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Todos los caminos me llevan hacia Él (4)

en Sexo con maduros

TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (IV)

Mario me preparó unas tostadas con mantequilla y mermelada y…

M: ¿Puedo preguntarte algo?

L: Sí, claro

M: ¿De que habéis hablado Pedro y tú?

L: De todo y de nada en particular

M: No me lo quieres contar

L: Es que no hay nada que contar. Hemos recordado cosas y nos hemos puesto al día. Date cuenta que llevamos un año sin vernos

M: Vale, no importa

L: Bueno, me voy a ir ya que me quiero dar una ducha

M: Esta bien, luego te veo en la comida

L: No, hoy no como con vosotros

M: ¿Por qué?

L: Porque voy a comer algo rápido después de hacer las maletas

M: ¿Hacer las maletas? ¿Qué maletas? ¿Adónde vas?

L: Ay madre, que no te he dicho nada

M: ¿Qué no me has dicho qué?

L: Con todo lo que ha ocurrido estos días se me ha olvidado decirte que hoy me iba de viaje a Los Alpes a esquiar con unas compañeras de facultad

M: ¿Qué te vas de viaje? ¿Cuántos días?

L: Hasta el día 7 porque el 8 empiezo las clases

M: No sé si voy a aguantar tantos días sin verte

L: Pues vas tener que aguantar como sea

M: Qué remedio. Pero en cuanto estés aquí llámame para saber que ya estas aquí

L: No te preocupes, será lo primero que haga nada más llegar a mi casa. Bueno dame un abrazo de despedida.

M: ¿No prefieres un beso?

L: Sí, pero no quiero que nos vean besándonos

M: ¿Y abrazados no te importa?

L: No, porque tan solo es un abrazo entre unos amigos

M: Venga

L: Esta bien

Y nos dimos un beso en los labios y me fui a mi casa a ducharme, hacer las maletas e irme al aeropuerto a encontrarme con mis compañeras de clase y me fui a Los Alpes unos días a esquiar.

Como le había dicho a Mario, llegué el día 7 por la tarde y pensé que tal vez podría verle así que le llamé a su teléfono de la clínica para saber lo que me decía, pero no me lo cogió y decidí llamar al teléfono general de la clínica y me dijeron que ya se había ido y como no podía llamar a su casa sin una buena excusa no podía saber nada de él. Me resigné ya que no podía hacer otra cosa y me puse a deshacer las maletas y a preparar los libros para el día siguiente.

Llegó el jueves 9 y con él comenzaban las sesiones de lectura y allí le vería pero cuando llegué no estaba y no apareció en toda la sesión. Se me hizo muy raro porque no había faltado a una sesión desde que empezó a ir. Pensé que tal vez había tenido más trabajo en la clínica y que por eso no había venido, así que no me preocupé más y me fui a tomar algo con algunos compañeros del grupo.

Pasaron los días y seguía sin saber nada de él. Llegó la siguiente sesión de lectura y tampoco apareció. Me estaba preocupando ya que eran muchos días sin saber nada de él y entonces decidí que si no iba a la siguiente sesión de lectura el jueves, el viernes me presentaba en su casa con cualquier excusa tonta y así averiguar que estaba pasando.

Llegó el jueves y no apareció así que el viernes por la tarde me presenté en su casa con la excusa de pedirles un teléfono para contactar con Pedro, pero no había nadie en la casa. Me fui a casa desolada, no sabía que pasaba, podía entender que no estuvieran ellos, pero que tampoco estuviera el servicio, no era nada normal. Cuando volvía a mi casa, llegaba en esos momentos mi madre de trabajar y le pregunté si sabía algo de ellos y me dijo que no, que hacía unos días que no los veía pero que no sabía dónde estaban.

Subí a mi habitación y me puse a pensar dónde podían estar pero no llegaba a ninguna conclusión porque si se habían ido de vacaciones, algo normal, el servicio estaría en la casa, pero el servicio no estaba en la casa, o sea, que no estaban de vacaciones, tenía que ser algo más serio, entonces se me ocurrió que podía ir a la clínica y preguntarle a su secretaria, le diría que tenía que hacer otro trabajo y que necesitaba que me ayudase el doctor.

