante de un niño... Hasta que llegaste tú... Me encanta masturbarme frente a ti... Me encanta que me veas masturbándome... Suena redundante, pero... –se interrumpió con un gemido- ...es que me excita tanto hacer esto...

-Te ves muy bonita así... –afirmó Steven.

-¿De verdad? Hmmm...

Jenna cerró los ojos. Su clítoris se hinchaba más y más conforme seguía frotándoselo. Una sonrisa se dibujó en sus labios y volvió a fijar su mirada en el niño.

-Me masturbaré frente a ti cada vez que tú quieras... Me gustas... Y quiero complacerte como tú me has complacido haciéndome el amor.

Steven aprobó con un gesto la propuesta de Jenna.

-¿Qué dices si después de estar juntos con Laura salimos al parque? ¿Te gustaría que me masturbara para ti allí mismo?

-¿Qué? ¿Se puede hacer eso?

-No... ¡pero me excita lo prohibido! –dijo Jenna sonriendo con mayor amplitud.

Los gemidos volvieron a surgir de su boca. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, sonriendo, ensimismada en su propio placer. El clítoris femenino lucía rojo y sumamente hinchado, pero Jenna continuaba frotándoselo con fuerza.

-Me excita imaginarme desnuda en parque... Tendida sobre la hierba... Con las piernas abiertas... Masturbándome... Hmmm... Y la gente viéndome... Ahh... Me imagino a los hombres excitados... A las mujeres envidiosas de mí... Y a los niños jugando a mi alrededor... Ahh...

-¿Y yo dónde quedo? –preguntó Steven con inconformidad.

Jenna soltó una carcajada.

-¡Ja ja ja ja ja! Tú estarías frente a mí, viéndome en primera fila.

Steven sonrió y siguió contemplando con interés a la mujer. Le gustaba ver cómo ella se prodigaba placer a granel... Y más aún le gustaba que lo hiciese frente a él.

-Si te lo pidiera, ¿harías esto para mis amigos?

A Jenna le gustó la idea.

-¡Por supuesto! Todo sea por ti.

-¿Lo harías en la escuela?

Interesante propuesta la de masturbarse frente a un grupo de niños en su propia escuela. Pero era un asunto muy delicado. No obstante, Jenna encontró la solución:

-No... Pero en el parque, sí.

Presa de una gran excitación, Jenna se abandonó a las caricias de su mano sobre su clítoris. Comenzó a gemir. Steven observó todo aquello en completo silencio.

Entre tanto, Laura estacionaba su vehículo frente a la casa de Jenna. Descendió del auto y se dirigió a la puerta de entrada. Podía entrar sin avisar –Jenna le había dado autorización para hacerlo- pero se detuvo al escuchar los gemidos de su amiga. La excitación la dominó y abrió la puerta. Al entrar a la sala, se detuvo a contemplar el espectáculo; le costaba creer ver a Jenna, su amiga de 52 años, desnuda, sentada en un sofá, con las piernas abiertas y una sonrisa en los labios, masturbándose a plenitud delante de un niño de once años que no le quitaba la vista de encima. El cuadro no podía ser más surrealista. Jenna lucía feliz, entregada de lleno al placer de la masturbación; el niño mostraba el mismo sentimiento.

¿Cómo era posible? Tenía entendido que los niños no podían –por su inocencia- tener nociones sobre el placer sexual, pero ahí estaba aquel prepúber disfrutando del espectáculo carnal como si se tratase de un hombre adulto.

Laura observó en silencio, sin que Jenna ni Steven se percataran de su presencia en la casa, entregados como estaban a su pasatiempo. La mujer de cabello negro comenzó a acariciarse los senos por debajo del vestido –al igual que Jenna, no usaba ropa interior- y poco a poco dirigió su mano hacia su entrepierna. Se acarició la vulva suavemente y su cuerpo tembló. Jenna, sonriendo, miraba a Steven y luego miraba hacia su propia entrepierna; volvió a violarse fuertemente con los dedos y sus gemidos volvieron a escucharse.

-Ahh... Ahh... Ahh... Ahh... Hmm... Me encantas, pequeño... Hmm...

Laura concentró sus caricias en su clítoris mientras observaba, deseosa de unirse a ellos.

(Continuará).