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Mi primo Adolfo

en No Consentido

Mi primo Adolfo

Una chica cuenta como fue obligada a tener sexo con su primo en sus vacaciones.

Mi nombre es Selene, vivo en Durango, Durango, México, tengo 22 años y soy estudiante de Arquitectura; me considero guapa y de buen cuerpo, sin llegara a ser un ejemplo de belleza o una top model, trato de mantenerme bien. Soy una chica completamente normal, mi cabello es castaño y mis ojos cafés, mido 1.61, de cara redonda; me gusta vestirme cómoda, nada de faldas o tacones, más bien prefiero los jeans y las playeras, a veces ajustados al cuerpo o a veces un poco flojos.

Esta historia comienza hace un año; en ese verano por fin me decidí a ir a pasar las vacaciones con mis tíos que viven en la zona aledaña al D.F., en un municipio conocido como Ecatepec; ellos me habían insistido desde varios años antes que fuera a visitarlos en las vacaciones, que deseaban que yo conociera su casa y la Ciudad de México; sinceramente a mi no me llamaba la atención ir a la Ciudad porque todo mundo me hablaba mal de allá y que es un lugar sucio y contaminado; pero fue tanta la insistencia de mis tíos y tomando en cuenta que mis Papás se iban de viaje a Europa para celebrar sus bodas de plata, que por no quedarme sola en la casa decidí tomar la oferta de mis Tíos.

Mi tío Adolfo y mi tía Edelmira fueron por mí a la terminal, ellos son un amor, las mejores personas que he conocido, me trataron con mucho cariño y me platicaron de su vida en la ciudad; los primeros tres días no hubo novedad, la pasamos de maravilla pues mis tíos me llevaron a varios lugares de la ciudad muy bonitos e interesantes, parques, museos, el castillo de Chapultepec, etc.; pero el cuarto día, al regresar de pasear, encontramos a un muchacho de unos 18 años, alto, fornido y rubio, bastante guapo; pero con pinta de maleante; noté que mi Tío se incomodaba y que a mi Tía se le iluminaban los ojitos cuando lo vio, pero e contuvo de abrazarlo y besarlo cuando mi Tío le preguntó al chico: "¿Qué quieres aquí?"; el chico le dijo que necesitaba dinero y le preguntó quien era yo; el Tío me presentó con mi primo Adolfo y me dijo que me fuera a mi recámara; me retiré un poco perturbada pues noté que mi primo me desnudó con la mirada.

Hasta la recámara se escucharon los gritos del tío diciéndole a su hijo que ya no le daría dinero, que era un vago y mantenido y que tendría que trabajar para ganarse el sustento; también escuchaba ala tía llorar pidiéndoles a los dos hombres que no se pelearan; la voz de Adolfo se escuchaba tranquila, no podía yo distinguir que decía y luego escuché que alguien subía la escalera y entraba a la recámara de mis tíos, junto a la mía y cerraba de golpe la puerta; pasó un rato en el que solo se escuchaba el llanto de mi tía; salí a ver si la podía consolar, bajé las escaleras y la vi sentada en un sillón; le hice un té y me senté a su lado; ella me explicó que Adolfo se había peleado con su Papá desde hacía varios años y que solo iba a pedirles dinero, chantajeándolos sentimentalmente; pero que mi tío ya estaba harto de eso y que ella sufría por ver pelear a los dos hombres que amaba.

La consolé un rato y la acompañé a su recámara; al entrar, mi tío me pidió que los disculpara por el incidente, yo le dije que no se preocupara y le di otro té; después me fui a dormir, pero una vez acostada, no pude conciliar el sueño, empecé a imaginar a mi primo Adolfo besándome y acariciándome; yo era virgen aún, pues con los dos novios que había tenido hasta entonces, solo habíamos jugueteado un poco; pero ahora sentía un gran deseo por sentir las caricias de mi primo. Sentía un calor inaguantable; vi el reloj: las 2:13 de la mañana; se alcanzaban a escuchar los ronquidos placenteros del tío y supuse que la tía también estaría dormida; decidí que lo mejor era tomar algo fresco; me levanté y en medio de la oscuridad bajé a la cocina, vestida solo con un pequeño camisón casi transparente corto y mi pantaleta blanca; l fin nadie me vería y con el calor que sentía, no quise ponerme ni la bata.

