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Natalia, la princesa nudista

en Voyerismo

OS VOY A CONTAR UN CUENTO. UNO QUE ME NARRÓ MI AMIGA NATALIA, HOY DESAPARECIDA DE LA RED,  Y QUE HE DECIDIDO RELATAR COMO ELLA ME LO CONTO.

Y DICE QUE LE SUCEDIÓ ALGO ASI:

Erase una vez en un lejano país, una pareja (nuestros príncipes del cuento), casados  por la iglesia. Ella, Natalia, una joven que apenas superaba la treintena de estatura media culito redondo y un sujetador 38HH que albergaba unas tetas espectaculares de talla 120.  Su maridito, poco mayor que ella de cuerpo atlético y muy deportista, como corresponde a un noble de la epoca.

Ambos eran muy amantes del exhibicionismo, les encantaba las playas nudistas y sobre todo hacer toples en las no nudistas, donde las “boobies” de nuestra protagonista no pasaban desapercibidas. En no pocas ocasiones hacían el amor con la ventana abierta o en algún sitio donde pudieran ser observados, en las zonas de aparcamientos donde abundan los voyeur, ya eran conocidos y los espectadores se frotaban las manos y otras partes del cuerpo cuando veían su coche aparcado.

Una de sus fantasías ,era estar desnudos delante de gente y que los tocaran, pero sin llegar a tener sexo. Su idea era preparar un cena en casa de alguien, donde se juntaran otras seis u ocho personas, las cuales solo sus ganchos supieran del destape completo, y  el resto se encontrara con la sorpresa.

Así que buscaron en internet contactos con otras parejas, siempre de fuera de su ciudad con el objetivo de encontrar aquella que encajara en su demanda. Tras entrevistarse con varias y descartar otras, se decidieron por un matrimonio de su misma edad que residía en la capital.

Tras llegar a un acuerdo con ellos, decidieron ir a visitarlos para preparar el acontecimiento, diseñar la velada e integrarse en el grupo de sus amigos, conocerlos, ganarse su confianza y seleccionar a los elegidos para el evento. Pretendían  de esa forma que en la futura cena el striptease solo pareciera un atrevimiento de unos conocidos.

Establecieron un guion y unas normas a respetar, ninguno de los invitados debía saber nada, era una de las condiciones que rogaron cumplieran. Estuvieron  ensayando en casa de los anfitriones, como lo harían: primero se desnudarían con alguna excusa, (una conversación llevada al extremo) cenarían y después durante el café, según evolucionara la reunión podrían dejarse meter mano, pero sin pasarse. Los anfitriones estaban entusiasmados con la idea e insistieron mucho en que era importante tener vía libre para  poder tocar.

Así que llegado el día, Natalia y Jose se fueron de su ciudad a la capital el sábado por la mañana y se acomodaron en un hotel. Jose la llevo, como un caballero que es,  a comer a un sitio muy bonito de comida japonesa. Luego fueron a un bar donde preparan unos gin tonics magníficos y después a “dormir” la siesta al hotel, con lo que conlleva eso, ya sabéis.

Antes de llegar a la cena, estaban nerviosos, un cosquilleo le recorría el estomago. La incertidumbre le comía las entrañas. Al final iba a ser dos parejas, los anfitriones y ellos, un numero perfecto. Cuando llegaron una de las parejas  estaña allí, la otra apareció pocos minutos después.

Los anfitriones no pudieron callárselo,  y lo contaron a una de las parejas, solo una no sabía lo que iba a pasar, pero esta información la desconocían nuestros atrevidos protagonista que pensaban que iban a dar la gran sorpresa.

La cordialidad reinaba durante la recepción y el aperitivo, todos compartían amigablemente hasta que surgió el tema del nudismo. La idea inicial era desnudarse  durante la cena, pero Jose intervino, la conversación se calentó, y vio el momento de quitarse la ropa. De forma rápida dejo su pistola al aire, la verdad una buena verga, como corresponde a un príncipe de cuento.

