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La despedida

en MicroRelatos

LA DESPEDIDA

Era viernes y había quedado con Juan pero no le había dicho lo que quería, le tenía reservada una sorpresa.

Hacía poco tiempo que nos habíamos conocido, pero me había calado muy hondo, algo extraño en mí, más aún cuando Juan me sacaba 20 años.

Había conocido a Juan un mes atrás cuando había venido a hacer una suplencia, precisamente de un mes, al colegio donde trabajo. Ha sido solo un mes pero ha sido suficiente para hacernos ver que estábamos en la misma onda, el único problema es que está casado y por eso apenas nos hemos visto y al ser hoy su último día quería despedirme de una forma especial, para que no me olvidase en mucho tiempo.

Había reservado una habitación en un hotel, ya que a mis 25 años aún vivo con mis padres, y había quedado con Juan diciéndole que habíamos quedado todos los compañeros para despedirnos de él, pero no era verdad, había quedado solo con él en el restaurante.

Cuando llegó y me vio sola me preguntó por los demás y lógicamente le conté la verdad y por respuesta tuve un beso increíble.

Cenamos tranquilamente contándonos anécdotas sobre nuestra vida como profesores y luego nos fuimos al hotel.

Cuando llegamos fui a recepción y cogí la tarjeta de la habitación, entramos en el ascensor para subir a la planta 6ª y llegar a la habitación nº 69.

Llegamos a la puerta de la habitación al ir a meter la tarjeta en la cerradura, me sujetó las manos y me dijo:

S.- No quieres pensártelo de nuevo

L.- Ya está todo bien pensado

S.- ¿De verdad?, aún estas a tiempo de echarte para atrás, piensa que te doblo la edad.

L.- Pero a mí no me lo parece, ¿y tú?, ¿te lo has pensado bien? porque le vas a ser infiel a tu mujer.

S.- Lo mío es diferente, casi mejor que no lo piense porque si no me echaré hacia atrás.

Y en ese momento yo me mojé los labios con la lengua poniendo cara de deseo y él sin decir nada me cogió la tarjeta de la mano y abrió la puerta dejándome pasar y pasando él después y al ir yo a cerrar la puerta me empujó contra ella y empezó a besarme y acariciarme por todo el cuerpo y empezó a quitarme la ropa.

Luego yo le fui quitando la chaqueta y desabrochándole los pantalones y entonces saqué fuerzas para darle la vuelta y ponerle a él de espaldas contra la puerta y empecé a besarle y acariciarle la cabeza, cuello, bajando por el pecho hasta llegar a sus genitales y comencé a hacerle una buena mamada con la que empezaron a fallarle las piernas y empezó a jadear de placer.

En ese momento me hizo subir para seguir besándome y me dio la vuelta y fue entonces él el que me hizo a mí la mamada.

Después de esto nos fuimos a la cama, ya completamente desnudos y me puse encima de él y comencé a juguetear con su polla y mi coño mientras le besaba y le hacía disfrutar al máximo.

Iba intercalando el juego con la penetración y nos estábamos poniendo a cien, y tuve que parar porque si no nos íbamos a correr y entonces terminaría el juego.

Entonces le dejé que se pusiera él arriba y le dejé hacer y lo hacía a las mil maravillas, no es de extrañar tenía ya algo de experiencia en esto.

Durante un rato seguimos con el intercambio de besos, mamadas y demás y al final nos corrimos cuando ya no pudimos más.

Acabamos los dos tumbados en la cama boca arriba, extasiados, con la respiración entrecortada y el corazón a mil por hora.

Entonces Juan se quedó dormido del sobreesfuerzo que había hecho y me le quedé mirando, observándole dormir.

Al rato se despertó preguntado cuanto había dormido y disculpándose por haberse dormido después de hacer el amor.

Le contesté que solo había dormido 15 minutos y que me había gustado que se quedase dormido para poder contemplarle bien y ponerlo en mi cabeza ya que no iba a haber más ocasiones de repetirlo.

Estuvimos conversando un rato de cosas sin importancia hasta que nos calentamos de nuevo y nos pusimos manos a la obra otra vez pero esta vez no fue tan intenso como el anterior, creo que la primera vez lo habíamos cogido con más ganas, con la pasión descontrolada.

Cuando acabamos nos duchamos y me llevó a casa y antes de irse para siempre me dio un último beso.