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Un recuerdo para Gema (02)

en Confesiones

Un recuerdo para Gema (2)

Gema huyó de su casa. Su padre la había violado el mismo día en que había golpeado a su hermano, un muchacho condenado de por vida a una silla de ruedas y a unas piernas sin voluntad para moverse. Además, había forzado analmente a su madre. Gema se sentía sucia, se odiaba, era extraño pero algunas personas que pasan por estos trances, sin saber bien el motivo, piensan que son merecedoras de lo que les sucede. Así que Gema se duchó, es lo peor que puede hacer alguien violado pero es comprensible ante la sensación de asco y pena que se puede llegar a sentir por uno mismo, se vistió y abandonó su casa. Ni podía correr debido a todo lo que había sufrido su maltrecho cuerpo ni tampoco tenía claro a quien acudir. Su madre la dijo qué mejor se fuera de noche y sin molestar, (palabras textuales) en definitiva, Gema se ahogaba aprendiendo a nadar, estaba sola en el mundo. Vagaba por la calle sin tener claro que hacer, no quería involucrar a Víctor, su pareja. Pensaba que todo aquello le haría daño, que él sufriría y no sabría reaccionar, pero, ¿cómo se reacciona ante algo así? ¿Cómo decir qué ha sido violada por su padre y que ella se siente en cierta manera culpable? Evidentemente no podía acudir a su familia, así que la decisión estaba clara. Mando un mensaje de teléfono a Nuria, su amiga, pidiendo hablar a solas, lo necesitaba, necesitaba ayuda y Nuria era su única esperanza. Quedaron cerca de casa de esta última.

- Gema, ¿qué ocurre?

- Nuria, no puedo contártelo, sólo quiero irme muy lejos de aquí, quiero desaparecer.

- No puedes mandarme un mensaje de madrugada, preocuparme y decirme que quieres irte pero que no me puedes dar ninguna explicación, algo habrá pasado, vamos digo yo, ¿ha sido Víctor?

- No me ha pasado nada con Víctor, no puedo contártelo, tú solo confía en mi, tengo que irme muy lejos, debo dejar todo esto.

- ¿Qué ha pasado? ¿No confías en mi?

- Confío en ti, Nuria, pero me tienes que ayudar a abandonar la ciudad, prometo que con tiempo, cuando pueda mirar las cosas desde otra perspectiva, te contaré todo lo que me ha pasado, eres mi amiga y te quiero, pero me tienes que ayudar, ha pasado algo, algo muy importante, y tengo que irme lejos y me tienes que ayudar porque ahora mismo no tengo a nadie más, tienes que ayudarme a ir lejos y no le puedes contar a nadie nada de esto.

- No te encuentro bien, Gema y no sé de qué se trata pero creo en ti, somos amigas desde hace muchos años, si quieres irte de Madrid puedo ayudarte, sabes que soy valenciana y que allí tengo amigos. Pero me preocupas y me dejas triste, además, Carolina y Víctor querrán saber que ha pasado contigo, les extrañara ver que de la noche a la mañana has desaparecido, además, está tu familia.

- Te prometo escribirte semanalmente, no vamos a perder el contacto, pero por favor, ayúdame a irme y no le digas a nadie nada de esto. Es todo lo que te pido. Estoy en un momento difícil en que tengo que ser egoísta, no puedo pensar en nadie que no sea yo, ahora no puedo ser más clara, pero un día me comprenderás.

Nuria escribió en un papel mi dirección. Esa fue la manera en que conocí a Gema. Con el tiempo Nuria me confeso que tras alargarle la nota con mis datos, se besaron y sintió por primera vez en su vida algo que yo ya conocía, el saber que te despides de alguien para siempre, que en cierta manera conoces que eso que estas viviendo es, ni más ni menos, que un adiós muy precipitado, forzado y odioso. Gema se fue andando, no se volvió para mirar a su amiga, para echarle esa denostada ultima mirada, era una huida hacia delante. No se explicaba que había podido pasar, conocía la candidez de Víctor y su incapacidad para hacer daño a alguien, tanto física como anímicamente, aquel acto era inexplicable para Nuria, pero con el tiempo descubres que la mayoría de actos lo son, inexplicables, vacíos y dolorosos.

