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Doblete con mis hermanos

en Confesiones

Doblete con mis hermanos.

 

Hola, hoy les voy a contar la primera vez que estuve con mis dos hermanos, en ese entonces yo tenía 18 años, mi hermano Carlos 22 y mi hermano Daniel 20.

Vivíamos con mi madre, ya que mi padre nos abandonó desde que éramos niños; ella nos sacó adelante. Por lo anterior, mis hermanos y yo pasábamos mucho tiempo solos en la casa y no se porqué, pero me empezó a gustar mi hermano Daniel, él siempre ha sido muy atlético y guapo y aunque anduve con varios chicos de mi escuela, al estar mucho tiempo juntos, ya que íbamos y regresábamos juntos a la escuela, me ayudaba en la tarea y compartíamos todo, incluso secretos; él me contaba de sus novias y sus aventuras, y yo le contaba las mías.

Carlos siempre fue más serio, él se quedó con el papel de padre y la verdad es que lo hizo muy bien, pero era más lejano, siempre serio y tratando de guiarnos por el buen camino. La verdad es que era difícil, pues al no llevarnos muchos años, era difícil que lo obedeciéramos, pero al menos yo, hice mi mejor intento.

Una tarde estaba yo sola en el sofá de la sala de nuestra casa, oyendo música y haciendo mi tarea, hacía mucho calor y yo solo vestía un minúsculo short y una ombliguera. En eso llegó Daniel, desde el principio noté como me desvistió con la mirada, me sentí un poco incómoda pero la verdad es que me gustó y me sentí un poco excitada al ver que mi hermano me deseaba.

Él solo me saludó levantando la mano y diciendo hola y se retiró a su cuarto. Supongo que no quiso estar más conmigo para no caer en la tentación. Seguí haciendo mi tarea, pero no podía quitarme de la cabeza la mirada de mi hermano e inconscientemente, sin darme cuenta, empecé a tocarme el clítoris pensando en él; poco a poco me masturbé; del clítoris pasé a meterme un dedo en la vagina, me sentí húmeda y cerré los ojos para imaginarme a mi hermano tocándome. Me imaginaba sus manos en mi cuerpo, tocando mis pechos y mis nalgas, acariciándome de arriba abajo. Con una mano me masturbaba y con la otra me acariciaba los pechos el cuerpo. Yo sabía que Daniel cuando se encierra en su cuarto pone la música a todo volumen y no sale en toda la tarde.

Poco después escuché un ruido y abrí los ojos, vi a Daniel mirándome parado junto al sofá y tocándose su miembro por encima de sus jeans. Se quedó sorprendido al verse descubierto por mí; estaba a punto de retirarse de nuevo a su recámara cuando lo detuve tomándolo de la mano, le dije:

Espera, ven

No, está mal, me dijo el

Ya soy mayor de edad y los dos sabemos lo que queremos

Pero…

Nadie lo sabrá, solo tu y yo, te necesito y tu a mí

Mientras hablábamos, él se paró frente a mí y yo le bajé el cierre de su jeans; saqué su miembro erecto y lo vi; me pareció muy largo, pero m gustó, es un ejemplar muy apetecible para cualquier mujer. Mis hormonas y mi lujuria estaban a tope y sentí como me humedecía más y más. Tal vez sea lo malo de ser tan caliente.

Sin darle tiempo a reaccionar, abrí mi boca e introduje su pene en ella; empecé a chuparlo con ganas, como si fuera una paleta; me encantó su sabor; era tan largo que me llagaba a la garganta.

Lo lamí, lo chupé lamí sus huevos también mientras él solo gemía de placer; de repente me empezó a decir "Así hermanita, así, así, que bien lo chupas, sigue, sigue" y puso sus manos en mi cabeza. Yo seguía masturbándome con una mano y tocándome los pechos, que ya había descubierto, con la otra.

Unos minutos después, me detuve; le desabroché y le bajé el pantalón con todo y su boxer; luego me levanté y le dije a mi hermano al oído; "Te deseo" con una voz muy sensual y le coloqué sus manos en mis pechos, mientras empecé a quitarme el short. Él acarició mis senos suavemente mientras terminaba de quitarse la ropa.

