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Sexo y miedo (2)

en Grandes Series

Me levanté temprano. Si hay algo que no me gusta, es levantarme después del tipo con el que me acosté. Me incomodaba bastante el ver a alguien, en donde todo la “fraternidad” había desparecido luego del cometido, en este caso, después del sexo. Creo que quizá es miedo a ese “sólo fue una noche”, palabras como esas, de que a pesar de saberlo, igualmente te hieren…prefiero evadirlo, total, nunca más lo vería.

El tipo dormía de lo más feliz, realmente lo había pasado bien, era un buen chico, sólo por eso no le sacaría nada de la nevera, jajajajaja. Tomé mis cosas con sigilo y salí del departamento.

El autobús estaba lleno. Era jueves por la mañana, me fui con escolares, trabajadores y toda una variación de personas. A pesar de haber dormido tan poco, sentía un extraño alivio en el cuerpo.

Al llegar a nuestro apartamento, me encontré con todo el mundo durmiendo. Fue una suerte no haber estado allí realmente. Había un despelote inamovible y una esencia a humano…

No quise despertar a nadie.  Rebusqué por algo de comida, pero todo fue infructuoso, necesitábamos comprar comida. Me moví entre ellos y del saco de Tommy, extraje algunos cigarros, cogí mi guitarra y me fui al único lugar recreativo de allí, la azotea.

Subí siete pisos. Las escaleras estaban oxidadas y rechinaban al pisar. Al estar ya arriba, un aire puro me inundó, una tranquilidad se apoderó de mí. Me senté en el piso, apoyándome en la pared, encendí un cigarro y comencé a tocar. ¿Conocen la canción “Patience”? Es rebuena, esa canción me ayudó a sostenerme cuando a los 19 aún seguía virgen. Oh queridos lectores, vuestra humilde narradora se desvirgó a los diecinueve.

Así estuve por unos minutos, tocando, cuando a mi lado veo llegar a Andru; con una lata de coca-cola en mano.

-¿Dame un cigarro?- Le tendí uno, lo encendió y se sentó a mi lado.- ¿Por qué siempre llegas tan temprano?

-Jajajaja… ¿por qué lo preguntas?

-Es bastante obvio…duermes con otros para no estar aquí, por lo menos disfruta hasta el fin ¿no?

Volví a reír.- No, me gusta así, no más allá.

-Ah.- Guardó silencio.

-¿Cómo va todo con Steph?

-Bien. Creo que me estoy enamorando.- Amigos míos, algo dentro de mí se removió, sentí angustia.

-Que bueno.- Logré decir. Recomencé la canción, con un poco más de melancolía.

-Iré a ver si se despertaron.- La puerta de metal resonó tras de él.

Por mi cabeza se cruzaron nuevamente las ganas de escapar. Las mismas ganas que cuando me fui de mi casa. Y el miedo, queridos lectores, es un sentimiento que nunca se ha ido, pero me rebelé ante ese pensamiento y me erguí para unirme a ellos.

Los días transcurrieron sin nada digno de contar, no me di cuenta de cómo ya había pasado ¡Una semana! Entre nosotros las cosas no iban mejor. Los chicos habían discutido la posibilidad de grabar un demo o no. El poco dinero que ganábamos se volvía agua. Entre el arriendo del departamento, la poca comida, los repuestos de la guitarra y el bajo, se nos iba todo. No teníamos ni un sólo lujo. La posibilidad de grabar el demo, significaba no comer por al menos tres semanas o más, y ¡sólo era uno! Lectores míos, esto se estaba tornando difícil. La irritabilidad y la tensión se cortaban con navaja. Andru que de por sí era mal genio, últimamente era insoportable. Tommy y él peleaban antes de salir a escena, lo que provocaba el que ambos se enojaran y abandonaran por completo el show. Dejaban todo botado, Matías y yo debíamos dar las escusas. Esto ya había ocurrido en tres ocasiones. Por lo general tocábamos seis veces por semana, gracias a esto, ahora eran dos.

