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Todos los caminos me llevan hacia Él (5)

en Sexo con maduros

TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (V)

Fueron pasando los días y finalmente llegó Febrero y con él llegaron los exámenes parciales y me di cuenta que no me estaban saliendo nada mal, que podía sacar buenas notas. Pensé que tal vez el no haber estado con Mario me habría venido bien con los exámenes pero estaba cada día más y más triste y eso preocupaba a mis padres, sobre todo a mi madre que nunca me había visto estudiar con tanto ahínco ni estar tan triste, pero no me preguntó nada, pensó que era algo pasajero que ya se me pasaría y por un lado tenía razón, porque esa tristeza se iría en el mismo instante que hablase o viese a Mario.

Estaba tan absorta en los estudios y en no pensar en Mario que ni me acordé que el 24 de Enero había sido el cumpleaños de Pedro y que ni siquiera le había llamado para felicitarle, así que decidí ir a la casa de Mario para que alguien del servicio me diera su nuevo número de teléfono. Cuando iba por la mitad del camino caí en la cuenta que era viernes por la tarde y que tal vez no hubiera nadie y estuve a punto de darme la vuelta, pero me dije que no perdía nada por ir a ver. Llegué a la puerta de la verja y estaba abierta, lo que significaba que alguien había, pasé y llegué hasta la puerta de entrada de la casa, llamé al timbre, esperé unos instante y como no abría nadie me di la vuelta y cuando estaba llegando a la puerta de la verja oí como se abría la puerta de la casa y me llamaban.

P: ¡Lucia!

Me di la vuelta y vi a Pedro completamente mojado y con una pequeña toalla alrededor de la cintura que apenas le tapaba nada y contesté.

L: ¡Pedro!, ¡qué sorpresa!, justo a quién quería ver.

P: ¿Y eso?

L: Venía a pedir tu nuevo número de teléfono para felicitarte, con bastante retraso, por tu cumpleaños.

P: Pues ya no tienes que llamarme, aquí me tienes en carne y hueso.

L: Ya, ya veo, sobre todo en carne

P: ¿Qué?

L: No, no, no nada, ja, ja, ja

P: No entiendo nada, sigues igual, no cambiaras en la vida

L: Y ¿por qué tendría que hacerlo?, me encanta ser como soy

P: Tienes razón porque cambiar cuando uno se siente bien consigo mismo.

L: Pues eso. Bueno pues ya que estas aquí te voy a felicitar personalmente aunque sea con unos días de retraso, ¡FELICIDADES PEDRO!

P: Muchas gracias, pero si no te importa podríamos pasar dentro, aquí fuera hace bastante frío y como comprobaras no llevo mucha ropa puesta.

L: No, no me había dado cuenta, ja, ja, vale pasaré un rato.

P: Espera un momento que subo a ponerme algo más

L: Por mí no lo hagas, ja, ja, ja

P: Ya me imagino que por ti no hay problema, pero es que tengo algo de frío, ¿te importa?

L: En absoluto

P: Ahora mismo bajo

Mientras Pedro estaba arriba vistiéndose, eche un pequeño vistazo a la casa y me di cuenta que no había nadie más en ella, que solo estábamos él y yo. El servicio no estaba por lo que sus padres aún no habían venido, pero ¿por qué estaba él solo allí en mitad de los exámenes parciales? No tenía ni idea pero pensaba averiguarlo y volví al comedor justo antes de que el bajase y cuando entró en él me encontró sentada en el mismo lugar. Se acercó a mí y me dio una tarjeta con su nombre y un número de teléfono.

P: ¿No era por esto por lo que habías venido?

L: Sí, muchas gracias. Por cierto ¿qué haces aquí solo? Me he dado cuenta que no hay nadie del servicio y además estamos a mitad de los parciales.

P: Necesitaba cambiar un poco de aires y como mis padres no volverán hasta el día 12 pues me dije "qué mejor sitio que la casa de mis padres toda para mí solito" y aquí estoy, he llegado hace un rato.

L: Estupendo, y ¿cuándo te vas?

P: El 13 por la tarde. El 14 y 15 tengo mis últimos exámenes

L: Y ¿cómo te han ido los demás?