Después todo fue muy rápido; la pasión se desbordó, prácticamente le arranqué la camisa mientras nos besábamos en la boca y él me sacó la ombliguera por arriba de la cabeza y los brazos; en menos de lo que lo cuento quedamos desnudos los dos, besándonos en la boca.

Sus manos me acariciaban por todos lados, me volvió loca cuando me acarició el clítoris. No pude más y lo jalé, quedando debajo de él. Daniel me besaba el cuello y seguía acariciándome por todos lados, luego empezó a bajar con su boca por mi cuerpo; lamió mis senos con fruición y metía un dedo en mi vagina, luego dos y luego tres. Los metía y los sacaba; siguió bajando con su boca y besó mi vientre para luego llegar a mi clítoris; empezó a juguetear con él mientras sus dedos hacían un gran trabajo en mi vagina y en mi ano, pues también allí empezó a meter uno.

Sentí que me volvía loca de placer, mi hermano era un experto; él se volteó quedando su pene frente a mi boca y entendí de inmediato lo que quería, de nuevo lo anidé en mi boca y empecé a mamarlo. Unos segundos después tuve un orgasmo que me duró como tres minutos, él seguía lamiéndome, pero ahora su lengua estaba adentro de mi vagina; la metía la movía y la sacaba de una manera que nadie me lo había hecho antes; tuve otro orgasmo al mismo tiempo que le lamía los huevos a mi hermano.

Nos detuvimos unos segundos, Daniel se volteó rápidamente, se hincó sobre el sofá y empezó a penetrarme sin problema; cuando metió todo su miembro en mí, cuando lo tuve hasta el fondo, él empezó a moverse, entrando y saliendo de mí, o entraba, se movía en círculos dentro de mí y se salía; eso me encantó, se sentía delicioso.

Mi hermano estaba encima de mí, le coloqué mis brazos alrededor de su cuello y lo jalé hacia mí. Con los ojos cerrados nos dimos un beso profundo; su lengua jugaba con la mía, sus manos me acariciaban por todo el cuerpo, mis piernas se enredaron en él y con ellas seguí el movimiento de su cuerpo entrando y saliendo de mí, olvidé que era mi hermano, este hombre me estaba haciendo gozar como loca.

Daniel entraba y salía de mí con fuerza, sudábamos a mares, yo pasaba saliva con esfuerzo, pues el calor era sofocante. De repente abrí los ojos y para mi gran sorpresa vi que mi otro hermano, Carlos, estaba parado junto a la puerta, aún con su portafolio en la mano, señal de que acababa de llegar del trabajo. No se le veía enojado, por el contrario, estaba muy tranquilo viéndonos. Asustada empujé a Daniel, él me miró y al ver hacia donde veía yo, volteó; se levantó rapidísimo buscando su ropa al igual que yo, que solo atiné a cubrirme los pechos y la entrepierna con las manos. Carlos nos miró tranquilamente y dijo: "No se preocupen, por mí pueden seguir en lo que estaban, solo quiero ver". Me quedé asombrada, ya que él siempre ha sido muy serio y recto y cualquiera supondría que el ver a sus hermanos incestuosos le enojaría mucho. Pero incluso se notaba en su pantalón que estaba muy excitado.

Daniel no atinaba a hacer nada, hasta la erección se le había bajado, se veía espantado con su delgado cuerpo frente al tamaño y musculatura de Carlos.

Yo nunca había notado que Carlos tenía un gran paquete, pero al verlo de inmediato me imaginé penetrada por ese gran animal que tiene entre las piernas y volvía sentir la humedad entre mis piernas.

"Ándale cabrón", le dijo Carlos a Daniel, "si ya te la estabas cogiendo termina o le diré a Mamá". Viendo a Daniel indeciso y a Carlos que se sentaba en una silla con su paquete bien levantado; sin más ni más me levanté desnuda, dejé de cubrirme con las manos, caminé hacia él de manera cachonda mientras él solo me miraba casi babeando. Llegué frente a él, con movimientos de gata me agaché delante de él hasta quedar en cuclillas; bajé el cierre de su pantalón y saqué su miembro gordo y duro, abrí la boca y empecé a mamárselo. Carlos no está circuncidado, por lo que su capucha se levantaba y volvía a cubrir su pene con mis chupadas.