A mí no me gustan las discusiones. Rehúyo de ellas. Siempre me ha gustado mantener un ambiente grato, en donde todos se sientan a gusto y cómodos. Por ello decidí empeñar una gargantilla que mi madre me dio cuando me gradué. Antes sentía gran aprecio por las cosas, pero de un tiempo a esta parte, quería deshacerme de todo lo que se transformara en recuerdo. Con ello conseguí el dinero suficiente como para dos demos, aunque no les diría nada aún. Si lo hacía, se dormirían en los laureles.

Una vez más estábamos tras bambalinas. Esperando nuestro turno para salir. Tommy ya no distinguía sus dedos, tenía puesto en sus oídos unos audífonos y de lejos se escuchaba la música que oía. Tomaba y tomaba…a este paso, nuevamente no saldríamos al escenario.                                                                                                                  Yo, en un rincón miraba como Andru y Matías “trataban de razonar” con él, pero Tommy se comportaba taimadamente, riéndose en sus propias caras, tarareando una canción.

-Tom… ¡Tom! Déjalo, hombre necesitamos este dinero.- Mati lo movía y lo remecía, enfadado, rojo de ira.

-¡Hijo de puta! ¡Cómo no te levantes de ese sillón, te juro que te reviento!- Andru ya estaba fuera de sus casillas, lo tomó de la camiseta, acercándolo a él para amenazarlo.

- ¡¡ROXANNE!!  You don´t have to wear that dress tonight ¡¡ROXANNE!!- Cantaba Tommy muy alto, riéndose a carcajadas de los chicos.

-Hey, Tom…esto lo necesitamos…es un bien para el grupo ¡¡REACCIONA!!- Matías lo volvió a empujar y un poco de licor se derramó en el piso.

-Tommy, amigo, despierta…allí, afuera está nuestro futuro, te necesitamos para lograrlo.- Andru, quién volvía a calmarse, lo trató con psicología. Sentado a su lado, con una mano en su hombro.- ¿Oyes eso? Es el público, y nos quieren allí.- Efectivamente se oía el público coreando nuestro nombre. Éramos los siguientes y aún ni siquiera sacábamos los instrumentos de sus cartucheras.

Tocaron a nuestra puerta. Me levanté, de seguro era el hombre que nos había contratado, esta era la segunda vez que nos llamaba; entreabrí la puerta, dejé el espacio justo para que no tuviera una vista extensa de la habitación.

-¡Chicos, es su turno! Ya deberían estar allí, ¿Qué ocurre?- A pesar del contratiempo, se oía comprensivo el tipo.

-Lo siento, tenemos unproblema, trataremos de solucionarlo lo antes posible.-Le respondí pausadamente.

- ¡¡ROXANNE!!  You don´t have to sell your body to the night…- Volvió a cantar Tommy a mis espaldas. Volví mi cabeza para ver la situación. Matías lo miraba fijamente, mientras este bebió otro sorbo de la casi vacía botella, riéndose. A su lado (de Tommy) estaba Andru, con la cabeza gacha, entre ambas manos, se veía rendido y compungido. Queridos lectores, esta humilde narradora sabía que cuando Andru caía en ese estado apesadumbrado, venía lo peor. Era como la calma previa antes de la tormenta.

Los comprendía. Éste era un sueño por el cual los chicos lo habían dejado todo, y el que Tommy se comportara así, lo echaba todo por tierra.

-¡Chicos necesito que…!- El caballero no había acabado de hablar cuando detrás de mí, Andru grita:

-¡¡ESTADO FUERA DE LÍNEA!!- Y acto seguido, arrebató de la mano de Tommy la botella y la estrelló en el piso, provocando un gran estruendo. Luego de unos segundos, volvió a tomar asiento, pero ahora con una sonrisa irónica en sus labios, como si nada hubiera ocurrido.

-Lo solucionaremos.- Le repetí al tipo que me miraba sorprendido, para luego cerrarle la puerta en la cara. Di media vuelta y volví a sentarme en mi rincón.

-Mierda Andru…quebraste la última botella que nos quedaba.- Habló Matías mirándolo.

-Lo sé. Me dolió hacerlo.- Rieron levemente.

Saqué de mis jeans una pequeña bolsita. Me acerqué a Tommy que no se daba por aludido.

-Toma.- Le dije y le tiré la coca en el pecho.- Para que espabiles.

Ahora que todos estaban más calmados, me era más fácil hablar. ¿Les dije que no me gustaban las peleas?