Nuria me llamo para decirme que tendría que recoger a una amiga suya que vendría en autocar, que llegaría al atardecer del día siguiente. La verdad es que no me importó la idea de alojar a un desconocido en mi casa, con todo lo que eso conlleva. Me gustaba oír su voz, era una motivación para el día a día. Me dio una descripción y me dijo que ella me identificaría a mi ya que tenía una foto de cuando Nuria y yo aún éramos pareja. Yo siempre continúe enamorado de ella aunque un día me dejase sin dar explicaciones, me dijo que a pesar de todo me quería pero que sin ella estaría mejor. Con el tiempo descubrí que inició un romance con un "amigo" llamado Óscar. No le guardo rencor a ella, a él sí. Supongo que adorno a mí ex novia con virtudes de las que carece, que en cierta manera aún la mantengo en su pedestal ya que de lo contrario me sentiría aún más tonto, patético y ridículo. De todas formas, aquella llamada y aquella chica misteriosa que provenía de Madrid me servían para mantener un contacto con Nuria. No podía negarme.

Aún hoy no sé dónde pasó Gema su última noche en Madrid, desconozco que pensó durante las horas que duró su viaje en autobús hasta Valencia, para mí siguen siendo un misterio muchas cosas relativas a ella a pesar de todo el tiempo transcurrido, pero, sin embargo, recuerdo todo lo que vivimos y que comenzó en la estación de autobuses cuando ella me dijo...

- Hola, ¿eres Gabriel, verdad?

- Sí, supongo que tú eres la amiga de Nuria.

- Sí, me llamo Gema.

- Bueno, encantado de conocerte, sube al coche, si quieres que paremos a tomar algo antes de llegar a casa dímelo

- No, no hace falta.

- Ah, ¿qué tal el viaje?

- Lo siento, no quiero parecer descortés contigo, pero no tengo ganas de hablar, lo lamento.

- No pasa nada, pondré música, ¿qué grupos te gustan? O ¿prefieres oír la radio?

- Me da igual.

En aquel momento ya me pareció que estaba ante una chica un tanto peculiar, tenía una extraña belleza a pesar de lo delicado de su aspecto, me explico: era rubia de pelo rizado, de una altura media, muy blanca, casi enfermiza pero no lo era, sin embargo si que resultaba hermosa y sofisticada, tenia clase, aunque su carácter parecía un tanto reservado y hasta se podría decir que hostil, el caso es que a Gema era difícil catalogarla, jamas pensé que podría enamorarme de ella. Una vez leí que todas las personas nos enamorados dos veces en nuestra vida, aquella relación fue para mí muy dolorosa y aún mantengo el recuerdo (no me queda otra cosa) de haberla vivido.

Al llegar a casa la quise ayudar a subir sus maletas pero ella, me resultó extraño, rechazaba todos mis intentos por hacer más llevadera esta extraña situación. Una vez en el piso la expliqué qué sólo tenía un dormitorio pero que yo dormiría en el salón mientras ella estuviera conviviendo conmigo, que no me importaba. No tardé mucho en enseñarle la casa ya que, tristemente para mí, mi piso apenas supera los 35 metros cuadrados. No se sentía cómoda con aquello. Aparte de que la situación era extraña, éramos dos desconocidos en aquel momento y nada presagiaba que podríamos llegar a tener una buena relación, mi casa era pequeña y tenía ciertos reparos con respecto a que su ropa y la mía estuviesen en el mismo cuarto, era muy poco habitual todo aquello.

Aquella primera noche juntos no pude dormir. La pase en vela pensando en Nuria, en que me agradecería aquel gesto por una amiga suya que me necesitaba. También pense en Gema, en que escondería bajo aquella mezcla de fragilidad, desconfianza y hostilidad. Llevaba tiempo sin estar con una mujer, y ella era atractiva, no cabe duda, me gusto pensar en ella tumbada en mi cama, pero mis sentimientos seguían con Nuria. Así que todos mis pensamientos, muy elevados, le pertenecían a ella y a nuestro año de amor, que fue justamente lo que duro. Me gusta la idea de un año de amor, de que cada día es irrepetible ya que sólo lo viví una vez con ella. Es raro, pero a las personas abandonadas solo nos queda consumirnos en negativas, sentir la amargura del qué se queda solo y crear literatura de nuestra pena, no hay otra manera de llevarlo.

Los días estaban marcados por la rutina, iba al trabajo y dejaba sola en casa a Gema, volvía y comía con ella, apenas manteníamos conversaciones que fueran más allá de tres o cuatro frases. Tras comer me volvía al trabajo y luego a casa. No solía salir, no me parecía correcto dejar a esa chica sola y quería estar atento por si llamaba Nuria. Una tarde me contó que se estaba carteando con Gema, que ella hubiese preferido estar con una chica, no me explico el motivo, que estaba algo mejor pero que aun necesitaría mucho tiempo, preguntaba por Víctor, por su hermano y por su madre (me resultó extraño, a Nuria también, pero Gema nunca preguntaba por su padre).

