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Una mujer amante de su trabajo

en Dominación

Una mujer amante de su trabajo

María José era un ama de casa de cuarenta y dos años, divorciada desde hacia tres del qué había sido su marido, un hombre llamado Esteban con el que tuvo cuatro hijos. La mayor tenia diecisiete años, se llamaba Esther y era como todas las chicas de su edad, más preocupada en los chicos que en otros menesteres. Sus dos hermanos gemelos se llamaban Andrés y Eduardo, tenían trece años y la pequeña se llamaba María, de cuatro años. Físicamente era una mujer normal, tenia un cuerpo marcado por los partos de sus hijos, un ligero sobrepeso, nada preocupante en el ámbito médico aunque, estéticamente hablando, muchos hombres no la verían como una referencia sexual. Es verdad qué los gustos son algo muy personal y lo qué a uno le puede excitar a otro no, el caso es qué nuestra protagonista no se adecuaba a los cánones de belleza que rigen estos tiempos. Tampoco era muy alta ni tenía un pelo o unos ojos llamativos. Era un ama de casa normal y corriente, quizás, demasiado corriente.

María José, al igual que todas las mujeres separadas de cierta edad, tenia problemas para encontrar un trabajo, al fin y al cabo, era una mujer que tras terminar sus estudios, había dedicado su vida al cuidado de sus cuatro hijos y de su marido. Ahora, sin marido y con un presente un tanto complicado no sabía muy bien como encauzar su vida. Es cierto que Esteban le pasaba una pensión, pero esta no era lo suficientemente importante como para mantener a cinco personas.

Los días de María José pasaban de manera mecánica, se levantaba pronto para hacer el desayuno a sus hijos, los llevaba a clase y luego hacía la compra. Tras eso cocinaba y realizaba las labores del hogar. Compraba los periódicos en busca de un empleo que le ayudase a sobrevivir. Encontrar trabajo, cómo ya dijimos, no resulta fácil para alguien cuyo curriculum esta en blanco.

La desesperación tenia desolada a María José, no sabia que hacer para sacar adelante a su familia. Hasta que un día vio un anuncio en el que pedían teleoperadoras, fue a una entrevista donde tenia que leer un texto. Era un texto erótico pero que ella leyó lo mejor que pudo ya que era consciente de la importancia de aquella entrevista de trabajo. Era su primera prueba en meses y los niños, tristemente, son demasiado costosos. Grabaron a todas las candidatas en unas cintas y prometieron llamarlas.

María José se fue de allí derrotada, pensaba que no tenía nada que hacer y además, todo aquello no le resultaba ético. No sabia exactamente de que era el trabajo, pero eso de leer guarrerías para una serie de desconocidos no le era grato. Como hemos dicho ya, nuestra chica es un ama de casa, una mujer de un solo hombre con el que se caso, enamorada, y con el que tuvo a sus hijos hasta que descubrió que este le era infiel y, al no poder soportarlo pidió el divorcio. Era alguien con ética, algo que hoy en día desconocemos lo que es, estaba chapada a la antigua pero ella es así.

La vida es algo aburrido, no es más que una sucesión de días que, por lo general, suelen ser una repetición del día anterior. María trataba de seguir siendo una buena madre, llevando a sus hijos a clase, cuidando de ellos y estando pendiente de ellos, tenia que ser madre y padre ya que los cuatro críos estaban en una época muy difícil de sus vidas. ¿O es que al madurar, no somos más que las cosas vividas en nuestra infancia? Ella seguía ayudando a Esther en sus dudas con los chicos, a los gemelos con los deberes y velando por la pequeña María.

Ella seguía buscando un empleo con que el mantener a sus hijos. Hizo entrevistas para una hamburguesería, una tienda de telefonía móvil y en un supermecado. Para los dos primeros buscaban a chicas con la mitad de su edad y en último empleo no duro, ya que los trabajos cara al publico son muy sacrificados, ella aguanto contra viento y marea pero su encargada no la veía con buenos ojos, así que no duro mucho.

Un buen día, al dejar a sus hijos a la puerta del colegio le llamaron de la empresa donde grabo aquellos mensajes subidos de tono. Fueron claros, concisos. Querían que ella trabajase en un teléfono erótico, tenia una voz sugerente, quizás lo único excitante en toda ella. Entraría a trabajar a las once de la noche para salir a las 7 de la mañana. Al principio tendría un contrato por obra y servicio y dependiendo de su buen hacer la renovarían o no. Ella no quería engañar a nadie, contó que en su vida sólo había estado con Esteban, el padre de sus hijos, que distaba mucho de ser una mujer sensual y que no se veía demasiado capacitada para esto, que no lo veía decente y que quería ser un ejemplo para sus hijos. Ellos la dijeron qué sólo tenia que hacer volar su imaginación, que este trabajo era una buena opción para cumplir los deseos de mucha gente y que, además, que mejor deseo que aceptar un empleo así para mantener a unos hijos. Nadie jamas le podría echar eso en cara.