Jose se dirigió a Natalia y la animo a quitarse la ropa y demostrar que el nudismo era algo natural. Natalia, estaba nerviosa, sintió algo de vergüenza, pero vio que era el momento clave para desvestirse de la manera más elegante posible; la cremallera se atasco, pero se despojo rápido del vestido y descubrió su ropa interior. En ese momento noto clavadas las miradas en ella, se sintió erótica, pero también  cortada delante de tanto espectador, tenía que desnudarse, ya no había marcha atrás, su fantasía se iba a cumplir.

Se emociono al desprenderse del sostén, y ver las caras de los asistentes cuando sus enormes pechos quedaron descubiertos, sabía que los iba a impresionar, era evidente que sus tetas eran enormes y ninguna de las presentes llegaba siquiera a la mitad de ese volumen. Todos , muy asombrados, empezaron a murmurar  y a exclamar ¡dios mío!, ¡qué barbaridad!, ¡Vaya tela! ¡Qué tetas! Se sintió triunfadora al ver sus caras y escuchar sus comentarios. Se dio la vuelta, quería que se fijaran en su culo, se quito las bragas y las dejo sobre una silla.

Jose tomo la palabra e hizo una disertación sobre el nudismo e invito a los asistentes a  desnudarse, pero todos rieron y ninguno acepto. Luego les pregunto si no les importaba que continuaran desnudos durante la cena y el anfitrión fue el primero en decir que en absoluto les molestaba, todo lo contrario.

Se sentaron a cenar, a Jose le quedaban las pelotas por debajo de la mesa y su cuerpo atlético por encima, pero, como no, a Natalia le quedaban las tetazas a la vista de todos y era inevitable, en especial por los machos, dejar de mirarlas. Ninguno de ellos estaba acostumbrado a ver unos pechos tan firmes y grandes mientras estaba cenando, para todos era cumplir una fantasía.  (nota del autor: tendrían que estar cardiacos y locos por morder esas tetazas)

Pero aun así, todo fue normal, en plan de cachondeo, buen rollo, algún comentario, graciosillo. Una de las mujeres sentada junto a Natalia le pregunto si no le daba vergüenza y ella respondió que era la filosofía del nudismo y que, si se notaban incómodos se vestían. Un ¡¡¡¡NOOOO!!!! Se escucho de la boca e varios.  Todos disfrutaban del juego, unos de ser mirones y otros de dejarse mirar.

Al acabar la cena todos ayudaron a recoger la mesa, el dueño de  la casa se levanto cuando  Natalia llevaba unos platos y por el pasillo hasta la cocina, sin nadie que los viera,  se atrevió a sobarle el culo,  un cosquilleo corrió por su cuerpo; le gusto que la tocara de esa forma ,sin pedir permiso, de forma un tanto furtiva,

Al llegar a la cocina estaba la anfitriona ordenando los platos, fue entonces cuando esta, un tanto nerviosa, le recordó que según el plan tenían que dejarse tocar durante el café. Que no se echaran atrás. Y que le indicarían el momento exacto. Natalia se violento por la insistencia en el comentario y le aseguro que podrían tocarla pero sin pasarse.

Tras la exigencia de la anfitriona,  se sentaron en el salón con el resto de los invitados y estuvieron hablando, como no, de los grandes pechos de ella, si pesaban, si eran naturales, y bla, bla, bla,… Esto hizo fijar la vista todavía más en el cuerpo de nuestra princesa que sentada en el sofá, con sus tetas erguidas, duras, de amplio pezón sonrosado, era la autentica protagonista; como ella siempre fantaseo.

El palique se torno generalistas, llegando a ser un tanto frikies: películas, series, algo de  política,  juegos de roll, algo que no pegaba con nuestros príncipes que cada vez se quedaban un poco de lado; algo lógico, pues el resto eran amigos de mucho tiempo y tenían sus temas de tertulia muy marcados. 

