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Todos los caminos me llevan hacia Él (2)

en Sexo con maduros

TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (II)

Nos volvimos a ver el jueves en la cena que celebraba el grupo de lectura por Navidad pero nos comportamos como siempre, como si no hubiera pasado nada dos días atrás.

Durante la fiesta que hubo después de la cena, logré llevarme a Mario a un lugar apartado para despedirme de él porque pensaba que no iba a volver a verle hasta después de Reyes.

L: Por fin puedo estar contigo un momento.

Y nos besamos como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que nos habíamos visto

M: Llevo toda la noche esperando esto, no veía el momento de poder estar un instante a solas y besarte.

Y nos volvimos a besar pero ahora más dulcemente.

L: Solo quería desearte que pases unas buenas navidades y una buena entrada y salida de año.

M: Y ¿por qué lo haces tan pronto? aún estamos a 19, quedan unos cuantos días hasta Navidad.

L: Pues porque hoy es el último día que se reúne el grupo hasta después de Reyes y no voy a tener ninguna excusa para verte.

M: ¿Cómo que no? claro que la tienes.

L: ¿La tengo?

M: Sí

L: Y ¿cuál es?

M: Pues que vas a pasar la Nochevieja en mi casa

L: ¿Qué?

M: Pues eso, voy a invitar a tu familia a pasar la Nochevieja en mi casa.

L: ¡No me lo puedo creer! ¿Me estas hablando en serio?

M: Sí

L: Y ¿cómo se te ha ocurrido tal cosa?

M: Quería pasar el fin de año contigo y como otros años has venido a cenar como novia de Pedro, este año, como ya no lo eres, me parecía un poco raro el invitarte a ti sola, por lo que he pensado que lo mejor sería invitaros a los tres. Ya sé que no estaremos solos, pero al menos estaremos juntos, como hoy.

L: Será un placer pasar otra Nochevieja contigo, aunque sea con tu familia veces y acompañada de mis padres. Espero que no rechacen la invitación

M: Eso espero, ahora bésame de nuevo y volvamos a la fiesta no nos vayan a echar de menos, se pongan a buscarnos y nos vean.

Nos besamos y volvimos a la fiesta.

Pasaron los días y llegó el día de Nochebuena, que cómo todos los años, lo pasé con mi familia en casa de mis abuelos, al igual que la Navidad.

El día de Navidad a media mañana sonó el teléfono y al ir a cogerlo vi que llamaban desde la casa de Mario, pero se me hacía un poco raro que me llamase él, así que supuse que era Pedro para felicitarme la Navidad pero cuál fue mi sorpresa al descolgarlo y oír la voz de Blanca, la madre de Pedro.

L: ¿Sí?, ¿dígame?

B: Hola Lucia ¡Feliz Navidad!

L: ¡Feliz Navidad Blanca! ¡Qué alegría oír tu voz!,

B: Claro, claro, con eso de que ya no sales con Pedro, has olvidado a los demás y ya no nos vienes a ver.

L: Tienes razón, hace tanto que no voy por tu casa, lo siento, uno de estos días me paso, tomamos café y charlamos un rato.

B: Pues, ¿qué te parece esta tarde? y así celebramos la Navidad. No te preocupes, no estará Pedro.

L: Si no me preocupa, no dejamos de salir porque nos peleáramos, sino porque ya no había nada en común entre nosotros, estaba cambiando nuestra visión de la vida y quedamos, como lo que siempre habíamos sido, buenos amigos.

B: Pero hace mucho que no os he visto juntos.

L: Sí, tienes razón hace mucho tiempo que no nos vemos y es porque ha cambiado el rumbo de nuestras vidas y ya no navegan en la misma dirección, pero no me he olvidado de vosotros.

B: A Mario ya sé que le sigues viendo en el grupo de lectura, pero a mí me has dejado totalmente de lado.

L: Pues esta tarde me paso a verte y te cuento todo lo que ha pasado en mi vida desde que dejé de salir con Pedro.