Así que llego su primer día de trabajo, ordeno a Esther que hiciera la cena para sus hermanos y que se ocupara de que se lavasen los dientes y se acostaran pronto. Que ella iba a trabajar limpiando un edificio de oficinas. Esther estaba encantada ya que podía disponer de la casa, siempre que mantuviese a sus hermanos a raya.

María José llego al trabajo, colgó su chaqueta en el respaldo de la silla y, al oír sonar su teléfono, descolgó sus auriculares y se produjo el siguiente dialogo.

* Buenas noches, dígame

* Hola, me llamo Ismael, ¿y tú?

* Soy...Amanda, encanto Ismael, dime, ¿como estas?

* Bueno, es la primera vez que llamo, no sé bien que hay que decir o hacer, en realidad creo qué esto es mala idea, lo siento pero voy a colgar.

* No lo hagas, te noto nervioso pero te puedo ayudar, ¿eres virgen? Yo puedo ayudarte en todo cielo.

* Bueno, tengo un problema, te lo cuento. Mi novia rompió conmigo hace 2 meses y desde ese día no he vuelto a estar con nadie, físicamente no puedo. Ni tan siquiera cuando estoy solo, no puedo masturbarme. Me viene la imagen de ella a la cabeza y me siento mal y no puedo...hacerme nada.

* ¿Como era tu novia?

* Morena, 1,70, algo rellenita, muy pechugona, pelo largo, no sé describirla bien, tenia unos ojos marrones preciosos.

* Vale, yo soy rubia, de 1,60, tengo un pelo pequeño pero bonito, mis ojos son azules como el mar y te puedo imaginar y me gustaría tumbarte boca arriba en la cama, besar tus labios, tu cuello, tus pechos y luego comer tu sexo, lamerlo hasta hacerlo revivir, comerlo con mis labios para resucitarlo y acariciar tus testículos, pasar mis manos por tus piernas, las yemas por la parte interna de tus piernas para que sintieses el contacto a medida que mis dedos se aproximan a tus huevos, llena de tu rica leche mientras mis labios, muy carnosos, sensuales y húmedos devoran tu polla.

* Me...me estas poniendo a tope, no estaba así desde hace mucho.

* Óyeme, Ismael, quiero que bajes la cremallera de tus pantalones y que con una mano dejes al aire a tu pene. Quiero ahora que bajes el prepucio y dejes el glande al aire libre, quiero verla así, para luego seguir chupando y seguir mamando de ti. Te la comería muy fuertemente para qué sintieras qué eres el hombre que fuiste y quiero qué te masturbes muy fuerte hasta el orgasmo y cuando te corras pases tu dedo por tu pene y te bebas tu leche, es lo que yo haría. ¿Sabes qué me estoy metiendo tres dedos al pensar en tu polla? Tu ex novia se ha perdido a todo un hombre.

* No me sale la voz, perdona, no te oía bien al final, ya me corrí, gracias por todo Amanda. Me gustaría llamarte de nuevo. Un beso.

Cuando la llamada termino Aman...perdón, quería decir María José, no sabia bien que había pasado, dudaba de que esa llamada fuera normal en este trabajo. Tenia la idea de que la gente que llamaba a estos servicios son todos unos viciosos, unos marginales que buscan lo raro, un morbo bizarro. Sin embargo, Israel le pareció tierno y le gusto que obedeciese su idea de masturbarse, nunca había sentido que un hombre haría lo que ella mandase. Por primera vez sentía que tenia las riendas de la situación.

Al cabo de un rato los jefes le pidieron a María qué alargase más las llamadas, que aquí interesaba que los clientes tardasen lo máximo posible en colgar. Ella entendió rápidamente qué lo conveniente eran las llamadas largas, que la gente se dejase el dinero, que tardasen en excitarse y en correrse.

No tardó mucho en sonar el teléfono de la mesa de María...

* Hola, ¿que llevas puesto? Guapa.

* Qué directo, me llamo Amanda y llevo una falda de cuero, muy corta, sin ropa interior y un top muy ajustado, pero empiezo a sentirme "apretada" así que estoy pensando en quitarme algo, ¿tu que crees? Dime también, ¿cómo eres? Yo, mido 1,75, peso 54 kilos, soy rubio con media melena, ojos azules y labios muy gruesos, muy carnosos para chuparla mejor, ya sabes...pero dime tú como eres.

* Soy alto, bien parecido, tengo una enorme polla a la que le gusta tu voz y yo creo que tendrías que quitártelo todo para poder cogerte mejor.

* De acuerdo hombreton, tus deseos son ordenes, si esperas un rato me quitare el top, no cuelgues (tras un rato sin decir nada) vale, ya me lo quite, ¿quieres que me quite poco a poco la falda?

* Sí, poco a poco y dime, ¿cómo tienes tu rajita?

* Afeitado y, ahora mismo, muy mojada, seguro que tienes un enorme pollon, ¿qué te gustaría hacerme? Tengo aquí un consolador con el que imaginar que me harías.