Levanté la vista y vi a Carlos mirándome con una sonrisa complaciente; sus manos querían agarrar mi cabeza, pero no se animaba, por lo que yo tomé una y la coloqué encima, así que él colocó la otra. Seguí chupando con gusto y dirigí mi mirada coqueta hacia mi hermano Daniel. Él no había salido de su asombro, pero ya tenia el pene bien levantado, así que le guiñé un ojo y le hice señas de que se acercara; él de inmediato se levantó y se acercó a donde estábamos nosotros; yo me levanté hasta quedar empinada sin dejar de chupar el miembro de Carlos; entonces Daniel se colocó detrás de mí y empezó a meter su largo miembro en mi vagina, de nuevo se movió de manera tal que me hizo sentir mucho placer, cerré los ojos y disfruté lo que me hacía Daniel mientras seguía dándole placer a Carlos con la boca.

Daniel colocó sus manos en mis caderas, se movía frenéticamente adentro y afuera de mí, penetrándome con fuerza, como si quisiera traspasarme. Esas embestidas me encantaron, sentí que mi hermano se había vuelto un macho con ganas, y yo era su hembra en brama. Me hizo venirme tres o cuatro veces con sus movimientos.

El pene de Carlos es grueso, no tan largo como el de Daniel, pero de buen tamaño; yo lo lamía con la lengua de fuera, la pasaba por todos lados de su gordo miembro y bajaba hasta sus huevos, luego volvía a subir y lo metía en mi boca todo, ya que lo tenía adentro, movía la lengua para que le diera más placer; él solo gemía y de repente dijo: "Ay hermana, lo que sabes hacer y me lo he perdido"; le sonreí aún con su pene en mi boca, orgullosa de darle ese placer a mi hermano.

Unos segundos después, Carlos gritó: "¡ah ah ah, me vengo, me vengo, que me vengooooo!" y soltó todo su semen caliente en mi boca; me tragué gran parte, pero era tanto, que mucho escurrió por mi boca y por su pene hasta sus huevos.

Casi al mismo tiempo, Daniel se vino también, sacó su miembro y me llenó la espalda de leche, escurrió por mi cuerpo y por mis piernas.

Me enderecé y vi a mis hermanos, Daniel se había sentado y ambos me miraban agotados; yo caminé sensualmente hacia el pasillo que conduce a las recámaras de nuestra casa; de paso, me agaché varias veces a recoger mi ropa y mis cuadernos; dejando que mis hermanos disfrutaran de la vista de mis nalgas y mi culito frondoso; al llegar a donde comienza el pasillo, me volteé aún desnuda, coquetamente les guiñe un ojo y les dije: "Si quieren más, los espero en mi recámara cuando estén listos". Noté como me miraban con morbo y ellos intercambiaron miradas asombrados.

Ya en mi recámara, me acosté boca abajo en mi cama sin vestirme y me puse a continuar con mi tarea.

Unos minutos después, escuché los pasos de mis hermanos, sonreí y disimulé; ellos entraron a mi recámara; no volteé, quería que me vieran bien. Me parece que se regocijaron unos minutos con la vista de mi cuerpo desnudo, pues no se movían de la entrada. Cuando por fin se decidieron, se acercaron a mí, cada uno se acostó a un lado mío, ambos estaban desnudos y comenzaron a acariciarme.