B: Vale, te espero sobre las 17:00, además tengo que pedirte algo que luego te contaré. Hasta luego.

L: Hasta luego.

Después de comer con mi familia, me fui a la casa de Pedro. Cuando llegué a la puerta y me dispuse a llamar al timbre vi que mi mano estaba temblando a causa de lo nerviosa que estaba por encontrarme por primera vez con Blanca después de haber acabado mi relación con Pedro, su hijo y haber empezado con Mario, su marido, cosa que ella no sabía lógicamente.

Intenté serenarme un poco para que Blanca no se diera cuenta de mis nervios y no me preguntase nada. Cuando me tranquilice llamé al timbre y la misma Blanca abrió la puerta, nos saludamos con dos besos, me invitó a entrar y me dijo que el café estaba recién hecho.

Mientras tomábamos café le estuve contando a grandes rasgos todo lo que me había pasado desde que dejé de salir con Pedro, omitiendo, claro esta, la celebración de mi último cumpleaños, y luego, como suele pasar, nos pusimos a recordar las trastadas que hicimos Pedro y yo cuando éramos pequeños y cuando llegó Mario nos encontró a las dos desternilladas de risa recordando un día de verano que hizo tanto calor y que el agua de la piscina estaba tan caliente que hacia más calor dentro que fuera y no se nos ocurrió otra cosa que asaltar las neveras de nuestras casas, sacar todo el hielo que había en ellas y echarlo dentro de la piscina para que se enfriase el agua y así quitarnos el calor que teníamos y al recordárselo a Mario acabamos los 3 partiéndonos de risa.

Tardamos un poquito en serenarnos y cuando lo hicimos…

M: Tengo algo guardado para ti que quería haberte dado hace unos días

Y se fue a por ello.

L: ¿Algo para mí? ¿Tú sabes de qué se trata?

B: Sí

L: Y ¿qué es?

B: Ahora lo veras

L: Y ¿por qué no me lo has dado tú?

B: Porque como yo no te he visto hace tanto tiempo y Mario te ve en la reunión de lectura pues se supone que tenía que habértelo dado hace unos días

M: Aquí estoy, toma, es de parte de los dos, aunque se supone que tenía que habértelo dado el día 17 por tu cumpleaños, pero se me olvido. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS LUCIA!

B: ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

L: Muchas gracias, no me puedo creer que os acordaseis.

B: No podíamos olvidarlo, han sido muchos cumpleaños juntos, aunque halla sido el primero que no pasas con nosotros no teníamos por qué no felicitarte. Espero que te guste.

L: No teníais que haberos molestado, muchas gracias de nuevo.

M: Bueno, ábrelo de una vez a ver si te gusta.

Abrí el regalo y resultó ser una gargantilla con forma de serpiente

L: ¡Es preciosa!, me encanta, no sé que decir.

M: No digas nada, solo póntela y disfruta de ella.

B: Había tres razones para hacerte venir esta tarde a casa.

L: ¿Tres razones?

B: Sí, la primera era que hacía mucho tiempo que no te veía y quería saber algo de ti.

L: Entonces ya lo hemos solucionado.

B: Sí

M: La segunda era darte tu regalo de cumpleaños ya que a Mario se le olvido.

L: Y ya me lo has dado, muchas gracias de nuevo. Van dos de tres, y ¿cuál es la tercera razón?

B: La tercera es invitarte a ti y a tus padres a pasar la Nochevieja con nosotros.

L: ¿Estas hablando en serio?

M: Sí, nos hemos enterado que tus padres no se van a Suiza a pasar la Nochevieja como todos los años para que no la pases tú sola.

L: Sí, no se van, han decidido quedarse a pasarla conmigo ya que es el primer año que no la iba a pasar aquí con vosotros y Pedro.

B: Entonces hemos pensado que sería buena idea que la pasáramos los 6 juntos como buenos amigos.

L: ¿Los 6? ¿Pedro también estará?

M: Sí, ¿supone algún problema para ti?

L: No, ninguno, es que hace tanto tiempo que no le veo por el barrio que se me hace raro el pensar que aún vive aquí.