P: No me puedo quejar, no voy a sacar matricula de honor, pero tal vez caigan unos cuantos notables y sobresalientes, ¿y tú?

L: Más o menos como tú, me quedan 2 también y ambos el día 13, uno por la mañana y otro por la tarde. Bueno creo que me voy a ir a estudiar un rato antes de cenar.

P: Muy bien, te acompaño a la puerta.

L: Pues espero verte alguno de estos días antes de que te vayas

P: ¿Qué te parece si nos vemos luego, te invito a cenar y nos vamos a tomar unas copas para celebrar mi cumpleaños?

L: Um, no sé si debería

P: ¿Qué pasa? ¿Es qué me tienes miedo?

L: No, no ¿por qué te iba tener miedo?

P: Porque te dije estas navidades que aún no te había olvidado.

L: No, que va… esta bien, recógeme a las 21:00

P: Estupendo, llamaré a "Ca’Sento" ahora mismo para reservar

L: ¿"Ca’Sento"?

P: Sí ¿lo conoces?

L: He oído hablar de él, hay que ir de etiqueta y no sé si tendré algo tan elegante

P: No te preocupes, tú siempre vas estupenda

L: Muchas gracias, veré lo que puedo hacer. Hasta luego

P: Hasta luego.

Y me fui a casa degustando la información que acababa de recibir, Mario estaría de vuelta el día 12, es decir, quedaban tan solo 5 días. Nada más llegar a mi casa, subí a mi habitación y lo primero que hice fue marcar el 12 de Febrero en mi calendario y a continuación salí corriendo a comprarle un regalo a Pedro por su cumpleaños. Como no sabia que regalarle, me fui a dar una vuelta por el centro comercial que había cerca de nuestras casas y en una tienda de regalos llamada "¿Qué le regalo?" encontré un llavero-reloj de la marca Mercedes Benz y pensé que al conducir un Mercedes tal vez le gustaría y se lo compré y con él venía una miniatura de un coche de carreras que también le iba a gustar.

Volví a casa y me metí en el baño y tomé un buen baño relajante. A continuación me arreglé para la cena con Pedro. No sé por qué, pero realmente me apetecía ir a cenar con Pedro para celebrar su cumpleaños, tenía ganas de pasármelo bien esa noche y no sé por qué también quería gustarle a Pedro y sentirme atractiva a sus ojos y por eso me puse un vestido negro que me regaló para mi cumpleaños el último año que estuvimos juntos, porque sabía que lo iba a reconocer y que le iba a encantar y no le iba a quitar ojo de encima. Necesitaba sentirme admirada y deseada y parece que resultó.

A las nueve en punto, Pedro llamó al timbre y mi madre le abrió la puerta, a continuación me avisó de que había llegado y se pusieron a conversar mientras esperaban a que bajase. Cuando Pedro me vio bajar por las escaleras se quedó pasmado con la boca abierta y sin poder articular palabra y cuando llegué a su lado le cerré la boca, le di un suave beso en la mejilla y le dije con una gran sonrisa en los labios "buenas noches" y en ese momento reaccionó y me contestó con un "buenas noches" muy poco audible. Me ayudó a ponerme el abrigo y nos fuimos hacia su coche, que aunque no era igual que el de su padre no tenía nada que envidiarle. Era un Mercedes Benz CLK63 AMG Kicherer Racer A plateado estupendo.

Me abrió galantemente la puerta para que subiera y luego la cerró, subió al coche y nos fuimos. Por el camino me contó que le habían puesto algún problema para reservarle la mesa, que estaba todo lleno y que no había ninguna libre pero que al decir su nombre enseguida le dijeron que no había ningún problema, que tendrían preparada la mesa de siempre y que no lo entendía porque solo había estado allí cenando una vez con sus padres, entonces le pregunté si había dado su nombre o su apellido y me contestó que dio su apellido y le dije que seguramente al oír su apellido le hubieran tomado por su padre y lo mismo le conocían de ir más veces y ahí se quedó la cosa. Cuando llegamos al restaurante, nos recibió el maître y nos acompañó hasta la mesa que nos habían reservado y era justo la misma en la que había cenado anteriormente con Mario. Nos trajeron la carta y al igual que hice con Mario, dejé que Pedro eligiera por mí y pude comprobar de nuevo que tienen más o menos los mismos gustos culinarios, porque casi eligió lo mismo que Mario.