Por un momento Natalia y Jose se sintieron ignorados, apartados, desplazados del entorno, como si no estuvieran, los habían excluido. Se sintieron monigotes desnudos a la vista del mundo. Pero, era solo una forma de alejar lo incomodo que resultaba verlos en pelotas dentro de este tipo de reunión. Era solo un escudo defensivo del grupo. Evidentemente, era inevitable que las miradas disimuladas de hombres y mujeres observaran clandestinamente los atractivos torsos desnudos de sus invitados.

De pronto uno de ellos comento la posibilidad de llamar a Alberto, para que nos se incorporara a la reunión y disfrutara del espectáculo. Todos empezaron a reírse, pues Alberto era un chico tímido y obseso de los videojuegos, internet y los juegos de roll. Nuestros protagonistas, en ese momento se sintieron un tanto fuera de juego, sin saber a qué venía tanta risa. A Natalia no le hizo mucha gracia, pero Jose consintió que lo telefonearan.

Lo llamaron evitando contarle cual era la situación, para así sorprenderle. Pero Alberto, ante la pereza de desplazarse al encuentro de sus amigos, no acepto la invitación y tuvieron que usar cierta artimaña para convencerlo.

Esto causo cierta excitación en los amigos, se formaron como grupos de conversación. Los hombres cada vez miraban más desesperados a la princesa nudista, sus grandes melones y su culito respingón eran magníficos y sus pensamientos llegaban hasta imaginarla enculada moviendo sus grandes tetas. Ella se daba cuenta de cómo la miraban, eso le hacia crecerse, irguió su busto y empino su culo para hacerlos mas evidentes.

Por otra parte a Jose le hacían menos caso, y para los chicos era un tanto incomodo ver una polla grande, colgando de un torso compacto y fuerte. Algo que las mujeres no dejaban pasar y cada vez más abiertamente, le miraban la entrepierna.

Y fue a una de ellas la cual su marido pillo infraganti mirando el paquete, la que dijo de jugar al  Karaoke; el anfitrión conecto el ordenador a la tele y empezaron a cantar canciones.

El espectáculo era ridículo, una vez cantaron varios, intentaron convencer a Jose  y Natalia para actuar.  Jose se lanzo y se exhibió como quiso, algo que a los hombres no les hizo mucha gracia,  pero las chicas estaban muertas de risa, viendo lo morcillona que la tenia y los movimientos y balanceos de un lado a otro.

Cuando acabo intentaron que la princesa también lo hiciera, pero se negó en rotundo, amenazando con vestirse si querían que cantara. Ante la negativa de la chica, le dijeron que tenía que compensarlo con recibir a su amigo Alberto. Ella acepto complaciente. Iba a ser divertido.

Poco después, llamaron al timbre, llego Alberto y Natalia acudió a abrir, mientras los demás esperaban escondidos cerca. Cuando el chico empujo la puerta se quedo alucinado al ver a una mujer de grandes pechos delante de él, sonriéndole e invitándole a pasar, miro el timbre por si se había equivocado. Todos empezaron a reírse.  

Entre carcajadas y colegueos le explicaron lo que había sucedido, pero aun así, el pajero no salía de su asombro y más aun cuando vio a Jose en pelotas con el rabazo colgando. Pensó que era una broma.

Los anfitriones vieron que era el momento de cambiar de tercio y empezar con los tocamientos, el tener allí a Alberto, iba a dar un toque especial a la velada, con lo “salido” que estaba y con una mujer tan contundente como Natalia desnuda delante de él, iba a dar mucho juego.

De nuevo se habían formado varios grupos, en uno de ellos Jose hablaba con una de las chicas, la anfitriona se acerco y en tono de bromo propuso tocar y lanzo la mano al culo del príncipe nudista, este lo recibió con gusto e invito al resto a hacerlo pero con respeto.