M: Pues sí va a estar y además cuando le he comentado lo que pensábamos hacer se ha alegrado mucho y enseguida a dicho que sí, que os invitásemos sin más tardar.

L: Pues me voy a casa a decírselo a mis padres cuanto antes pero no creo que pongan ningún problema en pasar aquí la Nochevieja, pero antes de irme quería preguntarte algo Blanca.

B: ¿Tú dirás?

L: Cuando hemos hablado esta mañana me has dicho que me tenías que pedir algo, ¿a qué te referías?

B: Al día de Nochevieja.

L: Ah, vale, entonces me voy ya.

B: Dame un beso antes de irte

L: Claro, como no

M: Yo quiero uno también

L: Sí, por supuesto. Bueno pues adiós y en cuanto me digan algo mis padres os lo comunico.

Y me fui a mi casa y tuve suerte porque cuando llegue acababan de llegar los dos, les comente lo que me habían propuesto y no tardaron mucho en decidirse. Dijeron enseguida que sí, ya sabía yo que no iban a poner ninguna pega, les apetecía tan poco como a mí pasar los 3 solos la Nochevieja, ya que estaban acostumbrados a pasarla con mucha gente en el hotel de Suiza.

Decidí no llamar enseguida para darles la contestación, sino esperar al día siguiente para intentar coger a Mario solo y poder hablar con él tranquilamente un rato, pero no hizo falta esperar tanto, alrededor de las 20:00 sonó el móvil y resultó ser Mario.

L: ¿Sí?

M: Hola Lucia, ¿estas muy ocupada?

L: Hola Mario, pues no, estaba leyendo un libro en mi cama

M: ¡Uumm! ¿Y estas tú solita?

L: Sí

M: ¿Qué llevas puesto?

L: Una batita de raso, ¿qué esta pasando por tu cabeza?

M: Estaba pensando en saltar los setos y escalar por el canalón hasta llegar a tu terraza, entrar en tu habitación, acercarme hasta tu cama, quitarte la batita, empezar a besarte, a acariciarte por todo el cuerpo y terminar haciéndote el amor muy suavemente.

Mientras me iba hablando me levanté de la cama y me acerque a la puerta que daba a mi terraza, abrí un poco las cortinas y vi a Mario en la calle justo enfrente de mí.

L: ¿Todo eso me harías?

M: Sí

L: Y ¿por qué no lo haces?

M: ¿Te apetece?

L: Muchísimo

M: Pues entonces aceptaras lo que venía a proponerte

L: ¿Qué es?

M: Quería invitarte a cenar y luego a...

L: ¿Y tu mujer? ¿dónde esta Blanca?

M: Esta durmiendo, se sentía algo mal y estaba cansada por la fiesta de anoche y se ha metido en la cama y cómo no me apetecía cenar solo he pensado que tal vez te gustaría venir conmigo y así celebrábamos juntos la Navidad.

L: No es mala idea, me apetece cenar contigo y luego pasar un buen rato a solas. Veo que vas muy trajeado, ¿dónde vamos a ir?

M: Acabo de reservar mesa para dos en "Ca’Sento"

L: ¿En "Ca’Sento"?, ¿llevas algo rojo?

M: Sí

L: Ya sé que ponerme entonces, pero tendrás que esperar un poquito mientras me arreglo.

M: No te preocupes, te espero dentro del coche.

Colgué el móvil y saqué el vestido que tenía en mente del armario. Me metí en la ducha, me vestí, me maquillé y me peiné en un tiempo record. Cogí el abrigo y bajé descalza por las escaleras para que mis padres no me viesen y no me atosigasen con preguntas que no podía contestar.

Cerré la puerta sin hacer ruido, me puse las sandalias y me encaminé hacia el coche de Mario, un Mercedes-Benz SLR Roadster McLaren Brabus negro y rojo.

Me subí en el coche y le di un beso a Mario, arrancó y nos pusimos en camino hacia el restaurante.

M: Estas preciosa.