Durante la cena me estuvo contando como le habían ido los exámenes y que planes de futuro profesional tenía. Entre el primer y segundo plato me escapé un momento con la excusa de ir al baño y me fui a ver al maître para pedirle que con el postre llevaran una botella de champán con una rosa roja y el regalo para Pedro y pensé que tal vez tendrían tarta de cumpleaños y se lo pregunté y me dijo que iría a ver lo que podía hacer, que lo dejara en sus manos y volví a la mesa. Cuando acabamos el segundo plato, Pedro pidió la carta de postres al maître y este, sin que Pedro le viera, me guiñó un ojo e hizo una seña a uno de los camareros y a continuación apareció con una mini tarta de cumpleaños de chocolate con 2 velas encendidas, la botella de champán, la rosa y el regalo de Pedro.

Cuando Pedro vio todo se puso completamente colorado y no sabía dónde meterse de la vergüenza que estaba pasando, porque en ese momento me puse a cantarle el cumpleaños feliz y cuando los demás comensales de la sala me oyeron, también se pusieron a cantárselo y cuando acabamos no tuvo más remedio que soplar las velas al tiempo que toda la sala le aplaudía.

Cuando todo se tranquilizó cogió la rosa de la bandeja y me la ofreció dándome un cariñoso beso en la mejilla. A continuación abrió el paquete y se quedó maravillado ante el magnifico llavero-reloj y la miniatura del coche y se volvió de nuevo hacía mí, se acercó a mi oído y me dijo un dulce "muchas gracias". En ese momento pensé que me iba a dar otro beso en la mejilla, pero me equivoqué y se fue hacia mi boca y me dio un suave beso en los labios y se me quedó mirando fijamente a los ojos. Fue tan leve y delicioso el roce de nuestros labios que me dejó como si me faltase algo y cuando se me quedo mirando a los ojos no pude resistirlo y le besé reaccionando él al instante.

Luego brindamos y nos comimos la tarta, pedimos la cuenta, pagó Pedro y finalmente nos fuimos agarrados del brazo hacia el coche. Estábamos tan animados que a ninguno de los dos nos apetecía volver a casa aún y entonces le sugerí ir a tomar una cerveza al pub al que solíamos ir cuando estábamos juntos y que estaba cerca de nuestras casas, y así, si nos pasábamos bebiendo, podíamos llegar a casa dando un paseo como habíamos hecho siempre.

Dejamos el coche en la casa de Pedro y fuimos andando hasta el pub. Se trata de un pub estilo irlandés muy grande, muy bonito y muy acogedor. Tiene cuatro zonas delimitadas; según entras esta la zona común en dónde vas a tomar una cerveza con los amigos y a comer algo; si vas a la derecha esta la zona familiar, es una zona más amplia que siempre esta llena de familias con niños y si vas a la izquierda esta la zona de juegos, dónde esta la mesa de billar, la diana y la televisión. A la derecha de la puerta de entrada hay unas escaleras que suben a la primera planta en dónde están los aseos y una zona, normalmente con la luz más baja, para las parejitas.