Cuando llegué a la clínica noté algo raro, había menos gente que de costumbre. Como ya me conocía la recepcionista no me preguntó nada solo me saludo y me dijo que pasara, entre y me dirigí hacia el despacho de Mario con la esperanza de encontrarlo allí, pero no fue así, a quien me encontré fue a Sofía, su secretaria, y la pregunté por el doctor y me dijo que le habían llamado apresuradamente desde Estados Unidos para realizar unas operaciones muy delicadas junto con otros doctores y para dar unas conferencias sobre su método y luego se iba a tomar unos días de vacaciones. Entonces le pregunté que cuando volvían ya que le necesitaba para que me ayudase con unos trabajos y me dijo que no lo sabía exactamente, que le había dicho que sobre el 10 de Febrero pero que no lo sabía con exactitud. Le di las gracias y me fui más tranquila, la razón por la que no estaba el servicio era porque no iban a estar en la casa al menos un mes y les dieron vacaciones. Me fui a casa muy decaída, tenía muchas ganas de verle y de estar con él a solas pero tenía que esperar al menos 25 días sino más y me iba a resultar muy duro porque desde que habíamos decidido estar juntos no habían pasado más de 2 días sin hablar por teléfono y ya llevaba 16 sin hacerlo y era una tortura, pero tendría que hacer lo posible para poder pasar esos 25 días sin saber nada de él y me decidí por ponerme al día con los estudios ya que pronto llegarían los exámenes parciales de Febrero y tenía que aprobarlos.

Pasaron los días y no hacía más que estudiar para no pensar en él. A mis padres le resultó muy raro que no hiciera otra cosa que estudiar en mi habitación y no hacían más que preguntarme que si me pasaba algo, porque no era normal en mí estar tanto tiempo estudiando sin parar y los tranquilice diciéndoles que los parciales ese curso eran muy duros y que tenía que hincar mucho los codos para poder aprobarlos y me dejaron tranquila pero seguía pensando en él porque tenía una foto de Mario con Pedro de cuando salíamos juntos en la mesilla y era una tortura el verla a cada momento así que decidí irme a estudiar a la biblioteca todas las tardes hasta la hora de cierre, y así solo pensaba en él por la noche.

Me imaginaba una y otra vez el momento en el que estuviéramos juntos cuando volviera de Estados Unidos. Sería algo especial, habrían pasado muchos días sin vernos y me lo imaginaba como la primera vez, una cena en un buen restaurante y luego mucha pasión a solas en la habitación de un hotel o, porque no, en la clínica, me daba igual dónde fuese siempre y cuando él estuviera conmigo. Me lo imaginaba sentado en la cama con unos pantalones negros y una camisa blanca abierta completamente mostrándome su pecho y dejándome ver la matita de bello que le crecía entre los pezones, justo en el centro del pecho, de su musculado pecho. Me encantaba acariciarle por todo el cuerpo siguiendo la curvatura de sus músculos.

Allí estaba él, sentado en la cama y yo de pie frente a él. Habíamos puesto un poco de música y en esos instantes sonaba la canción de George Michael "Careless whispers" y siguiendo el ritmo lento de la música comencé a moverme y a desnudarme al mismo tiempo. Llevaba un vestido blanco de tirantes y empecé dándome la vuelta para desabrochármelo muy lentamente, luego me volví y seguí bajándome los tirantes poco a poco, primero uno y luego el otro y me sujeté el vestido con las manos presionándolo contra mis pechos y notando a través de él como mis pezones se estaban poniendo más y más duros por momentos. A continuación lo soltaba y caía al suelo quedándome frente a él tan solo con un pequeño tanga blanco totalmente empapado por la excitación que tenía. Me acercaba a la cama y me subía a ella y me ponía justo delante de él dejándole mi sexo a escasos centímetros de sus ojos para que pudiera verlo y olerlo bien. Entonces entraba él en acción acariciándome los pies al mismo tiempo que con su lengua tocaba el tanga, subía con sus manos por mis piernas hasta llegar al pubis y volvía a bajar a los pies. Nunca me habían acariciado así y estaba sintiendo un inmenso placer solo con las caricias que hacia que se me doblasen las rodillas. Subió de nuevo hasta el pubis y me bajo el tanga poco a poco mientras lamía el bello púbico. Una vez me había quitado el pequeño tanga blanco me abrió con sus dedos la vulva para dejar a la vista el pequeño clítoris tan colorado, tieso y húmedo que estaba diciendo a voces "cómeme" y sin pensárselo dos veces se puso a lamerlo con la punta de la lengua, arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda, haciendo círculos, de todas las maneras posibles y con dos dedos de una mano se dirigió a la entrada de la vagina y comenzó a meterlos y sacarlos muy lentamente y muy poco al principio para continuar metiéndolos más y más, y más y más rápido y al mismo tiempo aumentado la velocidad de los lametones en el clítoris. Me estaba llevando al limite y aguanté todo lo que pude, hasta que noté que me iba a correr y le pedí que no parase, que siguiese follándome con los dedos todo lo rápido y profundo que pudiera y que cambiase la lengua por uno de sus dedos y que me hiciera círculos alrededor del clítoris y al poquito de hacerlo empecé a notar como estaba llegando al orgasmo, era como si estuviera subiendo una montaña y no pudiese descansar hasta que llegase al final pero ese final no parecía llegar hasta que finalmente comencé a temblar de arriba abajo y llegue a la cima y me corrí teniendo un inmenso orgasmo, tan fuerte que me hizo perder la fuerza y el equilibrio y caí encima de Mario.