* Me viene a la mente tu imagen, me gusta imaginarte a la salida de mi trabajo, mirando tus ojos y siguiente hasta tu casa, subiendo contigo en el ascensor y, a tu espalda, agarrando tus pechos y lamiendo tu pecho, metiendo la mano dentro de tu blusa buscando tus pechos. Te tumbaría sobre la cama de un golpe y subiría tu falda para morder tus glúteos, lamer un poco tu ano y meterte un dedo por delante y otro por detrás.

Luego, te daría la vuelta te pondría mirando al techo y tu mirarías como mi cara se acerca a tu sexo para lamer tu sexo. Mi lengua chocaría con tu duro y húmedo clítoris. Te follaría con mi polla hasta notar tu orgasmo y, una vez que te hubieses ido, ¿sabes que pasaría? Mi hermano gemelo vendría y yo te follaría por delante y él por detrás, ¿te gusta?

* Se nota que eres todo un hombre, ¿estas erecto? Quiero que escupas sobre la palma de tu mano y que con esa misma mano agarres tu pene, cierra los ojos y siente que esa mano mojada es mi boca, que recorre de arriba abajo tu polla. Piensa en mi, con mis zapatos de tacón alto, mi falda, muy corta, de cuero y mis ganas de comer tu virilidad. Seguro que tu capullo esta deseoso de salir a la luz, baja el glande de una fuerte sacudida, imagina mi mano haciendo eso mientras beso y acaricio tus muslos, mientras acerco mis carnosos labios a tu pene, poco a poco, sin prisa, saboreando tu piel, cada centímetro. Me sentaría entre tus piernas y con mis manos habría separado tus piernas, dejando todo el espacio posible para poder empezar mi tarea. Seguro que tu verga esta durisima ahora, me gustaría agarrarla con mi mano y apretarla muy fuerte, pasar la punta de mi lengua sobre tu capullo. Me gustaría pasar un hielo por tu tronco, ver como el agua se va derritiendo y yo la bebo, depositando mis labios abiertos en tu falo y no dejando escapar ni una gota, bebiéndolas en la base, en tus testículos o en la punta de tu polla. Disfrutaría de tu verga, de tu leche, debe ser muy rica como tú, todo un hombre. Me gusta oírte jadear, sigue masturbándote mientras te hablo ya que clavaría mis uñas en tus huevos mientras seguiría succionando. ¿Puedes oír mis jadeos a medida que me meto mi consolador pensando en tu polla? Pensando en todo lo que te estoy haciendo, sigue masturbándote y disfruta esto como yo.

Al cabo de un rato la conversación termino en una gran corrida por parte de él, le costo colgar pero tuvo que hacerlo para limpiarse. Lo mejor para María José no era el dinero ni nada por el estilo, había superado sus prejuicios y se daba cuenta de qué, por primera vez en su vida, ella tenia el control sobre alguien, dictaba que hacer y como y jugaba con las fantasías de los hombres que la imaginaban de una manera muy distinta a como es. Podía ser Amanda, dominar a los hombres y hacer cosas que su físico le impedían.

Las horas pasaban muy animadamente, las llamadas que atendía Amanda (pues ese es su nombre "artístico") no estaban siempre, para su sorpresa, protagonizados por los típicos salidos con ganas de sexo y nadie dispuesto a realizar sus requerimientos. Los clientes en su mayoría eran así, pero le sorprendió la llamada de un joven virgen que, termino confesando, estaba a punto de perder su condición y no sabía demasiado bien como tratar a su novio. Tras otras llamadas se escondían personas solas, no solitarias, que por las cosas de la vida se habían visto relegadas a la invisibilidad para el sexo femenino y buscaban algo que encontrar sin saber bien que buscar.

Amanda, poco a poco, iba aceptando y degustando su trabajo. Y en aquella primera noche sólo le sorprendió la ultima llamada de un tipo que decía llamarse Armando. Resultó tener un sueño en el cual era humillado, ultrajado por una mujer. Esto es muy común para los hombres, quizás siempre nos hemos sentido la parte dominante del sexo, pero en el fondo deseamos sentirnos baratos, humillados, sucios o baratos, depende de cómo se le quiera llamar. El caso es que Amanda ordeno a Armando que lamiera los zapatos de su mujer (que, no se sabe bien porque, no estaba en casa a esas horas). Le tuvo un cuarto de hora de rodillas, penetrando su ano con el palo de la escoba mientras no le dejaba masturbarse aún, Amanda amenazaba a Armando con golpearlo en los testículos si se le ocurría tocarse la verga para masturbarse.

A la salida de su trabajo María José descubrió que no había ningún trabajo zafio, que ella vendía sueños, o quizás realidades ya que con ella, los hombres, realizaban cosas que en su vida cotidiana no realizarían. Aquel trabajo lee permitía mantener a sus cuatro hijos y además, ¿por qué negarlo?, le daba la sensación, el poder que nunca tuvo sobre los hombres, de ser ella quien dominaba la situación y quien decía que y como hacer las cosas.