Cuando llegamos y entramos, la zona común estaba hasta arriba, al igual que la zona de juegos, lógico, había partido de fútbol, entonces pedimos unas cervezas y nos subimos a la primera planta, nos sentamos en una mesa y nos pusimos a hablar casi en susurros para no molestar a las parejas que allí estaban. Estuvimos recordando los estupendos momentos que habíamos pasado allí, empezando por los que pasamos con nuestros amigos tomando cervezas, jugando al billar o a los dardos o viendo los partidos de fútbol en la televisión gigante y siguiendo por los que habíamos pasado los dos solos. Como apenas nos oíamos, de lo bajito que estábamos hablando, nos fuimos juntando más y más hasta quedar cara a cara, tan cerca que casi se rozaban nuestros labios hasta que finalmente se juntaron en un largísimo y cálido beso y a ese beso le siguió otro y otro hasta que ya no se separaron nuestros labios. Después de unos minutos besándonos sin parar, nos quedamos mirándonos a los ojos y sin decir una palabra nos levantamos, nos cogimos de la mano y nos fuimos del pub en dirección a la casa de Pedro y en todo el camino nos dijimos nada, simplemente íbamos abrazados y mirando al frente y de vez en cuando nos dábamos un beso. Cuando llegamos a la casa de Pedro, este abrió la puerta y ya no pudimos más y comenzamos a besarnos y a acariciarnos como nunca antes lo habíamos hecho. Mientras subíamos las escaleras hacia su cuarto, íbamos quitándonos la ropa, dejándola tirada por el suelo como en las películas y cuando llegamos a su habitación ya estábamos completamente desnudos. Me empujo para que cayera de espaldas encima de la cama y se acercó hasta mis piernas y comenzó a besármelas por todos lados, bajaba hasta los dedos de los pies, subía y bajaba por los muslos, se iba de una a otra y me estaba haciendo un placer increíble. Luego subió hasta mi estomago saltándose la zona púbica y comenzó a besarme igual por todo el torso, subía hasta el cuello, pasando por ambos pechos, quedándose en los pezones hasta ponerlos tan duros como una piedra, bajaba por los brazos hasta los dedos de las manos, volvía a subir y bajaba por los lados del torso. De repente me cogió las piernas y me las cruzo indicándome que me diera la vuelta y comenzó ha hacer lo mismo desde el talón hasta el cuello pasando por los gemelos, los muslos, el culo, la espalda y los brazos. A continuación hizo que levantase un poco el culo y que me moviera hasta el borde de la cama y me abrió los labios de la vagina y comenzó a lamer toda la vagina lentamente, sin dejarse ningún recoveco, parándose en el clítoris y en la entrada de la vagina e introduciendo en ella la punta de la lengua. Estaba sintiendo tal placer que no pude aguantar más y me corrí mientras lamía mi clítoris y fue tan intenso que me hizo estremecer todo el cuerpo. A continuación hizo que me pusiera a cuatro patas, como los perritos, justo en el borde de la cama, se puso de pie detrás de mí, cogió su erecta verga, la acercó a mi húmedo coño y empezó a acariciarme con el prepucio por toda la vagina, haciendo círculos en el clítoris y luego como si me estuviera penetrando. Me estaba llevando de nuevo al borde del orgasmo, pero aguanté y a continuación llevo su polla hasta la entrada de mi vagina y empezó a penetrarme muy lentamente, como temiendo hacerme daño. Empezó introduciendo y sacando solo la punta, para seguidamente introducirla toda ella muy, muy lentamente. Iba notando cada centímetro de su polla dentro de mí y noté como llegó hasta el fondo y entonces me dijo que moviera el culo como si estuviera haciendo círculos y de repente la sacó y volvió a introducirla con un rápido movimiento, una y otra y otra vez para luego seguir lentamente, centímetro a centímetro. Estuvimos unos minutos así, cambiando constantemente el ritmo de la penetración. Luego, como estaba al borde de la cama, hizo que pusiese lo pies en el suelo y que me incorporase un poco hasta quedar casi de pie y siguió follándome al mismo tiempo que me cogía los pechos y me los acariciaba y me besaba por todo el cuello. Dejó de acariciarme y besarme y me cogió de las caderas para poder follarme más rápido y más duramente y con ello consiguió que ambos llegásemos al orgasmo al mismo tiempo.

Caímos desfallecidos sobre la cama, casi nos quedamos dormidos, pero el deseo fue más fuerte y al instante tenía ganas de más y más, entonces le hice ponerse boca arriba y le llevé hasta el borde de la cama con los pies en el suelo, me puse encima de él y empecé a besarle en los labios muy dulcemente y luego me fue hacia una oreja y combinaba los besos con los mordisquitos y seguía por la otra, volvía a besarle en la boca e iba bajando por el cuello hasta su pecho para quedarme en sus pezones y allí empezar a mordisquearlos. Pedro no dejaba de jadear de placer solo con el roce de mis labios, así que cuando empecé a mordérselos me dijo que parase porque no podía aguantarlo, que era la primera vez que experimentaba tanto placer en esa zona. Dejé los pezones de lado y seguí dándole pequeños mordiscos a lo largo de todo su abdomen hasta que llegué a su entrepierna, pero en vez de seguir con su polla, me la salté y me fui hacia sus piernas y me puse a acariciarlas muy suavemente con las yemas de los dedos bajando hasta los dedos de los pies pasando por las rodillas y el empeine y subiendo por los gemelos y las corvas hasta el comienzo del culo y haciéndole saltar de gusto.