No hizo falta más, de inmediato me prendí de nuevo y besé en la boca a mi hermano Carlos mientras busqué los penes de ambos con las manos; en cuanto los encontré, comencé a masturbarlos, ya ambos tenían tremendas erecciones que hicieron que se me antojara tenerlos adentro y como ya estaba mojada, solo me coloqué de lado; de frente a Daniel y dándole la espalda a Carlos; tomé el miembro de Daniel y lo coloqué en mi vagina, él solo empujó y me penetró; también tomé el de Carlos y lo coloqué en la entrada de mi culo, el entendió de inmediato y empezó a empujar. Al principio fue difícil, pues lo tengo estrecho y la cosa de mi hermano está muy gorda, me arrepentí un poco, pensé que hubiera sido mejor que Daniel me penetrara por el ano para que no me lo abriera tanto, pero ya estaba en esa posición y estaba sintiendo tan rico que no pensaba cambiar.

El pene gordo de mi hermano empezó a abrirse paso en mi pequeño culito, sentí un poco de dolor al principio, pero poco a poco fue entrando y me fui acostumbrando a él. Unos minutos después solo era placer el que sentía con mi hermano Daniel cogiéndome por delante y Carlos por detrás. Daniel había metido una mano en medio y me sobaba el clítoris y Carlos me besaba el cuello y me acariciaba un seno; yo me acariciaba el otro seno y con una pierna rodeaba a Daniel, lo cual facilitaba más la penetración de ambos.

Poco después les pedí que se detuvieran, hice que Carlos se acostara boca arriba en la cama y me senté en su pene parado, Me incliné hacia delante y le indiqué a Daniel que me penetrara por atrás; el se subió a la cama y de inmediato me penetró por el culo. No le costó trabajo entrar, pues ya Carlos me lo había abierto, pero si sentí como el largo pene de Daniel llegaba más profundo, sentí como que me partía en dos.

Ahí estábamos los tres hermanos, disfrutando del incesto, acariciándonos y besándonos por todos lados; al menos yo ni me acordaba en ese momento que eran mis hermanos, incluso cerré los ojos para no ver sus rostros y me dediqué a gozar de la doble penetración de sus tremendos falos.

Ellos gemían de placer y me decían: "Que sabrosa estás, quiero cogerte siempre, eres la mejor hermana del mundo, de los que nos estábamos perdiendo" y otras cosas; yo sentía un extraño orgullo de complacer sexualmente a mis hermanos, además de que el placer que yo sentía era tremendo también; uno tras otro empezaron a llegarme los orgasmos, de repente sentía que una descarga eléctrica recorría todo mi cuerpo y el placer era indescriptible; mis hermanos también gozaban con mis venidas, porque tanto mi vagina como mi ano se apretaban y hacían movimientos de apretar y soltar, lo que les encantaba a ellos, también gemí mucho, soy muy ruidosa y cada que me venía les decía algo así como: "¡Ya ya, ahhhhh, me vengo, aaaaaaaahhhh, así, así, más, más, ya, otro más, así, sigue, sigue, aaaaaaaaahhhhh!"

Duramos así mucho tiempo, perdí la cuenta de cuantas veces me vine; hasta que escuché a Carlos decir: "¡No puedo más, me vengo, me aaaaaaaaaaahhhh, me vengoooo!" y soltó toda su leche dentro de mí. Casi al mismo tiempo, Daniel también se vino y me llenó el culo de semen, que me llegó hasta los intestinos.

Sudorosos, los tres nos tendimos en la cama, yo en medio de mis dos hermanos que me acababan de dar tanto placer y así nos quedamos dormidos.

Desperté cuando los escuché que corrían, pues alguien había entrado a la casa, seguramente era mi Mamá; ellos se fueron a sus recámaras corriendo y yo me metí a las sábanas y me hice la dormida, esperando que mi madre no se diera cuenta de lo que hicimos. Escuché cuando se asomó a mi cuarto, no abrí los ojos y dejé que se fuera. Me volví a dormir hasta el siguiente día.

A la mañana siguiente, en el desayuno, los tres estábamos nerviosos, pero mi madre no se dio cuenta de nada, se puso a platicar las cosas de siempre y nosotros tomamos confianza y poco a poco actuamos con más naturalidad.

Aún hemos hecho muchas cosas más mis hermanos y yo, esto solo fue el principio, pero eso es motivo de más relatos que platicaré después. Mi madre aún no se da cuenta de nada.

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