L: Muchas gracias. Tú estas muy elegante pero no veo que lleves nada rojo.

M: Sí que lo llevo, mira bien.

L: No veo que lleves nada rojo puesto.

M: Yo no lo llevo puesto, lo lleva el coche.

L: ¡Aah! te refieres a la tapicería del coche. Te crees muy gracioso.

M: No te enfades, ha sido una pequeña bromita

L: Sí no me enfado, pero no me gusta que me engañen

M: Vale, si quieres me puedo poner una corbata roja que llevo en el maletero

L: ¿Harías eso por mí?

M: Eso y lo que haga falta para hacerte feliz

L: De momento me conformo con estar a tu lado o verte de vez en cuando

M: ¿De momento?

L: Sí, en un futuro no sé si necesitaré algo más

M: Pero yo no sé si podré darte más, no me he planteado dejar a Blanca, aún la quiero.

L: Ni yo te lo he pedido

M: Pero como has dicho "de momento"

L: Eso es el futuro y no sabremos que pasará, preocupémonos del presente que es lo que nos interesa y pasemos una velada estupenda.

M: Tienes razón, preocupémonos por el aquí y ahora, lo que tenga que venir, vendrá

Unos minutos más tarde llegamos al restaurante, nos sentamos a la mesa que nos habían reservado en un rincón de la sala, apartada de miradas indiscretas y Mario pidió por los dos.

. 0stras con lima y granizado de manzana para mí y ensalada de percebes con agua de tomate valenciano para él.

. Bogavante asado con tomate confitado y vinagreta de su coral para mí y ventresca de atún con jugo de pimientos asados y jengibre para él y caviar iraní con huevo, mantequilla y jamón para ambos.

. Torrijas caramelizadas con helado de leche y Sorbete de grapa para mí y mousse de chocolate blanco con crema de café para él.

Cenamos muy tranquilamente hablando de todo un poco y contando anécdotas de otras Navidades y cuando nos trajeron el postre sacó un paquetito de su chaqueta y…

M: Esta tarde con Blanca te he dado un regalo por tu cumpleaños.

L: Sí y me ha encantado. Como puedes ver la llevo puesta.

M: Sí ya me he dado cuenta pero ese regalo ha sido de parte de los dos, ahora quería darte el mío, toma, FELIZ CUMPLEAÑOS LUCIA.

L: Gracias de nuevo, pero no tenías que haberlo hecho. El otro día ya me hiciste el mejor regalo que podías haberme hecho.

M: Sí, un capullo de rosa, vaya regalo para una chica tan estupenda como tú que me esta haciendo el hombre más feliz del mundo.

L: No, no fue solo la rosa, sino la noche que pasamos juntos, nunca hubiera imaginado que podría pasar y pasó.

M: Y espero que ocurra más veces.

L: Yo también

M: Pero bueno ahora abre este por favor.

Cojo el paquetito, quito el papel y veo una cajita de color rojo. Al ver la cajita me imaginé que serían unos pendientes pero cúal fue mi sorpresa al abrirla y ver dentro un anillo con tres delfines, cada uno de un color.

L: ¡0hh Mario, es precioso!

M: ¿Te gusta?

L: Me encanta

M: Déjame que te lo ponga a ver si he acertado en el tamaño. Sí, es un anillo perfecto en una mano perfecta.

L: No digas esas cosas, por favor. El anillo es perfecto pero no yo.

M: Para mí lo eres, no digas lo contrario y déjame que te de un beso

L: Pero pueden vernos o ¿es qué no te importa?

M: Sí que me importa, pero no pueden vernos en este rincón.

Nos besamos largamente, acabamos el postre, pagó Mario y salimos a la calle.

M: ¿Te apetece que demos un paseo?

L: Sí, ¿por qué no? no hace mucho frío.

Mario se acercó al aparcacoches, le dijo algo y le dio una propina.

