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Sueño con mi querido profesor

en Sexo con maduros

SUEÑO CON MI QUERIDO PROFESOR

Me llamo Lucia y cuando esto ocurrió tenía 22 años y hacía poco que había comenzado una relación con Sergio, uno de mis profesores de facultad, casado y que entonces tenía 42 años.

Habíamos tenido varios escarceos en los que nos habíamos besado, acariciado y demás pero no habíamos llegado a más, no habíamos tenido sexo puro y duro porque en el momento de la penetración se le había bajado la erección y quería que eso cambiara.

Era un viernes después de comer y esa semana solo le había visto en clase, no había podido hablar con él fuera de clase porque había tenido que hacer algunos trabajos y estudiar para los exámenes y tenía tantas ganas de estar con él que decidí llamarle por teléfono pero cada vez que le llamaba me saltaba el buzón de voz y no hubo manera de hablar con él.

Como he dicho, esa semana había sido larga y agotadora y estaba cansada y me quedé dormida y tuve un estupendo sueño con Sergio.

Recuerdo que comenzaba hablando por teléfono con él en el descanso entre clase y clase y:

…

S: ¡No sabes lo que te haría si estuviésemos juntos ahora!

L: ¿Qué me harías?

S: Primero te desabrocharía la camisa rosa que me gusta tanto.

L: Pues la verdad es que la llevo puesta.

S: Te la desabrocharía entera, botón a botón, muy despacito.

L: ¡Umm!, sigue.

S: Luego te empezaría a besar lentamente por toda la cara, bajaría por el cuello hasta llegar al pecho y allí besarte los pechos mientras te quito el sujetador.

L: No te resultaría difícil porque hoy no llevo.

S: ¿Hoy no te has puesto?, me has leído el pensamiento entonces.

L: Sigue, ¿qué más me harías?

S: Pues me pararía un momento en tus pechos, besándolos por todos lados y luego bajaría por la tripa hasta llegar al pantalón, te lo desabrocharía y te lo bajaría, y luego las braguitas, ¿de qué color las llevas?

L: ¿De qué color crees tú?

S: Pues me imagino que son, umm…, rojas.

L: Justamente, rojas con un poquito de encaje.

S: ¡Qué sexy!, ¡no sabes cómo me estoy poniendo!

L: ¡No sabes cómo estoy!, bueno, bueno, sigue por donde ibas.

S: Te tumbaría en el sofá y te abriría las piernas y seguiría besándote hasta llegar al pubis y luego a tu cosita, te la abriría y te la lamería muy despacio para que sintieses mucho placer.

L: ¡Madre mía como estoy!, no sé como voy a acabar la mañana.

S: Entonces, después de llevarte al limite pero sin que te corrieses, subiría hasta tu boca para besarte mientras que te acaricio por todo el cuerpo, hasta que llego de nuevo a tu cosita y empiezo a masturbarte con un dedo y te pongo de nuevo a 100 por hora hasta que comienzas a suplicarme que te folle de una vez.

L: Mira, no sé cómo estarás tú, pero yo estoy que ya no puedo más, necesito verte y que me hagas lo que me estas contando.

S: Menos mal que no tengo a nadie hoy por aquí y en cuanto cuelgues me voy para el baño para bajar esto que se ha puesto como el asta de una bandera.

L: Lo que puedes hacer es venir luego a recogerme e irnos a tu chalet y…

S: Pero es que…

L: Mira, si quieres podemos quedar cuando acabe las clases donde siempre y pasar un rato divertido.

S: La verdad es que me apetece mucho, pero…

L: Pero ¿qué? ¿no dices que te apetece mucho?

S: Sí.

L: Pues entonces ¿por qué no te decides de una vez?

S: No sé

L: No tienes ninguna excusa

S: Bueno, bueno, dejémoslo así.

L: Sí, casi que sí, adiós.

Una hora después, en el siguiente descanso sonó el móvil y era Sergio.