Se sacó los audífonos, y encima de de la Tv que estaba junto a la pared, la repartió en hileras. Apretó uno de los orificios de su nariz y aspiró, frente a nuestros ojos expectantes.

Bueno…nos retrasamos apenas unos, diez, quince…cuarenta y cinco minutos, no es mucho. En cuanto nos vieron se acallaron las protestas, aunque el piso de las tablas estaba repleto de botellas y  basura que habían tirado. Todo marchó bien, técnicamente hablando, porque Tommy trató de mantenerse lo más alejado de nosotros como le era posible.

Fue una actuación agotadora. Cómo salimos con retraso, nos vimos en la obligación de tocar algunos temas más, para dejar satisfecho a la multitud allí reunida.  Terminado todo, nos volvimos a recluir en el camarín. Yo me quedé atrás, junto a Andru, explicándole al dueño nuestro retraso y disculpas, muy bien disimuladas.

Cuando íbamos por el pasillo, alguien me grita por la espalda, di la vuelta y adivinen a quién vi ¡oh! Amigos mios.

-¡Bryan!- Quedé sorprendida, pensé que nunca más lo volvería a ver. Andru sólo me observó y siguió su camino de largo.

-Pensé que no volvería a verte.- Me dijo.- Desapareciste.

-Seee- Le respondí incómoda- cosas que pasan jajajajaja.

-Vine con unos amigos y escuché el nombre de tu banda.

-Tuviste suerte, hoy, casi no salimos a escena.

-Qué bueno que pude verte.- Se puso serio.- ¿Ahora debes irte?…

-Bryan, en verdad lo pasé muy bien contigo.- Comencé a aclararles las cosas de inmediato. No sé por qué, pero este chico no me inspiraba el sentimiento de aprovechamiento que otros tipos me provocaban.- Eres un tipo realmente genial, pero…

-No te gusto.

-No, no es eso. Eres muy atractivo.- Reímos ambos.- pero por la vida que llevo trato de no involucrarme mucho con nadie, ya sabes, el sufrir y todo eso.- Qué sincera, ni yo me reconocía. Me hubiera gustado dormir en su apartamento esta noche, pensé en retractarme, pero los ánimos de la banda estaban por el suelo, además Andru… podía ver que estaba realmente triste y no podía dejarlo ahora. Volví a pensar con la cabeza.- Así que preferiría…

-Entiendo, además por la mirada que me dio el vocalista ese de tu banda, creo que ya estás ocupada.

-¿Andru? No, no pienses mal…sólo es así, un poco excéntrico.

-Ya veo…así que una noche.

-Jajajaja, sí, una.- Me aproximé a él y le abracé fuertemente.- Trata de no ser tan mujeriego.- y con mi boca, le di un beso en su mejilla directamente.

-Trataré de no serlo.- Me apretó unos instantes. Con sutileza lo alejé de mí.

-Me gustan tus ojos.-Hablé mirándole verdaderamente. Volví a besarle, media vuelta y me fui de su lado para irme a descansar con mi banda.

Al parecer se habían encargado de limpiar la habitación, porque ya no estaban los trastos rotos y había nuevas botellas de alcohol.

 Me sentía realmente fatigada, me dolían los pies, el cuerpo entero. Sobre una pequeña mesita de centro, teníamos unas cucharas de metal, con bolitas de crack en ellas. Tomé una de esas, puse un encendedor debajo, generando una leve evaporación y ese humo Amigos míos, es el que se inhala. Lo necesitaba seriamente. Tenía todos mis músculos agarrotados y eso me relajaría y me pondría activa. Bebí un poco de cerveza helada que refrescó toda mi garganta y enseguida inspiré mi dulce jolgorio.

De pronto, no sé ni cómo había comenzado todo, volvieron a discutir, esta vez Matías y Tommy. La droga en verdad me estaba invadiendo, porque sólo escuchaba murmullos. La discusión iba de mal en peor, ahora gritaban. Esto ya me hartaba, me sobrepasaba, lo único que quería era algo de paz.

-¿Pueden callarse? Han discutido todo el puto mes.- Les espeté a ambos. Traté de observarlos, pero los veía muy borrosos.