Llegué a la cocina y abrí el refrigerador, saqué lo necesario para prepararme un sándwich y una bebida refrescante; en eso, la puerta de la cocina se cerró bruscamente, haciéndome pegar un brinco del susto; pensé que el aire la habría cerrado; si hubiera sido un poco más inteligente hubiera razonado que dentro de la casa no había corrientes de aire; pero en ese momento no lo pensé; comencé a buscar a tientas el apagador, pues había quedado en la más completa oscuridad. De repente sentí como alguien me rodeaba con un brazo, aprisionando mis brazos y mi cintura; al mismo tiempo que una mano enorme me tapaba la boca impidiéndome gritar; una voz me susurró al oído: "Tranquila prima, soy yo, no te voy a hacer daño, solo quiero que nos divirtamos un poco, ya que los viejos no me darán dinero, me conformaré con su sobrina consentida"; traté de obligarlo a soltarme, pero él era muy fuerte y me tenía bien atrapada; me dijo: "Mira, estate quieta porque si haces ruido vendrá tu Tío y me veré obligado a dispararle con la pistola que traigo, ¿entendiste?".

Moví la cabeza afirmativamente dándole a entender que había entendido, no podía exponer a sí a mi tío que tan gentil había sido conmigo y me imaginé que Adolfo si sería capaz de algo así.

Adolfo me soltó, pero me tomó los brazos por detrás y me los ató; le pregunté bajito que pensaba hacer y él me tomó del cabello, puso su cara frente a la mía; en ese momento pude notar su aliento completamente alcoholizado; me dijo: "Ya lo verás, no te preocupes que lo vas a disfrutar tanto como yo"; le supliqué que no me hiciera nada y le dije que era virgen; él no dijo nada y en la oscuridad no supe que expresión tendría su rostro; sin soltarme el cabello me ordenó hincarme frente a él y lo hice, alcancé a distinguir que se encontraba desnudo; me dijo: "Mámamela"; como no reaccioné rápido, escuché como él tomaba algo y cortaba cartucho; "Mámame la verga o aquí te mueres"; colocó la pistola en mi sien y supe que hablaba en serio; asustada y confusa abrí la boca y metí su miembro, empecé a chupárselo mientras el gemía de placer; imaginé que al saber que yo era virgen, mi primo se conformaría con una chupada y seguí haciéndolo; me di cuenta que no me era desagradable hacerlo y continué por un buen rato.

De repente mi primo me ordenó detenerme y sacó su miembro de mi boca, pensé que me dejaría libre, pero él aún no estaba satisfecho; tomándome de nuevo del cabello, me hizo levantarme y me arrinconó contra una pared, yo me aguanté el grito que iba a soltar por miedo a lo que él pudiera hacer.

Adolfo me ordenó cerrar los ojos y me los vendó; me dejó por un momento y escuché que prendía la luz, yo seguía n la más completa oscuridad; entonces él me ordenó abrir la boca e introdujo algo en ella por la fuerza; me pareció que era una rebanada de pan doblada por la mitad; luego me colocó un trapo como mordaza; después, lentamente empezó a desabotonarme el camisón mientras me decía al oído: "Que bien estás prima; no entiendo como nadie te ha hecho el favor, pero verás como te voy a enseñar a gozar".

Cuando terminó de desabrocharme el camisón empezó a masajearme los pechos y a besarme el cuello; sus caricias me hicieron estremecer y empecé a temblar en parte por el miedo y en parte por las caricias que mi primo me daba. De un tirón Adolfo me arrancó la pantaleta, rompiéndola y luego un dedo empezó a juguetear con mi clítoris, sin dejar de besarme el cuello y sobarme los pechos; no pude más y me abandoné a las caricias de mi primo; de buena gana le hubiera dicho que me soltara para devolverle las caricias, pero no podía hablar ni moverme.

Adolfo soltó mi pecho y empezó a abrir mi concha para meter un dedo en ella; me dijo: "Ya estás mojada mamacita, ¿no que muy pura, cabrona?"; yo me estaba volviendo loca de placer, pero no quería que Adolfo lo notara aunque resultó imposible; él me tomó de nuevo del cabello y me llevó hasta la mesa de la cocina, allí me hizo empinarme con las piernas abiertas y sentí como empezó a meter su miembro en mi conchita virgen aún; el falo de mi primo entraba y entraba, lo sentí inmenso; cundo lo metió todo tuve que contener un grito de dolor, pues sentía como si me partiera en dos; él empezó un rítmico mete-saca durante un buen rato; entonces supe lo que era un orgasmo; mi cuerpo se estremeció completamente dando lugar a un placer indescriptible; no sé si Adolfo lo notó, pues el siguió aferrado a mis caderas con su mete-saca un buen tiempo; hasta que al final sentí como soltó inmensos chorros de semen dentro de mí.

Una vez que terminó, Adolfo me hizo hincarme de nuevo; me soltó las manos y me dijo que esperara cinco minutos para soltarme y remató diciéndome que pronto volvería a visitarme, ya fuera en casa de mis tíos o en mi casa de Durango.

Adolfo se fue y yo me solté las vendas; me tomé mi refresco, guardé todo y limpié muy bien la cocina; satisfecha, me fui a dormir.

Adolfo no ha venido a visitarme, espero con ansia el verano para ira a casa de mis tíos, pero esta vez no me sorprenderá, ya estoy preparada.

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