L: Dime, ¿sucede algo?

S: Nada, es que quería hablar contigo un momento.

L: Cuéntame.

S: He estado pensando sobre lo de quedar luego y…

L: ¿Y...?

S: Y he pensado que me apetece demasiado y…

L: ¿Sí?

S: Pues que si a ti aún te apetece, podía recogerte dónde siempre al acabar las clases y pasar un rato juntos.

L: Suena bastante bien pero solo te has decido porque me he enfadado contigo y te he colgado

S: Venga Lucia, no te enfades otra vez.

L: Sí no me enfado pero me da rabia que no te decidas a hacer nada y que sea yo la que te diga las cosas

S: Vale, tienes razón, pero ¿sigues queriendo que pasemos la tarde juntos?

L: Si, recógeme a las 3, un beso.

El sueño seguía en su chalet…

No hablamos nada en el camino, pero nada más llegar y entrar en el salón, fue como si nos cambiasen el chip, directamente, sin mediar palabra, nos abrazamos y nos fundimos en un beso.

Estuvimos un rato besándonos sin parar hasta que empezamos a acariciarnos.

Antes me había dicho lo que me haría si estuviéramos juntos, pero quise empezar yo primero y le quite la chaqueta y comencé a desabotonarle la camisa

Una vez tuve su torso al descubierto comencé a acariciarle y continué besándole, lamiéndole y mordiéndole los pezones.

Seguidamente baje hasta llegar a sus pantalones y se los desabroche y se los bajé.

Antes de bajarle los calzoncillos, le estuve besando, mordiendo y acariciando los genitales por encima de ellos hasta que ya no pude más y se los baje y comencé a lamerle su polla con la punta de mi lengua y luego me la metí entera en la boca y comencé a hacerle una mamada que le hizo estremecerse de placer, le temblaban las piernas de gusto.

Al poco tiempo me hizo parar y me puso de pie y comenzamos a besarnos de nuevo mientras me acariciaba los pechos y comenzaba a desabotonarme la camisa rosa.

Como no llevaba sujetador, enseguida quedaron al descubierto mis pechos y comenzó a acariciarlos, besarlos, lamerlos y morderlos y empecé a calentarme más y más.

A continuación me bajó el pantalón y las bragas y comenzó a acariciar mi pubis y acabó metiéndome un dedo hasta llegar al clítoris y comenzó a acariciarlo muy lentamente.

Según veía lo excitada que estaba aumentaba o disminuía el ritmo de las caricias y de vez en cuando me lo metía dentro de la vagina.

El placer que sentía era inmenso, me estaba llevando hasta el umbral del orgasmo pero no me dejaba cruzarlo.

Estaba demasiado caliente y necesitaba algo más, necesitaba algo dentro de mí, y entonces le tumbé en el sofá y me puse encima de su polla y comencé a jugar con ella con los labios de mi coño.

Noté que le gustaba mucho y que se excitaba más y más por momentos ya que se empalmo completamente y entonces aproveche y, sin decirle nada me la metí toda ella y sentí algo increíble, sentí un escalofrío de placer que me recorrió todo el cuerpo y a él le debió de pasar lo mismo porque dio un gemido de intenso placer.

Comencé a moverme lentamente para sentirla bien y luego fui aumentando el ritmo hasta que no pude más porque me iba a correr y paré, entonces hizo que me levantara y que me tumbase en el sofá y comenzó a penetrarme muy suavemente y muy poquito, como si me fuera a romper si lo hacia más fuerte, pero luego aumento el ritmo y la profundidad y era algo indescriptible lo que sentía.

Se notaba que lo manejaba bien porque cambiaba continuamente de ritmo y profundidad para hacerme sentir el máximo placer y parecía como si me leyera el pensamiento porque lo hacía justo cuando iba a llegar al orgasmo, no hacía falta decirle que parase porque me iba a correr, sabía el momento en el que tenía que cambiar para que no me corriese y pudiera seguir.