-Déjalos discutir, es de la única forma en que se saben las cosas.-Me dijo Andru.

-Vaya forma de decirse las cosas. Me tienen harta con sus peleas, parecen críos en lugar de hombres.

-Pues si quieres a un hombre, ve y búscate uno afuera.- Me espetó.

Lo miré fijamente. Estaba realmente serio. Enojado. Se veía hermoso. Una vergüenza bajó por mi rostro, pude sentirla. Todos se callaron. Realmente ese fue un golpe bajo.- No digas estupideces, ¿Acaso ahora quieres pelear conmigo?

-Mejor no sigas molestándome, no quiero enojarme. Si quieres sacarte la tensión, ve ¡y compórtate como una prostituta!

¡Oh! Amigos míos, primera vez en mi vida que me sentía tan iracunda. Quería saltarle encima y golpearlo, aunque una parte de mi conciencia sabía que sus palabras eran producto de la irritabilidad, mezclada con la droga del momento, mi otra parte, esa que siempre mantengo calmada, explotó. Esta humilde narradora agarró un bate ¿Un bate? ¿Qué hacía un bate en ese lugar? Da igual. Lo tomé de un receptáculo metido en la esquina, lleno de implementos de beisbol. Me acerqué a la tv que estaba allí y mirándolos a los tres exclamé:

-¡¡ ¿QUIEREN QUE ME QUITE LA TENSIÓN?!! ¡¡¿LO QUIEREN?!!- y ¡oh! Queridos, con todas mis fuerzas hice colisionar el bate contra la pantalla trisándola, encesté un segundo golpe y ahora se hizo trizas. Del interior de la caja, cayó alguna cosa de metal, que provocó aún más escándalo. Volví a repetir el movimiento unas tres veces más, pulverizando lo que quedaba.

Me volví hacia ellos y me miraban atónitos. Yo nunca me comportaba así, y estoy segura que el crack me influenció, pero aún no me calmaba.

-¡¡¿QUIEREN QUE ME SIGA DESTENSANDO?!!- Pesqué la botella de cerveza que estaba bebiendo y la lancé en dirección a la cabeza de Andru, y si no es por Tomas que lo empuja a su debido tiempo, amigos, se hubiera estrellado contra su cabeza. En vez de ello,  explotó contra la pared, quedando todo escarchado de vidrios y húmedo por la cerveza.

Estaba agitada, mis latidos iban por mil. Me encaminé hacia la puerta y antes de salir del camerino le solté a Andru.- ¡¡Y FÍJATE QUE LAS PUTAS COBRAN, YO LO HAGO POR PLACER!!- Cerré la puerta tras de mí con gran ruido, y a paso veloz me fui de allí, hacia el único lugar que me quedaba. La ratonera.

Me encerré en la única habitación que teníamos. Estaba reservada para los que llevaban pareja. Esta noche podrían irse a follar al baño, quería soledad. Debo admitir que me sentía herida por la persona que me lo dijo, más que por las propias palabras. Así estuve, tendida en la alfombra de la habitación pensando, hasta que oí las voces de los chicos que entraban.                                                                                                                                                    Unos cuantos minutos después, golpean la puerta.

-¿Qué quieren?-Dije con un tono duro.

-¿Podemos hablar?-Era Andru.

-¡Púdrete!

-No seas infantil. Ahora ambos estamos calmados, conversemos.

-Espera a que termine de cogerme a este tipo, para que me de mi dinero.-Bromeé.

Andru soltó su risa ronca.- Vamos, abre.

Suspiré, solté el pestillo de la puerta y volví a sentarme en el piso.- Está abierto.

Entró con cuidado, como tanteando el terreno. Estaba a oscuras, aunque por la ventana, que era ancha, entraba la luz de la luna, iluminando lo suficiente.- Traje tu guitarra.- La dejó apoyada en la puerta.

-Gracias.

Se sentó frente a mí, en posición india. Traía un jockey  vuelto al revés. Se lo sacó y algunos de sus cabellos sueltos cayeron sobre su rostro, uniéndose al resplandor de los otros.- Lo siento, no quise decirte eso. Hablé desde el enfado.-No dije nada. Guardé silencio.- Sabes que nunca te trataría así. Es sólo que…últimamente hemos estado sometidos bajo mucha presión y…

-Está bien, está bien…lo sé. Yo tampoco hubiera querido estrellar esa botella contra tu cara.-Reí.-Lo siento.