Se abrió la veda. Natalia, en ese momento, estaba de pie, sola, junto a la mesa. El anfitrión esperaba ansioso el momento y  se acerco rápido a ella, y fue el primero en palpar las tetas, con nerviosismo e impaciencia, luego bajo para tocar el culo y luego volvió a agarrarle las tetas más detenidamente. Miraba a los demás y les decía que estaban muy bien. Entonces se acerco el otro que sabía que la situación iba a llegar.

Un bandada de manos asolaban a la princesa. Ambos la magrearon de arriba abajo, primero despacio y según tomaban confianza, jugaban mas con los melones, los movían, zarandeaban a ambos lados, le frotaban los pezones, se los retorcían y bajaban al culo y los muslos para pellizcarlos 

Los dos se reían y miraban a sus parejas y decían que eran unas tetas enormes que no cabían en sus manos, y frases parecidas referentes a los enormes cantaros que colgaban erectos ante ellos. Estaban algo incómodos pues todos miraban lo que hacían pero no por ello dejaron de sobarla de arriba a abajo. Ella permanecía quieta, sonriente, intentaba continuar con la conversación y hablaba como si no la estuvieran manoseando por todas partes. Después del ataque inicial, una vez  saciado su incontenible deseo,  aflojaron los ataques sobre la turgente piel de la princesa desnuda y continuaron charlando con ella sin dejar de atacar las pechugas con mas espaciadas caricias.  

El tercero se acerco con su mujer, que venía de meterle mano a Jose, era la pareja mas simpática y parecía mas afín, tuvieron una conversación normal, divertida de varios temas, estaba hablando de moda y de pronto el chico, un poco gordito, pero muy alegre,  le tocaba las tetas, luego dejaba de hacerlo y seguían con otro tema, después de pronto lanzaba la mano y las volvía a tocar, estaba un rato sobándolas  mientras Natalia  hablaba dirigiéndome a él, y al mismo tiempo que le hablaba las palpaba,  luego paraba, así lo hizo varias veces. Pero no sobaba por encima, despacio, con suavidad, en absoluto; las apretaba y las mantenía,  como comprobado el peso. Le dio un buen repaso a las ubres.

Su mujer también  las toco pero de distinta forma. Miraba a Natalia y lanzaba una timida sonrisa, avergonzada por lo extraña que le resultaba la situación.  Luego el hombre se canso de las tetas y puso su mirada en el trasero, hizo el gesto de echarle la mano pero, en el último momento no se atrevió, una mirada de su pareja le hizo desistir. La princesa quedo deseando esa manaza en su culo. 

Mientras eso ocurría, la anfitriona toqueteaba el pene de Jose, jugueteando y bromeando con las amigas, ella fue la única que se atrevió a manosearlo, pero eso si el culete del macho fue objeto de las caricias femeninas durante toda la velada.

Pero como en todos los cuentos siempre hay un malo, y en este era un frikie de la informática y a los juegos de roll. Alberto,  era muy infantil, con melenita y barba de varios días, se le salían los ojos mirando a Natalia, pero no se atrevía a tocarla, se sentía  cortado, le causaba un gran respeto abordar a la chica, como si traspasara las fronteras de lo prohibido.

La anfitriona animada por los otros amigos lo acompaño donde estaba Natalia, que descansaba de los manoseos, sola en el sofá bebiendo de su copa.  Se la presento formalmente. El tímido hombre se sentó a su lado. Balbuceando, sin pronunciar bien, le pregunto si podía tocarle las tetas. Ella asintió con la cabeza. Entonces, despertó la fiera que había en el.

Agarro el voluminoso busto, impaciente, entusiasmado, sin saber cómo abordar tanta carne junta, de manera desordenada  le propino un autentico magreo, como nunca había recibido uno la princesa,  más agresivo y desesperado que los otros. Al tiempo repetía baboseando, ¡que tetas!, ¡que tetas!, no había tocado unas así en su vida.