Aquella presencia en mi casa turbaba mis días. ¿Qué escondía Gema? ¿Qué sentía? ¿Qué le habría pasado para ser así? ¿Qué soñaba en la soledad de mi dormitorio? Intentaba ser fiel en mis pensamientos a Nuria, solía excitarme pensando en ella y para mí, al igual que para Víctor con Gema, no había más mujer que aquella. De todo esto que relato me entere mucho tiempo después de conocer a Gema, tanto me inquietaba que he necesitado reconstruir su tiempo conmigo y lo que fue su vida antes y después de nuestra convivencia. De todas formas hay una diferencia muy notable entre mi relación con Nuria y la de Víctor con Gema. Nuria y yo éramos una pareja totalmente desinhibida, disfrutábamos del sexo y no había nada que dejásemos de probar.

Una de sus fantasías sexuales era el acostarse con otro hombre, claro que yo quería participar de aquello y nosotros, como pareja, no asociábamos el sexo con el amor que nos profesábamos. Así que un día me maniato las manos a la espalda, me desnudó y encerró en el armario para poder ver como se llevaba a otro hombre a la cama. Tardó varias horas pero volvió con un tipo de color, al que desnudo frenéticamente, Nuria sabía que yo, desde el armario, podría verlo todo y eso la excitaba aún más. El caso es que besaba aquella carne de color, pasaba sus blancas manos por el torso negro del muchacho que la apretaba con fuerza el culo, me sentía cornudo físicamente pero nunca sentimentalmente ya que aquello me excitaba, me gustaba ver a mi chica siendo tocada por otro hombre, y más por un tipo negro y fuerte. Mi pene crecía por momentos mientras los veía retozando en la cama, semidesnudos, besándose. Se veía en su pantalón un inmenso bulto que demostraba que el estereotipo de negro bien dotado no era sólo una invención, ella lo besaba por encima de la ropa y él apretaba la cabeza de mi chica contra sus piernas. Las torpes manos de Nuria descorrieron la bragueta y aflojaron aquel cinturón para dejar al chico en ropa interior, levantó el elástico del calzoncillo para pasar los dedos por los huevos de él mientras pasaba su lengua por los muslos de aquel tipo. Me dolía la polla de lo dura que estaba, me gustaba ver así de descontrolada a Nuria y tenía ganas de salir de ahí y de entrar en el juego, el negro, llamado William, pensaba que era el juego de ellos dos pero Nuria y yo sabíamos que era de tres. Mi novia había tumbado a aquel tipo en la cama y primero pasaba su lengua por aquella inmensa verga, luego su melena, más tarde se divertía pasando su húmedo sexo cerca de aquel miembro, el negro estaba ya demasiado nervioso así que tiro al suelo a Nuria y de un golpe la penetro mientras ella la pedía que la diera muy fuerte, pero que se corriese en su boca, que quería tragarse toda su leche. Él obedeció y la penetraba con furia, me excitaba mucho el ruido de sus testículos al chocar con el cuerpo de mi chica, así que cuando estaba a punto de correrse, saco de su vagina aquel pene y se masturbo apuntado a la boca de mi novia. Coincidiendo con la corrida yo salí del armario, atado, de espaldas y con mi polla erecta. Mi novia pidió a William que me follase a mi también, que tenia que probar aquella riquísima verga, al negro le gusto la idea de tirarse a un blanco, reconozco que nunca soñé con estar con aquel tío, pero la idea de estar con un hombre me excito. Aquel tío me puso a cuatro patas, en la cama, viendo comí mi novia frotaba su clítoris mientras me veía atado y sodomizado por aquel muchacho. Las fantasías homosexuales son muy comunes, pero no soy gay, sólo quiero decir que, en cierta manera, perdimos el control, pero todos disfrutamos. Creo que el ser homosexual es más una forma de vida que una opción sexual. Cuando aquel tipo terminó conmigo, me dolía el ano pero descubrí que el dolor y el placer esta muy cerca, sólo separados por una finisima capa y descubrí, gracias a William y a Nuria que el sexo es algo más que un hombre sobre una mujer.

Mi relación con Nuria esta plagada de episodios parecidos. Me resultaba extraño que Gema, que parecía tan cándida y tan reservaba, tan sufrida y tan a la defensiva, fuera amiga de aquella otra mujer con la que hice cosas que nunca reconocería. Soñaba con tener sexo con Gema, pero no algo brutal como las muchas experiencias qué viví. Me inspiraba otros sentimientos pero no sabía como acercarme a ella, me estaba enamorando de aquel misterio que jamas resolví aunque llegue a conocerla bastante bien.