Necesitaba recobrar el aliento y Mario me ayudo dándome besos en la boca y por toda la cara al mismo tiempo que me tocaba el pelo. Cuando noté que me volvían las fuerzas me puse a besarle muy lentamente en los labios mientras que le desabrochaba los pantalones y le abría completamente la camisa y seguía con los besos por toda la cara, yendo de una oreja a la otra y bajando por el cuello hasta un hombro y de ahí al otro y luego hasta el pecho, hasta el lugar dónde tenía la pequeña mata de pelo que tanto me gustaba y al mismo tiempo con los dedos de las manos jugaba con sus pezones hasta ponérselos duros y cuando lo conseguía me ponía darle mordisquitos que le hacían jadear de placer. A continuación seguía bajando por su tripa hasta llegar a sus bóxers. Una vez allí Mario me ayudaba a quitarle los pantalones y se los bajaba por las piernas mientras que con la lengua le iba haciendo el mismo recorrido, por una pierna al bajar y por la otra al subir y llegar de nuevo a sus boxers y sin bajárselos tocar su erecto miembro y sus hinchados testículos y luego bajarle un poco el bóxer y dejar al aire el capullo y con la lengua darle pequeños toquecitos y saborear el jugo que empezaba a salir de él. Mientras Mario se quitaba los boxers yo volvía hasta su boca a por los besos que su boca tenía siempre preparados y que me sabían a gloria.

En ese momento ya estábamos los dos completamente desnudos y volví a las andadas y me fui de nuevo hasta su verga y me la metí toda entera en la boca y comencé a hacerle una mamada, le lamía con la lengua, le chupaba con los labios, le mordisqueaba con los dientes hasta que ya no pude más, necesitaba meterme ese tremendo trozo de carne dentro de mí, así que me levante y me puse a horcajadas sobre el y fui bajando poco a poco dándole besos en la boca hasta que llegue a la punta de su polla, la lleve hasta la entrada de mi vagina y seguí bajando, introduciéndomela lentamente, sintiendo como entraba dentro de mi cada milímetro de ella hasta que no aguante más y baje todo hasta llegar al fondo de mí y en ese momento ambos gritamos de placer. Me quedé unos instantes en esa posición, saboreando el momento y haciendo círculos con el culo y luego comencé a subir y bajar muy despacio para luego ir cambiando el ritmo según me iba diciendo Mario, primero deprisa, luego despacio, haciendo círculos y cuando la tenía completamente dentro apretaba todo lo que podía con los músculos de mi vagina y le hacia gritar de placer. Llego un momento en el que los dos estábamos preparados para corrernos y fue cuando me quedé quieta y le deje que llevase el ritmo de la penetración, pero no podía seguirle, estaba tan desbordaba por el placer que le dije que no le iba a poder esperar y que me iba a correr ya y sin poder esperarle ni una pizca me corrí pero él siguió moviéndose hasta que finalmente también se corrió y noté como latía su polla dentro de mí y al mismo tiempo salía el semen de ella.

Nos quedamos un ratito en esa posición, abrazados el uno al otro hasta que finalmente nos separábamos y nos quedábamos dormidos en mi sueño, pero al mismo tiempo me quedaba yo dormida en mi cama hasta que a la mañana siguiente me levantaba feliz como unas castañuelas como si todo hubiera sido verdad aunque al momento volvía a la realidad y me daba cuenta que todo había sido un sueño y que llevaba mucho tiempo sin saber nada de Mario y no sabía cuanto tiempo faltaba para poder volver a verle.