-Estás perdonada.- Carcajeó. Estuvimos callados, hasta que volvió a hablar- Pensé que no te encontraría aquí. Como vi a ese tipo…

-Nah, no quise irme con él.

-¿Por qué?

-Creí que era necesario quedarme conti…-me corté de inmediato- con la banda. No hemos estado muy bien últimamente. ¿Quieres un cigarro?

-Seguro.

-Déjame sacarlos.- Me paré a buscar un bolsón que estaba al lado de él. Cuando llegué a su costado, me ahinqué para extraerlos, pero Andru tomó mis manos con fuerza e hizo que me sentara junto a él. Me dejé llevar. Estando a su lado, pude darme cuenta que con la luz mortecina, sus ojos se veían de un color plomo. Se lo hice saber y se rió. Con calma, tomó mi rostro entre sus manos y lo acercó al suyo. Instintivamente una de mis manos se afirmó a su pierna para sujetarme.

Tanteó mis labios con los suyos, acariciándolos. Luego me miró y con mi mano libre, retiré un poco de sus cabellos rojizos de sus ojos para observarlo con detenimiento. Ahora me besó con fuerza, sincronizando mis labios con los suyos. Introduje mi lengua a su boca, deseándolo. Me afirmó de la cintura para acercarme un poco más a él.

Me di cuenta de que follaríamos cuando estaba tendida boca arriba. Lo deseaba, deseaba y quería tanto a Andru, pero dentro de mí había un miedo. Ese miedo inmundo que siempre está presente, pero ahora fue como una advertencia; pero era Andru, que iba a hacer. El percibió mi titubeo, sin embargo, cuando me apoyé en unos de mis codos para alcanzar su cuello, olvidó mi inseguridad y comenzó a  acariciarme. Con cuidado fui retirando su camisa cuadrillé, que de por sí siempre las usaba abiertas. Fue fácil quitársela

Retiró mis vaqueros, dejando sólo mis bragas. Se sacó sus pantalones y sus calzoncillos, quedando totalmente desnudo. Con cuidado fue desabotonando mi pollera, en ningún momento perdió de vista mis ojos. Mi brasier no fue un problema, ya que era de esos que se abrochaban por delante. Dejó mis tetas al aire, pero no las tocó. Sólo juntó su pecho al mío y mis pezones al rosar su torso, se erizaron al instante, podía sentirlos duros. Me besó al boca, el rostro, el cuello, mi clavícula, mis orejas. Una de sus manos fue introduciéndose en mi entrepierna, pero no directamente a mi vagina, sino a mis muslos. Acarició la parte interna de ellos con suavidad, como si estuviera moldeándolos, rosaba sólo mi conchita por encima de mis bragas, con delicadeza pasaba su dedo por la cavidad, haciendo que me erizara completa.

Besándome, llegó hasta mis pechos, los cuales comenzó a besar, y al llegar a mis pezones los lengüeteó con destreza, oprimiéndolos solo con sus labios. Yo estaba reventando en placer. Queridos Lectores, sus cabellos refulgentes caían sobre mí, era tan sedoso, sólo su pelo ya me calentaba en demasía. No me dejaba hacer nada, el tenía el control, sólo podía acariciar su espalda. De mis tetas, pasó a mi vientre, lo recorrió, jugueteando con mi ombligo un rato. Hasta llegar a mi pelvis. Se irguió y tomando su pene, pasó su glande por mi vagina, que yo ya sentía que estaba húmeda, más bien inundada. Lo pasó una y otra vez, provocándome un orgasmo al instante, sólo con tocarme. Mientras hacía eso, con  su otra mano, seguía acariciando el lado interior de mi muslo. Se inclinó y ahora acarició con uno de sus níveos dedos mi vagina, de abajo hacia arriba. Mi espalda se arqueó contra mi voluntad. Hizo lo mismo unas diez veces, arrancándome gemidos.