Una noche, viendo la televisión en nuestra sala de estar, ella, me pareció increíble, me pregunto algo que jamás olvidare.

- Gabriel, ¿qué os excita a los hombres? ¿Que os mueve? Hablo en términos sexuales.

Tardé en contestar, miré su esbelto cuerpo, comprendí en un instante que estabamos en dos mundos totalmente opuestos, que ella, en cierta manera para mí era algo prohibido.

- Bueno, la mente es el órgano sexual más importante. Creo que a todos, hombres y mujeres, nos excita lo prohibido, lo bizarro, todo lo que no nos atrevemos a hacer. Pero la mente humana es muy compleja y yo sólo un empleado de una agencia de seguros.

Quise saber el porqué de su pregunta, no me contestó. Me pareció que no conocía a los hombres y de ahí que ella viviese escudada en esa frialdad tan suya. Estaba confundido pero no lo sabia. Yo no sabía nada.

- ¿Te excita la idea de violar a una cría?

- Creo que no me gusta el cariz que esta tomando esto. Apenas nos conocemos y tu pregunta, aparte de absurda es de muy mal gusto.

- Sé que lo es, pero hablamos de hipótesis, de ficción. Dicen que a las mujeres nos excita el ser violadas por desconocidos. Eso dicen, ¿lo sabías?

- No, y me da igual, me voy a la cocina, ¿quieres beber algo?

- No, gracias.

- Creo que merezco una explicación, ni tú ni Nuria me habéis explicado nada y llevo contigo aquí 15 días y no sé aún nada de ti, ni el motivo de irte de Madrid ni nada, solo estas ahí y para una vez que hablas es de unos temas rarisimos.

- No tengo que darte ninguna explicación de mi vida, no eres nada mío.

- No lo soy, pero te llevo manteniendo dos semanas sin saber absolutamente nada, creo que algo si merezco.

- No te diré nada, no se lo he dicho ni tan siquiera a Nuria, mira, si te molesto o si soy un problema para ti lo siento. Recojo mis cosas y me voy.

- Yo no quiero que te vayas, quédate por favor, es sólo que para mí eres una desconocida con quién comparto mis días y me gustaría saber algo más de ti.

- Mira, algún día contaré ciertas cosas. Hoy por hoy no puedo.

En aquel momento me pareció tan débil, tan delicada, tan bonita que me hubiera gustado abrazarla aquella noche para protegerla, decirla que yo siempre recordaría su nombre, que lo desconocía todo de ella pero que me atraía de una manera pura y que podía contar conmigo para lo que fuera.

Me desperté en la madrugada, camine sigilosamente hasta mi dormitorio y abrí la puerta, ahí estaba ella, tumbada en mi cama con solo un camisón puesto, no es que fuera muy sensual la ropa que llevaba, pero era ella, el objeto de mi deseo. Puse mis labios en los suyos, besé su cuello y lamí sus hombros para luego meterme bajo las sabanas, ella apenas se movía, no importaba. Con mis manos iba subiendo su camisón para así poder descubrir sus piernas, eran casi perfectas, las besaba con ternura, las lamía desde la rodilla hasta la entrada a su sexo, ella seguía casi sin moverse en la cama, apenas daba señales de vida. Aquel sexo me pareció hermoso, con su vello rubio y rizado que al notar mi boca iba segregando un hermoso jugo del que bebí. Comí de aquel coño y disfruté de Gema mientras mi sexo se agigantaba ante aquella hermosa y frágil mujer. Con mi boca, húmeda gracias a ella, la bese en la boca, la acaricie los pechos mientras ella se despertaba y me pasaba los brazos alrededor de mi cuello, me beso e hicimos el amor. Al cabo de breves instantes me desperté del sofá, tenía mi semen esparcido por mis genitales, piernas e incluso el propio sofá, aquello no podía seguir así, necesitaba poseer a aquella mujer que estaba al otro lado de una puerta. Mientras me limpiaba en el baño de los frutos de aquel sueño pensé que algo no iba bien, que reconocía sentir algo puro por ella, pero aquel sueño no era puro, demostraba que deseaba echar esa puerta abajo, sentía que aquello no estaba bien y que, además, engañaba a mis sentimientos por Nuria.

No pasó mucho tiempo hasta que vinieron a quitarme a Gema y a dejarme otra vez sólo...