Empezamos a andar y me agarré del brazo de Mario. Era muy feliz, me sentía como si fuera encima de una nube. Era Navidad e iba agarrada del brazo de Mario como si se tratase de dos enamorados cualesquiera, aunque nosotros no éramos dos enamorados cualesquiera sino que éramos amantes y él me doblaba la edad, era amigo de mis padres, vecino y padre de mi ex-novio.

Seguimos andando sin hablar dirigirnos la palabra, solamente disfrutando del momento. Nos mirábamos a los ojos y de vez en cuando nos besábamos y después de un rato andando nos paramos delante de un hotel, no un hotel cualquiera, sino el Hotel Meliá Valencia Palace, un hotel de 5 estrellas.

L: ¿Damos ya la vuelta?

Y mientras le hacia la pregunta vi al aparcacoches del restaurante pasar con el coche de Mario, dejarlo delante de la puerta del hotel y cogerlo un aparcacoches del hotel.

Miré a Mario y:

L: ¿Qué hace ese aparcacoches con tu coche?

M: Pues me imagino que llevarlo al aparcamiento

L: ¿Del hotel?

M: Sí

L: ¿Por alguna razón en especial?

M: Sí, me gustaría pasar esta noche contigo

L: ¿En el Meliá Palace?

M: Sí ¿no te gusta?

L: Sí, es ideal pero…

M: ¿Pero qué?

L: Nada, es que no estoy acostumbrada a estos lujos, el Mercedes, la cena en Ca’Sento, una habitación en el Meliá Palace. Parece que estoy soñando y si es así no quiero despertarme.

M: No es ningún sueño, todo es real, quiero todo lo mejor para ti y mientras pueda te lo daré.

Eran más de las 00:00 cuando entramos en el hotel y Mario fue a recepción a por la llave de la habitación. Cuando la tuvo nos metimos en el ascensor y no pude aguantar más y me tiré a su cuello y empezamos a besarnos fogosamente y a quitarnos los abrigos. Continué desabrochándole la camisa y él subiéndome el vestido buscando algo más, pero enseguida tuvimos que parar porque habíamos llegado a nuestro piso, el 6º. Recogimos los abrigos del suelo y salimos del ascensor para dirigirnos a nuestra habitación, la nº 69.

Llegamos a la puerta y le cojo la tarjeta para abrir yo, pero antes de hacerlo le miro a los ojos y le digo:

L: ¿No quieres pensártelo de nuevo?

M: Ya esta todo bien pensado

L: ¿De verdad?, aún estas a tiempo de echarte para atrás, piensa en tu mujer.

M: La quiero y no quiero perderla, pero me he dado cuenta que a ti también te quiero y tampoco quiero perderte.

L: ¿Estas completamente seguro de lo que vas a hacer?

M: Sí, ¿por qué lo dices?

L: Porque ya no hay marcha atrás, esto ha sido preparado con premeditación y alevosía, no fue algo que surgió como la otra vez, es decir, que esto sí que esta considerado como una infidelidad en toda regla.

M: Yo estoy completamente seguro de lo que quiero, pero ¿y tú?

Y en ese momento me mojo los labios con la lengua poniendo cara de deseo y él sin decir nada me coge la tarjeta de la mano y abre la puerta dejándome pasar y pasando él después y al ir yo a cerrar la puerta me empuja contra ella y empieza a besarme y acariciarme por todo el cuerpo y empieza a quitarme la ropa.

Luego yo le voy quitando la camisa y desabrochándole los pantalones y entonces saco fuerzas para darle la vuelta y ponerle a él de espaldas contra la puerta y empiezo a besarle y acariciarle la cabeza, cuello, bajando por el pecho hasta llegar a sus genitales y comienzo a hacerle una buena mamada con la que empiezan a fallarle las piernas y a jadear de placer.

En ese momento me hace subir para seguir besándome y me da la vuelta y es ahora él el que me hace a mí disfrutar y ¡cómo!

Después de esto nos vamos a la cama, ya completamente desnudos y me pongo encima de él y comienzo a juguetear con su polla y mi coño mientras le beso y le hago disfrutar al máximo.

