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Pequeña historia de grandes tetas

en MicroRelatos

Monica y yo salimos aquel viernes a cenar con la pandilla de amigos de toda la vida; esa noche éramos 26 más que nunca. Unos venían con sus parejas otros solos, la verdad es que con 40 años nos ha pasado de todo a todos.

Estas cenas son extraordinarias, risas, antiguas anécdotas, experiencias, chistes, buena comida y alcohol mucho alcohol. Fue por el efecto de este que Isabel, la más guapa del grupo, (de hecho había sido modelo y estaba divorciada de uno de los hombres más viejos y ricos de la ciudad) después de ser provocada por algunos de los amigos se subió a la mesa y se quedo en ropa interior. Todos rieron y aplaudieron. La verdad es que siempre había tenido un cuerpazo que era la envidia de todas. Luego Pepi se puso en pie la camiseta que llevaba sin sujetador y nos dejo ver sus tetitas.

Todo era en plan gracioso hasta que Monica se levanto, se quito la camisa y luego el sujetador sus pechos saltaron al aire, los comensales se quedaron boquiabiertos, yo el que más. Algunos aplaudieron, otros gritaron, los menos permanecían callados ante tan magno espectáculo, de ubres. Grandes, redondas, turgentes, talla 105 de copa ancha, naturales, algo caídas pero muy voluminosas, rematadas con una cereza pequeña y rosada. Las sujeto con ambas, llevo su rosado y pequeño pezón a su boca, lo lamio y ofreció el par de melones diciendo

  • ¿Queréis?

Un sí rotundo, al unisonó causo un gran estruendo en el restaurante. Las caras de felicidad de los hombres se alternaban con las risas de la mujeres, evidentemente el alcohol había hecho mella en todos.

Paso uno por uno, parando en cada silla para que pudieran magrearla, dejándose tocar por todas partes, nadie desaprovecho la oportunidad de tener entre sus manos tan maravillosos ejemplares, incluso las esposas no ponían pegas a sus maridos para que manosearan a mi mujer, no había consideración a los años que nos conocíamos. Los solteros llegaban mas allá y tras bien sobar las tetas se atrevieron incluso a chupárselas, como bebes queriendo sacar leche succionaban los pezones. Ella lo consentía con agrado y las agarraba obsequiándoselas para recibir la saliva de las bocas. A Paul un chico mas apocado que venía de Inglaterra le metió la cabeza entre ellas; no supo qué hacer de principio pero pronto las sujeto con ambas manos apretándolas y pellizcándolas.

Solo quedaban tres cuando se oyó un grito pidiéndole que se quedara desnuda; noto como una mano se deslizaba sobre su enorme trasero, al tiempo que dos más sopesaban su inmenso busto.

Se bajo el pantalón, su braguita tanga dejaba ver los voluminosos cachetes del culo, redondos, abultando como balones. Todos descubrieron sus michelines; estaba rellenita, bien jamona. Las mujeres no tardaron en darse cuenta y comentarlo, esta gorda, ¿verdad? Se decían con caras de satisfacción.

  • Tu mujer es una cachonda, no te sentara mal. Estos son capaces de follarsela aquí mismo.

Todos se situaron en corro junto a la mesa. Monica abrió las piernas y uno de los hombres se arrodillo para comerle el coño.

  • ¿No os la iréis a follar? ¿Es mi mujer?

  • Es ella la que quiere.

Mientras uno se la follaba otros le toqueteaban los pechos que temblaban con las envestidas como si fueran dos grandes flanes.

Nadie parecía atender a mi petición. La cola de los solteros esperándola para meterla era de cuatro personas más el que ya jadeaba sobre ella. Uno tras otro, los cinco que había, fueron corriéndose dentro de ella. Monica no dejaba de jadear y pedía que alguien más se la metiera, pero nadie se atrevía, fue la mujer de Pepe quien le dijo

  • Ves tú si quieres. Dijo Maria permitiendo que le hiciera el amor a mi mujer.

Este sin pensárselo se bajo el pantalón, torpe de él tropezó antes de llegar al coño que goteaba del semen de los otros. Como todos, Pepe estaba empalmado, se echo encima de ella y se la introdujo con facilidad, estuvieron fornicando buen rato, era el que más duraba. Se canso de tenerla de frente y le dio la vuelta poniendo el culo frente a él y dejando que apoyara los codos sobre la mesa. Sus tetas quedaron colgando y una infinidad de manos acudieron a palparlas.

Eva que continuaba a mi lado me lanzo la mano a la cremallera y sin preguntarme me masturbo. Yo lo agradecí pues aunque cornudo, estaba muy excitado. No era el único otras parejas se besaban y metían mano por encima de la ropa mirando el espectáculo.

Al tiempo que notaba el gustito en mi pene, busque con la vista a Manolo. El siempre había estado loco las tetas de mi mujer y me extrañaba que no estuviese en la cola esperando, pero permanecía sentado tranquilo, ¿Se habría conformado solo con tocarla? Lógicamente no. Quizá el estar acompañado le limitara. Antes de levantarse, le susurro algo al oído a su novia y esta asintió con la cabeza.

Espero a que Pepe, que todavía cabalgaba sobre mi mujer, se vaciara entre los gritos de la gente y a que Dani que era pajeado por su esposa se pusiera de pie y se diera las últimas manotadas frente al culo de Monica para correrse entre la raja que separa los glúteos.

Pepe volvió junto a su mujer que lo recibió con un beso en los labios y le dijo "muy bien cariño". En el camino se cruzo con Manolo con el que se dio una amistosa palmada como relevándose en la faena.

Ahí estaba mi amigo Manolo, con la polla fuera y el culo de mi mujer en pompa, me parecía increíble que se la fuera a follar. Pero no lo hizo. Ante la sorpresa de todos, le dio la vuelta a Monica que al estar frente a él, lo miro con una carita de cordero degollado, la hizo arrodillarse y metió la polla entre los blandos melones.

  • Tú sí que sabes.

  • Follale las tetas.

  • Así, así.

Fueron entre otros los gritos que se oyeron. Estuvo buen rato con la polla metida entre las ubres de mi esposa, su cara era el reflejo del que consigue el objetivo, lo hacía con un ansia enorme, se regodeaba en cada embestida, su rostro era puro placer. Monica apretaba las tetas para que tuviera más roce, acabo soltando la leche a presión entre ellas con un largo gemido de alivio

  • Dios, que gusto. Fue su último grito.

Yo sabía que había soñado muchas veces con hacer eso. Miro a Monica y luego se volvió hacia su novia que con un gesto y una sonrisa de aprobación se sentía feliz.