Con todo esto conseguí que su increíble verga se pusiera de nuevo en posición eréctil y así poder trabajar un poco con ella, así que me encaminé hacia ella con la boca bien abierta y lo primero que hice fue engullirla hasta el fondo, llegando hasta casi la garganta. Fue una suerte que Pedro fuera algo metrosexual porque al tener afeitado el vello púbico hacia más grata la felación. Seguí con mi tarea de lamer su polla y me centré en el prepucio, lamiéndole muy suavemente con la punta de mi lengua por todos lados, sin dejarme un milímetro sin chupar, bajé por el tronco hasta llegar a los testículos y me los introduje en la boca saboreándolos bien para luego subir por el otro lado hasta llegar de nuevo a la punta. A continuación me la metí entera en la boca y comencé a masturbarle subiendo y bajando hasta llegar al límite en el que parecía que se iba a correr y en ese instante me incorporé y me puse en cuchillas justo encima de su polla y comencé a bajar mi coño hasta llegar a la punta e introducírmela dentro. Estuve unos instantes metiendo y sacando la puntita hasta que ya no pude más y necesité metérmela toda entera y notarla dentro de mí, así que baje completamente y me senté justo encima con su enorme verga dentro y comencé a hacer círculos con mi coño y hacia un movimiento de sube y baja desde el fondo hasta la puntita.

En esa posición no aguanté mucho y cuando noté que me flaqueaban las fuerzas me senté a horcajadas sobre él y me quedé quieta para que él empezase a moverse y follarme sin parar. De vez en cuando me la sacaba y la ponía entre los labios de mi coño y me acariciaba el clítoris con ella para seguidamente volver a introducírmela hasta el fondo.

Unos minutos después me hizo bajarme y me puso boca arriba en la cama, me levantó las piernas dejando mi coño al aire para poder verlo bien y se puso a comérmelo sin dejar ningún hueco a salvo y después se puso de rodillas y comenzó a penetrarme muy lentamente al principio para ir aumentando la velocidad hasta hacerme llegar casi al orgasmo y parar justo en el instante preciso en que me iba a correr y seguir de nuevo muy lentamente y aumentar de nuevo la velocidad y hacerme llegar de nuevo al punto en el que no hay marcha atrás y entonces le dije que no parase, que siguiese con el ritmo que tenía hasta hacerme correr, y siguió así y me hizo correr y a continuación se corrió él. Se quedó echado encima de mí con su verga dentro de mí y notaba como salía su semen y llenaba con él mi vagina. Le dije que se bajase y entonces hizo ademán de irse a quitar el condón y fue en ese instante cuando se dio cuenta que no habíamos usado preservativo. Se llevó las manos a la cabeza, me miró fijamente y me pidió perdón diciéndome que se había dejado llevar por el momento y no se había dado cuenta de ponérselo. En ese momento empecé a sonreír y me miro con cara extrañada, no entendía porque sonreía si me acababa de decir que no se había puesto condón y le dije que no hacía falta, que ya llevaba yo protección para el embarazo y que si hubiera hecho falta para otra cosa me lo habría dicho antes de empezar y me contestó que no hacia falta para otra cosa y entonces se relajó y se tumbó a mi lado en la cama y nos abrazamos y nos quedamos dormidos hasta que a la mañana siguiente me despertó el ruido de la puerta.

Como me desperté con un hambre canina pensé en bajar a la cocina para comer algo, pero como solo tenía mi vestido de noche y no podía bajar en ropa interior, ya que no era mi casa, busqué algo que ponerme encima y encontré la camisa del pijama de Pedro. Me puse la camisa y me encaminé hacia la cocina. Mientras bajaba oí ruido en la cocina y creí que se trataba del servicio, pero cuál fue mi sorpresa al entrar en la cocina y ver a Blanca y Mario en ella. Me quedé de piedra al ver a Blanca sentada a la mesa de la cocina con un café en la mano y a Mario de pie detrás de ella preparando unas tostadas.