Tomó mis bragas, y lentamente fue bajándolas, hasta retirarla por completo. Nuevamente hiso rosar su glande con mi vagina, pero era tanto la excitación amigos míos, que acabé al instante. Un gemido, que acallé al recordar que los chicos estaban en el departamento, luchó por salir de mi garganta. Andru ahora introducía la punta de su lengua, hasta terminar metiéndola toda. Cada recoveco de mi vagina él la recorrió. Apretó mi clítoris con su lengua, y luego junto a su lengua metió un dedo, logrando que me calentara de nuevo, alcanzando un nuevo orgasmo, más estremecedor que el otro. Ya no podía más. Cuando le iba a decir que me penetrara, se alzó y abriéndome las piernas con fuerza, se situó entre ellas, ahora que estaba a mi altura, se acercó a besarme y al hacerlo, me ensartó hasta el fondo. Me cogió por sorpresa y un quejido profundo salió sin poder refrenarlo. Ambos nos reímos de eso. Lo tomé por la nuca para acercarlo a mí, logrando que su verga llegara hasta más allá de lo que he podido sentir. Un fuego recorría mi vientre, de allí nacía, jamás lo había sentido. Alcé mis piernas y las entrelacé en su cadera, para así facilitarle la penetración y así también poder levantarme, haciendo fuerza en mi cadera para que me penetrara cada vez más fuerte.

Andru comenzó a gemir fuertemente, lo besé con gran pasión, su cabello colorín caía sobre mí, y cuando alzaba su rostro, dejaba ver esos malditos ojos azules. Moví más rápido mis caderas. No me importó el pinchazo que sentí al hacerlo, porque Andru estaba disfrutando, podía sentirlo. Ya no mantenía un ritmo, sus penetraciones fueron cada vez más profundas, sentía sus testículos chocar contra mi pelvis, produciendo un ¡ploc! Rítmico. Besó una de mis tetas, sólo que ahora apretó con sus dientes mi pezón, provocándome un orgasmo animal. Los quejidos de Andru eran intensos y poderosos. Llevé mis manos a su trasero y no pude evitar apretar sus nalgas, lo que al parecer lo excitó más. Subió y me devoró a besos, mordisqueó mis labios y yo los suyos. Sentía que estaba teniendo un sexo tan salvaje, como si no pudiera contener mis gritos ni él los suyos.

Volví a fijarme en la ventana, y la luz que caía sobre él. Hacía relucir su piel, color crema bajo la noche. Ambos éramos bañados por aquella tenue luz, que hacía ver mi piel cobriza. Supe que Andru se correría cuando llevó sus manos a mis muslos los alzó y se movió frenéticamente, golpeando y perforándome con más fuerza. Tuve demasiados orgasmos simultáneos, cuando yo iba a correrme, sentí como Andru liberaba un último y profundo gemido, seguido de un líquido candente que se introducía en mí. Mi último orgasmo fue esplendoroso.

Así nos quedamos, él sobre mí y yo afirmándolo contra mi pecho. Ni uno de los dos se movió un ápice. Luego de varios minutos, volvió a besarme y  se recostó a mi lado, en esa mullida alfombra que tan bien nos venía en estos días de verano. Ambos estábamos agotados. Ese día hicimos un show y nunca quedábamos bien de eso, menos ahora, sólo queríamos dormir. Desnudos nos quedamos toda la noche, bajo la luna.

Él logró dormirse antes que yo. No debió hacerlo. Amigos, vuestra humilde narradora sintió el miedo, ¿Saben cuál? Aquel que dice “nada dura para siempre” como la canción “…porque nada dura para siempre, incluso la fría lluvia de Noviembre” ¿la han escuchado? ¡El miedo! No les miento si les digo que es algo que me atormenta desde que soy niña…es un maldito sentimiento que nunca me ha abandonado, y ahora, que Andru se ha dormido, dejándome sola con mis pensamientos, tendió su manta negra sobre mí, renaciendo.

Siempre he pensado que lo que no comienza, no termina. Por ello la advertencia al inicio, una advertencia que me decía que no emprendiera nada con él, incluso un sexo. Esto iba a terminar, quizá a la mañana siguiente…no me quedaría a verlo. No, sé el final, pero no quiero leerlo, me adelantaré a él. Esa mañana me levantaría antes que todos y me marcharía.