Mario me hace parar un momento y me dice que es el momento de que se ponga el preservativo, que no quiere que pase nada. Me quito de encima y se va hacia su chaqueta y de la cartera saca un condón que se pone en un instante y vuelve a la cama conmigo y vuelvo a subirme encima de él y sigo con lo que estaba haciendo. Intercalo el juego con la penetración y nos ponemos a cien.

A continuación se pone él arriba y le dejo hacer y lo hace a las mil maravillas, me lleva al éxtasis, no es de extrañar tiene ya algo de experiencia en esto. Durante un rato sigue el intercambio de besos, caricias y penetración y al final nos corremos juntos cuando ya no podemos más.

Acabamos los dos tumbados en la cama boca arriba, extasiados, con la respiración entrecortada y el corazón a mil por hora.

Entonces Mario se queda dormido del sobreesfuerzo que ha hecho y yo me le quedo mirando, observándole dormir.

Cuando se despierta lo hace sobresaltado como si no supiera donde estaba pero cuando me ve se relaja y me pregunta cuanto ha dormido y se disculpa por haberse dormido después de hacer el amor.

Le digo una pequeña mentira y le contesto que solo ha dormido unos 15 minutos cuando ha sido casi una hora, pero no me ha importado porque así he aprovechado para contemplarle bien y dejarlo todo grabado en mi cabeza por si no se vuelve a repetir.

Nos ponemos a hablar de cosas dispares, a gastarnos bromas, a juguetear y acabamos cayéndonos de la cama y nos quedamos tumbados en el suelo riéndonos sin parar.

Nos metemos de nuevo en la cama y nos quedamos mirándonos a los ojos en silencio hasta que a Mario le puede el sueño y se queda de nuevo dormido.

Aprovecho ese momento y me voy a dar una ducha.

Entro en el baño, abro el grifo de la ducha, espero a que salga a la temperatura adecuada y me meto dentro.

Noto como me cae el agua sobre la cabeza y va bajando por todo mi joven cuerpo, un cuerpo por el que muchos suspiran pero que solo pertenece a una persona, a mi amante, a mi amor, a Mario.

Cierro los ojos y me pongo a recordar lo que ha pasado en la última semana, en mis dos noches con Mario. La primera el día de mi cumpleaños, el día que Mario me dijo por primera vez "te quiero" y por primera vez me hizo suya, algo que soñaba todas las noches y que pensaba que nunca iba a ocurrir, pero ocurrió.

Después de esa noche pensé que no iba a estar con Mario de nuevo, que esa noche había sido un lapsus en su vida de casado y que no iba a ocurrir nunca más, pero me equivoqué ya que en esos momentos estaba un la ducha de una habitación del Meliá Palace y acababa de hacer el amor con él.

Seguí con los ojos cerrados disfrutando de la ducha y pensando que sería maravilloso hacer el amor allí mismo.

Me imagino a Mario junto a mí besándome por la espalda hasta llegar al cuello y al mismo tiempo acariciándome los pechos y bajando hasta llegar al pubis.

Solo de pensarlo me estaba poniendo a 100 por hora, y comencé a tocarme imaginándome que era Mario el que lo hacia y comencé a dar gemidos a causa del placer que estaba experimentando. Me estaba excitando tanto que debí hacer ruido y despertar a Mario. Al oírme se fue hacia el baño y me vio acariciándome con los ojos cerrados, se metió en la ducha y comenzó a acariciarme y al notar sus manos sobre mí me asusté y pegué un pequeño grito que él ahogó con uno de sus maravillosos besos. Seguimos un momento más besándonos bajo el agua y Mario comienza a tocarme el pelo y baja por el cuello hasta los hombros y luego continua por la espalda hasta que llega al culo y lo coge con ambas manos y me lo aprieta y me pega aún más contra su cuerpo al mismo tiempo que me da mordisquitos en el cuello y sin querer sale de mi boca un pequeño grito de placer que Mario vuelve a ahogar con un beso.