Estaba muy cansada, era mucho esfuerzo el que tenía que hacer para intentar llegar al orgasmo y al no llegar, al dejarme a las puertas, tenía que volver a coger fuerzas para la siguiente embestida.

Cuando ya no pude más le dije que parara pero no lo hizo y siguió con las embestidas hasta que definitivamente ya no pude más y me corrí, fue un orgasmo brutal, pero él continuo hasta que después de correrme dos o tres veces más él llego al orgasmo y dio un fuerte grito de placer y nada más sacármela se quedó tumbado sin fuerzas encima del sofá.

Ambos estábamos desnudos de cintura para abajo y con las camisas puestas y estábamos empapados en sudor.

Nos pusimos las chaquetas encima para no quedarnos fríos y empezamos a hablar.

L: No me puedo creer que estemos juntos, que estemos haciendo el amor y que este disfrutando tanto.

S: La verdad es que tienes razón, no imaginé que estaríamos así de verdad, ¿Por qué dices que no te puedes creer que estés disfrutando tanto?

L: Pues porque me habías dicho que no me hiciera ilusiones, que me ibas a defraudar, que no me ibas a satisfacer y creo que muy en el fondo yo también lo había pensado por lo que pasó las otras veces.

S: ¿Qué pasó?

L: ¿No te acuerdas? Cuando estuvimos en tu coche no se te empalmo nada, te corriste sin que se te pusiera dura y cuando estuvimos aquí no se te empalmo completamente pero falto poco y el caso es que recordaba que se te ponía como hoy, completamente tiesa. La verdad es que siempre que me he imaginado este momento siempre has dado la talla y al hacerse realidad no me has defraudado nada, al contrario, me has dejado completamente alucinada, me has llevado al límite y llegar al orgasmo, me has dejado agotada.

S: ¿Te ha gustado de verdad?, me alegro, es lo que quería, quería hacerte disfrutar lo máximo posible y…

L: Y tú también habrás disfrutado, ¿no es así?

S: Muchísimo, más de lo que me imaginaba, la verdad es que también pensé que no iba a ser capaz, que cuando llegase el momento me iba a echar para atrás, pero era tal el deseo que tenía de estar dentro de ti que al final ha sido maravillo.

L: Y lo que aún queda, porque no me quiero ir sin que lleguemos juntos al orgasmo, me gustaría tanto que nos corriéramos al mismo tiempo y sentir tu polla latiendo dentro de mí.

S: Me parece que te ha oído y se esta poniendo contenta de nuevo.

L: Pues entonces no dejemos que se quede fría y pongámonos manos a la obra.

Y dicho y echo, comenzamos de nuevo a besarnos, a acariciarnos y esta vez le hice sentarse en el sofá y me subí encima y me la metí toda ella hasta el fondo y comencé a moverme frenéticamente, cambiando constantemente de ritmo y luego tomó él las riendas y me hizo ponerme de pie y darme la vuelta, me tumbó boca abajo en la mesa y comenzó a penetrarme y como había hecho antes me llevaba hasta el umbral del orgasmo pero no me dejaba cruzarlo, no sé como sabía cuando tenía que parar pero cuando no pude más le suplique que acabase y que nos corriésemos juntos, que ya no podía más, era superior a mis fuerzas y accedió y finalmente llegamos al orgasmo al mismo tiempo y fue algo indescriptible, acabamos pegando gritos los dos del inmenso placer que sentíamos.

En ese momento abrí los ojos y me di cuenta que estaba en mi cama sola y completamente empapada en sudor.

Recordaba el sueño completamente y me dije que tenía que hacerlo realidad y volví a llamar a Sergio y esta vez sí me lo cogió, le conté lo que había soñado y enseguida quiso quedar para hacer realidad mi sueño y así fue como, finalmente, follé con mi querido profesor.