El resto del personal miraba al infeliz disfrutando de su manjar, todos murmuraban y escondían las risitas. Uno de ellos dijo en voz alta ¡CHUPALAS!, pero Natalia le dijo  que no. El macho enloquecido y apoyado por el público, no hizo caso y le lamio los pezones, en ese momento las tímidas risas se convirtieron en carcajadas con el chico agarrado a las mamas como un lechón.

La tetona, viéndose desbordada se dejo hacer unos instantes y se levanto con el fin de evitar que mas babas recorrieran sus seno. Amablemente,  le pregunto si  le gustaba su culo. El chico no se había fijado en el, pues solo tenía ojos para las grandísimas boobies, pero al verla  de espaldas mostrándole el trasero, se le ilumino la cara.

Se lanzo a tocarlo mientras su polla se ponía tiesa e imaginaba lo maravilloso que sería follarla por detrás y despertando de su sueño, recordó que tenía dos manos y volvió a restregarlas por las tetazas. Estuvo metiéndole mano por todas partes hasta que se lo quito de encima con algo de ayuda del anfitrión. Fueron los peores momentos para nuestra princesa se sintió sucia, asqueada, porque un tipo así la manoseara de esa forma, con esa falta de delicadeza, como a una muñeca de plástico.

Tras esto, la situación se relajo, se paso a unos momentos de “stand by” y las parejas se preparaban para irse.  Tan solo el anfitrión volvió a palparla durante una conversación, acariciando suavemente por encima de los pezones.

Cuando Natalia fue al aseo (las princesas nudistas también mean) se cruzo con el chico mas gordito el cual le soltó una disertación sobre lo guapa que era, el cuerpazo que tenia, que eran  gente muy liberal, le dio gracias por lo que habían hecho y añadió que le había encantado  tocarla. La princesa se intento escabullir de tan vacio sermón, pero el hombre tenía otra intención y aprovecho para meterle mano otra vez, muy rápido, con prisa, evitando que alguien lo viera. Eso fue lo último. Cuando volvió al salón, la gente recogía sus chaquetas para irse.  

Los amigos repartían besos de despedida, mientras cuchicheaban y sonreían entre ellos. Al irse no desaprovecharon la oportunidad y el gordito volvió a tocar una teta,  el otro la abrazo para notar los enormes botijos chafados en su pecho y bajo hasta el culo para pellizcarlo con la mano abierta. Aunque este último se llevo una buena bronca de su mujer cuando subían al ascensor. De Alberto, Natalia  se despidió a lo lejos para evitar que la tocara de nuevo.

Cuando todos se fueron a nuestros protagonistas quedaron solos con los anfitriones. Ambos respiraron, sintieron un alivio, como los actores que acaba la representación. Buscaron su ropa para  vestirse y el anfitrión que era un caradura  le dijo que tenía que tocarla por última vez como despedida.

En ese momento no le apeteció, pero, llegados a este punto no podía negarse. Abrió los brazos y le sonrío asqueada.  -Toda tuya, le dijo. Su mujer que estaba delante se rio, y él la volvió a palpar  entera apretándome contra su cuerpo. A Jose también le sentó mal esto último y corto elegantemente la invasión del cuerpo de su mujer.

Se vistieron aunque los anfitriones querían alargar la velada, querían saber lo que les había parecido, si no lo habían pasado bien, y cuando volverían a hacerlo. Pero a esas alturas de la noche, Natalia y Jose  solo pensaban en irse al hotel, pensar en lo que había pasado y ponerse a follar. Así que acabaron con la conversación y se marcharon.

 

Nuestros protagonistas, una vez cumplidas sus fantasías, echaron el polvo de su vida en una noche inolvidable. Y fueron felices y comieron perdices.

 

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

 

PORQUE LOS CUENTOS, CUENTOS SON.