Me da la vuelta, me apoya contra la pared y me empieza a besar por el cuello, baja por la espalda hasta llegar al culo, me vuelve a girar y me abre aún más las piernas. Se va directo al pubis y se pone a lamerlo y sigue hacia abajo en busca de mi "concha" y se encuentra con los labios. En ese punto estoy casi a punto del orgasmo, las piernas se me doblan al quedarse sin fuerzas a causa de la excitación y el placer que estaba experimentando. Se abre camino a través de los labios para llegar hasta el clítoris y una vez que lo alcanza lo lame bien por todos los lados y luego sigue por la entrada de la vagina por la que introduce la punta de la lengua y en ese momento no puedo más y noto como si estallase algo dentro de mí y tengo el mayor orgasmo de mi vida que me produce una perdida total de la fuerza en mis piernas y me caigo pero Mario me coge a tiempo y no llego al suelo.

A causa de la caída mi cara queda justo a la altura de su miembro, totalmente erecto y me pongo a chupárselo como si fuera un chupa-chus, lamiéndole solamente el capullo y luego dándole pequeños mordiscos que hacen a Mario gemir de placer. A continuación me lo meto en la boca y cierro los labios y comienzo a hacerle una buena "paja" y Mario acompaña el movimiento con pequeñas envestidas que van aumentando de ritmo y dejo de moverme y le dejo hacer hasta que llega un momento en el que no puede más y esta apunto de correrse, pero antes de hacerlo saca su pene de mi boca, sale de la ducha, va a la habitación y veo que vuelve con un preservativo puesto, me abraza y me besa, me apoya contra la pared y me sube en brazos, quedando mi coño a la altura de la punta de su polla y poco a poco me va penetrando hasta que la introduce completamente dentro y la noto en lo más profundo de mi ser. El placer que noto en ese momento es tan intenso que no puedo por más que dar un grito de placer al mismo tiempo que empieza a sacar y meter su pene dentro de mí, al principio despacio y luego más rápido hasta que, sin poder controlarlo, llegamos los dos al orgasmo y al separarnos nos sentamos en el suelo de la ducha apoyados uno contra el otro mirando como nos cae el agua encima.

Cuando recobramos el aliento nos acabamos de duchar bien, nos secamos y nos metemos en la cama los dos abrazados y nos quedamos completamente dormidos.

A la mañana siguiente cuando me despierto noto que estoy sola en la cama y me pongo a buscarle con la mirada por toda la habitación y no le encuentro. Me levanto y voy a ver si esta en el baño pero allí tampoco esta y cuando vuelvo a la cama cabizbaja veo en la mesilla un capullo de rosa blanca al lado de algo de dinero y un trozo de papel doblado que dice:

"Cariño, siento dejarte sola pero no tengo más remedio que ir a trabajar, hoy no es fiesta y la clínica abre. Puedes quedarte hasta las 12:00 y si quieres te pueden subir el desayuno a la habitación. Te dejo algo de dinero para que llames a un taxi para volver a tu casa. Muchas gracias por la noche tan increíble que me has hecho pasar y que no olvidare en la vida. Te espero en mi casa la noche de Nochevieja para celebrar la entrada del Nuevo Año. Te quiero. Mario"

Cojo la rosa y me tumbo en la cama, la huelo y me pongo a pensar en la noche tan estupenda que había pasado junto a Mario y entonces noto como un vacío en el estomago y me decido a llamar al servicio de habitaciones para que me suban un buen desayuno con el que recuperar las energías gastadas durante esa noche.

Nada más acabar el estupendo desayuno llamo a recepción para que me pidan un taxi, luego me pego una ducha rápida, me visto y bajo al vestíbulo, me voy a la entrada y me subo en el taxi que me esta esperando para llevarme a casa.

Cuando llego es casi la 13:00, una hora perfecta porque mis padres no están en casa y no me van a ver llegar con el traje de fiesta. Me subo a mi habitación, me pongo el pijama y me meto en la cama a dormir un rato y a esperar a que lleguen mis padres y me despierte mi madre para comer como tantas veces lo ha hecho después de un día de fiesta.